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¿Que hacen los bancos?

Escrito el 24 marzo 2020 por en Política Monetaria

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    [post_content] => Los bancos desempeñan un papel crucial en la determinación de los niveles de vida de las economías modernas. Tienen la capacidad de recoger una parte muy importante del ahorro de la sociedad y distribuirlo entre las empresas y las familias que demandan fondos prestables para financiar sus actividades económicas. Mediante este proceso, el sector bancario puede mejorar la trayectoria del crecimiento económico, sobre todo en países que no cuentan con fuentes alternativas de financiación como son los mercados de capitales desarrollados (mercados de deuda, bolsa, fondos de inversión, etc.).

Economy Weblog

Un banco se define como una institución cuyas principales operaciones consisten en recibir depósitos del público (comprar dinero) y otorgar préstamos (vender dinero). En este proceso de intermediación financiera, los bancos comerciales financian la mayoría de sus préstamos con depósitos por lo que mantienen altos niveles de apalancamiento. La naturaleza de esta operación implica transformar los pasivos (depósitos) en activos (créditos) de tal manera que se corren diferentes tipos de riesgos simultáneamente. Los bancos, al conceder préstamos, afrontan lo que se conoce como riesgo crediticio (el riesgo de que no se recupere el crédito), riesgo de liquidez (vinculado a las diferencias de vencimientos entre los pasivos, que son más a corto plazo, y los activos, que suelen ser créditos a más de un año), riesgo de tipos de interés y otros riesgos que surgen del mercado como los riesgos relacionados con la fluctuación del tipo de cambio. La combinación de estos riesgos imprime una fragilidad inherente a la actividad bancaria, que se ve exacerbada por desequilibrios macroeconómicos globales.

¿Por qué es importante el crédito bancario?

La mayoría de las actividades de los bancos están relacionadas con la distribución eficiente de los recursos financieros, función esencial para el desarrollo económico. Los bancos son agentes fundamentales en la financiación del capital y, por tanto, favorecen el desarrollo económico. De hecho, existe una alta correlación entre el crédito bancario/PIB y el producto interno bruto (PIB) per cápita. Los países con sectores bancarios proporcionalmente pequeños tienen niveles más bajos de desarrollo. Esta fuerte correlación es una clara señal del vínculo existente entre el desarrollo financiero y el económico.

Desde el punto de vista teórico, no queda claro en qué dirección opera la causalidad de este vínculo. El desarrollo financiero puede dar lugar al desarrollo económico al mejorar la distribución del ahorro en la economía, pero también el desarrollo económico, mediante la creación de buenas instituciones, puede promover el crecimiento del sistema financiero. No obstante, estudios empíricos demuestran que un desarrollo financiero inicial más alto da lugar posteriormente a un mayor crecimiento del PIB, concluyendo que el desarrollo financiero realmente induce el crecimiento económico. Los bancos sólidos que proporcionan crédito de manera estable y poco costoso revisten gran importancia para el desarrollo.

Los mercados de capitales

El desarrollo económico no solo se relaciona con el del sistema bancario, sino también con el de otros intermediarios financieros como los mercados bursátiles y de bonos y otras instituciones no bancarias que ofrecen crédito. Los países desarrollados cuentan con los mercados financieros más desarrollados en todas sus dimensiones y poseen mercados de capital que pueden complementar y en algunos casos incluso sustituir al crédito bancario.

El crédito bancario en términos relativos reviste mucha mayor importancia en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Es perfectamente natural que los países con un sistema bancario subdesarrollado tengan un mercado de capital subdesarrollado. La experiencia internacional sugiere que un sector financiero basado en operaciones bursátiles y emisiones de deuda pública y privada debe apoyarse en un sector bancario maduro. Esto quiere decir que existe una secuencia en el proceso de desarrollo de los mercados bancarios y de capitales y estos últimos se desarrollan una vez que esté plenamente establecido el primero. Para funcionar adecuadamente, los mercados de capitales necesitan bancos, y los bancos también necesitan mercados de capital para protegerse contra ciertos tipos de riesgos y también para poder crecer. Por lo general, al final de toda transacción en un mercado de capital, existe un banco que aporta la liquidez necesaria para completar la transacción. Más aún, los bancos crean mercados, como se ha visto en el desarrollo de los mercados de deuda pública.

La concesión de crédito

Habida cuenta de que son pocas las fuentes alternativas de financiación, el desarrollo y la estabilidad del sector bancario resultan cruciales para lograr una senda estable de crecimiento económico. Cuando los mercados de capitales están poco desarrollados, son los bancos los que absorben casi toda la responsabilidad de identificar proyectos de inversión seguros y rentables que necesiten capital financiero, y de suministrarles ese capital. Pero si se carece de una tecnología eficiente de distribución del capital financiero, no se emprenderán proyectos rentables y se verá impedido el crecimiento económico.

La estabilidad del proceso de suministro de crédito también es fundamental para el desarrollo porque los proyectos rentables a largo plazo exigen un acceso continuo a fuentes de financiación. Si se interrumpe la oferta de crédito puede obstaculizarse la inversión, el crecimiento y de ahí la prosperidad de la economía. No es de sorprender que los países con mercados de crédito más desarrollados registren tasas más elevadas de crecimiento económico y una menor volatilidad de todo tipo en respuesta a diversos tipos de shocks. Desde esta perspectiva, las políticas que dan mayor capacidad a los bancos para suministrar crédito y manejar https://nakataka.main.jp/slot-server-thailand/ adecuadamente los riesgos resultan primordiales para aprovechar los beneficios potenciales de los mercados crediticios a fin de asegurar la distribución eficiente del crédito y el crecimiento económico.

En España, las entidades financieras sufrieron mucho las consecuencias de la crisis y esto tuvo mucho que ver con el aumento de la morosidad. Este aumento les exigía mucha prudencia en la concesión de créditos, analizando cuidadosamente el nivel de riesgo. Ya no pueden dar crédito con la misma alegría que tenían antes de la crisis. La fuerte expansión del crédito estuvo entonces acompañada por un relajamiento de los estándares de riesgos. Ahora, en cambio, antes de conceder un crédito se evalúa detalladamente las posibilidades de que sea devuelto. O lo que es lo mismo, los elevados niveles de morosidad no es otra cosa que los bancos tienen todavía en sus balances algunos créditos tóxicos que valen menos de lo que figura en su contabilidad, como consecuencia están teniendo menos beneficios y están teniendo mucha más precaución en las concesiones.

Algunos problemas actuales para la banca

Por eso el Banco Central Europeo, que es el supervisor bancario de la Unión Económica y Monetaria, debe seguir manteniendo bajo estrecha vigilancia al sistema bancario europeo que están pasando por un momento de debilidad como consecuencia de:
  1. a) la mayor regulación para aumentar su solvencia (conocida como Basilea III),
  2. b) los tipos de interés negativos,
  3. c) las necesarias reformas estructurales para adaptarse a las nuevas tecnologías y a la digitalización,
  4. d) el necesario cambio de sus operaciones de negocio en un contexto de enfriamiento económico y
  5. e) la competencia de otros intermediarios financieros poco regulados y que trabajan con costes más bajos como es el caso del shadow banking (hedge funds y otros).
Coronavirus Como consecuencia, los precios de las acciones de los bancos están en niveles muy bajos. Además, el sector financiero europeo se encuentra ahora en alerta debido a la crisis del coronavirus cuyos efectos podrían propagarse desde las empresas al sector bancario. En algunos sectores los problemas son dramáticos: viajes de negocios, turismo, muchos servicios reducen su actividad (conferencias, espectáculos deportivos, culturales, restauración, transporte, etc.), otros cierran (tiendas) otros se reinventan: colegios y universidades. Además, la fuerte corrección de los mercados bursátiles genera: a) un efecto pobreza que hace que las familias reduzcan su consumo, b) la pérdida de valor patrimonial de las empresas que aumentan sus dificultades para financiarse y conseguir créditos y c) como consecuencia de lo anterior aumenta de forma significativa la desconfianza de los empresarios sobre las expectativas de beneficios lo que reduce la inversión. Una contracción de la demanda de consumo e inversión que unida a la fuerte caída del precio del petróleo tendrá como consecuencia una considerable bajada de la inflación y del crecimiento económico mundial durante los próximos meses. Fuente: José Luis Pelejero Romero. “El papel que desempeña el sector bancario en las economías modernas”   [post_title] => ¿Que hacen los bancos? [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => closed [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => que-hacen-los-bancos [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-04-02 11:30:45 [post_modified_gmt] => 2023-04-02 09:30:45 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/?p=22327 [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 0 [filter] => raw )

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Economy Weblog

Un banco se define como una institución cuyas principales operaciones consisten en recibir depósitos del público (comprar dinero) y otorgar préstamos (vender dinero). En este proceso de intermediación financiera, los bancos comerciales financian la mayoría de sus préstamos con depósitos por lo que mantienen altos niveles de apalancamiento. La naturaleza de esta operación implica transformar los pasivos (depósitos) en activos (créditos) de tal manera que se corren diferentes tipos de riesgos simultáneamente. Los bancos, al conceder préstamos, afrontan lo que se conoce como riesgo crediticio (el riesgo de que no se recupere el crédito), riesgo de liquidez (vinculado a las diferencias de vencimientos entre los pasivos, que son más a corto plazo, y los activos, que suelen ser créditos a más de un año), riesgo de tipos de interés y otros riesgos que surgen del mercado como los riesgos relacionados con la fluctuación del tipo de cambio. La combinación de estos riesgos imprime una fragilidad inherente a la actividad bancaria, que se ve exacerbada por desequilibrios macroeconómicos globales.

¿Por qué es importante el crédito bancario?

La mayoría de las actividades de los bancos están relacionadas con la distribución eficiente de los recursos financieros, función esencial para el desarrollo económico. Los bancos son agentes fundamentales en la financiación del capital y, por tanto, favorecen el desarrollo económico. De hecho, existe una alta correlación entre el crédito bancario/PIB y el producto interno bruto (PIB) per cápita. Los países con sectores bancarios proporcionalmente pequeños tienen niveles más bajos de desarrollo. Esta fuerte correlación es una clara señal del vínculo existente entre el desarrollo financiero y el económico.

Desde el punto de vista teórico, no queda claro en qué dirección opera la causalidad de este vínculo. El desarrollo financiero puede dar lugar al desarrollo económico al mejorar la distribución del ahorro en la economía, pero también el desarrollo económico, mediante la creación de buenas instituciones, puede promover el crecimiento del sistema financiero. No obstante, estudios empíricos demuestran que un desarrollo financiero inicial más alto da lugar posteriormente a un mayor crecimiento del PIB, concluyendo que el desarrollo financiero realmente induce el crecimiento económico. Los bancos sólidos que proporcionan crédito de manera estable y poco costoso revisten gran importancia para el desarrollo.

Los mercados de capitales

El desarrollo económico no solo se relaciona con el del sistema bancario, sino también con el de otros intermediarios financieros como los mercados bursátiles y de bonos y otras instituciones no bancarias que ofrecen crédito. Los países desarrollados cuentan con los mercados financieros más desarrollados en todas sus dimensiones y poseen mercados de capital que pueden complementar y en algunos casos incluso sustituir al crédito bancario.

El crédito bancario en términos relativos reviste mucha mayor importancia en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Es perfectamente natural que los países con un sistema bancario subdesarrollado tengan un mercado de capital subdesarrollado. La experiencia internacional sugiere que un sector financiero basado en operaciones bursátiles y emisiones de deuda pública y privada debe apoyarse en un sector bancario maduro. Esto quiere decir que existe una secuencia en el proceso de desarrollo de los mercados bancarios y de capitales y estos últimos se desarrollan una vez que esté plenamente establecido el primero. Para funcionar adecuadamente, los mercados de capitales necesitan bancos, y los bancos también necesitan mercados de capital para protegerse contra ciertos tipos de riesgos y también para poder crecer. Por lo general, al final de toda transacción en un mercado de capital, existe un banco que aporta la liquidez necesaria para completar la transacción. Más aún, los bancos crean mercados, como se ha visto en el desarrollo de los mercados de deuda pública.

La concesión de crédito

Habida cuenta de que son pocas las fuentes alternativas de financiación, el desarrollo y la estabilidad del sector bancario resultan cruciales para lograr una senda estable de crecimiento económico. Cuando los mercados de capitales están poco desarrollados, son los bancos los que absorben casi toda la responsabilidad de identificar proyectos de inversión seguros y rentables que necesiten capital financiero, y de suministrarles ese capital. Pero si se carece de una tecnología eficiente de distribución del capital financiero, no se emprenderán proyectos rentables y se verá impedido el crecimiento económico.

La estabilidad del proceso de suministro de crédito también es fundamental para el desarrollo porque los proyectos rentables a largo plazo exigen un acceso continuo a fuentes de financiación. Si se interrumpe la oferta de crédito puede obstaculizarse la inversión, el crecimiento y de ahí la prosperidad de la economía. No es de sorprender que los países con mercados de crédito más desarrollados registren tasas más elevadas de crecimiento económico y una menor volatilidad de todo tipo en respuesta a diversos tipos de shocks. Desde esta perspectiva, las políticas que dan mayor capacidad a los bancos para suministrar crédito y manejar https://nakataka.main.jp/slot-server-thailand/ adecuadamente los riesgos resultan primordiales para aprovechar los beneficios potenciales de los mercados crediticios a fin de asegurar la distribución eficiente del crédito y el crecimiento económico.

En España, las entidades financieras sufrieron mucho las consecuencias de la crisis y esto tuvo mucho que ver con el aumento de la morosidad. Este aumento les exigía mucha prudencia en la concesión de créditos, analizando cuidadosamente el nivel de riesgo. Ya no pueden dar crédito con la misma alegría que tenían antes de la crisis. La fuerte expansión del crédito estuvo entonces acompañada por un relajamiento de los estándares de riesgos. Ahora, en cambio, antes de conceder un crédito se evalúa detalladamente las posibilidades de que sea devuelto. O lo que es lo mismo, los elevados niveles de morosidad no es otra cosa que los bancos tienen todavía en sus balances algunos créditos tóxicos que valen menos de lo que figura en su contabilidad, como consecuencia están teniendo menos beneficios y están teniendo mucha más precaución en las concesiones.

Algunos problemas actuales para la banca

Por eso el Banco Central Europeo, que es el supervisor bancario de la Unión Económica y Monetaria, debe seguir manteniendo bajo estrecha vigilancia al sistema bancario europeo que están pasando por un momento de debilidad como consecuencia de:

  1. a) la mayor regulación para aumentar su solvencia (conocida como Basilea III),
  2. b) los tipos de interés negativos,
  3. c) las necesarias reformas estructurales para adaptarse a las nuevas tecnologías y a la digitalización,
  4. d) el necesario cambio de sus operaciones de negocio en un contexto de enfriamiento económico y
  5. e) la competencia de otros intermediarios financieros poco regulados y que trabajan con costes más bajos como es el caso del shadow banking (hedge funds y otros).

Coronavirus

Como consecuencia, los precios de las acciones de los bancos están en niveles muy bajos.

Además, el sector financiero europeo se encuentra ahora en alerta debido a la crisis del coronavirus cuyos efectos podrían propagarse desde las empresas al sector bancario. En algunos sectores los problemas son dramáticos: viajes de negocios, turismo, muchos servicios reducen su actividad (conferencias, espectáculos deportivos, culturales, restauración, transporte, etc.), otros cierran (tiendas) otros se reinventan: colegios y universidades. Además, la fuerte corrección de los mercados bursátiles genera: a) un efecto pobreza que hace que las familias reduzcan su consumo, b) la pérdida de valor patrimonial de las empresas que aumentan sus dificultades para financiarse y conseguir créditos y c) como consecuencia de lo anterior aumenta de forma significativa la desconfianza de los empresarios sobre las expectativas de beneficios lo que reduce la inversión.

Una contracción de la demanda de consumo e inversión que unida a la fuerte caída del precio del petróleo tendrá como consecuencia una considerable bajada de la inflación y del crecimiento económico mundial durante los próximos meses.

Fuente: José Luis Pelejero Romero. “El papel que desempeña el sector bancario en las economías modernas”

 

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Desde 1986, la revista The Economist publica periódicamente el índice Big Mac, un indicador que toma como base el precio de una hamburguesa consumida en los establecimientos McDonald’s de diferentes países del mundo. El índice Big Mac sirve para saber si los tipos de cambio de las monedas están bien valorados o si, por el contrario, están infravalorados o sobrevalorados. Es decir, el índice ofrece una guía para saber si una divisa se encuentra en una paridad razonable.

Ayer, The Economist publicó este índice tal como lo viene haciendo de forma regular a comienzos de cada año. El enfoque teórico del índice Big-Mac se deriva de la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que establece que productos iguales, situados en diferentes países, deben tener el mismo precio. La hamburguesa Big-Mac de los establecimientos McDonald’s es una cesta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional; como es sabido, se compone de los siguientes ingredientes: dos piezas de carne vacuna, salsa especial, lechuga, queso, pepinillos, cebollas y un panecillo con semillas de ajonjolí. El índice Big Mac supone, por tanto, que esa hamburguesa es una cesta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional.

Economy Weblog Además, el hecho de que se comercialice en 3.000 establecimientos de 120 países usando los mismos ingredientes, hace posible comparar los precios a nivel mundial. El índice toma como referencia el precio de la hamburguesa en Estados Unidos (EEUU) que se obtiene como promedio de cuatro ciudades americanas (Atlanta, Chicago, Nueva York y San Francisco).

Tipo de cambio correcto:
1,33 euros/dólar

Pero, aparte de comparar los niveles de precios entre países, quizá la función más importante que tiene este indicador es la de conocer si los tipos de cambio de las monedas están bien valorados. El indicador funciona razonablemente bien a largo plazo, pero, a veces, también acierta en el corto plazo. Así, desde la última revisión del índice Big Mac, en julio 2017, las monedas que estaban infravaloradas con respecto al dólar (que eran la mayoría) se han ido apreciando. Lo que confirma que, al menos en este periodo, los fundamentos económicos han tenido cierta influencia en el mercado de divisas. También porque la creciente globalización de la economía permite reducir las diferencias entre los tipos de cambios vigentes y los que se consideran correctos.

Un ejemplo es el cruce de paridad del euro con el dólar. El Índice publicado ayer muestra que el euro sigue infravalorado con respecto al dólar. Ayer, el tipo de cambio cotizaba a 1,23 dólares/euro cuando, según el índice la paridad razonable sería de 1,33. Efectivamente, en su última versión, nada más comenzar 2018, el precio medio de un Big Mac en EEUU era de 5,28 dólares y en la media de los países miembros de la zona del euro de 4,84 dólares (3,95 euros). Por lo tanto, el índice Big Mac indica que hoy el euro está depreciado en un 8,3%.

Hace dos años, al comenzar 2016, el precio medio de un Big Mac en EEUU era 4,93 dólares y en la zona del euro 4 dólares. Lo que significaba que el euro estaba infravalorado en un 19%. Desde entonces, el tipo de cambio del euro se ha ido apreciando poco a poco, tal como habían pronosticado el índice y los economistas (reconforta ver que alguna vez acertamos en nuestras predicciones). Un ejemplo, de esta progresiva apreciación es que en julio de 2017, el euro, según The Economist, estaba infravalorado en un 16% y ahora solo lo está en un 8%. Aunque sigue acortándose la distancia hasta el punto de equilibrio, el euro sigue depreciado, y un tipo cambio depreciado mejora la competitividad. No es casualidad que ayer, el Banco Central Europeo informara que el superávit en cuenta corriente de la zona del euro aumentase en noviembre gracias al superávit en el comercio de mercancías.

Algunos pueden pensar que este índice es una frivolidad pero, además de que se han escrito libros y se han hecho varias tesis doctorales sobre él, ha sabido predecir las tendencias de los tipos de cambio mejor que muchos modelos econométricos. Así, por ejemplo, cuando el 1 de enero de 1999 se lanzó el euro, pese a que la mayor parte de los expertos pronosticaban que se apreciaría frente al dólar, el índice indicaba que el euro estaba sobrevalorado en un 10% con relación al dólar y, por tanto se depreciaría, como así fue.

Sin embargo, el 17 de este mes, la sobrevaloración del franco suizo (moneda que continúa jugando el papel de moneda refugio) es del 28%. Lo mismo les sucede a las coronas noruega y sueca (18% y 16% de apreciación respectivamente). La hamburguesa más barata de las publicadas ayer por The Economist es la de Rusia (2,29 dólares) lo que quiere decir que el rublo está depreciado en un 57%, incluso después de la fuerte entrada de divisas provocada por la recuperación en el precio del petróleo. Polonia y la República Checa tienen fuertes vínculos con la zona del euro y un fuerte crecimiento del PIB. Sin embargo, el zloty polaco está infravalorado en un 44% frente al dólar, y la corona checa en un 28%.

Estos datos muestran que en los mercados emergentes, donde la renta per cápita es más baja que en los países avanzados, los costes en dólares, como pueden ser los de los alquileres o los de los salarios, también son más bajos. De ahí que muchas monedas de mercados emergentes estén depreciadas. En general, los indicadores de divisas basados en la PPA funcionan mejor cuando se comparan países con niveles de renta por habitantes similares.

Perspectivas para España

Para 2018 las perspectivas de las exportaciones españolas seguirán siendo muy favorables debido al esfuerzo que hacen los empresarios en reducir costes y precios y también por la depreciación del euro. El 17 de enero un Big Mac en España costaba 3,95 euros, el mismo precio que la media de la zona del euro. Lo que podría significar que nuestra economía tiene el mismo nivel de costes medios que la eurozona: somos tan competitivos como ellos y como ellos tenemos también una inflación muy baja. Esta estabilidad de los precios tiene efectos muy positivos, ya que al mantener el poder adquisitivo del dinero permite una mayor moderación salarial. De ahí que para 2018, las perspectivas de las exportaciones tanto de la zona del euro como las españolas sigan siendo muy favorables.

Este buen comportamiento de las exportaciones señala que las perspectivas para la economía española siguen siendo buenas. Una prueba de ello es que la OCDE a través de los indicadores adelantados, publicados esta semana, aprecia signos de aceleración para España. Este índice, diseñado para anticipar la tendencia de la actividad económica en un periodo de seis a nueve meses, pasó de un valor de 100,01 en el mes octubre a 100,1 en noviembre siendo el cuarto ascenso mensual consecutivo y la mejor lectura desde diciembre de 2016.

En definitiva, en 2018, el tipo de cambio del euro va a permitir un aumento de nuestras exportaciones lo que va suponer, según la OCDE, mantener también un crecimiento económico estable con el consiguiente aumento en el empleo.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "El índice Big Mac: el euro sigue depreciado". Expansión. 20/01/2018. Página 43.

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Ayer, The Economist publicó este índice tal como lo viene haciendo de forma regular a comienzos de cada año. El enfoque teórico del índice Big-Mac se deriva de la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que establece que productos iguales, situados en diferentes países, deben tener el mismo precio. La hamburguesa Big-Mac de los establecimientos McDonald’s es una cesta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional; como es sabido, se compone de los siguientes ingredientes: dos piezas de carne vacuna, salsa especial, lechuga, queso, pepinillos, cebollas y un panecillo con semillas de ajonjolí. El índice Big Mac supone, por tanto, que esa hamburguesa es una cesta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional.

Economy Weblog

Además, el hecho de que se comercialice en 3.000 establecimientos de 120 países usando los mismos ingredientes, hace posible comparar los precios a nivel mundial. El índice toma como referencia el precio de la hamburguesa en Estados Unidos (EEUU) que se obtiene como promedio de cuatro ciudades americanas (Atlanta, Chicago, Nueva York y San Francisco).

Tipo de cambio correcto:
1,33 euros/dólar

Pero, aparte de comparar los niveles de precios entre países, quizá la función más importante que tiene este indicador es la de conocer si los tipos de cambio de las monedas están bien valorados. El indicador funciona razonablemente bien a largo plazo, pero, a veces, también acierta en el corto plazo. Así, desde la última revisión del índice Big Mac, en julio 2017, las monedas que estaban infravaloradas con respecto al dólar (que eran la mayoría) se han ido apreciando. Lo que confirma que, al menos en este periodo, los fundamentos económicos han tenido cierta influencia en el mercado de divisas. También porque la creciente globalización de la economía permite reducir las diferencias entre los tipos de cambios vigentes y los que se consideran correctos.

Un ejemplo es el cruce de paridad del euro con el dólar. El Índice publicado ayer muestra que el euro sigue infravalorado con respecto al dólar. Ayer, el tipo de cambio cotizaba a 1,23 dólares/euro cuando, según el índice la paridad razonable sería de 1,33. Efectivamente, en su última versión, nada más comenzar 2018, el precio medio de un Big Mac en EEUU era de 5,28 dólares y en la media de los países miembros de la zona del euro de 4,84 dólares (3,95 euros). Por lo tanto, el índice Big Mac indica que hoy el euro está depreciado en un 8,3%.

Hace dos años, al comenzar 2016, el precio medio de un Big Mac en EEUU era 4,93 dólares y en la zona del euro 4 dólares. Lo que significaba que el euro estaba infravalorado en un 19%. Desde entonces, el tipo de cambio del euro se ha ido apreciando poco a poco, tal como habían pronosticado el índice y los economistas (reconforta ver que alguna vez acertamos en nuestras predicciones). Un ejemplo, de esta progresiva apreciación es que en julio de 2017, el euro, según The Economist, estaba infravalorado en un 16% y ahora solo lo está en un 8%. Aunque sigue acortándose la distancia hasta el punto de equilibrio, el euro sigue depreciado, y un tipo cambio depreciado mejora la competitividad. No es casualidad que ayer, el Banco Central Europeo informara que el superávit en cuenta corriente de la zona del euro aumentase en noviembre gracias al superávit en el comercio de mercancías.

Algunos pueden pensar que este índice es una frivolidad pero, además de que se han escrito libros y se han hecho varias tesis doctorales sobre él, ha sabido predecir las tendencias de los tipos de cambio mejor que muchos modelos econométricos. Así, por ejemplo, cuando el 1 de enero de 1999 se lanzó el euro, pese a que la mayor parte de los expertos pronosticaban que se apreciaría frente al dólar, el índice indicaba que el euro estaba sobrevalorado en un 10% con relación al dólar y, por tanto se depreciaría, como así fue.

Sin embargo, el 17 de este mes, la sobrevaloración del franco suizo (moneda que continúa jugando el papel de moneda refugio) es del 28%. Lo mismo les sucede a las coronas noruega y sueca (18% y 16% de apreciación respectivamente). La hamburguesa más barata de las publicadas ayer por The Economist es la de Rusia (2,29 dólares) lo que quiere decir que el rublo está depreciado en un 57%, incluso después de la fuerte entrada de divisas provocada por la recuperación en el precio del petróleo. Polonia y la República Checa tienen fuertes vínculos con la zona del euro y un fuerte crecimiento del PIB. Sin embargo, el zloty polaco está infravalorado en un 44% frente al dólar, y la corona checa en un 28%.

Estos datos muestran que en los mercados emergentes, donde la renta per cápita es más baja que en los países avanzados, los costes en dólares, como pueden ser los de los alquileres o los de los salarios, también son más bajos. De ahí que muchas monedas de mercados emergentes estén depreciadas. En general, los indicadores de divisas basados en la PPA funcionan mejor cuando se comparan países con niveles de renta por habitantes similares.

Perspectivas para España

Para 2018 las perspectivas de las exportaciones españolas seguirán siendo muy favorables debido al esfuerzo que hacen los empresarios en reducir costes y precios y también por la depreciación del euro. El 17 de enero un Big Mac en España costaba 3,95 euros, el mismo precio que la media de la zona del euro. Lo que podría significar que nuestra economía tiene el mismo nivel de costes medios que la eurozona: somos tan competitivos como ellos y como ellos tenemos también una inflación muy baja. Esta estabilidad de los precios tiene efectos muy positivos, ya que al mantener el poder adquisitivo del dinero permite una mayor moderación salarial. De ahí que para 2018, las perspectivas de las exportaciones tanto de la zona del euro como las españolas sigan siendo muy favorables.

Este buen comportamiento de las exportaciones señala que las perspectivas para la economía española siguen siendo buenas. Una prueba de ello es que la OCDE a través de los indicadores adelantados, publicados esta semana, aprecia signos de aceleración para España. Este índice, diseñado para anticipar la tendencia de la actividad económica en un periodo de seis a nueve meses, pasó de un valor de 100,01 en el mes octubre a 100,1 en noviembre siendo el cuarto ascenso mensual consecutivo y la mejor lectura desde diciembre de 2016.

En definitiva, en 2018, el tipo de cambio del euro va a permitir un aumento de nuestras exportaciones lo que va suponer, según la OCDE, mantener también un crecimiento económico estable con el consiguiente aumento en el empleo.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «El índice Big Mac: el euro sigue depreciado». Expansión. 20/01/2018. Página 43.

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    [post_content] => La pasada semana el portal VoxEU.org, del Centre for Economic Policy Research (CEPR), publicó el consenso alcanzado por un grupo de destacados economistas en cuanto a la “narrativa” de la reciente crisis del euro. La idea fuerza tras este consenso es sencilla: “es imposible acordar los pasos a dar sin un acuerdo sobre lo que fue mal.”

No hay grandes sorpresas en el informe; buena parte de lo que allí se recoge es sobradamente conocido y ya ha sido tratado en diferentes ocasiones en este blog (1, 2, 3, 4, 5). Quizás destacar como su mensaje principal el que la explosión de la deuda soberana europea fue un síntoma, más que una causa de la crisis. Prueba de ello, dice el informe, es que, aparte de Grecia, los países rescatados no eran los que tenían antes de la crisis los mayores ratios de deuda sobre PIB, como Irlanda y España, por debajo del 40%. Por el contrario, Bélgica o Italia, por encima del 100%, capearon el temporal. Concluye el análisis que el culpable real de la crisis fueron los importantes flujos de capitales intra-Eurozona durante la década previa, y que alcanzaron a países con déficits por cuenta corriente (como España). Ningún país con superávit sufrió aquel embate, cuya auténtica causa fue el repentino parón en los préstamos transfronterizos, derivado de las dudas sobre la viabilidad de bancos y gobiernos, y expresado en el contexto de una unión monetaria imperfecta a través de los incrementos de las primas de riesgo. La caída en el crecimiento elevó los déficits y los ratios de deuda, alimentada además por la asunción pública de parte de la deuda bancaria.

En conclusión, el consenso de estos economistas es que una crisis de balanza de pagos se convirtió en una crisis de deuda pública. La falta de infraestructuras y respuestas institucionales adecuadas, las rigideces estructurales, y los fuertes vínculos entre gobiernos y bancos europeos amplificaron y extendieron la crisis. El foco de las políticas en el síntoma en lugar de en la causa, llevó a fijar la “solución” en el control de la deuda pública y en la austeridad fiscal, condicionando la trayectoria y profundidad de la crisis. La apertura del “grifo” por parte de Draghi cambió las expectativas de una ruptura de la unión monetaria y devolvió los costes de financiación al nivel pre-crisis, pero los desequilibrios que la originaron permanecen ocultos, paradójicamente bajo la abundancia de liquidez que la provocó.
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La pasada semana el portal VoxEU.org, del Centre for Economic Policy Research (CEPR), publicó el consenso alcanzado por un grupo de destacados economistas en cuanto a la “narrativa” de la reciente crisis del euro. La idea fuerza tras este consenso es sencilla: “es imposible acordar los pasos a dar sin un acuerdo sobre lo que fue mal.”

No hay grandes sorpresas en el informe; buena parte de lo que allí se recoge es sobradamente conocido y ya ha sido tratado en diferentes ocasiones en este blog (1, 2, 3, 4, 5). Quizás destacar como su mensaje principal el que la explosión de la deuda soberana europea fue un síntoma, más que una causa de la crisis. Prueba de ello, dice el informe, es que, aparte de Grecia, los países rescatados no eran los que tenían antes de la crisis los mayores ratios de deuda sobre PIB, como Irlanda y España, por debajo del 40%. Por el contrario, Bélgica o Italia, por encima del 100%, capearon el temporal. Concluye el análisis que el culpable real de la crisis fueron los importantes flujos de capitales intra-Eurozona durante la década previa, y que alcanzaron a países con déficits por cuenta corriente (como España). Ningún país con superávit sufrió aquel embate, cuya auténtica causa fue el repentino parón en los préstamos transfronterizos, derivado de las dudas sobre la viabilidad de bancos y gobiernos, y expresado en el contexto de una unión monetaria imperfecta a través de los incrementos de las primas de riesgo. La caída en el crecimiento elevó los déficits y los ratios de deuda, alimentada además por la asunción pública de parte de la deuda bancaria.

En conclusión, el consenso de estos economistas es que una crisis de balanza de pagos se convirtió en una crisis de deuda pública. La falta de infraestructuras y respuestas institucionales adecuadas, las rigideces estructurales, y los fuertes vínculos entre gobiernos y bancos europeos amplificaron y extendieron la crisis. El foco de las políticas en el síntoma en lugar de en la causa, llevó a fijar la “solución” en el control de la deuda pública y en la austeridad fiscal, condicionando la trayectoria y profundidad de la crisis. La apertura del “grifo” por parte de Draghi cambió las expectativas de una ruptura de la unión monetaria y devolvió los costes de financiación al nivel pre-crisis, pero los desequilibrios que la originaron permanecen ocultos, paradójicamente bajo la abundancia de liquidez que la provocó.

28
May
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    [post_content] => La prensa económica se hacía eco ayer de la “ambiciosa propuesta (española) a las instituciones europeas para rediseñar la política económica común, que ha fallado estrepitosamente en esta crisis.” El documento, titulado "Better economic governance in the euro area" y elaborado por la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno de España, señala como principales deficiencias del Área Euro la falta de una adecuada flexibilidad de precios y rentas, la carencia de suficiente movilidad de la mano de obra (mientras que los movimientos de capitales no tienen restricciones), y la fragmentación de su mercado interior, con consecuencias especialmente graves en el sector financiero. Propone que en el medio y largo plazo, se necesitan cinco elementos para completar una unión monetaria sólida y madura:
  1. Eliminar las rigideces reales y nominales que impiden un ajuste rápido ante shocks económicos.
  2. Alcanzar niveles suficientes de movilidad laboral.
  3. Alcanzar una Unión Fiscal sólida para completar y reforzar la Unión Monetaria. Dicha Unión Fiscal debería incluir tres elementos: (1) transferencia de soberanía a la Unión en políticas de ingresos y gastos nacionales; (2) un presupuesto común en la Eurozona; 3) instrumentos de deuda comunes.
  4. Completar el mercado interior. En particular, la fragmentación del mercado financiero debe solventarse asegurando una integración adecuada del sector bancario minorista.
  5. Estos avances conllevarán transferencias de soberanía al nivel central de la UEM, y por tanto tendrán que acompañarse de mayor legitimidad democrática y rendición de cuentas.
Me permito extraer y resumir aquí algunos párrafos de un post que publiqué en este blog en marzo de 2007, a partir de un artículo previo de 2005, sobre las implicaciones fiscales que podrían derivarse de las limitaciones en la integración monetaria europea. En aquel artículo destacaba que, de acuerdo con la teoría de las áreas monetarias óptimas, construida sobre las ideas del premio Nobel de Economía Robert A. Mundell (“A Theory of Optimum Currency Areas”, American Economic Review 51, 1961), el correcto funcionamiento de una unión monetaria exige ciertas condiciones estructurales de las economías de sus Estados miembros: movilidad de factores, flexibilidad de precios y transferibilidad presupuestaria. Decíamos que el perjuicio de la pérdida de la soberanía nacional respecto al tipo de cambio y a los instrumentos presupuestarios será tanto mayor cuanto peor funcionaran los mecanismos antes referidos, pues sin estos dispositivos de ajuste sería difícil financiar los desequilibrios (choques asimétricos) que puedan afectar localmente a los Estados miembros. Concluíamos, de acuerdo con aquella teoría, que en la Eurozona sería deseable la centralización de una parte significativa de los recursos fiscales (política fiscal y tesoro comunes), permitiendo así a los países que sufran un choque negativo acceder a transferencias automáticas. Si lo anterior no fuera posible, la teoría dice que las políticas fiscales nacionales se deberían poder utilizar con flexibilidad, permitiéndose el incremento del déficit presupuestario de la nación afectada. La necesidad de autonomía en el diseño de las políticas fiscales nacionales podría entenderse por tanto como una resultante inmediata de la desaparición de la política monetaria como instrumento de la política macroeconómica nacional, por supuesto siempre dentro de un marco de sostenibilidad presupuestaria y de coordinación de políticas entre los Estados miembros. También planteábamos un análisis crítico de aquella teoría, principalmente de su segunda conclusión: las políticas fiscales no son el instrumento flexible que propugna la teoría de las zonas monetarias óptimas, dado que un gobierno no puede crear déficits presupuestarios para absorber los choques negativos sin que esto conlleve un problema de sostenibilidad de los mismos. El problema se puede formular como sigue: un déficit presupuestario provoca un aumento de la deuda del gobierno, que originará un flujo de pagos en el futuro. Si el tipo de interés de la deuda del gobierno supera la tasa de crecimiento de la economía, el proceso de acumulación de deuda conducirá a un aumento continuo de su porcentaje respecto al PIB, hasta hacerse la situación insostenible, precisando medidas de corrección. La nación se verá entonces obligada a generar amplios superávit presupuestarios primarios con el fin de evitar que dicho ratio aumente de forma automática, lo que implica reducir el gasto y/o aumentar los impuestos. Dicho de otro modo, una vez empleada este política, no será posible volver a utilizarla de nuevo hasta transcurridos varios años. De acuerdo con esta visión, se hace necesario establecer un mecanismo de control que restrinja el tamaño de los déficits presupuestarios de los estados miembros, ya que el que un país se encuentre en una senda insostenible de crecimiento de su deuda pública generará efectos externos negativos sobre el resto de la unión monetaria. Estas externalidades serán básicamente de dos tipos: 1) esta nación tendrá que elevar su recurso al mercado de capitales de la unión, aumentando igualmente el tipo de interés [riesgo] de la unión y, a su vez, la carga de la deuda sobre el resto de los países. Si los otros países deciden estabilizar sus ratios de deuda/PIB, se verán obligados a seguir políticas fiscales más restrictivas, y por lo tanto más deflacionistas; 2) esa elevación del tipo de interés de la unión podría llevar al Banco Central Europeo a relajar sus políticas monetarias [comprar deuda soberana de los países con problemas]. Decíamos, por último, que estos argumentos podrían ser criticados a su vez desde un punto de vista teórico: la existencia de efectos externos denunciada se basa en el supuesto de que los mercados de capitales privados no funcionan de manera eficiente. En el caso contrario, los mercados percibirán que el problema de la deuda pertenece a la nación con el problema de sostenibilidad, no trasladándose [contagiándose] el aumento del tipo de interés pagado por este país al resto de la unión. El problema de este argumento radica en que, bajo ciertas condiciones, a los prestamistas les puede resultar difícil asignar la prima de riesgo correcta a la deuda del país con desequilibrio presupuestario. Muy probablemente pensarán que el resto de países de la unión avalarán al gobierno con problemas para evitar que la crisis se extienda al resto del sistema financiero. Este problema únicamente puede resolverse si los estados miembros se comprometen de modo público a no respaldar la deuda emitida por los otros gobiernos, aunque esta declaración perdería sin duda su efecto por falta de credibilidad. Confío en que la lectura de los argumentos teóricos ofrecidos en aquel texto, ocho años después, pueda ser de utilidad para contextualizar la actual propuesta española para el reforzamiento de la unión económica y monetaria. [post_title] => Nada nuevo bajo el cielo [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => open [post_password] => [post_name] => nada-nuevo-bajo-el-cielo [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:42:32 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:42:32 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/?p=21382 [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 1 [filter] => raw )

La prensa económica se hacía eco ayer de la “ambiciosa propuesta (española) a las instituciones europeas para rediseñar la política económica común, que ha fallado estrepitosamente en esta crisis.” El documento, titulado «Better economic governance in the euro area» y elaborado por la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno de España, señala como principales deficiencias del Área Euro la falta de una adecuada flexibilidad de precios y rentas, la carencia de suficiente movilidad de la mano de obra (mientras que los movimientos de capitales no tienen restricciones), y la fragmentación de su mercado interior, con consecuencias especialmente graves en el sector financiero. Propone que en el medio y largo plazo, se necesitan cinco elementos para completar una unión monetaria sólida y madura:

  1. Eliminar las rigideces reales y nominales que impiden un ajuste rápido ante shocks económicos.
  2. Alcanzar niveles suficientes de movilidad laboral.
  3. Alcanzar una Unión Fiscal sólida para completar y reforzar la Unión Monetaria. Dicha Unión Fiscal debería incluir tres elementos: (1) transferencia de soberanía a la Unión en políticas de ingresos y gastos nacionales; (2) un presupuesto común en la Eurozona; 3) instrumentos de deuda comunes.
  4. Completar el mercado interior. En particular, la fragmentación del mercado financiero debe solventarse asegurando una integración adecuada del sector bancario minorista.
  5. Estos avances conllevarán transferencias de soberanía al nivel central de la UEM, y por tanto tendrán que acompañarse de mayor legitimidad democrática y rendición de cuentas.

Me permito extraer y resumir aquí algunos párrafos de un post que publiqué en este blog en marzo de 2007, a partir de un artículo previo de 2005, sobre las implicaciones fiscales que podrían derivarse de las limitaciones en la integración monetaria europea.

En aquel artículo destacaba que, de acuerdo con la teoría de las áreas monetarias óptimas, construida sobre las ideas del premio Nobel de Economía Robert A. Mundell (“A Theory of Optimum Currency Areas”, American Economic Review 51, 1961), el correcto funcionamiento de una unión monetaria exige ciertas condiciones estructurales de las economías de sus Estados miembros: movilidad de factores, flexibilidad de precios y transferibilidad presupuestaria. Decíamos que el perjuicio de la pérdida de la soberanía nacional respecto al tipo de cambio y a los instrumentos presupuestarios será tanto mayor cuanto peor funcionaran los mecanismos antes referidos, pues sin estos dispositivos de ajuste sería difícil financiar los desequilibrios (choques asimétricos) que puedan afectar localmente a los Estados miembros. Concluíamos, de acuerdo con aquella teoría, que en la Eurozona sería deseable la centralización de una parte significativa de los recursos fiscales (política fiscal y tesoro comunes), permitiendo así a los países que sufran un choque negativo acceder a transferencias automáticas. Si lo anterior no fuera posible, la teoría dice que las políticas fiscales nacionales se deberían poder utilizar con flexibilidad, permitiéndose el incremento del déficit presupuestario de la nación afectada. La necesidad de autonomía en el diseño de las políticas fiscales nacionales podría entenderse por tanto como una resultante inmediata de la desaparición de la política monetaria como instrumento de la política macroeconómica nacional, por supuesto siempre dentro de un marco de sostenibilidad presupuestaria y de coordinación de políticas entre los Estados miembros.

También planteábamos un análisis crítico de aquella teoría, principalmente de su segunda conclusión: las políticas fiscales no son el instrumento flexible que propugna la teoría de las zonas monetarias óptimas, dado que un gobierno no puede crear déficits presupuestarios para absorber los choques negativos sin que esto conlleve un problema de sostenibilidad de los mismos. El problema se puede formular como sigue: un déficit presupuestario provoca un aumento de la deuda del gobierno, que originará un flujo de pagos en el futuro. Si el tipo de interés de la deuda del gobierno supera la tasa de crecimiento de la economía, el proceso de acumulación de deuda conducirá a un aumento continuo de su porcentaje respecto al PIB, hasta hacerse la situación insostenible, precisando medidas de corrección. La nación se verá entonces obligada a generar amplios superávit presupuestarios primarios con el fin de evitar que dicho ratio aumente de forma automática, lo que implica reducir el gasto y/o aumentar los impuestos. Dicho de otro modo, una vez empleada este política, no será posible volver a utilizarla de nuevo hasta transcurridos varios años. De acuerdo con esta visión, se hace necesario establecer un mecanismo de control que restrinja el tamaño de los déficits presupuestarios de los estados miembros, ya que el que un país se encuentre en una senda insostenible de crecimiento de su deuda pública generará efectos externos negativos sobre el resto de la unión monetaria. Estas externalidades serán básicamente de dos tipos: 1) esta nación tendrá que elevar su recurso al mercado de capitales de la unión, aumentando igualmente el tipo de interés [riesgo] de la unión y, a su vez, la carga de la deuda sobre el resto de los países. Si los otros países deciden estabilizar sus ratios de deuda/PIB, se verán obligados a seguir políticas fiscales más restrictivas, y por lo tanto más deflacionistas; 2) esa elevación del tipo de interés de la unión podría llevar al Banco Central Europeo a relajar sus políticas monetarias [comprar deuda soberana de los países con problemas].

Decíamos, por último, que estos argumentos podrían ser criticados a su vez desde un punto de vista teórico: la existencia de efectos externos denunciada se basa en el supuesto de que los mercados de capitales privados no funcionan de manera eficiente. En el caso contrario, los mercados percibirán que el problema de la deuda pertenece a la nación con el problema de sostenibilidad, no trasladándose [contagiándose] el aumento del tipo de interés pagado por este país al resto de la unión. El problema de este argumento radica en que, bajo ciertas condiciones, a los prestamistas les puede resultar difícil asignar la prima de riesgo correcta a la deuda del país con desequilibrio presupuestario. Muy probablemente pensarán que el resto de países de la unión avalarán al gobierno con problemas para evitar que la crisis se extienda al resto del sistema financiero. Este problema únicamente puede resolverse si los estados miembros se comprometen de modo público a no respaldar la deuda emitida por los otros gobiernos, aunque esta declaración perdería sin duda su efecto por falta de credibilidad.

Confío en que la lectura de los argumentos teóricos ofrecidos en aquel texto, ocho años después, pueda ser de utilidad para contextualizar la actual propuesta española para el reforzamiento de la unión económica y monetaria.

20
Ene

BCE: claves para evitar la decepción

Escrito el 20 enero 2015 por Antonio Zamora en Política Monetaria, Unión Europea

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    [post_content] => El próximo jueves puede pasar a la historia como la fecha en que el BCE siguió la senda de la Fed, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón con el anuncio de un programa amplio de compra de títulos de deuda pública, un programa QE (quantitative easing). Una economía de la zona euro estancada con una tasa de inflación negativa y tipos de interés por debajo de cero es el contexto que ha hecho posible que lo que hasta hace poco tiempo resultaba un improbable último recurso de dudosa eficacia vaya a convertirse en la principal herramienta de la política monetaria.  ¿Funcionará? Puesto que el impacto económico directo será previsiblemente pequeño, es clave que el impacto sobre los mercados sea duradero: efectos de cartera y riqueza y, sobre todo, impacto depreciador sobre el euro. Para ello el BCE debe avitar decepcionar el jueves.

La posibilidad de que el QE del BCE decepcione a los mercados es muy real por al menos dos razones: 1) el mercado ha descontado ya en gran medida un QE europeo; y 2) la falta de unanimidad en el Consejo de Gobierno amenaza con descafeinar el resultado. Lo razonable es pensar que la mayoría del Consejo de Gobierno partidaria del QE es también consciente de la importancia de no decepcionar, de manera que como mínimo lo que se ofrezca estará a la altura de las expectativas. Y, desde luego, la probabilidad  de que el jueves no se anuncie un programa QE resulta extremadamente baja; sería una especie de suicidio político.

Hay al menos cuatro parámetros que determinarán que el QE anunciado decepcione o no:

1)      Tamaño: Es el más importante. Según informaciones de prensa recientes, el BCE habría estudiado propuestas por valor de 500.000 M EUR. Esta información provocó decepción en el mercado, lo que sugiere que el plan que se anuncie deberá generar expectativas por encima de esa cantidad helicopteero draghipara no defraudar. Hay que tener en cuenta que muy probablemente se necesiten compras de más de 700.000 M EUR para alcanzar el objetivo de ampliación de su balance en 1 B EUR hasta el nivel de 3 B EUR explícitamente ambicionado por el BCE. Una alternativa favorable sería no fijar el máximo del programa, ligando su continuidad a la recuperación del crecimiento y la inflación. De este modo, un objetivo de 500.000 M EUR en 2015 (o compras de títulos mensuales por valor de más de 40.000 M EUR) sería compatible con compras de más de 700.000 M EUR en menos de dos años.

2)      Distribución de las compras: Esas mismas informaciones señalaban la posibilidad de que se comprasen sólo bonos AAA (Alemania y Finlandia) o por encima de BBB- (excluye a Grecia, Chipre y Portugal), pero lo más probable, por legal y efectivo, es que las compras se correspondan con el peso de cada país en el capital de BCE (ponderaciones similares al PIB).

3)      Grado de mutualización del riesgo: El Bundesbank parece haber propuesto que cada banco central nacional asuma el riesgo de de las compras de títulos de su país y la referencia filtrada es que el BCE compre un 30% del total y los bancos centrales nacionales el 70% restante. Ese 30% es ahora la referencia del mercado y cualquier proporción superior sería probablemente bienvenida. Una alternativa que sería vista con muy buenos ojos es que las compras nacionales (el riesgo queda situado en el estado comprador) se limitasen a los bonos con riesgo por debajo del grado de inversión (Grecia y Chipre).

4)      Seniority de las compras: como en el caso del programa OMT, el BCE tenderá a no ser demasiado explícito respecto al previsible rango superior de sus tenencias de deuda (seniority) respecto al resto del mercado, pero cualquier alusión directa a la ausencia de esa seniority sería sin duda bienvenida.

Mi expectativa es que el BCE ofrezca un programa de compras que explícita o implícitamente sugiera un importe total de más de 700.000 M EUR (o la alternativa de una economía reactivada antes), distribuido según el peso económico de cada país, con un porcentaje de compras del BCE superior al 30% (mejor si supera el 50%) y que no declare la seniority de las tenencias del banco central. Eso debería ser suficiente para evitar la decepción, consolidar las recientes tendencias de mercado y permitir en próximas semanas rebajas adicionales en el coste relativo de la deuda pública, nuevos avances en la renta variable y un euro aún más débil.
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El próximo jueves puede pasar a la historia como la fecha en que el BCE siguió la senda de la Fed, el Banco de Inglaterra y el Banco de Japón con el anuncio de un programa amplio de compra de títulos de deuda pública, un programa QE (quantitative easing). Una economía de la zona euro estancada con una tasa de inflación negativa y tipos de interés por debajo de cero es el contexto que ha hecho posible que lo que hasta hace poco tiempo resultaba un improbable último recurso de dudosa eficacia vaya a convertirse en la principal herramienta de la política monetaria.  ¿Funcionará? Puesto que el impacto económico directo será previsiblemente pequeño, es clave que el impacto sobre los mercados sea duradero: efectos de cartera y riqueza y, sobre todo, impacto depreciador sobre el euro. Para ello el BCE debe avitar decepcionar el jueves.

La posibilidad de que el QE del BCE decepcione a los mercados es muy real por al menos dos razones: 1) el mercado ha descontado ya en gran medida un QE europeo; y 2) la falta de unanimidad en el Consejo de Gobierno amenaza con descafeinar el resultado. Lo razonable es pensar que la mayoría del Consejo de Gobierno partidaria del QE es también consciente de la importancia de no decepcionar, de manera que como mínimo lo que se ofrezca estará a la altura de las expectativas. Y, desde luego, la probabilidad  de que el jueves no se anuncie un programa QE resulta extremadamente baja; sería una especie de suicidio político.

Hay al menos cuatro parámetros que determinarán que el QE anunciado decepcione o no:

1)      Tamaño: Es el más importante. Según informaciones de prensa recientes, el BCE habría estudiado propuestas por valor de 500.000 M EUR. Esta información provocó decepción en el mercado, lo que sugiere que el plan que se anuncie deberá generar expectativas por encima de esa cantidad helicopteero draghipara no defraudar. Hay que tener en cuenta que muy probablemente se necesiten compras de más de 700.000 M EUR para alcanzar el objetivo de ampliación de su balance en 1 B EUR hasta el nivel de 3 B EUR explícitamente ambicionado por el BCE. Una alternativa favorable sería no fijar el máximo del programa, ligando su continuidad a la recuperación del crecimiento y la inflación. De este modo, un objetivo de 500.000 M EUR en 2015 (o compras de títulos mensuales por valor de más de 40.000 M EUR) sería compatible con compras de más de 700.000 M EUR en menos de dos años.

2)      Distribución de las compras: Esas mismas informaciones señalaban la posibilidad de que se comprasen sólo bonos AAA (Alemania y Finlandia) o por encima de BBB- (excluye a Grecia, Chipre y Portugal), pero lo más probable, por legal y efectivo, es que las compras se correspondan con el peso de cada país en el capital de BCE (ponderaciones similares al PIB).

3)      Grado de mutualización del riesgo: El Bundesbank parece haber propuesto que cada banco central nacional asuma el riesgo de de las compras de títulos de su país y la referencia filtrada es que el BCE compre un 30% del total y los bancos centrales nacionales el 70% restante. Ese 30% es ahora la referencia del mercado y cualquier proporción superior sería probablemente bienvenida. Una alternativa que sería vista con muy buenos ojos es que las compras nacionales (el riesgo queda situado en el estado comprador) se limitasen a los bonos con riesgo por debajo del grado de inversión (Grecia y Chipre).

4)      Seniority de las compras: como en el caso del programa OMT, el BCE tenderá a no ser demasiado explícito respecto al previsible rango superior de sus tenencias de deuda (seniority) respecto al resto del mercado, pero cualquier alusión directa a la ausencia de esa seniority sería sin duda bienvenida.

Mi expectativa es que el BCE ofrezca un programa de compras que explícita o implícitamente sugiera un importe total de más de 700.000 M EUR (o la alternativa de una economía reactivada antes), distribuido según el peso económico de cada país, con un porcentaje de compras del BCE superior al 30% (mejor si supera el 50%) y que no declare la seniority de las tenencias del banco central. Eso debería ser suficiente para evitar la decepción, consolidar las recientes tendencias de mercado y permitir en próximas semanas rebajas adicionales en el coste relativo de la deuda pública, nuevos avances en la renta variable y un euro aún más débil.

11
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    [post_content] => El 4 de enero del año pasado el euro cotizaba a 1,39 dólares y desde entonces viene cayendo. Ayer lo hacía por debajo de los 1,18 dólares, una caída anual de más del 15% que le ha llevado a marcar su mínima cotización de los últimos nueve años. Esta fuerte depreciación del euro en 2014 y comienzos de 2015 está beneficiando a la economía de España y a la de los demás países de la zona del euro. Razones para esta depreciación no faltan:

1)    Política monetaria más expansiva. Cada día que pasa las expectativas de que el Banco Central Europeo (BCE) ponga en marcha un plan de expansión cuantitativa (QE) para la eurozona aumentan. En diciembre, la inflación fue negativa en la zona por primera vez desde 2009 y el BCE quiere evitar la deflación a toda costa. Como consecuencia, el BCE en su reunión del 22 de enero va a tomar medidas y entre ellas está la compra de deuda soberana. La zona del euro está sufriendo un estancamiento económico que mantiene excesivamente elevado el nivel de desempleo. Un desempleo que se produce por insuficiencia de demanda agregada. Por eso, para estimular la demanda, el BCE está dispuesto a comprar hasta medio billón de euros en deuda soberana (QE) expandiendo la base monetaria y bajar así aún más los tipos de interés. El mercado ya lo ha descontado motivo por el que el euro se ha venido depreciando.

Foto: Draghi (BCE) y Yellen (FED)

Draghi

2)    Elecciones griegas. La crisis política en Grecia, con elecciones anticipadas el 25 de enero, está socavando la confianza de los inversores mundiales en el euro y está provocando que se refugien en el dólar. Las encuestas dan a Syriza una probabilidad razonable de victoria electoral. Este partido quiere renegociar la deuda de 240.000 millones de euros que mantiene Grecia con  el sistema financiero, el FMI y el BCE y eliminar algunas dolorosas medidas de austeridad que le han impuesto los organismos acreedores. Alemania y Francia se oponen a las peticiones de Syriza: ceder terreno con Grecia podría hacer que otros países de la eurozona que están también muy endeudados exijan un tratamiento similar. Una situación borrascosa que ha generado desconfianza en la moneda única a pesar de que la salida de Grecia del euro no es un punto que Syriza lleve en su programa.

3)    Estancamiento de Alemania. Ahora los inversores están menos interesados que antes en títulos que emiten las empresas y el gobierno de Alemania debido a las señales de que la economía alemana se debilita, como consecuencia se demandan menos euros y este se debilita. Ayer, conocimos a) el retroceso de los pedidos industriales en Alemania durante el mes de noviembre debido principalmente a la caída de los pedidos domésticos, lo que ha reducido el entusiasmo por los títulos alemanes de renta variable; b) que las exportaciones alemanas no lograron crecer en los últimos meses del pasado año y que en noviembre retrocedieron un 2,1% (el doble de lo que se esperaba) y c) que la producción industrial se redujo en noviembre: una caída de 0,1%.

4)    El crecimiento de Estados Unidos (EEUU). La fortaleza del dólar (o la debilidad del euro) refleja que los inversores creen que la economía estadounidense va a seguir aumentando su crecimiento (5% en el tercer trimestre del año pasado) y su nivel de empleo. En consecuencia, se espera que la economía de EEUU evolucione relativamente bien en 2015 y que la Reserva Federal (FED) empiece a elevar los tipos de interés mucho antes de que lo haga el BCE. Una situación que aumentaría la demanda de dólares por la mayor rentabilidad de los títulos de renta variable y de renta fija de EEUU. La FED ha descartado que se vaya a producir una subida inmediata de los tipos de interés y que la normalización de su política monetaria sigue pendiente del objetivo de inflación. Por tanto, la FED, como cualquier otro banco central, vigilará la evolución del índice de precios. La mayor parte de los analistas esperan que Estados Unidos empiece a elevar sus tipos en junio de este año, por lo que se prevé que entre abril y mayo de 2015 se vuelva a apreciar el dólar hasta situarse alrededor de 1,10 dólares/euro. Sin embargo, no se debe olvidar que mientras la inflación se mantenga por debajo del objetivo del 2%, lo que puede resultar fácil debido a la caída del precio del petróleo, la FED no subirá los tipos. En cambio, la zona del euro está disfrutando, y va a disfrutar por mucho tiempo, de tipos de interés muy bajos. Esto significa que los intereses de los bonos denominados en euros se vuelven menos atractivos que los de bonos denominados en dólares.

¿Seguirá depreciándose el euro?

Es muy complicado hacer pronósticos sobre los mercados cambiarios pero algunos economistas argumentan que el euro puede estar cerca de tocar fondo. Uno de los argumentos es que una depreciación, como la actual, fomenta las exportaciones de la zona del euro. ¿Cuál sería el tipo de cambio correcto? El Índice Big Mac nos dijo hace seis meses que el tipo de cambio que igualaría el precio de las hamburguesas a ambos lados del Atlántico sería 1,2 dólares por euro. Un valor nada alejado de los obtenidos en modelos econométricos mucho más sofisticados o el que ofrece la OCDE. Lo que quiere decir que en estos momentos el euro está depreciado. Habrá que esperar a finales de este mes, cuando The Economist publique los nuevos datos, para conocer en qué cuantía, según el Índice Big Mac, el euro está depreciado con respecto al dólar.

La recuperación de Europa

Insistimos, la debilidad del euro puede beneficiar la capacidad exportadora de Europa (que se vuelve más competitiva) lo que puede generar una oportunidad para el crecimiento europeo. Si la zona del euro gana fuerza podría recobrar atractivo para los inversores extranjeros que demandarían más euros lo que podría detener su caída.

En la actualidad y desde hace muchas décadas el motor de la economía de EEUU sigue siendo el consumo y el de la zona del euro, de estar en algún sitio, estaría en las exportaciones. Sin embargo, para que este motor funcione hace falta que el resto del mundo responda comprando mayor cantidad de bienes y servicios de Europa ya que se están volviendo muy baratos. Como consecuencia los turistas de otras partes del Mundo están viniendo más a las playas españolas, a París, Italia y Grecia. La depreciación también afecta positivamente al sector inmobiliario español que gana más con un euro depreciado ya que muchos extranjeros querrán comprar casas y otros activos de la zona del euro por sus reducidos precios en dólares. Y también veremos aumentar otros tipos de inversión extranjera en la zona del euro ya que los extranjeros comprarán activos europeos (fábricas, inmuebles, bonos y acciones) ya que estamos de rebajas. Si esto ocurre es previsible que a lo largo de 2015 se produzca una recuperación de Europa lo que también facilitaría una aceleración más significativa de la economía mundial.

España

Afortunadamente la economía española tiene menos problemas que Francia e Italia y por supuesto que Grecia y nos encontramos lejos de Rusia que con la fuerte depreciación del rublo está afectando negativamente a la economía de Alemania. La recuperación económica de España se ha podido comprobar esta semana cuando se publicaron los datos de la Seguridad Social sobre paro registrado y afiliación del año pasado. En 2014, se produjo un aumento de la afiliación de 417.574 trabajadores. No sucedía desde el año 2007.

Este mayor empleo está favoreciendo el consumo de los españoles lo que se ha traducido en un aumento de las importaciones. Sin embargo, aunque, en términos reales, las importaciones siguen creciendo más rápido que las exportaciones, la caída del precio del petróleo ha reducido considerablemente su valor en euros; un factor que ha mejorado la balanza comercial y que ha contribuido a que en el mes de octubre el saldo por cuenta corriente haya vuelto a valores positivos, aunque muy moderados: 311 millones de euros.

Así las cosas, en 2015 el BCE seguirá aplicando una política monetaria expansiva por lo que el euro seguirá depreciado lo que podría favorecer el crecimiento económico y el empleo. También propiciará un aumento de los precios lo que alejaría al fantasma de la deflación. La apreciación del dólar (por expectativas de subidas moderadas de tipos de interés en EEUU) y la caída del precio del petróleo (50 dólares por barril) son claramente beneficiosas para el crecimiento económico mundial y especialmente, para Europa y Asia. Sin embargo, a lo largo de 2015, se puede esperar que los problemas de Rusia y de otros países productores de petróleo, junto con las elecciones griegas introducirán un componente de volatilidad en los mercados divisas. En España sigue acelerándose el crecimiento económico gracias al aumento del empleo, el consumo y la inversión. La mejora de la balanza de pagos en octubre muestra que se puede seguir creciendo sin necesidad de generar un déficit con el exterior y, por tanto sin necesidad de pedir más préstamos al resto del Mundo.

Fuente: Rafael Pampillón y Cristina Mª de Haro. "Causas y consecuencias de la caída del euro". Expansión 10 de enero de 2014, página 43

 

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El 4 de enero del año pasado el euro cotizaba a 1,39 dólares y desde entonces viene cayendo. Ayer lo hacía por debajo de los 1,18 dólares, una caída anual de más del 15% que le ha llevado a marcar su mínima cotización de los últimos nueve años. Esta fuerte depreciación del euro en 2014 y comienzos de 2015 está beneficiando a la economía de España y a la de los demás países de la zona del euro. Razones para esta depreciación no faltan:

1)    Política monetaria más expansiva. Cada día que pasa las expectativas de que el Banco Central Europeo (BCE) ponga en marcha un plan de expansión cuantitativa (QE) para la eurozona aumentan. En diciembre, la inflación fue negativa en la zona por primera vez desde 2009 y el BCE quiere evitar la deflación a toda costa. Como consecuencia, el BCE en su reunión del 22 de enero va a tomar medidas y entre ellas está la compra de deuda soberana. La zona del euro está sufriendo un estancamiento económico que mantiene excesivamente elevado el nivel de desempleo. Un desempleo que se produce por insuficiencia de demanda agregada. Por eso, para estimular la demanda, el BCE está dispuesto a comprar hasta medio billón de euros en deuda soberana (QE) expandiendo la base monetaria y bajar así aún más los tipos de interés. El mercado ya lo ha descontado motivo por el que el euro se ha venido depreciando.

Foto: Draghi (BCE) y Yellen (FED)

Draghi

2)    Elecciones griegas. La crisis política en Grecia, con elecciones anticipadas el 25 de enero, está socavando la confianza de los inversores mundiales en el euro y está provocando que se refugien en el dólar. Las encuestas dan a Syriza una probabilidad razonable de victoria electoral. Este partido quiere renegociar la deuda de 240.000 millones de euros que mantiene Grecia con  el sistema financiero, el FMI y el BCE y eliminar algunas dolorosas medidas de austeridad que le han impuesto los organismos acreedores. Alemania y Francia se oponen a las peticiones de Syriza: ceder terreno con Grecia podría hacer que otros países de la eurozona que están también muy endeudados exijan un tratamiento similar. Una situación borrascosa que ha generado desconfianza en la moneda única a pesar de que la salida de Grecia del euro no es un punto que Syriza lleve en su programa. Seguir leyendo…

25
Nov
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    [post_content] => Los datos de las últimas semanas confirman que el ciclo económico internacional sigue comportándose de forma desigual, con dos importantes polos de debilidad: Europa y Japón. En el caso de la economía japonesa, la caída de la formación bruta de capital fijo explicaría, en gran parte, el retorno del país a la recesión, al decrecer la actividad por segundo trimestre consecutivo (-0,4% y -0,8% en términos nominales). Es la cuarta vez desde la quiebra de Lehman Brothers que Japón entra en recesión, así que tampoco el experimento de “las Abenomics” ha logrado sacar al país del estancamiento secular que sufre desde hace 25 años. Como consecuencia, el gobierno ha convocado elecciones anticipadas, retrasará casi dos años la nueva subida prevista de los impuestos indirectos (no importa que la deuda pública ya se encuentre situada en el 240% del PIB) y, seguramente, en caso de necesidad, el banco central volverá a dar una nueva vuelta de tuerca a la política monetaria.

lanzar billetesPor tanto, los experimentos monetarios de los últimos años van a tener su máxima expresión en las actuaciones del BOJ, al que ya sólo le queda lanzar billetes desde helicópteros. Eso sí, lo que todavía no se ha probado son las reformas estructurales que necesita el país. Además, veremos cómo se toman los vecinos de la región la depreciación adicional que va a experimentar el yen en el medio plazo. Y, por tanto, el efecto arrastre que pueda tener en otros bancos centrales.

El crecimiento del tercer trimestre en Europa (+0,2 trimestral/ 0,8% en términos interanuales) mantiene a la región cerca del estancamiento, dando argumentos a los que siguen asignando una elevada probabilidad al riesgo de recesión. En el lado positivo, a falta de información más desagregada, vuelve a estar la evolución de la demanda externa, mientras la inversión sigue comportándose de manera negativa. Por tanto, además de insuficiente, el crecimiento sigue estando desequilibrado por la preocupante debilidad de la demanda interna. La esperanza es que, probablemente, se está infravalorando el efecto positivo que tendrá el cambio favorable en dos variables clave para elaborar las previsiones del año que viene: precio de la energía y tipo de cambio.

Sin embargo, el efecto positivo de una mejora del contexto externo se puede diluir si, de una vez por todas, no se termina de cerrar el debate en Europa sobre el “timing” y la combinación de políticas económicas que necesita la región. Y, desde luego, no ha sido muy edificante ver como la pelea entre Francia y Alemania se trasladaba la semana pasada a las páginas de Financial Times: los franceses alertando, a través de su ministro de economía, que si no hay dinero nuevo en el Plan Juncker no servirá de mucho; y los germanos mostrando el viernes dudas sobre la voluntad reformista francesa, pues consideran que lo anunciado hasta ahora ni hace más sostenible al sistema de pensiones, ni reduce suficientemente los costes laborales. Lo cierto es que en este debate el tiempo se acaba, pues esta semana la Comisión deba dar el visto bueno al presupuesto francés que necesita una prórroga de dos años para cumplir el objetivo de reducir su déficit por debajo del 3%. En este contexto, la única opinión sensata fue la del economista jefe del BCE (Peter Praet), señalando que la mayor amenaza en el escenario europeo es el deterioro de las expectativas y, por tanto, el pesimismo que empieza a filtrarse sobre el futuro a corto y medio plazo de la región.

En este contexto, los últimos mensajes desde la Fed, BoE o BCE han sido muy moderados y el Banco de China rebajó los tipos de interés el viernes por la mañana. De hecho, aunque en el último G20 oficialmente no se habló de política monetaria, este foro desde el inicio de la crisis sólo ha tenido incidencia en las medidas de coordinación monetaria, especialmente tras las crisis de Lehman Brothers. Por tanto, probablemente, sí que se discutió sobre tipos de interés y tipos de cambio. Y, aunque el margen de sorpresas con los bancos centrales parece más que cubierto, no descartemos alguna adicional para el año que viene. Por cierto, el BCE cada vez parece más sensible al comportamiento de los mercados; veremos si la “Draghi put” ha llegado para quedarse, pero sus últimas declaraciones señalando que no se deben descartar las compras de deuda pública han provocado subidas en las bolsas y en los mercados de renta fija. Sin embargo, en Europa lo importante va a ser la política fiscal y, poco a poco, se están empezando a conocer más detalles del Plan Juncker (Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas). Tendrá un importe de 315.000 millones de euros financiado con 20.000 millones aportados por los países y el BEI, 60.000 millones captados en emisiones de bonos y, el resto, lo aportará el sector privado. Los sectores que concentrarán la inversión serán energía, telecomunicaciones y nuevas tecnologías. De momento los países han mandado más de 1.800 proyectos viables y, España ha sido el tercer país con más proyectos enviados (con un valor de 51.000 millones de 2015 a 2017) centrados en conexiones ferroviarias, I+D e interconexiones energéticas con Francia. La anécdota es que de momento Alemania no ha mandado ni un proyecto, lo que pone de manifiesto su opinión sobre este tipo de políticas….
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Los datos de las últimas semanas confirman que el ciclo económico internacional sigue comportándose de forma desigual, con dos importantes polos de debilidad: Europa y Japón. En el caso de la economía japonesa, la caída de la formación bruta de capital fijo explicaría, en gran parte, el retorno del país a la recesión, al decrecer la actividad por segundo trimestre consecutivo (-0,4% y -0,8% en términos nominales). Es la cuarta vez desde la quiebra de Lehman Brothers que Japón entra en recesión, así que tampoco el experimento de “las Abenomics” ha logrado sacar al país del estancamiento secular que sufre desde hace 25 años. Como consecuencia, el gobierno ha convocado elecciones anticipadas, retrasará casi dos años la nueva subida prevista de los impuestos indirectos (no importa que la deuda pública ya se encuentre situada en el 240% del PIB) y, seguramente, en caso de necesidad, el banco central volverá a dar una nueva vuelta de tuerca a la política monetaria.

lanzar billetesPor tanto, los experimentos monetarios de los últimos años van a tener su máxima expresión en las actuaciones del BOJ, al que ya sólo le queda lanzar billetes desde helicópteros. Eso sí, lo que todavía no se ha probado son las reformas estructurales que necesita el país. Además, veremos cómo se toman los vecinos de la región la depreciación adicional que va a experimentar el yen en el medio plazo. Y, por tanto, el efecto arrastre que pueda tener en otros bancos centrales.

El crecimiento del tercer trimestre en Europa (+0,2 trimestral/ 0,8% en términos interanuales) mantiene a la región cerca del estancamiento, dando argumentos a los que siguen asignando una elevada probabilidad al riesgo de recesión. En el lado positivo, a falta de información más desagregada, vuelve a estar la evolución de la demanda externa, mientras la inversión sigue comportándose de manera negativa. Por tanto, además de insuficiente, el crecimiento sigue estando desequilibrado por la preocupante debilidad de la demanda interna. La esperanza es que, probablemente, se está infravalorando el efecto positivo que tendrá el cambio favorable en dos variables clave para elaborar las previsiones del año que viene: precio de la energía y tipo de cambio.

Sin embargo, el efecto positivo de una mejora del contexto externo se puede diluir si, de una vez por todas, no se termina de cerrar el debate en Europa sobre el “timing” y la combinación de políticas económicas que necesita la región. Y, desde luego, no ha sido muy edificante ver como la pelea entre Francia y Alemania se trasladaba la semana pasada a las páginas de Financial Times: los franceses alertando, a través de su ministro de economía, que si no hay dinero nuevo en el Plan Juncker no servirá de mucho; y los germanos mostrando el viernes dudas sobre la voluntad reformista francesa, pues consideran que lo anunciado hasta ahora ni hace más sostenible al sistema de pensiones, ni reduce suficientemente los costes laborales. Lo cierto es que en este debate el tiempo se acaba, pues esta semana la Comisión deba dar el visto bueno al presupuesto francés que necesita una prórroga de dos años para cumplir el objetivo de reducir su déficit por debajo del 3%. En este contexto, la única opinión sensata fue la del economista jefe del BCE (Peter Praet), señalando que la mayor amenaza en el escenario europeo es el deterioro de las expectativas y, por tanto, el pesimismo que empieza a filtrarse sobre el futuro a corto y medio plazo de la región.

En este contexto, los últimos mensajes desde la Fed, BoE o BCE han sido muy moderados y el Banco de China rebajó los tipos de interés el viernes por la mañana. De hecho, aunque en el último G20 oficialmente no se habló de política monetaria, este foro desde el inicio de la crisis sólo ha tenido incidencia en las medidas de coordinación monetaria, especialmente tras las crisis de Lehman Brothers. Por tanto, probablemente, sí que se discutió sobre tipos de interés y tipos de cambio. Y, aunque el margen de sorpresas con los bancos centrales parece más que cubierto, no descartemos alguna adicional para el año que viene. Por cierto, el BCE cada vez parece más sensible al comportamiento de los mercados; veremos si la “Draghi put” ha llegado para quedarse, pero sus últimas declaraciones señalando que no se deben descartar las compras de deuda pública han provocado subidas en las bolsas y en los mercados de renta fija. Sin embargo, en Europa lo importante va a ser la política fiscal y, poco a poco, se están empezando a conocer más detalles del Plan Juncker (Fondo Europeo de Inversiones Estratégicas). Tendrá un importe de 315.000 millones de euros financiado con 20.000 millones aportados por los países y el BEI, 60.000 millones captados en emisiones de bonos y, el resto, lo aportará el sector privado. Los sectores que concentrarán la inversión serán energía, telecomunicaciones y nuevas tecnologías. De momento los países han mandado más de 1.800 proyectos viables y, España ha sido el tercer país con más proyectos enviados (con un valor de 51.000 millones de 2015 a 2017) centrados en conexiones ferroviarias, I+D e interconexiones energéticas con Francia. La anécdota es que de momento Alemania no ha mandado ni un proyecto, lo que pone de manifiesto su opinión sobre este tipo de políticas….

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Sep

Las recetas de Mario Draghi

Escrito el 3 septiembre 2014 por José Ramón Diez Guijarro en Economía Mundial, Política fiscal, Política Monetaria, Uncategorized, Unión Europea

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    [post_content] => La información económica publicada en la zona euro durante el verano no ha sido muy alentadora. Una vez más los datos han decepcionado y contrastan con una economía americana que va ganando solidez y que aproxima a la FED al momento en el que tendrá que empezar a subir los tipos de interés. Sin embargo, en la UEM, al reducido crecimiento real en la zona euro en el segundo trimestre (+0,2%) se ha unido el dato más bajo de inflación en 5 años (+0,3% en agosto), con algunos países como Italia en los mínimos de los últimos 55 años. De esta manera, el crecimiento nominal trimestral es claramente insuficiente, sobre todo, si pensamos en los países del sur de Europa que necesitan desapalancarse. Y recuerda mucho a la situación de Japón en los últimos 20 años. Es más, las bajísimas rentabilidades de la deuda pública (en zona negativa hasta el plazo de 2 años en buena parte de la UEM) estarían descontando una larga etapa de bajísimos crecimientos nominales en la región, con el evidente riesgo de terminar cayendo en un proceso deflacionista.

DraghiAnte este panorama y mientras los políticos europeos anuncian la enésima reunión en Italia a la búsqueda de medidas que aumenten el empleo en la zona euro, el único que ha vuelto a hablar alto y claro ha sido el presidente del BCE en la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole. Hay que reconocer que el verano suele inspirar a Draghi y después de las milagrosas palabras de hace dos años (“whatever it takes….”) esta vez pronunció un interesantísimo discurso en EEUU sobre el problema del desempleo, alertando que el futuro de la zona euro dependerá de la capacidad de las autoridades económicas en afrontar esta lacra. Draghi reconoció que los elevados niveles de paro, en parte se deben a factores cíclicos y en parte a factores estructurales. Europa está muy cerca de la trampa de la liquidez y los tipos de interés reales son excesivamente altos para alcanzar equilibrios en los mercados de bienes y factores de producción. Por tanto, el desempleo sólo se puede afrontar con una adecuada combinación que incluya políticas de oferta y demanda.

Por tanto, en el recetario de Draghi (al estilo de las tres flechas de las Abenomics en Japón) se incluyen tres grandes tipos de medidas: 1) Políticas de oferta/reformas estructurales, 2) Política monetaria y 3) Política fiscal. En el primer punto no hubo muchas novedades, para aumentar el crecimiento potencial y reducir el desempleo estructural se necesitan reformas en los mercados de trabajo y, sobre todo (aunque no lo dijo explícitamente) que dos países como Francia e Italia pongan en marcha medidas para flexibilizar sus economías. Sin embargo, las novedades más importantes del discurso vinieron en la parte que le atañe (política monetaria), pero sobre todo, en las recomendaciones de política fiscal. En el primer punto y fuera del discurso que se repartió a la prensa, Draghi dejó claro que el BCE utilizará todos los instrumentos a su disposición para asegurar la estabilidad de precios, es decir, se va aponer en marcha un programa de compra de ABS y, si es necesario, el BCE comprará títulos de deuda pública (QE). Y la probabilidad de todo ello aumenta, pues Draghi reconoció un fuerte descenso de las expectativas de inflación en los últimos meses, es decir, el BCE va “por detrás de la curva de inflación”.

Pero todavía más sorprendente es que Draghi abogó por una política fiscal más expansiva, justificada por el significativo componente cíclico del desempleo en Europa y por la limitada eficacia de la política monetaria en un contexto caracterizado por una baja inflación y una elevada deuda pública y privada. En este sentido presentó cuatro ideas: 1) flexibilizar los objetivos de políticas fiscal, 2) modificar la composición de las políticas fiscale: menos impuestos en las áreas con multiplicadores fiscales más elevados a corto plazo y menos gasto público en las zonas con multiplicadores más reducidos, 3) más coordinación en las políticas fiscales de los 18 países del euro (forma muy educada de pedirle más inversión pública a Alemania y sus vecinos) y, 4) un programa de inversión pública a nivel europeo (propuesta Juncker).

Sólo con esta intervención, Draghi consiguió recuperar a los mercados financieros después del susto de principios de agosto y acentuar el debilitamiento del euro, variable clave para reequilibrar el crecimiento entre las dos grandes potencias.

En este contexto, para la reunión del BCE del jueves, no parece muy probable que se anuncien nuevas medidas (aunque hay gente que piensa en una nueva bajada de tipos de interés), pero sí que se mantenga el tono “dovish” de Jackson Hole. El QE sólo se considerará después de los “stress-test”, una vez que se compruebe si los TLTRO han tenido alguna incidencia. Pero lo importante, es que el BCE reconoce que la política monetaria tiene límites y que sólo con una adecuada coordinación con la política fiscal y las políticas de oferta se pueden afrontar los problemas en Europa. Por tanto, es el turno de los políticos.
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La información económica publicada en la zona euro durante el verano no ha sido muy alentadora. Una vez más los datos han decepcionado y contrastan con una economía americana que va ganando solidez y que aproxima a la FED al momento en el que tendrá que empezar a subir los tipos de interés. Sin embargo, en la UEM, al reducido crecimiento real en la zona euro en el segundo trimestre (+0,2%) se ha unido el dato más bajo de inflación en 5 años (+0,3% en agosto), con algunos países como Italia en los mínimos de los últimos 55 años. De esta manera, el crecimiento nominal trimestral es claramente insuficiente, sobre todo, si pensamos en los países del sur de Europa que necesitan desapalancarse. Y recuerda mucho a la situación de Japón en los últimos 20 años. Es más, las bajísimas rentabilidades de la deuda pública (en zona negativa hasta el plazo de 2 años en buena parte de la UEM) estarían descontando una larga etapa de bajísimos crecimientos nominales en la región, con el evidente riesgo de terminar cayendo en un proceso deflacionista.

DraghiAnte este panorama y mientras los políticos europeos anuncian la enésima reunión en Italia a la búsqueda de medidas que aumenten el empleo en la zona euro, el único que ha vuelto a hablar alto y claro ha sido el presidente del BCE en la reunión de banqueros centrales de Jackson Hole. Hay que reconocer que el verano suele inspirar a Draghi y después de las milagrosas palabras de hace dos años (“whatever it takes….”) esta vez pronunció un interesantísimo discurso en EEUU sobre el problema del desempleo, alertando que el futuro de la zona euro dependerá de la capacidad de las autoridades económicas en afrontar esta lacra. Draghi reconoció que los elevados niveles de paro, en parte se deben a factores cíclicos y en parte a factores estructurales. Europa está muy cerca de la trampa de la liquidez y los tipos de interés reales son excesivamente altos para alcanzar equilibrios en los mercados de bienes y factores de producción. Por tanto, el desempleo sólo se puede afrontar con una adecuada combinación que incluya políticas de oferta y demanda.

Por tanto, en el recetario de Draghi (al estilo de las tres flechas de las Abenomics en Japón) se incluyen tres grandes tipos de medidas: 1) Políticas de oferta/reformas estructurales, 2) Política monetaria y 3) Política fiscal. En el primer punto no hubo muchas novedades, para aumentar el crecimiento potencial y reducir el desempleo estructural se necesitan reformas en los mercados de trabajo y, sobre todo (aunque no lo dijo explícitamente) que dos países como Francia e Italia pongan en marcha medidas para flexibilizar sus economías. Sin embargo, las novedades más importantes del discurso vinieron en la parte que le atañe (política monetaria), pero sobre todo, en las recomendaciones de política fiscal. En el primer punto y fuera del discurso que se repartió a la prensa, Draghi dejó claro que el BCE utilizará todos los instrumentos a su disposición para asegurar la estabilidad de precios, es decir, se va aponer en marcha un programa de compra de ABS y, si es necesario, el BCE comprará títulos de deuda pública (QE). Y la probabilidad de todo ello aumenta, pues Draghi reconoció un fuerte descenso de las expectativas de inflación en los últimos meses, es decir, el BCE va “por detrás de la curva de inflación”.

Pero todavía más sorprendente es que Draghi abogó por una política fiscal más expansiva, justificada por el significativo componente cíclico del desempleo en Europa y por la limitada eficacia de la política monetaria en un contexto caracterizado por una baja inflación y una elevada deuda pública y privada. En este sentido presentó cuatro ideas: 1) flexibilizar los objetivos de políticas fiscal, 2) modificar la composición de las políticas fiscale: menos impuestos en las áreas con multiplicadores fiscales más elevados a corto plazo y menos gasto público en las zonas con multiplicadores más reducidos, 3) más coordinación en las políticas fiscales de los 18 países del euro (forma muy educada de pedirle más inversión pública a Alemania y sus vecinos) y, 4) un programa de inversión pública a nivel europeo (propuesta Juncker).

Sólo con esta intervención, Draghi consiguió recuperar a los mercados financieros después del susto de principios de agosto y acentuar el debilitamiento del euro, variable clave para reequilibrar el crecimiento entre las dos grandes potencias.

En este contexto, para la reunión del BCE del jueves, no parece muy probable que se anuncien nuevas medidas (aunque hay gente que piensa en una nueva bajada de tipos de interés), pero sí que se mantenga el tono “dovish” de Jackson Hole. El QE sólo se considerará después de los “stress-test”, una vez que se compruebe si los TLTRO han tenido alguna incidencia. Pero lo importante, es que el BCE reconoce que la política monetaria tiene límites y que sólo con una adecuada coordinación con la política fiscal y las políticas de oferta se pueden afrontar los problemas en Europa. Por tanto, es el turno de los políticos.

23
Jul

Atentos a la Reserva Federal

Escrito el 23 julio 2014 por José Ramón Diez Guijarro en Economía de EEUU, Economía Global, Política Monetaria

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    [post_content] => Los problemas del Banco Espirito Santo en Portugal y el aumento de la inestabilidad geopolítica han provocado en las últimas semanas un aumento de la volatilidad en los mercados financieros y una búsqueda de activos refugio que ha vuelto a beneficiar especialmente a los bonos de EEUU y de los países centrales de la zona euro.

En un mercado con baja volatilidad, valoraciones ajustadas e importantes plusvalías latentes es normal que, ante el mínimo shock, se produzcan correcciones en los precios, teniendo en cuenta además que los volúmenes en esta época del año son bajos. También es verdad que la mayoría de grandes cambios de tendencia en los mercados financieros suelen tener su origen en pequeños shocks que terminan creciendo y convirtiéndose en perturbaciones globales. Esto suele ocurrir (por ejemplo, en el caso de las subprimes en 2007) cuando el shock inicial es la punta del iceberg de un problema económico o financiero global. No parece este el caso, aunque siempre es difícil valorar las consecuencias económicas y financieras de un aumento del riesgo político.Yellen

De cara al siempre complicado período veraniego, quizás la atención habrá que centrarla más en EEUU que en Europa. Un par de datos más muy positivos en el mercado de trabajo americano van a hacer imposible que la FED impida un importante aumento en las expectativas de tipos de interés (el forward guidance tiene sus límites) y eso sí que puede tener una incidencia importante en el comportamiento de los mercados en los últimos meses del año. Un adelanto en las subidas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal de EEUU podría conllevar también una corrección más o menos severa en los mercados de riesgo (los emergentes serían potencialmente los más vulnerables, como quedó patente durante el pasado verano), al menos en el corto plazo.

Existen dos motivos por los que podría concretarse este escenario. En primer lugar, el más negativo sería por un aumento de la inflación hasta niveles significativamente superiores al objetivo. No obstante, para que la Fed reaccionase de esta forma, la mayor inflación tendría que venir acompañada de sólidos datos de crecimiento y de empleo. Por tanto, se trataría de un escenario no ideal, pero, en cualquier caso positivo, y lo más probable es que los ajustes potenciales en los mercados de riesgo fuesen temporales. En segundo lugar, la Fed podría subir los tipos antes de lo esperado si el crecimiento del PIB y del empleo superase las expectativas. Pero se trataría de un escenario benigno de medio plazo (de hecho, el escenario que se busca), difícilmente compatible con un deterioro en la tendencia positiva de medio plazo de las bolsas.

El perdedor en este contexto, cualquiera que sea la causa de las subidas de tipos, más inflación y/o más crecimiento, serían los bonos: se mire como se mire, si la expansión se afianza y recuperamos la normalidad, las tires deben entrar en una tendencia alcista, más o menos gradual. De esta forma, los activos financieros ganadores de las últimas semanas, podrían tener un final de año complicado. Por tanto, el principal condicionante para la evolución del escenario en las próximas semanas continuará siendo el devenir de la economía estadounidense y su política monetaria y, por tanto, hay que seguir muy de cerca el comportamiento del crecimiento, del mercado laboral y de la inflación de su economía.
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Los problemas del Banco Espirito Santo en Portugal y el aumento de la inestabilidad geopolítica han provocado en las últimas semanas un aumento de la volatilidad en los mercados financieros y una búsqueda de activos refugio que ha vuelto a beneficiar especialmente a los bonos de EEUU y de los países centrales de la zona euro.

En un mercado con baja volatilidad, valoraciones ajustadas e importantes plusvalías latentes es normal que, ante el mínimo shock, se produzcan correcciones en los precios, teniendo en cuenta además que los volúmenes en esta época del año son bajos. También es verdad que la mayoría de grandes cambios de tendencia en los mercados financieros suelen tener su origen en pequeños shocks que terminan creciendo y convirtiéndose en perturbaciones globales. Esto suele ocurrir (por ejemplo, en el caso de las subprimes en 2007) cuando el shock inicial es la punta del iceberg de un problema económico o financiero global. No parece este el caso, aunque siempre es difícil valorar las consecuencias económicas y financieras de un aumento del riesgo político.Yellen

De cara al siempre complicado período veraniego, quizás la atención habrá que centrarla más en EEUU que en Europa. Un par de datos más muy positivos en el mercado de trabajo americano van a hacer imposible que la FED impida un importante aumento en las expectativas de tipos de interés (el forward guidance tiene sus límites) y eso sí que puede tener una incidencia importante en el comportamiento de los mercados en los últimos meses del año. Un adelanto en las subidas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal de EEUU podría conllevar también una corrección más o menos severa en los mercados de riesgo (los emergentes serían potencialmente los más vulnerables, como quedó patente durante el pasado verano), al menos en el corto plazo.

Existen dos motivos por los que podría concretarse este escenario. En primer lugar, el más negativo sería por un aumento de la inflación hasta niveles significativamente superiores al objetivo. No obstante, para que la Fed reaccionase de esta forma, la mayor inflación tendría que venir acompañada de sólidos datos de crecimiento y de empleo. Por tanto, se trataría de un escenario no ideal, pero, en cualquier caso positivo, y lo más probable es que los ajustes potenciales en los mercados de riesgo fuesen temporales. En segundo lugar, la Fed podría subir los tipos antes de lo esperado si el crecimiento del PIB y del empleo superase las expectativas. Pero se trataría de un escenario benigno de medio plazo (de hecho, el escenario que se busca), difícilmente compatible con un deterioro en la tendencia positiva de medio plazo de las bolsas.

El perdedor en este contexto, cualquiera que sea la causa de las subidas de tipos, más inflación y/o más crecimiento, serían los bonos: se mire como se mire, si la expansión se afianza y recuperamos la normalidad, las tires deben entrar en una tendencia alcista, más o menos gradual. De esta forma, los activos financieros ganadores de las últimas semanas, podrían tener un final de año complicado. Por tanto, el principal condicionante para la evolución del escenario en las próximas semanas continuará siendo el devenir de la economía estadounidense y su política monetaria y, por tanto, hay que seguir muy de cerca el comportamiento del crecimiento, del mercado laboral y de la inflación de su economía.

8
Jun
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    [post_content] => Esta semana se ha publicado abundante información sobre la economía de la eurozona (inflación, sector manufacturero y política monetaria). En mayo, la tasa interanual de inflación del conjunto de los 18 países que comparten el euro creció menos de los esperado y registró su nivel más bajo en más de cuatro años (0,5%). Por su parte, la inflación subyacente (que excluye  energía, alimentos, tabaco y alcohol) alcanzó en mayo su mínimo histórico (0,7%). Estos indicadores muestran la debilidad de la recuperación económica de la zona del euro. 

Estancamiento económico 

A la caída en los precios de los bienes de consumo se une la ralentización de la actividad manufacturera. Esta semana hemos conocido que el índice de actividad industrial de la zona del euro elaborado por Markit se situó en mayo en el 52,2 frente al 53,4 de abril. (No se debe olvidar que si este índice se mantiene por debajo de los 50 puntos significa recesión). Un dato que acompaña al bajo crecimiento de la eurozona durante el primer trimestre de este año (+0,2%) y que estuvo muy por debajo de las previsiones (+0,4%).

Conviene recordar que aunque la zona del euro salió de la recesión en el segundo trimestre de 2013, lo está haciendo a un ritmo muy lento y sigue lejos de alcanzar una situación económica aceptable. Precisamente el jueves el Banco Central Europeo (BCE) se vio obligado al a revisar nuevamente a la baja las perspectivas de crecimiento y de inflación. En concreto, el BCE espera que la economía de la eurozona crezca este año un 1%, dos décimas menos de lo previsto en marzo. También ha revisado a la baja la inflación situándola en el 0,7% para el final de este año, frente al 1% que había previsto en el mes de marzo.

Este escenario a todas luces preocupante, obligó al BCE en su reunión de esta semana a reducir  el tipo de interés de intervención hasta un nuevo mínimo histórico del 0,15% y a prestar 400.000 millones de euros adicionales a la banca con la finalidad de facilitar el crédito a las empresas y a las familias (no para compra de vivienda). El hecho de que todas estas medidas se hayan aprobado por unanimidad, refuerza las expectativas de que el BCE podría adoptar nuevas medidas expansivas en próximas reuniones, como, por ejemplo, un programa de compra de activos a gran escala que impulsara todavía más la liquidez.

Mayor crecimiento y empleo

Esta política monetaria expansiva va a favorecer a la economía de los países de la zona euro y, por tanto, también a la economía española por varios motivos:

a) la depreciación del euro, especialmente frente al dólar, aumentará la competitividad de las exportaciones españolas en los mercados exteriores que no tienen como moneda el euro;

b) la mayor facilidad en la concesión de créditos favorecerá a las empresas que podrán financiar mejor su actividad;

c) las entidades de crédito aumentarán su capacidad de financiación, ofreciendo mayores garantías para recibir más crédito del BCE; y

d) las expectativas sobre una mayor liquidez ayudarían a reducir también los tipos de interés interbancarios, mejorando así la concesión de préstamos entre las entidades financieras y abaratando las cuotas hipotecarias.

En definitiva, la política monetaria expansiva de BCE ayudará a la recuperación económica de España y de la zona del euro generando crecimiento económico, empleo, ingresos fiscales y consumo; a la vez que una mayor inflación aliviaría la carga de deuda tanto pública y como privada.

Sin embargo, la política monetaria, el aumento del crédito y la depreciación del euro, aun siendo muy importantes, no son suficientes para asegurar el crecimiento a largo plazo. Para resolver los problemas económicos de Europa y de España además de la política monetaria son necesarias las reformas estructurales.

De ahí que se deba seguir insistiendo en la necesidad de seguir con la agenda de las reformas estructurales. En concreto en España sigue siendo necesario mejorar el funcionamiento y la oferta de los mercados de productos y servicios, liberalizar todavía más el mercado laboral y hacer una reforma tributaria y de las administraciones públicas que anime el crecimiento económico y el empleo a la vez que corrija el déficit público.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "Política monetaria y crecimiento económico". Expansión. Sábado, 7 de junio de 2014; página 24.
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Esta semana se ha publicado abundante información sobre la economía de la eurozona (inflación, sector manufacturero y política monetaria). En mayo, la tasa interanual de inflación del conjunto de los 18 países que comparten el euro creció menos de los esperado y registró su nivel más bajo en más de cuatro años (0,5%). Por su parte, la inflación subyacente (que excluye  energía, alimentos, tabaco y alcohol) alcanzó en mayo su mínimo histórico (0,7%). Estos indicadores muestran la debilidad de la recuperación económica de la zona del euro.  Seguir leyendo…

3
Jun

Hacia el último recorte de tipos del BCE

Escrito el 3 junio 2014 por Antonio Zamora en Política Monetaria

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    [post_content] => El próximo jueves el BCE bajará tipos.

Nunca antes habría podido afirmarse algo así con tanta certeza, pero las palabras de Draghi tras la reunión de política monetaria del pasado mes de mayo no dejaban lugar a dudas: el BCE no se resigna a las actuales perspectivas de inflación baja pero quiere conocer las nuevas previsiones económicas de sus economistas antes de actuar. Estas previsiones, que se publicarán también el jueves, revisarán con seguridad a la baja las perspectivas de inflación, en especial después de que hoy mismo se haya sabido que la inflación subyacente de la Eurozona ha vuelto en mayo a su mínimo histórico del 0,7% interanual, de manera que una acción monetaria expansiva resulta prácticamente inevitable.

Más allá de las causas del inusual anuncio de Draghi, probablemente asociado al proceso de búsqueda de consenso en el seno del Consejo de Gobierno y a la preparación interna de alguna de las medidas que van a anunciarse, lo relevante es reconocer que la actual situación económica justifica una acción expansiva y preguntarse qué acciones concretas puede ofrecer el BCE y qué impacto tendrán en la economía y en los mercados financieros.

La medida más probable, a la luz de los propios mensajes desde el BCE, es un recorte de tipos atípico: 10-15 pb que situarían el tipo de intervención en el 0,1%/0,15% y la tasa de la facilidad de depósito en negativo (-0,10%/-0,15%). Es una manera de limitar el margen de repunte de la curva monetaria y de incentivar el crédito (a través de la penalización de las reservas excedentes). Se trataría del último recorte de tipos del BCE, puesto que ya se habría llegado en términos prácticos al límite del cero.

También es muy probable que el BCE anuncie una nueva ampliación del período de aplicación de las subastas de liquidez a tipo fijo y con adjudicación ilimitada, que vencen a mediados de 2015 y podrían extenderse un año más. De este modo, se minimizarían los temores asociados a la liquidez futura del sector financiero.

Algo menos seguro, pero también de probabilidad alta, es que el BCE incluya un esquema de financiación a largo plazo de los bancos asociado a su concesión de crédito a familias y empresas: cuanto más crédito, más capacidad de financiarse a bajo coste y mayores posibilidades de ofrecer colateral. Las pocas dudas sobre la perspectiva de que un esquema así se anuncie el jueves residen en la posibilidad de que el BCE quiera guardarse esa bala y esperar a ver la evolución del crédito en verano, pero los más recientes mensajes del propio Draghi apuntan a que el anuncio se hará también el jueves.

El anuncio de compras directas de títulos tiene una probabilidad menor: cercana al 50% si se trata de un pequeño programa de compras de títulos ABS (titulizaciones de créditos bancarios) y al 0% en el caso de un programa de expansión cuantitativa (QE por sus siglas en inglés, en la jerga del mercado) del balance à la Fed. Para este último no parece haber por el momento ni los medios técnicos ni el consenso suficiente sobre su eficacia y viabilidad para llevarlo a cabo.

Todo esto puede ocurrir, pero ¿ayudará a la economía? La primera vía de impacto potencial es la curva de tipos y la cotización del euro. La anticipación del paquete de medidas esbozado aquí ya ha relajado unos 10 pb la curva del Eonia (tipos interbancarios a un día esperados en los próximos dos años), que ya apenas tiene recorrido a la baja.

En la medida en que las nuevas acciones del BCE mejoren las perspectivas de liquidez del sistema, los tipos interbancarios a tres meses o a un año podrían relajarse adicionalmente, pero no es probable que mucho más de 10 pb. Por tanto, el impacto económico de la relajación de la curva a corto plazo será previsiblemente modesto. También es relevante el impacto económico de la depreciación del euro, que desde los anuncios de Draghi se ha depreciado cerca de un 1,5% en términos efectivos nominales. Según los propios cálculos del BCE, una depreciación del 10% equivale aproximadamente a un recorte de tipos de 50 pb. Si bien poco impacto cambiario más cabe esperar de la próxima acción del BCE, la depreciación del euro puede alimentarse en los próximos meses de la retirada definitiva del programa de expansión monetaria de la Fed y de la aproximación de las primeras subidas de tipos del banco central americano.

Sólo el muy improbable anuncio de un QE europeo podría provocar una reacción favorable adicional en los mercados, que ya han descontado casi todo lo demás. En particular, impulsaría aún más a la renta variable y prolongaría la depreciación del euro. El riesgo es precisamente que la ausencia de QE provoque cierta reacción de decepción en las cotizaciones (repuntes en las rentabilidades de la deuda y en el euro, caídas en la renta variable).

Finalmente, quedaría la vía de impacto económico del canal crediticio. Un esquema destinado a favorecer el crédito… debería favorecerlo. Sin embargo, desgraciadamente, también en este caso las posibilidades parecen limitadas. La actual escasez del crédito es más un problema de insuficiente demanda solvente que de liquidez bancaria, que seguirá siendo barata y abundante en los próximos trimestres, de manera que la capacidad del nuevo esquema de financiación de generar crédito será modesta. El impacto crediticio será mayor si a la vez se anuncia un trato más favorable por parte del BCE a los colaterales basados en créditos bancarios.

En conclusión, el BCE anunciará el jueves un paquete amplio de medidas expansivas necesario pero de impacto económico previsible modesto. La previsible ausencia de un esquema QE y el hecho de que el resto de medidas estén en gran parte descontadas sugieren incluso cierto riesgo de reacción adversa de los mercados.
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El próximo jueves el BCE bajará tipos.

Nunca antes habría podido afirmarse algo así con tanta certeza, pero las palabras de Draghi tras la reunión de política monetaria del pasado mes de mayo no dejaban lugar a dudas: el BCE no se resigna a las actuales perspectivas de inflación baja pero quiere conocer las nuevas previsiones económicas de sus economistas antes de actuar. Estas previsiones, que se publicarán también el jueves, revisarán con seguridad a la baja las perspectivas de inflación, en especial después de que hoy mismo se haya sabido que la inflación subyacente de la Eurozona ha vuelto en mayo a su mínimo histórico del 0,7% interanual, de manera que una acción monetaria expansiva resulta prácticamente inevitable. Seguir leyendo…

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