La próxima semana se producirá en el Congreso de los Diputados el debate y la votación de las enmiendas a la totalidad presentadas a los Presupuestos Generales del Estado para 2009. Aunque pueda parecer un tema «menor» dada la tormenta financiera que tenemos encima, resulta de gran importancia, dada la trascendencia que los presupuestos tienen sobre la actividad económica española para el próximo ejercicio.
Se ha escrito mucho ya sobre los presupuestos, así que no me extenderé demasiado. Tan solo destacaré algunos aspectos que resultan llamativos a los ojos de los analistas económicos. El primer vistazo al cuadro macro sobre el que se sustentan los presupuestos me hizo recordar un curioso episodio. Como dice el chiste, los economistas somos muy torpes elaborando predicciones, especialmente si son del futuro. Los crecimientos previstos (con varios meses de antelación) en los proyectos de presupuestos rara vez coinciden con el crecimiento efectivo de la economía en los ejercicios presupuestarios. Y uno de los casos más llamativos fue el del año 1993, en el que el gobierno casi acertó con la cifra de crecimiento (1,3 previsto frente al 1,0 efectivo), pero se equivocó en el signo, ya que la economía no creció un 1,0%, sino que experimentó un decrecimiento de dicha magnitud.
En 2009 el gobierno prevé un crecimiento del 1,0% y dadas las previsiones más recientes de los principales organismos nacionales e internacionales, no es descabellado pensar que vuelva a estar muy cerca en cuanto a la magnitud, pero vuelva a errar el signo. Una desasosegante similitud con el año 1993.
Las consecuencias de dicho optimismo se trasladan también al ámbito del empleo. Mientras que las previsiones del gobierno incluyen una destrucción de empleo de un -0,5%, lo que equivale a unos 100.000 puestos de trabajo, todo apunta a que los resultados en esta materia van a ser mucho peores. Baste mencionar que ahora mismo el nivel de destrucción de empleo, en términos interanuales, ya está en el entorno de las 200.000 personas, y en 2009 no va a mejorar.
Prever un crecimiento tan optimista, y elaborar unos presupuestos sobre dicha base, trae consigo una sobreestimación de los ingresos fiscales. Si comparamos las cifras presupuestadas de ingresos fiscales para 2009 con la previsión de liquidación en 2008 del Ministerio de Economía y Hacienda nos encontramos con ejemplos llamativos, como que el gobierno prevea aumentar la recaudación de IRPF en un 6,7% (¿cómo conseguirlo con una caída de las rentas de los hogares como consecuencia del intenso crecimiento del paro que vamos a experimentar en 2009?) y del IVA en un 4,8% (¿con el consumo cayendo? Véanse las cifras de ventas de vivienda y automóviles). Otro aspecto que es imposible dejar de comentar es la previsión de crecimiento de los ingresos por cotizaciones de la Seguridad Social de un 7,5%. Incluso con la previsión de evolución del empleo prevista por el gobierno dejo a los lectores que saquen sus propias conclusiones.
Del mismo modo, muchos gastos quedan infraestimados al pensar que el crecimiento será mayor. El ejemplo típico es el de las prestaciones por desempleo. La previsión del gobierno para 2009 es todo un alarde de optimismo: la partida prevista para prestaciones por desempleo asciende a 19.292 millones de euros. Fíjense los lectores que ahora mismo, con el último dato con el que contamos, esta previsión es papel mojado: en el mes de septiembre de 2008 el gasto en prestaciones ha sido de 1.792 millones, por lo que si multiplicados dicha cuantía por 12, pensando en que en 2009 el gasto en prestaciones sea en promedio el actual, la cifra se elevaría a 21.504 millones, lo que ya reflejaría una infrapresupuestación de más de 2.000 millones. Y eso con un número promedio de beneficiarios en 2009 similar al que tenemos en la actualidad. Pero si algo está garantizado es que el número de parados y de beneficiarios, va a ser muy superior. Previsiones bastante sólidas apuntan a que la cifra de parados puede aproximarse a los 3,5 millones de personas a final de 2009, lo que supone 900.000 parados más que en la actualidad.
En definitiva, todo va a repercutir en un déficit muy superior al previsto por el gobierno. Mi apuesta es que superaremos el 3%. El próximo año veremos si me he equivocado.
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