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Dic

Brasil: ¿Dónde está el fondo?

Escrito el 6 diciembre 2015 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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    [post_content] => Tras una serie de años en los que Brasil deslumbró al mundo por saber conjugar el crecimiento económico con las medidas sociales para sacar de la miseria a millones de ciudadanos, parece que ha entrado en una espiral de caída en la que la pregunta es ¿dónde está el fondo?

En el año en curso, Brasil ha encadenado tres trimestres consecutivos de caída del PIB, a un año vista de importante motor económico que suponen unos juegos olímpicos.   Agencias de clasificación como Standard and Poors han rebajado el pasado mes de Septiembre, la deuda a largo del país como grado especulativo y hay que sumar a esto el deterioro en el clima político ya que a oposición ha pedido esta semana iniciar un proceso de juicio político (impeachment) contra la presidenta Dilma Rousseff y esta solicitud ha sido aceptado por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo  Cunha.

Era previsible un año con turbulencias, ya que en Octubre del 2014, la presidenta fue reelegida con la menor  ventaja  de la historia electoral del país (obtuvo 51,45% de votos frente al 48,55% de su contrincante Aécio Neves).  También era inédito en el país que el mismo partido gobernase  de forma continuada durante 16 años: Luiz Ignacio Lula da Silva asumió su primer mandato el primer día del año 2003.

Un proceso de destitución presidencial no es nuevo en Brasil, ya que en 1992, Fernando Collor de Mello fue el primer presidente latinoamericano  procesado por corrupción.  Entonces el congreso de los diputados voto también a favor del juicio pero él dimitió antes de que el procedimiento fuese votado en el Senado.Brasilmages

Es muy probable que la presidenta Rousseff logre evitar la dimisión pero la situación de inestabilidad y deterioro en las instituciones continuará hasta el final de su mandato a finales del 2018.

¿Puede avanzar con éxito el país en esta situación cuando se encuentra ante la mayor crisis económica desde los años 30?

Un gobierno preocupado desde el primer año de su mandato en defenderse de acusaciones de incumplimiento de de las restricciones fiscales o de corrupción no parece una buena garantía.  Los principales indicadores del cuarto trimestre del 2015 parecen avanzar también que los números seguirán siendo rojos, con una caída  interanual de la producción industrial del 11,3%, lo que supone la vigésima caída consecutiva siendo además la caída más pronunciada en la serie histórica, señalando quizás que lo peor está todavía por llegar.
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Tras una serie de años en los que Brasil deslumbró al mundo por saber conjugar el crecimiento económico con las medidas sociales para sacar de la miseria a millones de ciudadanos, parece que ha entrado en una espiral de caída en la que la pregunta es ¿dónde está el fondo?

En el año en curso, Brasil ha encadenado tres trimestres consecutivos de caída del PIB, a un año vista de importante motor económico que suponen unos juegos olímpicos.   Agencias de clasificación como Standard and Poors han rebajado el pasado mes de Septiembre, la deuda a largo del país como grado especulativo y hay que sumar a esto el deterioro en el clima político ya que a oposición ha pedido esta semana iniciar un proceso de juicio político (impeachment) contra la presidenta Dilma Rousseff y esta solicitud ha sido aceptado por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo  Cunha.

Era previsible un año con turbulencias, ya que en Octubre del 2014, la presidenta fue reelegida con la menor  ventaja  de la historia electoral del país (obtuvo 51,45% de votos frente al 48,55% de su contrincante Aécio Neves).  También era inédito en el país que el mismo partido gobernase  de forma continuada durante 16 años: Luiz Ignacio Lula da Silva asumió su primer mandato el primer día del año 2003.

Un proceso de destitución presidencial no es nuevo en Brasil, ya que en 1992, Fernando Collor de Mello fue el primer presidente latinoamericano  procesado por corrupción.  Entonces el congreso de los diputados voto también a favor del juicio pero él dimitió antes de que el procedimiento fuese votado en el Senado.Brasilmages

Es muy probable que la presidenta Rousseff logre evitar la dimisión pero la situación de inestabilidad y deterioro en las instituciones continuará hasta el final de su mandato a finales del 2018.

¿Puede avanzar con éxito el país en esta situación cuando se encuentra ante la mayor crisis económica desde los años 30?

Un gobierno preocupado desde el primer año de su mandato en defenderse de acusaciones de incumplimiento de de las restricciones fiscales o de corrupción no parece una buena garantía.  Los principales indicadores del cuarto trimestre del 2015 parecen avanzar también que los números seguirán siendo rojos, con una caída  interanual de la producción industrial del 11,3%, lo que supone la vigésima caída consecutiva siendo además la caída más pronunciada en la serie histórica, señalando quizás que lo peor está todavía por llegar.

22
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    [post_content] => Hoy, habrá elecciones en Argentina, en las que se decidirá quién será el nuevo presidente de la república. Tras una campaña electoral que no ha dejado a nadie indiferente las encuestas dan como favorito a Mauricio Macri, de la formación Cambiemos. El otro candidato a la Presidencia, el oficialista Daniel Scioli, tiene menos posibilidades de ganar: la desastrosa gestión económica de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner le pasará factura en las urnas.

Efectivamente, a partir del año  2011, el populismo de Cristina Fernández fue desmoronando poco a poco la estructura económica del país. Las causas se pueden encontrar en el deterioro de las instituciones y las malas políticas aplicadas, como fueron: el aumento de impuestos y de controles de precios, las restricciones aduaneras, los mayores aranceles a los productos importados, la prohibición a las exportaciones de carne, los subsidios a los precios de la energía, una política monetaria excesivamente laxa, un gasto público desbordado, la nacionalización del sistema de pensiones privadas, el elevado déficit público, la falta de seguridad jurídica, la hostilidad del Gobierno hacia la inversión extranjera, la intromisión política en la Justicia y la corrupción generalizada.

Argentina 2

El resultado de estas medidas heterodoxas ha sido un desastre económico importante:

1) El crecimiento económico es muy bajo: este año será del 0,7% y en 2016 un 0,5%. Un crecimiento que está muy por debajo del de otros países de su entorno. Así, Chile crecerá este año un 2,8% y el año que viene un 3,7%, México 2,3% y un 2,9%, Colombia al 3,3% y 3,9% y Perú al 3,9% y 4,8%.

2) La inflación argentina está disparada. Este año la subida de los precios cerrará en diciembre en el 28%, frente al 24%, en 2014. Para el año que viene se estima una inflación mayor: el 32%. Es la consecuencia de: a) una política monetaria expansiva, b) un tejido empresarial estrangulado e intervenido que genera una producción insuficiente para abastecer la demanda y c) el aumento del déficit público, que este año podría estar cerca del 6% del PIB.

3) El estancamiento económico y la elevada inflación están reduciendo el bienestar de la población. Está empeorando el nivel de vida de los ciudadanos. Desde el año pasado la renta per cápita ha seguido disminuyendo. El resultado ha sido una caída en el consumo de las familias. Además, la pérdida de poder adquisitivo del peso está incentivando a los argentinos a lanzarse a la compra de dólares como refugio; lo que a su vez fortalece la economía sumergida, especialmente la que se refiere al mercado cambiario. Una práctica ilegal que genera incertidumbre e incomodidad en la población y que, por tanto, es también una fuente de descontento.

4) Desde el año 2010 el déficit exterior ha ido aumentando. En los dos últimos años este desequilibrio se ha agravado por la caída del valor de las exportaciones como consecuencia del desplome de los precios de los productos agrícolas y del petróleo; pero también porque el gobierno saliente se ha empeñado en mantener un tipo de cambio real apreciado, es decir, poco competitivo, que está provocando una reducción de las ventas al exterior de productos manufacturados. El peso cotiza en el mercado negro por encima de 15 pesos/dólar mientras en el oficial se intercambia a 9,7 pesos/dólar.

¿Qué política económica se debe aplicar?

Por tanto el nuevo presidente deberá cambiar las políticas. La solución a los problemas económicos de Argentina pasa por hacer una política económica que consiga aumentar el tejido empresarial, que genere crecimiento económico y empleo, que estabilice los precios, que equilibre la balanza de pagos y que mejore el bienestar de los ciudadanos.

Se trata de políticas económicas ortodoxas, que suponen la eliminación de los controles de precios, de las restricciones aduaneras a los productos importados y de los impuestos a la exportación. También se debería reducir las subvenciones para controlar el déficit público, aplicar una política monetaria menos expansiva y unificar el tipo de cambio del peso oficial con el del mercado paralelo.

Pero los retos del nuevo gobierno no se circunscriben a los cambios y ajustes en las políticas macroeconómicas. Debería, también, fortalecer las instituciones para dar mayor confianza a la iniciativa empresarial y a la inversión extranjera. Desgraciadamente los organismos internacionales y los “think tanks” citan permanentemente a la Argentina como uno de los peores países para hacer negocios. Además, la situación ha empeorado en el último año. Tres informes publicados recientemente así lo señalan.

Pérdida de posiciones en la economía global

En el “Índice de libertad económica” que elabora The Heritage Foundation, Argentina sale muy mal parada. Ocupa puestos de cola. En 2015 está en la posición 169, de un total de 178 países, y lo que es peor pierde 3 puestos con respecto al año 2014.

Esta falta de libertad económica, que va en aumento, está estrechamente relacionada con la dificultad para hacer negocios, tal como muestra el informe “Doing Business 2016” del Banco Mundial. Argentina ocupa una mala posición, la 121, lo que supone un descenso de 4 puestos respecto al informe del año 2015, en el que se clasificó en el 117.

También ha empeorado su posición en el último ranking del “Índice de Percepción de la Corrupción” que publica Transparencia Internacional. Argentina ha obtenido 34 puntos (donde cero significa altos niveles de corrupción y 100 muy bajos niveles de corrupción). Con esa puntuación pierde dos puestos y se sitúa en el número 107, de los 174 países del ranking de corrupción gubernamental.

En definitiva, ni los ciudadanos argentinos, ni sus empresas, ni los organismos económicos internacionales, ni el capital extranjero confían en los políticos que gobiernan hoy la Argentina, ni en sus jueces, ni en los organismos reguladores. Al final, los 12 años de gobierno de la familia Kirchner han terminado empobreciendo a la población, estrangulando el sistema productivo, ahuyentando a la inversión extranjera y desprestigiando a las instituciones.

Cambios institucionales

De ahí que el nuevo presidente tendrá que poner orden en muchos ámbitos relacionados con las instituciones económicas. Tendría que: a) mejorar el funcionamiento de los mercados, restableciendo la competencia, y abandonar el Programa de Precios Cuidados aplicado desde 2013 por el ministro Axel Kicillof; b) dar mayor seguridad jurídica a las empresas, respetando, en mayor medida, los derechos de propiedad y haciendo que se cumplan los contratos; c) reducir la corrupción en todos los niveles de la Administración Pública y d) dotar de mayor independencia al poder judicial, al banco central y a los organismos reguladores (no se debe olvidar que la existencia de instituciones creíbles, transparentes e independientes son factores clave para el éxito económico de los países y el buen funcionamiento de las empresas).

Tanto Daniel Schioli y Mauricio Macri han manifestado su deseo de recomponer la economía, dar mayor confianza a las empresas, atraer a la inversión extranjera y recuperar las relaciones económicas con Estados Unidos (deterioradas por la decisión de la Corte Suprema americana de rechazar la apelación de Argentina frente a los fondos buitres).

También parece probable que se fortalezcan los lazos económicos y políticos de Argentina con la  Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y con Europa. Una buena noticia para las empresas españolas que todavía trabajan en ese país: Banco Santander, BBVA, Mapfre, Telefónica, Gas Natural-Fenosa, Endesa, Indra, Inditex, OHL, ACS, entre otras. Además, sobre todo si ganase Macri, Argentina tenderá a distanciarse de los gobiernos populistas de Venezuela, Ecuador, Cuba y Bolivia.

Pero independientemente de quien gane hoy, resulta deseable, y hasta necesario, un profundo cambio en el país.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "Argentina necesita un cambio profundo." Expansión. 21 de Noviembre de 2015.

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Hoy, habrá elecciones en Argentina, en las que se decidirá quién será el nuevo presidente de la república. Tras una campaña electoral que no ha dejado a nadie indiferente las encuestas dan como favorito a Mauricio Macri, de la formación Cambiemos. El otro candidato a la Presidencia, el oficialista Daniel Scioli, tiene menos posibilidades de ganar: la desastrosa gestión económica de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner le pasará factura en las urnas.

Efectivamente, a partir del año  2011, el populismo de Cristina Fernández fue desmoronando poco a poco la estructura económica del país. Las causas se pueden encontrar en el deterioro de las instituciones y las malas políticas aplicadas, como fueron: el aumento de impuestos y de controles de precios, las restricciones aduaneras, los mayores aranceles a los productos importados, la prohibición a las exportaciones de carne, los subsidios a los precios de la energía, una política monetaria excesivamente laxa, un gasto público desbordado, la nacionalización del sistema de pensiones privadas, el elevado déficit público, la falta de seguridad jurídica, la hostilidad del Gobierno hacia la inversión extranjera, la intromisión política en la Justicia y la corrupción generalizada.

Argentina 2

El resultado de estas medidas heterodoxas ha sido un desastre económico importante:

1) El crecimiento económico es muy bajo: este año será del 0,7% y en 2016 un 0,5%. Un crecimiento que está muy por debajo del de otros países de su entorno. Así, Chile crecerá este año un 2,8% y el año que viene un 3,7%, México 2,3% y un 2,9%, Colombia al 3,3% y 3,9% y Perú al 3,9% y 4,8%.

2) La inflación argentina está disparada. Este año la subida de los precios cerrará en diciembre en el 28%, frente al 24%, en 2014. Para el año que viene se estima una inflación mayor: el 32%. Es la consecuencia de: a) una política monetaria expansiva, b) un tejido empresarial estrangulado e intervenido que genera una producción insuficiente para abastecer la demanda y c) el aumento del déficit público, que este año podría estar cerca del 6% del PIB.

3) El estancamiento económico y la elevada inflación están reduciendo el bienestar de la población. Está empeorando el nivel de vida de los ciudadanos. Desde el año pasado la renta per cápita ha seguido disminuyendo. El resultado ha sido una caída en el consumo de las familias. Además, la pérdida de poder adquisitivo del peso está incentivando a los argentinos a lanzarse a la compra de dólares como refugio; lo que a su vez fortalece la economía sumergida, especialmente la que se refiere al mercado cambiario. Una práctica ilegal que genera incertidumbre e incomodidad en la población y que, por tanto, es también una fuente de descontento.

4) Desde el año 2010 el déficit exterior ha ido aumentando. En los dos últimos años este desequilibrio se ha agravado por la caída del valor de las exportaciones como consecuencia del desplome de los precios de los productos agrícolas y del petróleo; pero también porque el gobierno saliente se ha empeñado en mantener un tipo de cambio real apreciado, es decir, poco competitivo, que está provocando una reducción de las ventas al exterior de productos manufacturados. El peso cotiza en el mercado negro por encima de 15 pesos/dólar mientras en el oficial se intercambia a 9,7 pesos/dólar.

¿Qué política económica se debe aplicar?

Por tanto el nuevo presidente deberá cambiar las políticas. La solución a los problemas económicos de Argentina pasa por hacer una política económica que consiga aumentar el tejido empresarial, que genere crecimiento económico y empleo, que estabilice los precios, que equilibre la balanza de pagos y que mejore el bienestar de los ciudadanos.

Se trata de políticas económicas ortodoxas, que suponen la eliminación de los controles de precios, de las restricciones aduaneras a los productos importados y de los impuestos a la exportación. También se debería reducir las subvenciones para controlar el déficit público, aplicar una política monetaria menos expansiva y unificar el tipo de cambio del peso oficial con el del mercado paralelo.

Pero los retos del nuevo gobierno no se circunscriben a los cambios y ajustes en las políticas macroeconómicas. Debería, también, fortalecer las instituciones para dar mayor confianza a la iniciativa empresarial y a la inversión extranjera. Desgraciadamente los organismos internacionales y los “think tanks” citan permanentemente a la Argentina como uno de los peores países para hacer negocios. Además, la situación ha empeorado en el último año. Tres informes publicados recientemente así lo señalan.

Pérdida de posiciones en la economía global

En el “Índice de libertad económica” que elabora The Heritage Foundation, Argentina sale muy mal parada. Ocupa puestos de cola. En 2015 está en la posición 169, de un total de 178 países, y lo que es peor pierde 3 puestos con respecto al año 2014.

Esta falta de libertad económica, que va en aumento, está estrechamente relacionada con la dificultad para hacer negocios, tal como muestra el informe “Doing Business 2016” del Banco Mundial. Argentina ocupa una mala posición, la 121, lo que supone un descenso de 4 puestos respecto al informe del año 2015, en el que se clasificó en el 117.

También ha empeorado su posición en el último ranking del “Índice de Percepción de la Corrupción” que publica Transparencia Internacional. Argentina ha obtenido 34 puntos (donde cero significa altos niveles de corrupción y 100 muy bajos niveles de corrupción). Con esa puntuación pierde dos puestos y se sitúa en el número 107, de los 174 países del ranking de corrupción gubernamental.

En definitiva, ni los ciudadanos argentinos, ni sus empresas, ni los organismos económicos internacionales, ni el capital extranjero confían en los políticos que gobiernan hoy la Argentina, ni en sus jueces, ni en los organismos reguladores. Al final, los 12 años de gobierno de la familia Kirchner han terminado empobreciendo a la población, estrangulando el sistema productivo, ahuyentando a la inversión extranjera y desprestigiando a las instituciones.

Cambios institucionales

De ahí que el nuevo presidente tendrá que poner orden en muchos ámbitos relacionados con las instituciones económicas. Tendría que: a) mejorar el funcionamiento de los mercados, restableciendo la competencia, y abandonar el Programa de Precios Cuidados aplicado desde 2013 por el ministro Axel Kicillof; b) dar mayor seguridad jurídica a las empresas, respetando, en mayor medida, los derechos de propiedad y haciendo que se cumplan los contratos; c) reducir la corrupción en todos los niveles de la Administración Pública y d) dotar de mayor independencia al poder judicial, al banco central y a los organismos reguladores (no se debe olvidar que la existencia de instituciones creíbles, transparentes e independientes son factores clave para el éxito económico de los países y el buen funcionamiento de las empresas).

Tanto Daniel Schioli y Mauricio Macri han manifestado su deseo de recomponer la economía, dar mayor confianza a las empresas, atraer a la inversión extranjera y recuperar las relaciones económicas con Estados Unidos (deterioradas por la decisión de la Corte Suprema americana de rechazar la apelación de Argentina frente a los fondos buitres).

También parece probable que se fortalezcan los lazos económicos y políticos de Argentina con la  Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y con Europa. Una buena noticia para las empresas españolas que todavía trabajan en ese país: Banco Santander, BBVA, Mapfre, Telefónica, Gas Natural-Fenosa, Endesa, Indra, Inditex, OHL, ACS, entre otras. Además, sobre todo si ganase Macri, Argentina tenderá a distanciarse de los gobiernos populistas de Venezuela, Ecuador, Cuba y Bolivia.

Pero independientemente de quien gane hoy, resulta deseable, y hasta necesario, un profundo cambio en el país.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «Argentina necesita un cambio profundo.» Expansión. 21 de Noviembre de 2015.

23
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    [post_content] => Como es sobradamente conocido, el principal foco de inestabilidad económica que compromete la tímida recuperación mundial se sitúa en los países emergentes. El reciente Informe de Estabilidad Financiera del Fondo Monetario Internacional  anunciaba una tibia mejora en las economías avanzadas desde abril, pero cargaba los riesgos sobre las vulnerabilidades de los mercados emergentes: caída en los precios de las materias primas, el fin de la burbuja china y la presión cambiaria. Todo ello íntimamente relacionado con el inminente cambio en la política monetaria estadounidense y el consiguiente ajuste sin precedentes en el sistema financiero global.

En las últimas semanas un creciente coro de voces viene fraguando el término “tercera ola” (también “trilogía”) en torno a la hipótesis de que el fin de ciclo en las emergentes no es uno más en su accidentada historia, sino que se trata de la tercera reencarnación de la crisis financiera internacional que viene acechándonos desde el 2007. Esta idea se recoge en uno de los últimos discursos del Economista Jefe del Banco de Inglaterra, Andrew Haldane: “Recent events form the latest leg of what might be called a three-part crisis trilogy. Part One of that trilogy was the “Anglo-Saxon” crisis of 2008/09. Part Two was the “Euro-Area” crisis of 2011/12. And we may now be entering the early stages of Part Three of the trilogy, the “Emerging Market” crisis of 2015 onwards.” Del mismo modo se posicionó hace unos días Goldman Sachs: “The financial crisis can be viewed as a number of separate but related waves. Wave 1; the US Wave started with the housing market collapse, spread into a broader credit crunch and ended with the Lehman collapse and the start of TARP and QE. Wave 2; the European Wave began with the exposure of banks to leveraged losses in the US and spread into a sovereign crisis, given the lack of a debt sharing mechanism across the Euro area. It ended with the OMT, promises to ‘do whatever it takes’, and finally the introduction of QE. Wave 3; the EM Wave coincided with the collapse in commodity prices.” Podemos encontrar exposiciones similares en los medios en los últimos días: “The world economy is bearing the brunt of a third deflationary wave in less than a decade. The first was the US-led housing and financial crisis of 2008-9, the second wave was the eurozone crisis of 2011-12, and now a third, an emerging markets crisis.”

¿Nos encontramos irremediablemente abocados a esa tercera ola? ¿Estamos preparados para ella?
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Como es sobradamente conocido, el principal foco de inestabilidad económica que compromete la tímida recuperación mundial se sitúa en los países emergentes. El reciente Informe de Estabilidad Financiera del Fondo Monetario Internacional  anunciaba una tibia mejora en las economías avanzadas desde abril, pero cargaba los riesgos sobre las vulnerabilidades de los mercados emergentes: caída en los precios de las materias primas, el fin de la burbuja china y la presión cambiaria. Todo ello íntimamente relacionado con el inminente cambio en la política monetaria estadounidense y el consiguiente ajuste sin precedentes en el sistema financiero global.

En las últimas semanas un creciente coro de voces viene fraguando el término “tercera ola” (también “trilogía”) en torno a la hipótesis de que el fin de ciclo en las emergentes no es uno más en su accidentada historia, sino que se trata de la tercera reencarnación de la crisis financiera internacional que viene acechándonos desde el 2007. Esta idea se recoge en uno de los últimos discursos del Economista Jefe del Banco de Inglaterra, Andrew Haldane: “Recent events form the latest leg of what might be called a three-part crisis trilogy. Part One of that trilogy was the “Anglo-Saxon” crisis of 2008/09. Part Two was the “Euro-Area” crisis of 2011/12. And we may now be entering the early stages of Part Three of the trilogy, the “Emerging Market” crisis of 2015 onwards.” Del mismo modo se posicionó hace unos días Goldman Sachs: “The financial crisis can be viewed as a number of separate but related waves. Wave 1; the US Wave started with the housing market collapse, spread into a broader credit crunch and ended with the Lehman collapse and the start of TARP and QE. Wave 2; the European Wave began with the exposure of banks to leveraged losses in the US and spread into a sovereign crisis, given the lack of a debt sharing mechanism across the Euro area. It ended with the OMT, promises to ‘do whatever it takes’, and finally the introduction of QE. Wave 3; the EM Wave coincided with the collapse in commodity prices.” Podemos encontrar exposiciones similares en los medios en los últimos días: “The world economy is bearing the brunt of a third deflationary wave in less than a decade. The first was the US-led housing and financial crisis of 2008-9, the second wave was the eurozone crisis of 2011-12, and now a third, an emerging markets crisis.”

¿Nos encontramos irremediablemente abocados a esa tercera ola? ¿Estamos preparados para ella?

30
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En los cinco últimos meses el precio del petróleo se redujo en un 35% (en el cuadro se puede observar la evolución del precio del galón en Estados Unidos). Una buena noticia para todos los que tenemos que comprar gasolina o gasóleo para trasladarnos de un sitio a otro. A los ciudadanos nos queda ahora, gracias a la bajada del precio del petróleo, mas renta disponible para consumir en otras cosas. Lo que sin duda reanimara la economía.

Para países importadores de petróleo como España y casi todos los países de la Unión Europea la reducción del precio del petróleo supone además una rebaja de los costes energéticos para las empresas. En concreto para las empresas españolas supone una mejora de su competitividad y un aumento de los beneficios que facilitará la autofinanciación de las empresas en una época en que siguen relativamente endeudadas y que el crédito que dan los bancos sigue siendo relativamente escaso.

Para los países exportadores de crudo  esta reducción del precio va a suponer una caída importante en el valor de sus exportaciones y, por tanto, un aumento de su déficit exterior. Lo que sin duda puede generar una depreciación de sus monedas.

En América latina países como Colombia, México, Ecuador y Venezuela que son exportadores netos de petróleo van a sufrir además una caída de sus ingresos fiscales. En cambio, países como Brasil y Argentina que también son exportadores de petróleo pero tienen equilibrio en su balanza energética exterior les afectará mucho menos. Países de Centro América y Uruguay, Paraguay y Chile que son importadores de petróleo esta bajada del precio les beneficiará.

En general es una buena noticia ya que la inflación a nivel mundial se va a reducir lo que permitirá una mejora del poder adquisitivo de sus trabajadores y pensionistas.

Por último, la lección que se puede sacar de esta bajada del precio del crudo es que los países exportadores de petróleo, también los de América Latina, deben diversificar su cesta exportadora para no depender tanto de las exportaciones de materias primas que tienen un elevado componente de volatilidad en sus precios.
    [post_title] => Repercusiones de la bajada del precio del petróleo en América Latina
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Chart of the Day

En los cinco últimos meses el precio del petróleo se redujo en un 35% (en el cuadro se puede observar la evolución del precio del galón en Estados Unidos). Una buena noticia para todos los que tenemos que comprar gasolina o gasóleo para trasladarnos de un sitio a otro. A los ciudadanos nos queda ahora, gracias a la bajada del precio del petróleo, mas renta disponible para consumir en otras cosas. Lo que sin duda reanimara la economía.

Para países importadores de petróleo como España y casi todos los países de la Unión Europea la reducción del precio del petróleo supone además una rebaja de los costes energéticos para las empresas. En concreto para las empresas españolas supone una mejora de su competitividad y un aumento de los beneficios que facilitará la autofinanciación de las empresas en una época en que siguen relativamente endeudadas y que el crédito que dan los bancos sigue siendo relativamente escaso.

Para los países exportadores de crudo  esta reducción del precio va a suponer una caída importante en el valor de sus exportaciones y, por tanto, un aumento de su déficit exterior. Lo que sin duda puede generar una depreciación de sus monedas.

En América latina países como Colombia, México, Ecuador y Venezuela que son exportadores netos de petróleo van a sufrir además una caída de sus ingresos fiscales. En cambio, países como Brasil y Argentina que también son exportadores de petróleo pero tienen equilibrio en su balanza energética exterior les afectará mucho menos. Países de Centro América y Uruguay, Paraguay y Chile que son importadores de petróleo esta bajada del precio les beneficiará.

En general es una buena noticia ya que la inflación a nivel mundial se va a reducir lo que permitirá una mejora del poder adquisitivo de sus trabajadores y pensionistas.

Por último, la lección que se puede sacar de esta bajada del precio del crudo es que los países exportadores de petróleo, también los de América Latina, deben diversificar su cesta exportadora para no depender tanto de las exportaciones de materias primas que tienen un elevado componente de volatilidad en sus precios.

18
Jun

Argentina nuevamente al borde del impago

Escrito el 18 junio 2014 por José Ramón Diez Guijarro en América Latina

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    [post_content] => El Tribunal Supremo estadounidense ha prohibido que se utilice el sistema financiero de EEUU para atender al servicio de la deuda de Argentina si no cumple previamente con los acreedores que no aceptaron la reestructuración de 2002 (holdouts). Debemos recordar que Argentina impagó en 2001 y reestructuró la deuda al año siguiente. Según Reinhart y Rogoff, Argentina impagó su deuda en cinco ocasiones desde 1950 (1951, 1956, 1982, 1989 y 2001). Por tanto, la sentencia bloquea el pago previsto de Argentina a finales de junio de 900 millones de dólares a los acreedores que sí aceptaron la reestructuración. Los mercados argentinos reaccionaron muy mal al fallo del tribunal (el precio de algunos bonos y el índice Merval de la bolsa cayeron más de un 10%) y la agencia S&P rebajó la calificación del país hasta CCC- desde CCC+.

Argentina afirma que no tiene recursos ni voluntad para abonar el 100% de la deuda a los holdouts –implicaría un desembolso total de 15.000 millones de dólares, casi un 60% de sus reservas internacionales–, pero aún existe margen para evitar el impago, si bien cualquier decisión conllevará un elevado coste. Por un lado, puede negociar un descuento con los fondos de inversión que han llevado al país a los tribunales, asumiendo el desgaste político y el gasto financiero, pero cerrando definitivamente el problema. Esta opción permitiría rebajar el riesgo-país y recuperar la “normalidad”, si bien cualquier negociación con los holdouts debería cerrarse después del 31 de diciembre, cuando expire la cláusula que impide a Argentina ofrecerles mejores condiciones que las establecidas en la reestructuración (en otro caso, el resto de acreedores tendría derecho a las mismas condiciones). Por otro, el gobierno argentino puede buscar fórmulas para pagar a los bonistas que sí aceptaron la reestructuración (93% del total) sin pasar por el sistema financiero estadounidense (podría intercambiar la deuda por una nueva bajo ley nacional), pero con ello no evitaría el riesgo permanente de embargos y Argentina seguiría sin acceso a los mercados internacionales. 

Esta victoria de los holdouts no sólo tiene implicaciones para Argentina, sino que puede influir negativamente en futuras reestructuraciones en otros países: sienta un precedente legal que crea incentivos para que los inversores internacionales sean más beligerantes en las negociaciones con los países en quiebra y más reacios a admitir quitas significativas. Aunque estos problemas tienen fácil solución si se incluyen claúsulas de acción colectiva. La introducción de cláusulas de acción colectiva no altera las obligaciones que se derivan de la Deuda del Estado y sólo facilita la posibilidad de acuerdos vinculantes para todos los tenedores, en el caso de que se plantearan modificaciones en alguna de sus condiciones esenciales.

Frente a los problemas de Argentina, Ecuador va a retornar a los mercados de capitales. El gobierno quiere aprovechar el buen momento de mercado y planea emitir 700 millones de dólares para diversificar sus fuentes de financiación. Desde el impago de 2008 por 3.200 millones de dólares, la mayoría de su financiación en divisas procede de acuerdos con China, algunos respaldados por petróleo (se estima que ha recibido de China 12.000 millones desde 2009). La rentabilidad del nuevo bono podría superar el 7%, rentabilidad muy atractiva en un contexto global con tipos de interés y volatilidades muy bajas. 

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El Tribunal Supremo estadounidense ha prohibido que se utilice el sistema financiero de EEUU para atender al servicio de la deuda de Argentina si no cumple previamente con los acreedores que no aceptaron la reestructuración de 2002 (holdouts). Debemos recordar que Argentina impagó en 2001 y reestructuró la deuda al año siguiente. Según Reinhart y Rogoff, Argentina impagó su deuda en cinco ocasiones desde 1950 (1951, 1956, 1982, 1989 y 2001). Por tanto, la sentencia bloquea el pago previsto de Argentina a finales de junio de 900 millones de dólares a los acreedores que sí aceptaron la reestructuración. Los mercados argentinos reaccionaron muy mal al fallo del tribunal (el precio de algunos bonos y el índice Merval de la bolsa cayeron más de un 10%) y la agencia S&P rebajó la calificación del país hasta CCC- desde CCC+.

Argentina afirma que no tiene recursos ni voluntad para abonar el 100% de la deuda a los holdouts –implicaría un desembolso total de 15.000 millones de dólares, casi un 60% de sus reservas internacionales–, pero aún existe margen para evitar el impago, si bien cualquier decisión conllevará un elevado coste. Por un lado, puede negociar un descuento con los fondos de inversión que han llevado al país a los tribunales, asumiendo el desgaste político y el gasto financiero, pero cerrando definitivamente el problema. Esta opción permitiría rebajar el riesgo-país y recuperar la “normalidad”, si bien cualquier negociación con los holdouts debería cerrarse después del 31 de diciembre, cuando expire la cláusula que impide a Argentina ofrecerles mejores condiciones que las establecidas en la reestructuración (en otro caso, el resto de acreedores tendría derecho a las mismas condiciones). Por otro, el gobierno argentino puede buscar fórmulas para pagar a los bonistas que sí aceptaron la reestructuración (93% del total) sin pasar por el sistema financiero estadounidense (podría intercambiar la deuda por una nueva bajo ley nacional), pero con ello no evitaría el riesgo permanente de embargos y Argentina seguiría sin acceso a los mercados internacionales.

Esta victoria de los holdouts no sólo tiene implicaciones para Argentina, sino que puede influir negativamente en futuras reestructuraciones en otros países: sienta un precedente legal que crea incentivos para que los inversores internacionales sean más beligerantes en las negociaciones con los países en quiebra y más reacios a admitir quitas significativas. Aunque estos problemas tienen fácil solución si se incluyen claúsulas de acción colectiva. La introducción de cláusulas de acción colectiva no altera las obligaciones que se derivan de la Deuda del Estado y sólo facilita la posibilidad de acuerdos vinculantes para todos los tenedores, en el caso de que se plantearan modificaciones en alguna de sus condiciones esenciales.

Frente a los problemas de Argentina, Ecuador va a retornar a los mercados de capitales. El gobierno quiere aprovechar el buen momento de mercado y planea emitir 700 millones de dólares para diversificar sus fuentes de financiación. Desde el impago de 2008 por 3.200 millones de dólares, la mayoría de su financiación en divisas procede de acuerdos con China, algunos respaldados por petróleo (se estima que ha recibido de China 12.000 millones desde 2009). La rentabilidad del nuevo bono podría superar el 7%, rentabilidad muy atractiva en un contexto global con tipos de interés y volatilidades muy bajas.

21
Mar
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    [post_content] => Como hemos comentado en este blog, la economía de Argentina no evoluciona positivamente; pero hay algunos indicadores que podrían señalar una cierta mejora de su política económica.

Un cambio muy destacado ha sido la nueva estimación de la inflación que realizó en enero el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).argentijna 33

Con el nuevo cálculo de la inflación, Argentina ha dado un paso hacia la transparencia de su información estadística, alejándose de la tendencia mantenida en los últimos años.

Entre 2007 y 2013, el dato oficial de la inflación argentina era muy distinto del calculado por agencias independientes. Así, por ejemplo, el INDEC consideró a comienzos del 2012 una inflación interanual del 9,5% mientras que cifras internacionales la aproximaban al 24%. Lo mismo sucedió en 2013, la inflación reconocida por el INDEC era del 10,8% y la estimada por observadores independientes fue del 24% y el 28%.

En cambio, el nuevo dato oficial de inflación registró para el pasado mes de enero un crecimiento del 3,7% y las estimaciones internacionales consideraron un aumento de los precios del 4,6%; un valor mucho más similar al del INDEC y que podría justificarse en diferencias en la composición de la cesta de bienes o en la ponderación de los productos.

Parece que la tendencia a ajustar ambos tipos de estimaciones se mantiene y el INDEC ha reconocido una inflación del 3,4% para febrero, valor que los observadores independientes sitúan a un nivel algo mayor, un 4,3%.

Esta evolución de la inflación, que podría superar el 30% este año, junto con una caída esperada en el Producto Interior Bruto durante 2014 de entre el 1,5% y el 4%, podría provocar que Argentina entrase en recesión en una estanflación (situación en la que a la recesión se le une una alta tasa de inflación)

Sin embargo, no todo es negativo en la economía argentina. En la actualidad, su deuda pública solo representa el 30% del PIB  y aun teniendo en cuenta los pagos al Ciadi (organismo del Banco Mundial encargado del arbitraje), que podrían elevar la deuda hasta el 50%; la deuda argentina se encontraría en un nivel muy moderado.

Además, parece que el Gobierno de Argentina está llevando a cabo medidas para favorecer la estabilidad económica como pueden ser la devaluación del peso argentino en un 20% o la subida de los tipos de interés.

La política monetaria restrictiva supondría un enfriamiento de la economía argentina y la disminución del nivel de precios, lo que relajaría la situación de descontento imperante en la población, ya que permitiría que los argentinos no siguiesen perdiendo tanto poder adquisitivo a consecuencia de la inflación.

Veremos si dichas políticas se consolidan y si la intención de transparencia estadística se mantiene en el largo plazo. Esperemos, además, que otros indicadores económicos sean también actualizados para reflejar mejor la realidad de la economía de la Argentina.
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Como hemos comentado en este blog, la economía de Argentina no evoluciona positivamente; pero hay algunos indicadores que podrían señalar una cierta mejora de su política económica.

Un cambio muy destacado ha sido la nueva estimación de la inflación que realizó en enero el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).argentijna 33

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24
Feb

Argentina de mal a peor

Escrito el 24 febrero 2014 por en América Latina

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    [post_content] => Una vez más el mundo observa con preocupación a la Argentina, un país que ya estuvo en el punto de mira a comienzos de este siglo con el “corralito”, y que vuelve a tener síntomas de deterioro económico como consecuencia de sus equivocadas políticas públicas.

Sin embargo, Argentina no ha estado siempre en una mala situación. A comienzos del siglo XX tenía la quinta renta per cápita más alta del mundo (3.797 dólares) algo por encima de Alemania (3.648 dólares) y superando bastante a España (2.255) o a Japón (1.387). Desde entonces y hasta la década de los años 50, el crecimiento se mantuvo muy alto, por encima del de Estados Unidos y Alemania. Lamentablemente, este proceso de crecimiento no continuó y a mediados del siglo pasado, con la llegada de Perón al poder, Argentina cambió el rumbo y su economía comenzó a empeorar.

Argentina 2Causas del deterioro económico

La mala suerte no fue, ni es, la causa del declive, las razones hay que buscarlas en las políticas peronistas dirigidas a construir una economía autárquica que protegiese a sus industrias ineficientes frente a la competencia del exterior. Un declive que se refleja en el deterioro de su renta per cápita.

Los últimos datos del Banco Mundial muestran que en 2012 la renta per cápita argentina ocupaba el puesto 54 del mundo (11.573 dólares), una cifra muy inferior a la de otros países que en los inicios del siglo XX estaban por detrás de la Argentina como era el caso de Japón que hoy ocupa la posición 11 con 46.720 dólares, Alemania con 41.863 (posición 18) y España con 28.624 (posición 25)

Según The Economist, en 2014, el crecimiento económico de la Argentina será del 2,9%, muy por debajo de la de otros países de su entorno. Así, Chile y México crecerán este año al 3,6%, Colombia al 4,8% y Perú al 5,5%.

Argentina está atravesando una situación difícil: le está pasando factura el fuerte control estatal de su economía, el mal funcionamiento de los mercados, el elevado déficit público, la falta de seguridad jurídica, la hostilidad del Gobierno hacia la inversión extranjera, la intromisión política en la Justicia, la corrupción generalizada y el elevado proteccionismo comercial. Se han establecido fuertes aranceles a la importación de productos extranjeros, así como un impuesto a la exportación de productos nacionales. Estas decisiones de política económica han provocado, entre otros efectos, que Argentina haya pasado de ser el cuarto productor de trigo a nivel mundial en el año 2006 a ocupar el año pasado el décimo lugar.

La mala gestión del comercio internacional unida a la falta de inversión extranjera  ha tenido como consecuencia que las reservas hayan descendido desde 52.618 millones de dólares en 2011 a 27.800 millones de dólares en la actualidad. Además, el control de cambios y la elevadísima inflación (20,5% en 2013 y se espera un 23,3% para este año 2014) están incentivando a los ciudadanos a lanzarse a la compra de dólares como refugio ante la pérdida de poder adquisitivo de su moneda; lo que a su vez fortalece la economía sumergida especialmente el mercado cambiario ilegal en el que se canjean pesos argentinos por dólares. En lo que va de año, el peso ha sufrido una pérdida de valor de más de 18% frente al dólar estadounidense.

Esta situación está afectando también a los inversores internacionales. La amenaza de expropiación, que ya sufrió Repsol en el año 2012, y una ley de control de cambios que no da libertad para sacar del país los dividendos obtenidos, son una parte de los motivos que dañan la confianza de los inversores extranjeros.

Pérdida de posiciones en la economía global

Quizá las fuentes para entender mejor el presente y sobre todo para comprender el futuro de la Argentina no se  encuentren solo en la interpretación de las variables macroeconómicas sino también en el resultado de encuestas de opinión que se realizan a las empresas y a las instituciones nacionales e internacionales, que, una y otra vez, citan a la Argentina como uno de los países peores para hacer negocios. Cuatro informes publicados con periodicidad anual ilustran esta situación:

1)      El “Índice de libertad económica” de The Heritage Foundation que valora tanto las restricciones que tienen las empresas en materia fiscal, laboral, regulatoria y de corrupción de las administraciones públicas; así como la libertad de invertir, financiarse, hacer negocios, patentar, importar y exportar. El grado de libertad económica de la Argentina es bajo, el Banco Mundial  le asigna un valor 44,6 (siendo 0 un país donde las empresas están completamente controladas y 100 un país donde gozan de total libertad). En 2014, Argentina ocupa la posición 166, de un total de 178, una situación peor que la del año 2013 en el que ocupó la posición 160.

2)      Esta falta de libertad está estrechamente relacionada con la dificultad para hacer negocios tal como demuestra el informeDoing business 2014” del Banco Mundial.  Este informe mide el grado de presión fiscal que soportan las empresas así como las facilidades que existen en el país para abrir un negocio, hacer trámites administrativos como pueden ser conseguir permisos o licencias, contratar y despedir trabajadores, proteger los derechos de propiedad, hacer cumplir los contratos, comerciar a través de fronteras y cerrar una empresa. Con todos estos datos se elabora una clasificación que cubre 186 países. Argentina ofrece pocas facilidades para hacer negocios. Ocupa una mala posición, la 126, y lo que es peor supone un descenso de dos puestos respecto al año 2013, en el que se clasificó en el 124.

3)      Transparencia Internacional  elabora un informe (“Corruption Perception Index”) en el que mide el nivel de corrupción. En 2013 Argentina obtuvo una nota de 34 (cero significa que en el país la corrupción es máxima y 100 que es completamente transparente), lo que equivale a la posición 106 de un total de 178 países estudiados y a un aumento en la corrupción desde el año 2012, en el que obtuvo una puntuación de 35 y el puesto 102.

4)      La consecuencia de una alta inflación, la depreciación de la moneda, un bajo nivel de reservas de divisas, el control del comercio internacional y la corrupción es el deterioro de la competitividad. El World Economic Forum (WEF) ya lo adelantó el año pasado en su “Informe sobre competitividad mundial”. En él se elabora un ranking de los 148 países estudiados ordenados de mayor a menor competitividad. Argentina ocupa la posición 103; lo que supone una caída en la clasificación de 10 puestos con respecto al año anterior, y un empeoramiento de 19 puestos en comparación con el informe del año 2011.

En definitiva, ni los ciudadanos argentinos, ni sus empresas, ni los organismos económicos internacionales, ni las empresas extranjeras confían en los políticos de la Argentina, ni en sus jueces, ni en los organismos reguladores.

Afortunadamente, en los últimos meses están empezando a llegar noticias que, si se confirmasen y se mantuviesen en el largo plazo, podrían ser esperanzadoras. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), que sistemáticamente ha distorsionado los datos de inflación, parece que está cambiando su comportamiento, acercando su metodología y resultados a los cálculos que hacen los analistas independientes. El Gobierno ha enviado además una señal de buena voluntad presentando al Club de París una propuesta de pago a sus acreedores, a los que debe 9.500 millones de dólares desde hace más de 12 años.

Conclusión

Pero son medidas, que aún siendo positivas, no van al fondo del problema que no es otro que la necesidad de aumentar el buen gobierno, la libertad económica, la confianza en las instituciones y la apertura al exterior. La lección que nos deja la mala situación de la economía argentina es que las políticas económicas ortodoxas y las buenas instituciones son importantes para mejorar el bienestar de los ciudadanos de los países.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "Argentina de mal a peor". Expansión. Sábado 22 de febrero de 2014, página 35.
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Una vez más el mundo observa con preocupación a la Argentina, un país que ya estuvo en el punto de mira a comienzos de este siglo con el “corralito”, y que vuelve a tener síntomas de deterioro económico como consecuencia de sus equivocadas políticas públicas.

Sin embargo, Argentina no ha estado siempre en una mala situación. A comienzos del siglo XX tenía la quinta renta per cápita más alta del mundo (3.797 dólares) algo por encima de Alemania (3.648 dólares) y superando bastante a España (2.255) o a Japón (1.387). Desde entonces y hasta la década de los años 50, el crecimiento se mantuvo muy alto, por encima del de Estados Unidos y Alemania. Lamentablemente, este proceso de crecimiento no continuó y a mediados del siglo pasado, con la llegada de Perón al poder, Argentina cambió el rumbo y su economía comenzó a empeorar.

Argentina 2 Seguir leyendo…

9
Feb

2014 ¿EL AÑO DE BRASIL?

Escrito el 9 febrero 2014 por en América Latina

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    [post_content] => BrasilEsta semana el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística informó que la producción industrial de Brasil se contrajo en diciembre de 2013 un 3,5%, su peor caída en cinco años, con lo cual la actividad del sector industrial, creció el año pasado un magro 1,2%. Para 2014 las perspectivas no son buenas: la actividad económica crecerá muy lentamente, el déficit público seguirá aumentando y se situaría en torno al 3,7% (el mayor desde 2003) y también lo harán los tipos de interés. Para luchar contra la inflación el mes pasado el Banco Central do Brasil subió los tipos de intervención un 0,5% situándolos en el 10,5% y el bono a diez años se sitúa en el 13,5%.

Todo ello en un año en que Brasil, sexta economía del mundo, albergará la celebración del Mundial de Fútbol que será una especie de examen parcial de como se desarrollarán en 2016 los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro. Estos acontecimientos, unidos a la celebración de las Elecciones Presidenciales en el mes de octubre, han hecho que el país se encuentre en el punto de mira internacional.

Entre 2003 y 2010 Brasil disfrutó de un crecimiento económico acelerado: más del 4% de media anual. Las reformas del Presidente Lula da Silva, la subida del precio de las materias primas y la entrada de capital extranjero podrían ser las causas de  esta mejora económica. Un crecimiento que estuvo acompañado por un mayor desarrollo social. Las medidas de política centradas en la reducción del hambre, garantizar que la población tuviera unos ingresos mínimos y reformar la seguridad social permitieron la disminución de las desigualdades sociales y la pobreza.

No obstante, y pese a que el país ha continuado creciendo, la crisis económica ha hecho mella en su economía. Desde el año 2011 el ritmo de crecimiento ha sido menor: 2,7% en 2011, 0,9% en 2012, 2,6% en 2013 y una previsión del 2% para este año 2014. Un enfriamiento que se ha visto reflejado en el descontento mostrado por los ciudadanos durante el año pasado. La elevación del precio de los transportes fue la excusa para que cientos de miles de brasileños protestaran contra un sistema que permitía el despilfarro, altos niveles de corrupción y elevados niveles de exclusión social. Durante este año la atención internacional que ocasionará el Mundial de Fútbol será una oportunidad para que las protestas y rebeliones de los descontentos se escuchen en todo el mundo.

Y eso a pesar de que como señalamos más arriba tanto el gobierno de Lula como el actual de la presidenta Dilma Rousseff han sido capaces de realizar avances sustanciales en la lucha contra la pobreza y la desigualdad. Es más el principal activo electoral que presenta el Partido de los Trabajadores, al que pertenece Rousseff, en las elecciones de octubre es precisamente las políticas redistributivas, el aumento del salario mínimo en términos reales y un importante incremento de la clase media que representa casi el 60% de la población total.

Mal estado de las infraestructuras

Sin embargo, todas estas mejoras sociales han venido de la mano de un incremento del gasto público que ha obligado al gobierno a relajar las metas fiscales en los últimos años a la vez que ha descuidado la necesaria inversión en infraestructuras. Como consecuencia la red viaria está muy deteriorada e infradimensionada lo que ha llevado a un estancamiento de la competitividad brasileña frente a otros mercados emergentes. A esto, se le puede sumar, la mala situación de los aeropuertos y puertos. Un ejemplo, a día de hoy, Brasil no puede asegurar el transporte entre las diferentes sedes del Mundial de Fútbol debido a la reducida capacidad de sus aeropuertos y a la inexistencia de alternativas al transporte aéreo. Asimismo, los servicios turísticos únicamente garantizan el alojamiento del 23% de los más de dos millones de turistas que se espera que acudan al Mundial.

La solución de esta complicada situación requiere orientar el gasto público hacia actividades que permitan una mejora de la competitividad de la economía. Un ejemplo, solo la organización del Mundial costará más de 3.000 millones de dólares, más del triple de lo presupuestado. Esta falta de gestión racional del gasto público no parece que vaya a mejorar en este año electoral. Por tanto y aunque hace unas semanas en la reunión de Davos, Rousseff predicó sobre la virtud del equilibrio fiscal y de la estabilidad de precios sin embargo, parece probable que de aquí al mes de octubre, el sector público continúe aumentando su gasto para satisfacer al electorado descontento que se manifiesta con broncas en la calle.

Y mientras el gasto público aumente la inflación también lo hará; como consecuencia a) se  erosiona el poder adquisitivo de la población y b) se obliga al Banco Central do Brasil a mantener tipos de interés altos para conseguir la estabilidad de los precios. Y esa política monetaria restrictiva junto con la crisis que sufre Argentina está provocando que se estén revisando a la baja las previsiones de crecimiento de Brasil para este año y que la producción industrial, como vimos más arriba, se debilite a la vez que aumenta la capacidad productiva ociosa (ha pasado del 80,7% en diciembre de 2012 al 79,4% en diciembre de 2013).

En definitiva, Brasil, que tiene un potente tejido industrial, que representa el 26% del PIB, abundantes recursos naturales, elevada cualificación de una parte de su mano de obra y una elevada cantidad de mano de obra barata podría conseguir mayores niveles de crecimiento económico. Desgraciadamente, la política económica populista le está pasando factura. De ahí que el Gobierno debería implementar un conjunto de reformas que redimensionasen el sector público, flexibilizasen el mercado laboral, recortasen los impuestos (tienen los tipos impositivos más altos de América Latina), redujesen el tiempo necesario para la creación de nuevos negocios y agilizasen los contratos entre el sector público y el privado para mejorar las infraestructuras lo que permitiría aumentar la competitividad de las empresas brasileñas.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "2014 ¿EL AÑO DE BRASIL?". Expansión. Sábado 8 de febrero de 2014, página 38.

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BrasilEsta semana el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística informó que la producción industrial de Brasil se contrajo en diciembre de 2013 un 3,5%, su peor caída en cinco años, con lo cual la actividad del sector industrial, creció el año pasado un magro 1,2%. Para 2014 las perspectivas no son buenas: la actividad económica crecerá muy lentamente, el déficit público seguirá aumentando y se situaría en torno al 3,7% (el mayor desde 2003) y también lo harán los tipos de interés. Para luchar contra la inflación el mes pasado el Banco Central do Brasil subió los tipos de intervención un 0,5% situándolos en el 10,5% y el bono a diez años se sitúa en el 13,5%. Seguir leyendo…

27
Ene
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Apenas ha transcurrido un año desde que algunos dirigentes de países emergentes manifestasen su preocupación por la excesiva apreciación de sus divisas (se llegó a hablar de “guerra de divisas”), cuando se vuelve a plantear la posibilidad de una crisis por lo contrario. En esta ocasión, la devaluación del peso argentino ha provocado inestabilidad en los mercados de acciones, de bonos y en las divisas emergentes. La aversión al riesgo está aumentando significativamente y las repercusiones empiezan a ser globales, extendiéndose también hacia los países desarrollados.

Los factores detrás de la creciente desconfianza hacia los países emergentes no son nuevos y destacan principalmente los siguientes:

- El cambio en la política monetaria estadounidense que anticipa una reducción en la liquidez global a medio plazo.
- El deterioro en las expectativas sobre China por el debilitamiento de la economía y la inestabilidad financiera.
- Las crecientes tensiones políticas y sociales, que empiezan a generalizarse (últimos casos de Tailandia, Indonesia, Ucrania, Turquía, etc).
- La acumulación de desequilibrios en algunas de las principales economías tras más de una década de bonanza (casos, por ejemplo, de Turquía, Indonesia, o los BRIC). Sin embargo, en la mayoría de los casos, estos desequilibrios son inferiores a los existentes en gran parte de economías desarrolladas y mucho menos importantes que los registrados cuando se desencadenaron crisis anteriores.

Por tanto, la reciente crisis cambiaria en Argentina ha sido sólo un detonante (no se trata de una sorpresa, dado que es uno de los países con fundamentos más débiles y sin acceso a los mercados internacionales), que ha acentuado el proceso de reestructuración de carteras que se venía observando en los últimos meses: infraponderación de los países emergentes a favor de los desarrollados, donde las expectativas han venido mejorando gradualmente, sobre todo, desde el segundo semestre de 2013.

Los factores detrás de la diferenciación negativa de los mercados emergentes no son nuevos (desde 2011 el MSCI Emerging Markets están corrigiendo) ni van a desaparecer de la noche a la mañana (seguirán interactuando en los próximos meses) y es previsible que los ajustes continúen, especialmente en los países más débiles. Sin embargo, exceptuando casos puntuales (Argentina, Turquía, e Indonesia, entre otros), los tipos de cambio flexibles están permitiendo ajustes ordenados de las divisas –una válvula esencial de ajuste en las economías- y es poco probable que se lleguen a casos extremos como las crisis registradas en el pasado, cuando la ruptura de los currency peg conllevó, inmediatamente, una crisis de deuda (la combinación de divisas sobrevaloradas y elevados endeudamientos en moneda extranjera era una combinación letal). Además, otra de las lecciones que mejor aprendieron de las anteriores crisis es que para reducir su vulnerabilidad conviene acumular superávit por cuenta corriente y reservas de divisas (éstas ascienden actualmente a 7,5 billones de dólares, frente a 1,2 billones hace sólo 10 años).

En cualquier caso, es preciso discriminar porque algunos países emergentes sí que muestran graves debilidades por la fuerte intervención en su economía, por elevados desequilibrios externos, por falta de acceso a la financiación en los mercados internacionales y por crecientes tensiones sociales. Los casos más graves serían los de Venezuela, Argentina, Ucrania y Egipto. En un escalón inferior están, por este orden, Turquía, Indonesia, Brasil e India, pues aún no han hecho las reformas necesarias, han vivido por encima de sus posibilidades en los últimos años, acumulando déficit por cuenta corriente, y el mayor desarrollo de sus mercados de capitales (con alta presencia de inversores extranjeros) les hace más sensibles ante un episodio de crisis de confianza.

Los fundamentos a favor de los activos de riesgo en los desarrollados no cambian

Es previsible que el contagio siga afectando negativamente a los mercados desarrollados, necesitados de una corrección tras subidas muy intensas en 2013 y el exceso de confianza que se había acumulado.

En el caso de España, la penalización ha sido mayor (-3,6% el viernes pasado) por tres motivos:

i) la fuerte subida registrada desde la segunda mitad de 2013,

ii) su mayor exposición a Latam en comparación con el resto de mercados europeos (en 2013 se estima que los ingresos por ventas en la región representaron en torno al 25% del total), y

iii) se teme el riesgo de contagio hacia los dos grandes de la región, sobre todo Brasil. Ello ha provocado la pérdida de los 10000 puntos en el Ibex y la caída hasta el siguiente soporte, en los 9800.

Sin embargo, no pensamos que esta corrección termine dañando las expectativas de los mercados desarrollados, cuyos fundamentos han mejorado significativamente: reactivación de la economía estadounidense, recuperación de la UEM y fin de la crisis soberana, tipos de interés de corto plazo en niveles muy bajos, incremento de los beneficios empresariales y mayor atractivo relativo en términos de valoración respecto a inversiones alternativas. De hecho, una vez superado el impacto inicial, podrían incluso verse beneficiados por la salida de capitales de emergentes hacia destinos más seguros y con mejores perspectivas.
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globalArgentina provoca un nuevo brote de inestabilidad

Apenas ha transcurrido un año desde que algunos dirigentes de países emergentes manifestasen su preocupación por la excesiva apreciación de sus divisas (se llegó a hablar de “guerra de divisas”), cuando se vuelve a plantear la posibilidad de una crisis por lo contrario. En esta ocasión, la devaluación del peso argentino ha provocado inestabilidad en los mercados de acciones, de bonos y en las divisas emergentes. La aversión al riesgo está aumentando significativamente y las repercusiones empiezan a ser globales, extendiéndose también hacia los países desarrollados.

Los factores detrás de la creciente desconfianza hacia los países emergentes no son nuevos y destacan principalmente los siguientes: Seguir leyendo…

23
Nov

La futura presidenta de Chile

Escrito el 23 noviembre 2013 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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    [post_content] => Michelle Bachelet fue presidente de Chile del 2006 al 2010, la primera mujer en ostentar ese cargo desde la independencia del país, después de ganar las elecciones de diciembre del 2005 a Sebastián Piñera.    Dejo el cargo en Junio del 2010, sucediéndole curiosamente este último.  3 años después anunció nuevamente su candidatura a las elecciones  presidenciales, convirtiéndose en el candidato del partido Nueva Mayoría, que suma los apoyos del partido Demócrata Cristiano y del partido Radical Socialdemócrata. El 17 de Noviembre, tras enfrentarse a nueve candidatos, algo inédito en la historia electoral de chile, Bachellet obtuvo el 46% de los votos y se medirá en segunda vuelta a la candidata conservadora, Evelyn Matthei, ministra de Trabajo hasta el momento de su presentación como candidata, el próximo, el próximo 15 de diciembre.

Michelle Bachellet

Tras su exitoso primer mandato, abandonó la presidencia con una tasa de aprobación del 80%, Bachelet  tiene el objetivo de seguir trabajando en la reducción de las tasas de desigualdad del país.  Actualmente el país andino tiene las peores tasas de distribución de ingresos de los países miembros de la OCDE.  Hay un sentir generalizado en el país que aunque únicamente un 15% es catalogada actualmente como pobre, los ingresos y la riqueza están desigualmente repartidos

Michelle Bachellet no fue la primera presidente de Latinoamérica, antes le precedieron María Estela Martínez de Perón en Argentina o Violeta Chamorro en Nicaragua, pero tiene ante sí la posibilidad de ser la primera que lo consigue en dos ocasiones diferentes.  En la primera vuelta se vio afectada por la dispersión de voto entre las múltiples candidaturas.  Parece poco probable que no salga victoriosa de la segunda vuelta .

Chile es un país pequeño, con un poco más de 17M de ciudadanos, un crecimiento económico en torno al 5% , una inflación controlada, , bajo índice de endeudamiento `público y el mayor productor mundial de cobre.  Las bases son sólidas para los próximos años y es seguro que será una mujer quien gestionará los destinos del país durante los próximos cuatro años
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Michelle Bachelet fue presidente de Chile del 2006 al 2010, la primera mujer en ostentar ese cargo desde la independencia del país, después de ganar las elecciones de diciembre del 2005 a Sebastián Piñera.    Dejo el cargo en Junio del 2010, sucediéndole curiosamente este último.  3 años después anunció nuevamente su candidatura a las elecciones  presidenciales, convirtiéndose en el candidato del partido Nueva Mayoría, que suma los apoyos del partido Demócrata Cristiano y del partido Radical Socialdemócrata. El 17 de Noviembre, tras enfrentarse a nueve candidatos, algo inédito en la historia electoral de chile, Bachellet obtuvo el 46% de los votos y se medirá en segunda vuelta a la candidata conservadora, Evelyn Matthei, ministra de Trabajo hasta el momento de su presentación como candidata, el próximo, el próximo 15 de diciembre.

Michelle Bachellet

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