El pasado lunes se anunciaba la concesión a Paul Krugman del Nobel de Economía –en realidad, no es un Nobel como los del resto de categorías, sino un premio instituido por el Banco de Suecia en memoria de Alfred Nobel-. Estamos ante uno de los economistas más mediáticos y con mayor proyección pública del mundo académico, columnista habitual del New York Times, conocido conferenciante y azote de las políticas económicas del gobierno Bush. Pero el premio no le ha sido concedido por esos motivos, sino por sus valiosos análisis de los patrones del comercio internacional y de la localización geográfica de la actividad económica.
Un auténtico divulgador
Estoy segura de que quienes, como yo, hayan cursado alguna asignatura de comercio o finanzas internacionales en los últimos 15 años, conocerán el nombre de Paul Krugman. Su manual Economía Internacional: Teoría y Política, escrito junto con Maurice Obstfeld, es ya un auténtico clásico que aparece en cualquier bibliografía recomendada para esas materias. Se trata de un libro especialmente claro y didáctico, a la vez que riguroso, como también lo son otros de carácter eminentemente divulgativo que ha publicado en su carrera. Lo recomiendo a todo lector que esté interesado en tener un mejor conocimiento de cuestiones como por qué comercian los países, qué ganancias obtienen del comercio, qué argumentos suelen utilizarse en defensa de las medidas proteccionistas o de qué depende la evolución del tipo de cambio.
Un revolucionario de las teorías del comercio internacional
Entre las teorías que se explican en ese manual están las que el propio Paul Krugman ha desarrollado y con las que se ha hecho acreedor de un premio merecido. Hasta la irrupción de sus modelos, el comercio internacional se explicaba bajo supuestos casi extremos de competencia perfecta, equilibrio general y ausencia de fallos de mercado. El comercio y sus beneficios o costes surgían así de la ventaja comparativa. Krugman cambió ese paradigma, introduciendo hipótesis de competencia imperfecta con las que se pueden explicar aspectos que escapaban a otros modelos. Ya no bastaba con la ventaja comparativa, había que tener en cuenta la existencia de rendimientos crecientes de escala y economías externas. A partir de esos conceptos, desarrolló modelos en los que las políticas comerciales de los países resultan ser una interacción estratégica entre países, a cuyo estudio se puede aplicar la teoría de juegos para determinar la estrategia óptima, según cuál sea el funcionamiento del mercado en cuestión.
La otra gran aportación de Krugman se ha producido en el campo de la denominada economía geográfica, disciplina que examina las razones y los efectos de que la actividad económica se concentre en determinados lugares o regiones, y que ha servido de soporte teórico para políticas de promoción de clusters tecnológicos, por ejemplo.
Se podrán compartir o no las ideas de Krugman, pero no hay duda de que es un gran economista. Enhorabuena por el premio, profesor Krugman.
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