23
Jun
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    [post_content] => A lo largo de los últimos 500 años los imperios han surgido y desaparecido con relativa rapidez. El mundo ha estado dominado sucesivamente por españoles (la España imperial duró siglos), franceses e ingleses. En el siglo pasado aparecieron finalmente el imperio soviético y el americano. Tras el colapso del comunismo EEUU se ha convertido en la única potencia mundial. Efectivamente al final del siglo XX EEUU se erigió como país dominante ganando la carrera tecnológica (es la primer potencia tecnológica del mundo), la política (única superpotencia), la militar, que le permite ser el imperio  y la económica (es la primera economía del mundo).  Su dominio es incluso cultural.

Pero al igual que ocurrió con los otros imperios parece que el americano empieza a desmoronarse. Sobre este tema Samuel P. Huntington ha escrito un libro polémico (¿Quiénes somos?) en el que señala que a corto o a largo plazo EEUU se tambaleará y entonces ¿Qué país ocupará su lugar? ¿China? ¿India? No lo sabemos, pero, desde mi punto de vista, los indicios señalan que poco a poco, lentamente pero de forma perceptible, las bases sobre las que se construyó el sueño americano se tambalean. Para Huntington la caída del imperio, se debe entre otras cosas, a los inmigrantes latinoamericanos, especialmente mexicanos que destruyen las tradiciones de EEUU erosionando la identidad norteamericana. A mi me parece que no. A mi me parece  que EEUU se está autodestruyendo por su política unilateral e insolidaria.


Los romanos, austrias, borbones, otomanos y británicos fueron expertos en gestionar caídas lentas o aterrizajes suaves de los imperios. En cambio, la Francia napoleónica, el Tercer Reich de Hitler y la URSS moribunda de Brezhnev protagonizaron derrumbamientos catastróficos y repentinos de los imperios. ¿Hay algún imperio inmortal? ¿Ha llegado Estados Unidos a su ocaso? ¿Si es así se precipitará la superpotencia norteamericana a toda velocidad o será un aterrizaje suave? ¿Qué cosas concretas está haciendo el gobierno de Bush, con la complicidad de la opinión pública, para debilitar su propio país?


    [post_title] => ¿Ha comenzado la decadencia de los Estados Unidos?
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A lo largo de los últimos 500 años los imperios han surgido y desaparecido con relativa rapidez. El mundo ha estado dominado sucesivamente por españoles (la España imperial duró siglos), franceses e ingleses. En el siglo pasado aparecieron finalmente el imperio soviético y el americano. Tras el colapso del comunismo EEUU se ha convertido en la única potencia mundial. Efectivamente al final del siglo XX EEUU se erigió como país dominante ganando la carrera tecnológica (es la primer potencia tecnológica del mundo), la política (única superpotencia), la militar, que le permite ser el imperio y la económica (es la primera economía del mundo). Su dominio es incluso cultural.

Pero al igual que ocurrió con los otros imperios parece que el americano empieza a desmoronarse. Sobre este tema Samuel P. Huntington ha escrito un libro polémico (¿Quiénes somos?) en el que señala que a corto o a largo plazo EEUU se tambaleará y entonces ¿Qué país ocupará su lugar? ¿China? ¿India? No lo sabemos, pero, desde mi punto de vista, los indicios señalan que poco a poco, lentamente pero de forma perceptible, las bases sobre las que se construyó el sueño americano se tambalean. Para Huntington la caída del imperio, se debe entre otras cosas, a los inmigrantes latinoamericanos, especialmente mexicanos que destruyen las tradiciones de EEUU erosionando la identidad norteamericana. A mi me parece que no. A mi me parece que EEUU se está autodestruyendo por su política unilateral e insolidaria.

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22
Jun
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    [post_content] => En este blog de economía no es la primera vez que escribimos sobre la fuerte dependencia tecnológica española del exterior. Hace poco publicamos y analizábamos la balanza de pagos tecnológica que recoge los ingresos y pagos de España en concepto de royalties. En otro post señalamos que los indicadores del sector de alta tecnología en el año 2005 no eran aceptables  Hoy publicamos los datos de comercio exterior de bienes de equipo. Que también es un indicador que sirve para evaluar el nivel tecnológico de un país, y su relación con el resto del mundo. Ello se debe a que los bienes de equipo, como es sabido, incorporan, por su naturaleza, conocimientos tecnológicos.

tecnologia.JPG




El análisis de los datos de la balanza de pagos española señala que el comercio exterior de bienes de equipo es tradicionalmente bastante deficitario. Tanto las importaciones como las exportaciones de bienes de equipo crecieron de manera notable entre 1995 y 2000, manteniéndose las exportaciones constantes hasta 2003, mientras que las importaciones disminuyeron significativamente. En 2003, sin embargo, tanto las exportaciones como las importaciones iniciaron un repunte que ha continuado hasta 2006. Sin embargo, se sigue importando mucha más maquinaria de la que se exporta. Por tanto, los intercambios españoles de estos productos, que tienen una importante incorporación de tecnología, manifiestan una fuerte dependencia tecnológica del exterior, es decir, a España le falta de tecnología propia. También por esta vía parece confirmarse el déficit tecnológico español.


La tasa de cobertura de las exportaciones de bienes de equipo frente a las importaciones (exportaciones/importaciones y multiplicado por 100), que desgraciadamente venía disminuyendo desde 2002, creció un punto en 2006 y se sitúa en el 54%. Por grandes categorías de bienes de equipo la evolución de los ratios de cobertura entre 1995 y 2006 es similar para todas ellas, con una tendencia decreciente, excepto para material de transporte, cuya trayectoria presenta saltos de mayor magnitud, y para equipos de oficina y telecomunicación, donde la tendencia decreciente tiene una relevancia especial.

El gasto español en I+D, es del 1% del PIB, cuando el esfuerzo medio de los países de la OCDE se sitúa en el 2,5%. España sufre todavía, por tanto, un importante retraso tecnológico en comparación con los demás países de su entorno. Ciertamente en los dos últimos años se ha producido, en España, un aumento significativo de los gastos dedicados a I+D, por lo que es de esperar que a medio plazo se reduzcan estos saldos negativos de la balanza de pagos concepto de de bienes de equipo y siga subiendo la cobertura. Para ello hay que seguir mejorando las políticas en áreas relacionadas con las nuevas tecnologías, ya que buena parte de nuestros problemas actuales se deben a haber postergado las políticas necesarias. ¿Tú como lo ves?


    [post_title] => La dependencia tecnológica de España: déficit en el comercio de bienes de equipo
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En este blog de economía no es la primera vez que escribimos sobre la fuerte dependencia tecnológica española del exterior. Hace poco publicamos y analizábamos la balanza de pagos tecnológica que recoge los ingresos y pagos de España en concepto de royalties. En otro post señalamos que los indicadores del sector de alta tecnología en el año 2005 no eran aceptables Hoy publicamos los datos de comercio exterior de bienes de equipo. Que también es un indicador que sirve para evaluar el nivel tecnológico de un país, y su relación con el resto del mundo. Ello se debe a que los bienes de equipo, como es sabido, incorporan, por su naturaleza, conocimientos tecnológicos.

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21
Jun
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    [post_date] => 2007-06-21 15:18:30
    [post_date_gmt] => 2007-06-21 14:18:30
    [post_content] => El semanario The Economist ofrecía hace poco (26 de mayo-1 de junio) un especial de tres páginas titulado Marriage in America dedicado a explicar las conclusiones de numerosos estudios que muestran la superioridad social de la familia tradicional y más en concreto del matrimonio frente a las demás formas de convivir y tener descendencia. Buena parte de los datos que ofrece The Economist  están referidos a Estados Unidos y fueron obtenidos en Why Marriage Matters. Desde distintas perspectivas, The Economist muestra que el matrimonio da los mejores resultados en los distintos indicadores de desarrollo humano, tanto para los adultos como para los niños: bienestar material, productividad laboral, salud física y psíquica, rendimiento escolar, tasa de alcoholismo y drogadicción. Las conclusiones de Why Marriage Matters (he encontrado un resumen en castellano) ponen de relieve que los beneficios que el matrimonio aporta a las familias y a la sociedad, justifica que sea tratado como una opción social preferente.

El divorcio aumenta la pobreza y el deterioro social.

The Economist menciona también una investigación de Adam Thomas e Isabel Sawhill, que analiza el impacto económico de las rupturas familiares. Estos profesores llegaron a la conclusión de que si en Estados Unidos no hubieran subido los índices de divorcio y de cohabitación de 1960 a 1998, la tasa de pobreza infantil, entre la población negra, se habría quedado en el 28,4%, en vez del 45,6% registrado al final del periodo. En el caso de los blancos, no habría pasado del 11,4%, en lugar de llegar al 15,4%. Los estudios citados por The Economist muestran que no todas las uniones afectivas son iguales. Así  Mary Parke, del Center for Law and Social Policy, concluye que los hijos de familias monoparentales tienen mayores probabilidades de ser pobres que quienes viven con sus dos padres biológicos (26% frente al 5%). En este sentido, también la formación escolar y los resultados académicos dependen del ambiente familiar: mejoran cuando el entorno es estable y no existen conflictos importantes. El artículo del Economist (The frayed know) señala también que el 30% de los hijos de divorciados afirmaba tener malas relaciones con su madre, frente al 16% de los jóvenes cuyos padres seguían casados.


La importancia de la familia

Sobre un tema parecido escribía ayer MARGARITA RIVIÈRE un artículo en El País titulado “Decadencia de las clases medias” donde defiende que las familias españolas han sido y todavía son generadoras de una gran parte del bienestar económico y social de España; lo que significa también que ahorran al estado un ingente gasto público ya que ocupan privadamente un espacio que se suele publicitar como tarea propia del Estado de bienestar. En las familias españolas los padres ayudan a sus hijos a emanciparse (ayudándoles con la hipoteca o evitándoles la hipoteca) o dándoles cobijo, al tiempo que también se ocupan de los abuelos y de sus achaques. Menciona también a esas jóvenes abuelas -y abuelos- que cuidan a sus nietos a la par que dan compañía y atención directa a sus propios padres ya viejos.  Las familias resuelven también, importantes problemas en el comportamiento de los individuos y son motor económico y amortiguador social del país. El artículo de Rivière concluye que afortunadamente la familia no está en decadencia ¿o sí?

¿Son las familias las que tiran de la maquinaria económica de un país? ¿Si las familias se deterioran quien las va a sustituir como motor económico y amortiguador social? ¿Ese deterioro de la unidad familiar consolidará nuevas y vertiginosas desigualdades sociales?

    [post_title] => La familia y el matrimonio como factores de desarrollo económico y social
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El semanario The Economist ofrecía hace poco (26 de mayo-1 de junio) un especial de tres páginas titulado Marriage in America dedicado a explicar las conclusiones de numerosos estudios que muestran la superioridad social de la familia tradicional y más en concreto del matrimonio frente a las demás formas de convivir y tener descendencia. Buena parte de los datos que ofrece The Economist están referidos a Estados Unidos y fueron obtenidos en Why Marriage Matters. Desde distintas perspectivas, The Economist muestra que el matrimonio da los mejores resultados en los distintos indicadores de desarrollo humano, tanto para los adultos como para los niños: bienestar material, productividad laboral, salud física y psíquica, rendimiento escolar, tasa de alcoholismo y drogadicción. Las conclusiones de Why Marriage Matters (he encontrado un resumen en castellano) ponen de relieve que los beneficios que el matrimonio aporta a las familias y a la sociedad, justifica que sea tratado como una opción social preferente.

El divorcio aumenta la pobreza y el deterioro social.

The Economist menciona también una investigación de Adam Thomas e Isabel Sawhill, que analiza el impacto económico de las rupturas familiares. Estos profesores llegaron a la conclusión de que si en Estados Unidos no hubieran subido los índices de divorcio y de cohabitación de 1960 a 1998, la tasa de pobreza infantil, entre la población negra, se habría quedado en el 28,4%, en vez del 45,6% registrado al final del periodo. En el caso de los blancos, no habría pasado del 11,4%, en lugar de llegar al 15,4%. Los estudios citados por The Economist muestran que no todas las uniones afectivas son iguales. Así Mary Parke, del Center for Law and Social Policy, concluye que los hijos de familias monoparentales tienen mayores probabilidades de ser pobres que quienes viven con sus dos padres biológicos (26% frente al 5%). En este sentido, también la formación escolar y los resultados académicos dependen del ambiente familiar: mejoran cuando el entorno es estable y no existen conflictos importantes. El artículo del Economist (The frayed know) señala también que el 30% de los hijos de divorciados afirmaba tener malas relaciones con su madre, frente al 16% de los jóvenes cuyos padres seguían casados.

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20
Jun

Sobre la productividad europea

Escrito el 20 junio 2007 por Javier Carrillo en Unión Europea

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    [post_content] => En su post de ayer, Rafa nos hablaba sobre la falta de competitividad de la economía europea y finalizaba lanzando algunas preguntas en torno a su productividad. No es éste un concepto sencillo y me ha parecido oportuno añadir alguna información al respecto.

En las economías desarrolladas, el crecimiento de la productividad del trabajo suele ser el determinante más importante de las mejoras a más largo plazo del producto potencial y del nivel de vida. Con frecuencia, la evolución del nivel de vida medio de una economía se mide en términos de PIB real per cápita y, en consecuencia, depende más del número de personas sobre las que recae esa producción que del número de personas u horas que son necesarias para su obtención. Al mismo tiempo, las medidas del PIB per cápita y del PIB por hora trabajada están conceptualmente relacionadas. La diferencia entre ambas, que refleja las horas trabajadas por habitante, pone de manifiesto hasta qué punto se utiliza en el proceso de producción el trabajo potencialmente disponible.

Para entender la situación de la productividad en la zona euro en la actualidad, es importante echar la vista atrás, a las dos décadas pasadas, y resulta interesante hacer una comparación con EEUU como referencia. Los datos que manejan el BCE y la Comisión indican que el descenso observado en el crecimiento medio de la productividad del trabajo en la zona del euro entre la década de los 1980 y la de los 1990 tuvo su origen en el menor crecimiento de la intensificación del uso del capital y de la productividad total de los factores. En general, los resultados apuntan a que la evolución de la productividad en la zona euro podría mejorar si se eliminaran los obstáculos estructurales que adoptan la forma de rigideces en los mercados de trabajo y de productos. La impresionante trayectoria de la productividad de la economía estadounidense desde la segunda mitad de la década de los 1990 debería llevar a preguntarnos por qué la evolución ha sido menos favorable en la zona euro.


En los términos que nos ocupan, ha habido dos ciclos de larga duración en el período que comenzó en 1980, que se extendieron, respectivamente, desde el mínimo cíclico registrado en 1981 hasta el mínimo de 1993 y desde entonces hasta el que se produjo en 2003. Desde principios de los años 1980, el crecimiento de la productividad per cápita de la zona euro ha sido, en promedio, inferior al de EEUU. En los años 1980, la brecha se debió a la trayectoria divergente del grado de utilización del factor trabajo, positiva en EEUU y negativa en la zona euro, mientras que el crecimiento de la productividad por hora trabajada fue más elevado en la zona euro y contribuyó intensamente a reducir la brecha. Esta situación cambió en la década de los 1990, cuando la brecha entre la zona euro y EEUU en lo que respecta al crecimiento de la utilización del factor trabajo fue mucho menor, mientras que, al mismo tiempo, la zona euro dejó de registrar ese mayor crecimiento en cuanto a la productividad. La evolución de los últimos años indica que estos cambios relativos en las contribuciones al crecimiento per cápita han seguido produciéndose. En general, el descenso del crecimiento de la productividad agregada en el período comprendido entre la década de los 1980 y de los 1990 en la zona euro, parece deberse a la menor contribución de la intensificación del uso del capital y de la productividad total de los factores.

La persistente ralentización del crecimiento de la productividad en la zona del euro también puede deberse, en parte, a un mayor crecimiento del empleo en comparación con períodos anteriores, consecuencia de la creciente actividad y de la reincorporación de parados al mercado de trabajo. No obstante, a diferencia de EEUU, las presiones a la baja sobre el crecimiento de la productividad asociadas a un intenso crecimiento del empleo no se han visto compensadas por un mayor crecimiento de la productividad total de los factores. Uno de los motivos de que se haya registrado un descenso en lugar de un incremento en el crecimiento de la productividad total de los factores de la zona euro parece residir en que el impacto de la producción y el uso del capital TIC (nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones) han sido relativamente moderados hasta ahora. Esto puede estar relacionado, en cierta medida, con el hecho de que los sectores de servicios consumidores de TIC, que han contribuido sustancialmente al crecimiento de la productividad agregada en EEUU, siguen teniendo una magnitud relativamente reducida en la zona euro.

En general, la productividad del trabajo per cápita todavía es inferior a la de los EEUU, aunque ello se debe en buena medida a que los europeos prefieren tener más tiempo libre y más días de vacaciones. En términos de productividad por hora trabajada, la diferencia entre la UE y los EEUU es menor. Pero lo preocupante en definitiva es que la productividad europea está evolucionando actualmente a un ritmo inferior a la de los EEUU, ampliándose la diferencia al respecto. Numerosos informes coinciden en que se debe a una menor utilización TIC y a unos niveles de inversión insuficientes. Sin embargo, otros estudios llegan a la conclusión de que el problema fundamental no reside únicamente en la falta de tecnologías de la información, como se ha sugerido tantas veces, sino básicamente en la ausencia de profundidad en la aplicación de ese capital a los procesos productivos, con reflejo directo en la productividad del trabajo y, además, en una menor productividad total de los factores de producción que se achaca a menores gastos en I+D+I. El problema parece residir en que muchas empresas europeas siguen siendo reticentes a invertir en TIC y herramientas avanzadas de e-business, mientras que los EEUU, y también otros países como Japón, China o Corea del Sur, sí han estimulado con ellas en mayor medida el crecimiento económico y la productividad.

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En su post de ayer, Rafa nos hablaba sobre la falta de competitividad de la economía europea y finalizaba lanzando algunas preguntas en torno a su productividad. No es éste un concepto sencillo y me ha parecido oportuno añadir alguna información al respecto.

En las economías desarrolladas, el crecimiento de la productividad del trabajo suele ser el determinante más importante de las mejoras a más largo plazo del producto potencial y del nivel de vida. Con frecuencia, la evolución del nivel de vida medio de una economía se mide en términos de PIB real per cápita y, en consecuencia, depende más del número de personas sobre las que recae esa producción que del número de personas u horas que son necesarias para su obtención. Al mismo tiempo, las medidas del PIB per cápita y del PIB por hora trabajada están conceptualmente relacionadas. La diferencia entre ambas, que refleja las horas trabajadas por habitante, pone de manifiesto hasta qué punto se utiliza en el proceso de producción el trabajo potencialmente disponible.

Para entender la situación de la productividad en la zona euro en la actualidad, es importante echar la vista atrás, a las dos décadas pasadas, y resulta interesante hacer una comparación con EEUU como referencia. Los datos que manejan el BCE y la Comisión indican que el descenso observado en el crecimiento medio de la productividad del trabajo en la zona del euro entre la década de los 1980 y la de los 1990 tuvo su origen en el menor crecimiento de la intensificación del uso del capital y de la productividad total de los factores. En general, los resultados apuntan a que la evolución de la productividad en la zona euro podría mejorar si se eliminaran los obstáculos estructurales que adoptan la forma de rigideces en los mercados de trabajo y de productos. La impresionante trayectoria de la productividad de la economía estadounidense desde la segunda mitad de la década de los 1990 debería llevar a preguntarnos por qué la evolución ha sido menos favorable en la zona euro.

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19
Jun
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    [post_content] => Desde una perspectiva macroeconómica, la competitividad de una economía puede entenderse en términos generales como su capacidad para alcanzar los objetivos fundamentales de la política económica: crecimiento elevado con pleno empleo, estabilidad de precios y mantener equilibrada su balanza de pagos. Con más precisión, la OCDE señala que la competitividad de una economía puede definirse como el grado en que un país es capaz, en condiciones de libre mercado, de producir bienes y servicios que superan la prueba de los mercados internacionales, a la vez que mantiene e incrementa a largo plazo los ingresos reales de su población. La competitividad de un país también se puede definir como la capacidad de las empresas implantadas en el mismo para afrontar con éxito la competencia nacional e internacional.


competitividad.JPG
El comportamiento de los últimos 20 años de la economía europea pone de manifiesto una evolución poco satisfactoria de su competitividad. La primera potencia exportadora del mundo, la Unión Europea (UE), tiene un retraso tecnológico con respecto a EEUU que le hace perder competitividad. Por ejemplo, la  productividad europea por persona ocupada, a paridad de poder adquisitivo (PPA) es inferior en un 27% a la de EEUU. De ahí la importancia de que los Estados miembros de la UE asuman cuanto antes la llamada estrategia de Lisboa. Los aumentos de productividad se han ralentizado en Europa: entre 1996 y 2005 la productividad de la UE aumentó un 1.4% de media anual y un 0,9% en los países de la zona euro. España es el país de la UE que ha tenido el peor comportamiento en aumentos de productividad. En el mismo periodo en EEUU la productividad aumentó 2,1% de media anual. Sin embargo, la UE es el mayor exportador mundial de productos manufacturados por delante de los EEUU, China y Japón. Entre 1999 y 2005 las exportaciones industriales europeas crecieron un 82%. Sin embargo, China casi ha triplicado sus exportaciones de productos manufacturados  entre 1999 y 2005 y de hecho, exporta más Japón. ¿Es competitiva la UE? ¿Cómo podría la UE mejorar su productividad? ¿Cómo promover un entorno empresarial más abierto a la innovación? ¿Se debería  proteger más la propiedad intelectual? ¿Cómo impulsar más la inversión del sector privado europeo en innovación?



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Desde una perspectiva macroeconómica, la competitividad de una economía puede entenderse en términos generales como su capacidad para alcanzar los objetivos fundamentales de la política económica: crecimiento elevado con pleno empleo, estabilidad de precios y mantener equilibrada su balanza de pagos. Con más precisión, la OCDE señala que la competitividad de una economía puede definirse como el grado en que un país es capaz, en condiciones de libre mercado, de producir bienes y servicios que superan la prueba de los mercados internacionales, a la vez que mantiene e incrementa a largo plazo los ingresos reales de su población. La competitividad de un país también se puede definir como la capacidad de las empresas implantadas en el mismo para afrontar con éxito la competencia nacional e internacional.

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18
Jun

Curva de Laffer

Escrito el 18 junio 2007 por en Diccionario de Economía

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    [post_content] => Diseñada por el economista Arthur Betz Laffer, defiende que, en ocasiones, es precisamente, con rebajas fiscales como se recauda más. La curva de Laffer se apoya en un sencillo dibujo: una U invertida, en un diagrama que coloca el tipo impositivo en el eje de abscisas, y la recaudación en el de ordenadas. La curva de Laffer relaciona niveles de recaudación con el aumento de impuestos. Si medimos el aumento del impuesto, a través de un tipo impositivo medio t, tendríamos una curva con ésta forma:
laffer.JPG


Cuando el tipo impositivo es t1, la recaudación, al aplicar ese tipo sobre la renta, será una cantidad positiva mayor que cero (concretamente R1). Si aumentamos el tipo, la recaudación seguirá creciendo hasta alcanzar un máximo en R2, para un tipo t2. A partir de ese punto, cualquier intento del gobierno para elevar los impuestos (tipo impositivo), se traducirá, paradójicamente, en un descenso de la cantidad recaudada. Nótese que para t3 la recaudación ha caído hasta R3. Es decir, habrá un momento a partir del cual el tipo se considere tan alto, que los contribuyentes comenzarán a dejar de pagar impuestos -será más rentable el fraude o el ocio, que la inversión o el trabajo- hasta llegar a un punto (cuando la curva de Laffer toca el eje de abscisas) en el que, con un gravamen del 100%, no se consigue ingresar nada.

La curva de Laffer ha suscitado multitud de críticas, principalmente debido a la dificultad de su conocimiento empírico, ya que se desconoce el punto de la curva en que se encuentra una economía o, lo que es lo mismo, no se conoce cuál es el tipo de gravamen óptimo (t2) que nos proporciona el mayor nivel de recaudación posible. Los críticos de la curva sostienen que, en EEUU en la década de los años 80, Reagan bajó los impuestos y no aumentó la recaudación y en cambio los gobiernos que siguieron a Reagan, presididos por George Bush padre y Bill Clinton, subieron los impuestos y aumentó la recaudación. Pero en este caso la curva de Laffer sigue siendo cierta, porque, como hemos indicado, hay un momento a partir del cual la disminución de los tipos impositivos supone una caída de la recaudación. La curva de Laffer pretende demostrar algo que parece obvio: no por elevar los impuestos, necesariamente se va a recaudar más. Y también su contrario: no por bajar los impuestos se va a recaudar menos. Islandia, por ejemplo, proporcionó una demostración interesante de la curva de Laffer. De 1991 a 2001, con el tipo impositivo cayendo gradualmente desde el 45% hasta el 18% los ingresos fiscales se triplicaron. Desde 2001 los ingresos se han vuelto a triplicar. Mientras tanto la economía islandesa crece a una tasa media del 4%. Para el caso de España puedes bajarte aquí un artículo que publiqué ayer en el diario El Mundo

Arthur Laffer dibujó esta curva en una servilleta. Fue en una cena en el restaurante Two Continents, de Washington, en los años setenta. Laffer fue invitado Dick Cheney, jefe de Gabinete del entonces presidente Gerald Ford. Laffer trataba de explicar al asesor de la Casa Blanca las ventajas de una rebaja fiscal y para ilustrar sus ideas, tiró de una servilleta, y dibujó su famosa gráfica. En 1989, The Wall Street Journal incluyó a Laffer entre las personas que más influyeron en el periódico. En 1999, la revista Time señaló que la curva de Laffer era uno de los grandes avances que impulsaron la economía del siglo XX. ¿Y qué fue de la servilleta? Está depositada en una vitrina en el Bookings Institution (Washington).

En resumen la curva de Laffer se basa en la hipótesis de que, cuando la presión fiscal es muy alta, la rebaja de impuestos introduce incentivos en la economía, que se traducen en que la gente trabaja más o se pasa de la economía sumergida a la economía legal, con el consiguiente aumento de  la inversión, el empleo y el consumo. El Estado además recaudará más, al mismo tiempo que aumenta la renta disponible de los ciudadanos.
Por cierto hay un catalán que se adelantó a Laffer: Laureano de Figuerola



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Diseñada por el economista Arthur Betz Laffer, defiende que, en ocasiones, es precisamente, con rebajas fiscales como se recauda más. La curva de Laffer se apoya en un sencillo dibujo: una U invertida, en un diagrama que coloca el tipo impositivo en el eje de abscisas, y la recaudación en el de ordenadas. La curva de Laffer relaciona niveles de recaudación con el aumento de impuestos. Si medimos el aumento del impuesto, a través de un tipo impositivo medio t, tendríamos una curva con ésta forma:
laffer.JPG

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17
Jun

Lo que ha cambiado España en 30 años

Escrito el 17 junio 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en Economía española

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    [post_content] => El pasado viernes se conmemoró el trigésimo aniversario de las primeras elecciones democráticas celebradas en España tras la muerte del general Franco. Con motivo de ello, en las últimas semanas se han emitido o escrito multitud de reportajes sobre la Transición (periodo de tiempo de transcurre entre la muerte de Franco y las elecciones de 1982 en las que el Partido Socialista obtuvo mayoría absoluta, durante el cual, España se transformó en una democracia), se ha entrevistado a  muchos de los protagonistas de aquellos acontecimientos e incluso se ha celebrado un acto institucional en el Congreso con presencia de los Reyes.


Muchos de esos reportajes se han centrado en aspectos políticos, pero también algunos han tratado de cómo era la España de 1977 desde el punto de vista social, económico, cultural y hasta deportivo (la liga de fútbol la ganó ese año el Atlético de Madrid). Hoy quiero recoger algunos de los datos económicos que se han publicado sobre aquellos años para que veamos como ha cambiado España en los últimos treinta años.

En 1977, España se hallaba sumida en una fuerte crisis económica, como consecuencia  de la crisis de petróleo de 1973. Aunque la inflación acabó a finales de año en torno al 25%, hacia el verano rondaba el 45%; el paro alcanzaba a 900.000 personas, las exportaciones sólo cubrían el 45% de las importaciones y las reservas disminuían a un ritmo de 100 millones de dólares diarios. Sólo las medidas que se tomaron en otoño en los Pactos de la Moncloa (cuyo artífice fue el recientemente fallecido Enrique Fuentes Quintana), evitaron que la economía española se sumiera en el colapso.

La renta per cápita de los españoles en 1977 era de 6.700 euros frente a los más de 22.000 del pasado año. Y como datos curiosos, el coche más vendido ese año, el SEAT 127 costaba unos 2.100 euros; un litro de gasolina, un periódico y un viaje en Metro (que hoy valen aproximadamente 1 euro), 12, 9  y 1 céntimo respectivamente; y el metro cuadrado de un piso en Madrid en una buena zona, unos 170 euros, frente a los más de 4.000 que cuesta hoy en día. Qué precios, ¿verdad?
Mis recuerdos de aquella época evocan una  España en permanente crisis económica. Recuerdo las huelgas, las empresas que cerraban y lo difícil que era para mis hermanos mayores conseguir un empleo; y no se porque, pero también me acuerdo de que los Telediarios siempre daban la misma noticia: la bolsa había vuelto a caer. Otra cosa que recuerdo son los viajes con mis padres a Málaga en coche (en un SEAT 124 ó en el SEAT 850 de mi madre);  viajes que duraban más de diez horas, por unas carreteras auténticamente infernales. Hoy cuando hago ese mismo viaje con mis hijos, vengo a tardar poco más de la mitad y todo el trayecto es autovía. ¿Alguno de vosotros tiene recuerdos parecidos?

Lo cierto es que las cosas han cambiado mucho y para bien en España desde que recuperamos la democracia. Y no sólo en el aspecto político o social. Algunos de los problemas económicos que tenía España en aquella época, han pasado definitivamente a la historia. Hoy tenemos nuevos retos y desafíos por delante, pero mientras hace treinta años nuestra economía era débil y vulnerable, hoy podemos decir que hemos  alcanzado definitivamente el estatus de país desarrollado.


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El pasado viernes se conmemoró el trigésimo aniversario de las primeras elecciones democráticas celebradas en España tras la muerte del general Franco. Con motivo de ello, en las últimas semanas se han emitido o escrito multitud de reportajes sobre la Transición (periodo de tiempo de transcurre entre la muerte de Franco y las elecciones de 1982 en las que el Partido Socialista obtuvo mayoría absoluta, durante el cual, España se transformó en una democracia), se ha entrevistado a muchos de los protagonistas de aquellos acontecimientos e incluso se ha celebrado un acto institucional en el Congreso con presencia de los Reyes.

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16
Jun
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    [post_content] => En el post que se publicó ayer en este blog de economía (El déficit exterior de España en cifras récord: 10,2% del PIB) se hicieron unos comentarios muy interesantes por parte de los blogeros Whitard, Fabio Casasús y Ángel acerca de la competitividad de la economía española ¿Es sostenible o no el elevado déficit exterior? ¿Durante cuanto tiempo puede una economía mantener un elevado déficit por cuenta corriente? ¿Llegará un momento en que los inversores extranjeros se desanimen y dejen de financiar la economía española? También esta semana Carlos Lago colgaba un comentario en el post ¿Qué es un tipo de cambio fijo? ¿Cómo se modifica un tipo de cambio fijo? en el que preguntaba por la larga historia de devaluaciones de la peseta y que puede hacer España ahora sin peseta y, por tanto, sin el recurso de la devaluación. Para empezar me gustaría dejar claro que tradicionalmente España ha sido un país inflacionario. Los últimos treinta años de nuestra historia económica constatan que la inflación española ha sido siempre superior a la media de la UE. Los productos españoles serían ahora mucho más caros y, por tanto, menos competitivos que los del resto de Europa si esa pérdida de competitividad generada por una mayor inflación no hubiera sido compensada históricamente con devaluaciones de la peseta.


Así, por ejemplo, las fuertes alzas de precios que se produjeron de 1973 a 1977, consecuencia de la primera crisis del petróleo y de la exagerada elevación de los salarios, generaron pérdidas de competitividad que se manifestaron en fuertes déficit de la economía española frente al exterior en los años 1974, 1975 y 1976. Sin embargo, la devaluación de 1977 acordada en los Pactos de la Moncloa permitió recuperar la competitividad perdida, obteniendo superávit en las balanzas por cuenta corriente en los años 1977, 1978 y 1979.

Un segundo período de fuertes subidas de precios, que generó déficit exteriores en 1980 y 1981, se produjo a raíz de la segunda crisis del petróleo en 1979. La devaluación Boyer de 1982 fue la medicina que restableció la competitividad perdida (gracias a ella volvimos a tener superávit con el exterior de 1982 a 1987). En el período 1987-91, los mayores precios frente a nuestros competidores, supuso una excesiva apreciación real de la peseta (un 15% aproximadamente) con persistentes déficit de la cuenta corriente (desde 1988 hasta 1995). Para compensar esta apreciación hubo que devaluar sistemáticamente la peseta: dos veces en 1992, otra en 1993 y la última, la que realizó Solbes, en 1995. Y así, una vez más, gracias a las devaluaciones, se volvió a equilibrar la cuenta corriente (1995, 1996, 1997 y 1998).

A partir de 1999, sin embargo, la mayor inflación española ha venido acompañada de fuertes saldos negativos en la balanza de pagos. Desde 1995, última devaluación, nuestros precios han crecido, aproximadamente, un 15% más que la media de la UE lo que ha generado pérdida irrecuperable de competitividad de nuestros productos y servicios. Si este diferencial de inflación continúa diez años más, las empresas exportadoras españolas lo van a tener muy difícil para vender sus productos en el exterior. Señal de que vamos por mal camino es que el déficit exterior supera el 10% lo que indica claramente que España pierde competitividad. No me resisto a copiar un parte del comentario que hizo ayer Angel: “Cuando España entró en el euro en 1999 su participación en las exportaciones mundiales de bienes era del 2%. En 2006, la participación española bajó hasta el 1,7%. España la octava potencia del mundo ocupa sin embargo el puesto 17º entre los exportadores mundiales. En cambio, ocupamos el puesto 12 entre los importadores mundiales. España, desde que entró en el euro y no puede devaluar, viene disminuyendo su cuota en las exportaciones mundiales de bienes”.

Como es sabido España forma parte del euro desde su fundación en enero de 1999, y, por tanto, ahora y, a diferencia de periodos anteriores, el problema parece mucho más grave, ya que no tenemos la peseta para poder devaluar. ¿Qué podemos hacer?



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En el post que se publicó ayer en este blog de economía (El déficit exterior de España en cifras récord: 10,2% del PIB) se hicieron unos comentarios muy interesantes por parte de los blogeros Whitard, Fabio Casasús y Ángel acerca de la competitividad de la economía española ¿Es sostenible o no el elevado déficit exterior? ¿Durante cuanto tiempo puede una economía mantener un elevado déficit por cuenta corriente? ¿Llegará un momento en que los inversores extranjeros se desanimen y dejen de financiar la economía española? También esta semana Carlos Lago colgaba un comentario en el post ¿Qué es un tipo de cambio fijo? ¿Cómo se modifica un tipo de cambio fijo? en el que preguntaba por la larga historia de devaluaciones de la peseta y que puede hacer España ahora sin peseta y, por tanto, sin el recurso de la devaluación. Para empezar me gustaría dejar claro que tradicionalmente España ha sido un país inflacionario. Los últimos treinta años de nuestra historia económica constatan que la inflación española ha sido siempre superior a la media de la UE. Los productos españoles serían ahora mucho más caros y, por tanto, menos competitivos que los del resto de Europa si esa pérdida de competitividad generada por una mayor inflación no hubiera sido compensada históricamente con devaluaciones de la peseta.

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15
Jun
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    [post_content] => Los datos publicados hoy por el Banco de España sobre la balanza de pagos en el primer trimestre de este año señalan que la pérdida de competitividad de la economía española es un hecho innegable.  El déficit por cuenta corriente de España (déficit con el exterior) en el primer trimestre de 2007 arroja un saldo negativo de 25.486 millones de euros, equivalente a un 10,2% del PIB. El PIB en el primer trimestre de este año fue de 250.460 millones de euros. Este déficit por cuenta corriente es el más alto que ha tenido España en toda su historia y el más alto del mundo (si consideramos solo a los países de tamaño grande y medio). El déficit corriente, publicado hoy por el Banco de España, representa un aumento del 15% con respecto al mismo trimestre del año pasado. Hasta aquí los datos.


Este fuerte deterioro del saldo exterior español junto a la persistente deslocalización de la industria son síntomas de pérdida de competitividad lo que impedirá en el futuro aumentar la producción y el empleo.  Y no se debe olvidar que el empleo está siendo el motor de la economía española.  El fuerte incremento del empleo, sobre todo inmigrante, genera más renta y, por tanto, mayor demanda de consumo y viviendas. Desgraciadamente este mayor desequilibrio exterior de nuestra economía puede agrandarse por el aumento de nuestros costes laborales que hará disminuir todavía más nuestra competitividad y hará que las empresas sigan decidiendo irse a otros países a producir, incluyendo a las empresas españolas.  Para aumentar nuestra competitividad es necesario buscar soluciones: liberalización de mercados, incremento de la productividad en ciertos sectores y una mayor inversión en tecnología. ¿Qué más deberíamos hacer para mejorar nuestra competitividad?


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Los datos publicados hoy por el Banco de España sobre la balanza de pagos en el primer trimestre de este año señalan que la pérdida de competitividad de la economía española es un hecho innegable. El déficit por cuenta corriente de España (déficit con el exterior) en el primer trimestre de 2007 arroja un saldo negativo de 25.486 millones de euros, equivalente a un 10,2% del PIB. El PIB en el primer trimestre de este año fue de 250.460 millones de euros. Este déficit por cuenta corriente es el más alto que ha tenido España en toda su historia y el más alto del mundo (si consideramos solo a los países de tamaño grande y medio). El déficit corriente, publicado hoy por el Banco de España, representa un aumento del 15% con respecto al mismo trimestre del año pasado. Hasta aquí los datos.

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14
Jun
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    [post_content] => La criminalidad está restando mucho crecimiento y bienestar a la vez que impide el desarrollo social de América Latina. Ello se debe a que los gobiernos deben dedicar una parte importante del gasto público a actividades policiales, justicia penal y, en general, a combatir la criminalidad. Por su parte las empresas dedican, cada vez más recursos en la prevención de la violencia y a proteger a sus empleados y propiedades. Recursos público y privados que, por tanto, no se destinan al gasto social ni a fabricar bienes y servicios. La evidencia empírica demuestra que los aumentos en la delincuencia y criminalidad, especialmente los homicidios, generan un elevado lastre al crecimiento económico. El coste económico de la criminalidad es equivalente al 14 por ciento del Producto Interior Bruto  de la región, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo  que constituye el estudio más reciente sobre la criminalidad y delincuencia en la región.


La delincuencia también afecta negativamente al crecimiento, debido a que reduce la productividad y la participación laboral y aumenta el fracaso escolar y el desempleo de jóvenes. Además la criminalidad aleja las inversiones, tanto internas como las provenientes del exterior. En varios países, la delincuencia ocasiona mayor dificultad en el acceso a la financiación y un descenso en la productividad laboral (además de un aumento en el gasto en medidas de seguridad ya comentado).

El principal factor que explica los índices tan altos de agresiones y homicidios en la región es el tráfico de drogas. El narcotráfico obliga a desviar recursos de otras actividades hacia la justicia penal, provoca delitos contra la propiedad relacionados con la adicción, contribuye a la amplia circulación de armas de fuego y corrompe las instituciones sociales. Para combatir la delincuencia se ha utilizado sobre todo la justicia penal, descuidando enfoques complementarios que podrían ser efectivos a la hora de reducir cierto tipo de delitos. Por ejemplo, programas que mejoren el entorno de los barrios o un enfoque de salud pública centrada en los factores de riesgo del comportamiento agresivo.

Latinoamérica está entre las regiones más violentas del mundo, con más de 22 homicidios por 100.000 habitantes. Los expertos consideran que la razón es la gran disponibilidad de armas de fuego en manos de la población civil. Aunque la tenencia de armas suele estar regulada por ley, la gran mayoría de la población civil se abastece en el mercado negro. En resumen la violencia reinante en la región socava el crecimiento e impide el desarrollo social. Los altos índices de delitos y violencia afectan a los negocios y constituyen un obstáculo para las inversiones, lo que repercute en un menor desarrollo. Según cálculos incluidos en un informe que acaba de publicar el Banco Mundial si América latina redujera en una tercera parte el índice de homicidios, algunos países podrían duplicar su tasa de crecimiento económico

    [post_title] => El crimen frena el desarrollo económico de América Latina
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La criminalidad está restando mucho crecimiento y bienestar a la vez que impide el desarrollo social de América Latina. Ello se debe a que los gobiernos deben dedicar una parte importante del gasto público a actividades policiales, justicia penal y, en general, a combatir la criminalidad. Por su parte las empresas dedican, cada vez más recursos en la prevención de la violencia y a proteger a sus empleados y propiedades. Recursos público y privados que, por tanto, no se destinan al gasto social ni a fabricar bienes y servicios. La evidencia empírica demuestra que los aumentos en la delincuencia y criminalidad, especialmente los homicidios, generan un elevado lastre al crecimiento económico. El coste económico de la criminalidad es equivalente al 14 por ciento del Producto Interior Bruto de la región, según un informe del Banco Interamericano de Desarrollo que constituye el estudio más reciente sobre la criminalidad y delincuencia en la región.

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13
Jun
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    [post_content] => Me pregunta Angélica en un comentario al post que publicamos en este blog de economía el 7 de junio (¿Aumenta o disminuye la pobreza?) ¿Cuál es el mecanismo de devaluación de una moneda? Comencemos por los conceptos. El tipo de cambio es el precio de una unidad de moneda extranjera en términos de moneda nacional (por ejemplo, 12,5 pesos/dólar). Cuando ese precio se fija estamos ante un sistema de tipo de cambio fijo. Para regular ese precio y mantenerlo fijo es necesario disponer de un «stock» o volumen de reservas de divisas (dólares). Supongamos, por ejemplo, que nuestro país estuviese comprometido a mantener el tipo de cambio (fijo) del peso en 12,5 pesos/dólar ( a ese precio se le denomina la paridad central), con unas bandas cambiarias entre los 12 y los 13 pesos por dólar. Si aumentase la demanda de dólares las fuerzas del mercado por sí solas harían que el peso se depreciase por encima de los 13 pesos por dólar, ya que a este tipo de cambio la cantidad de dólares demandada  supera a la cantidad ofrecida. Para mantener el tipo de cambio dentro del intervalo permitido (12-13), las autoridades tendrían que echar mano de sus reservas de divisas para que ofreciendo dólares complementen la oferta autónoma de dólares y poder satisfacer así a toda la demanda al precio fijado (tipo de cambio fijo).


¿Cómo se produce una devaluación? Lo primero que es preciso aclarar es que solo se devalúan los tipos de cambio fijos. Una devaluación se hace por decreto, normalmente un viernes por la tarde y se decreta así: “Hasta ahora el banco central de este país cambiaba 1 dólar por 12,5 pesos, pues bien a partir del lunes el precio será 15,5 pesos un dólar (con unas bandas de fluctuación entre 15 y 16 pesos/dólar)”. Por tanto, en este caso la devaluación ha consistido en cambiar la paridad central desde 12,5 a 15,5 pesos/dólar.

Los sistemas de tipo de cambio fijo fueron los más utilizados en el mundo durante el siglo pasado. Cuando, hace justo 10 años, se produjo la crisis asiática (comenzando en Tailandia) muchos economistas le echaron la culpa a la existencia de tipos de cambio fijos.  Los cambios fijos también tuvieron parte de la culpa de la crisis de Rusia y la brasilera del real (1998), la crisis mexicana del peso (1994) la crisis argentina de la dolarización (2000-2002), las de Turquía en 2000 y en 2001, etc. En un mundo de libre flujo de capitales, un régimen de tipo de cambio fijo es una bomba de relojería. El sistema puede ser efectivo para superar problemas menores y temporales, pero permite que los problemas pequeños, que no son temporales, se acumulen hasta convertirse en problemas graves. Cuando esto ocurre, los ajustes cambiarios que se hubieran solucionado con un sistema de tipo de cambio flotante o flexible ya no son posibles. Hace falta un ajuste importante. Una devaluación en toda regla. En cambio los países emergentes que no tenían un tipo de cambio fijo —incluidos Sudáfrica, Israel y México después de 1995— lograron evitar las crisis.

Conclusión: En el siglo XXI, casi todos los países han adoptado sistemas flotantes (o flexibles) de tipo de cambio. Hay una excepción que es China que mantiene un tipo de cambio semifijo y que como ya hemos indicado en este blog de economía su gran sabiduría lo mantiene muy depreciado. ¿Debería China apreciar su moneda? ¿Se puede generar en China una crisis como la que tuvo Asia hace 10 años? ¿La fuerte apreciación, que en este momento sufren las monedas latinoamericanas pueden generar crisis como la del tequila (1994), la del real (1998) o la del peso argentino (2001)?


    [post_title] => ¿Qué es un tipo de cambio fijo? ¿Cómo se modifica un tipo de cambio fijo?
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Me pregunta Angélica en un comentario al post que publicamos en este blog de economía el 7 de junio (¿Aumenta o disminuye la pobreza?) ¿Cuál es el mecanismo de devaluación de una moneda? Comencemos por los conceptos. El tipo de cambio es el precio de una unidad de moneda extranjera en términos de moneda nacional (por ejemplo, 12,5 pesos/dólar). Cuando ese precio se fija estamos ante un sistema de tipo de cambio fijo. Para regular ese precio y mantenerlo fijo es necesario disponer de un «stock» o volumen de reservas de divisas (dólares). Supongamos, por ejemplo, que nuestro país estuviese comprometido a mantener el tipo de cambio (fijo) del peso en 12,5 pesos/dólar ( a ese precio se le denomina la paridad central), con unas bandas cambiarias entre los 12 y los 13 pesos por dólar. Si aumentase la demanda de dólares las fuerzas del mercado por sí solas harían que el peso se depreciase por encima de los 13 pesos por dólar, ya que a este tipo de cambio la cantidad de dólares demandada supera a la cantidad ofrecida. Para mantener el tipo de cambio dentro del intervalo permitido (12-13), las autoridades tendrían que echar mano de sus reservas de divisas para que ofreciendo dólares complementen la oferta autónoma de dólares y poder satisfacer así a toda la demanda al precio fijado (tipo de cambio fijo).

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