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Ago

Quinto Centenario del nacimiento de Andrés de Urdaneta (I)

Escrito el 22 agosto 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en América Latina, Miscelánea

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    [post_content] => Durante este año y el siguiente se conmemora el Quinto Centenario del nacimiento del navegante guipuzcoano Andrés de Urdaneta. Con motivo de ello, el Ayuntamiento de Ordicia, su villa natal,  ha organizado una serie de actos conmemorativos sobre su figura.  ¿Y quién era Andrés de Urdaneta y porque nos referimos a él en este blog de economía? Vayamos por partes.

Urdaneta 1.bmp Andrés de Urdaneta fue un navegante, cosmógrafo y descubridor español nacido a finales de 1507 o principios de 1508 en Villafranca (nombre que entonces tenía la actual Ordicia, Guipúzcoa). De familia acomodada y con una esmerada formación,  participó siendo muy joven en la expedición que, bajo el mando de Jofré de Loaysa, salió de La Coruña en 1525 para tomar posesión de las islas de las especias (el actual archipiélago de las Molucas). La expedición fracasó y Urdaneta permaneció atrapado en las Molucas, donde se familiarizó con los vientos y corrientes del Pacífico,  hasta que pudo regresar a España en 1536. Tras una breve estancia en la península, se volvió a embarcar hacia Nueva España (el actual México), donde participó en distintas expediciones y exploraciones. En  1553,  cuando ya contaba con 45 años de edad, profesó como agustino y se retiró a un convento novohispano. De allí saldría en 1564, por orden de Felipe II,  para guiar como responsable náutico la expedición de Legazpi, que pretendía tomar posesión de las islas Filipinas y encontrar una ruta de regreso de éstas a Nueva España. Y fue este último hecho, el que haría que Urdaneta pasase a la historia, pues hasta entonces se podía cruzar el Pacífico hacia el oeste, pero no en sentido contrario.



Tras arribar a Filipinas en 1565, y mientras Legazpi organizaba la conquista del territorio, se dispuso la partida de un galeón hacia Nueva España para dar cumplimento a las órdenes del Rey.  El tráfico entre Asia y América comenzó el 1 de junio de 1565, cuando  el galeón San Pedro salió desde el archipiélago filipino hacia Nuevo México, contando con Andrés de Urdaneta como piloto mayor. Urdaneta ordenó dirigirse hacia el noreste hasta alcanzar los 39º grados, latitud en la que encontró la corriente del Kuro Shivo que le llevaría hasta las costas de California, a las que llegó a mediados de septiembre. Desde allí fue costeando el continente hasta que atracó en el puerto de Acapulco en octubre, tras algo más de cuatro meses de navegación y más de 7.000 millas de recorrido. Después de  cinco intentos anteriores que terminaron en fracaso, Urdaneta había conseguido por primera vez realizar el tornaviaje,  la ruta marítima que conectaba Asia con América. Este descubrimiento posibilitó la presencia española de carácter estable en Asia, y dio inició a una ruta comercial conocida como el Galeón de Manila o la Nao de la China que enlazó Asia y América  hasta 1815, cuando con motivo de la independencia de México, se interrumpieron los viajes del galeón. Durante 250 años, los galeones  transportaron entre Manila y Acapulco, toda clase de manufacturas asiáticas, muchas de las cuales, tras ser embarcadas de nuevo en Veracruz, llegaron a España y a Europa. En sentido contrario, llevaron  a Manila productos novohispanos. Pero sobre esto, y sobre las implicaciones actuales del tráfico comercial entre Asia y Latinoamérica, escribiré la semana que viene.
Urdaneta 4.JPG





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Durante este año y el siguiente se conmemora el Quinto Centenario del nacimiento del navegante guipuzcoano Andrés de Urdaneta. Con motivo de ello, el Ayuntamiento de Ordicia, su villa natal, ha organizado una serie de actos conmemorativos sobre su figura. ¿Y quién era Andrés de Urdaneta y porque nos referimos a él en este blog de economía? Vayamos por partes.

Urdaneta 1.bmp Andrés de Urdaneta fue un navegante, cosmógrafo y descubridor español nacido a finales de 1507 o principios de 1508 en Villafranca (nombre que entonces tenía la actual Ordicia, Guipúzcoa). De familia acomodada y con una esmerada formación, participó siendo muy joven en la expedición que, bajo el mando de Jofré de Loaysa, salió de La Coruña en 1525 para tomar posesión de las islas de las especias (el actual archipiélago de las Molucas). La expedición fracasó y Urdaneta permaneció atrapado en las Molucas, donde se familiarizó con los vientos y corrientes del Pacífico, hasta que pudo regresar a España en 1536. Tras una breve estancia en la península, se volvió a embarcar hacia Nueva España (el actual México), donde participó en distintas expediciones y exploraciones. En 1553, cuando ya contaba con 45 años de edad, profesó como agustino y se retiró a un convento novohispano. De allí saldría en 1564, por orden de Felipe II, para guiar como responsable náutico la expedición de Legazpi, que pretendía tomar posesión de las islas Filipinas y encontrar una ruta de regreso de éstas a Nueva España. Y fue este último hecho, el que haría que Urdaneta pasase a la historia, pues hasta entonces se podía cruzar el Pacífico hacia el oeste, pero no en sentido contrario.

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21
Ago

¿Qué necesita África?

Escrito el 21 agosto 2007 por en África

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    [post_content] => En este blog de economía Valentín Bote planteaba ayer el problema de la ineficacia de la ayuda al desarrollo en general y en África en particular. La entrada de Valentín cuenta admás con 2 comentarios muy buenos de Patxi Bonel y J. Pascual. Pues bien Andrew Muenda, un periodista ugandés que actualmente trabaja como investigador en la Universidad de Stanford, California, sostiene que los 373.000 millones de euros en ayuda internacional a lo largo de los 50 últimos años no han conseguido nada en África, y que, en parte, la persistencia de la pobreza africana podría tener su explicación en la ayuda al desarrollo. Con la misma tesis que mantenía ayer Valentín en este blog de economía Muenda sostiene que la ayuda al desarrollo, o limosnas procedentes de los países ricos, ha distorsionado la estructura de incentivos y ha convencido a los africanos más brillantes que lo mejor es emigrar hacia los países ricos o bien trabajar a las ordenes de los gobiernos corruptos del continente africano. Por eso Muenda hace un llamamiento a los empresarios africanos para que creen negocios en el continente y a los inversores estadounidenses y europeos para que los financien.


La historia de Vodacom Congo ilustra, al igual que hacía ayer Valentín con la empresa de zapatos Morogoro en Tanzania, las dificultades y limitaciones que rodean la creación de nuevas empresas en África como alternativa a la ayuda internacional al desarrollo. En África hay demasiados riesgos y son pocas las empresas capaces de asumirlos. Los países africanos atraen solo a los inversores chinos y a unos pocos inversores europeos y americanos. Pedirles a los empresarios africanos y a los líderes empresariales occidentales que inviertan en África es una labor ardua e ingrata.

Sin embargo, África necesita tanto inversiones empresariales como ayuda al desarrollo dirigida a la educación, la salud y a la mejora tecnológica que permita entre otros muchos objetivos la seguridad alimentaria. ¿Cómo mejorar económicamente África? ¿Cómo crear las condiciones para que aumente la inversión en África? ¿Quién se ha hecho rico alguna vez pidiendo limosna?


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20
Ago

Inversión, buenos gobiernos y desarrollo

Escrito el 20 agosto 2007 por Valentín Bote en Economía Mundial

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    [post_content] => Hoy quiero retomar un tema que ha sido abordado durante el mes de julio por Juan Carlos Martínez y Rafael Pampillón en este blog de economía. El día 3 Juan Carlos planteaba una cuestión de gran interés, ¿cómo podemos ayudar a África?, y el 31 Rafael destacaba la importancia de la innovación en los países pobres.

Durante décadas muchos economistas (y varias instituciones) han chocado una y otra vez contra el mismo muro. La historia de África en la segunda mitad del siglo XX es la historia del fracaso de la ayuda destinada a la inversión productiva. África ha recibido gran cantidad de recursos destinados a poner en marcha inversiones productivas pero los resultados son bastante decepcionantes. No me estoy refiriendo a los casos en que los recursos han sido canalizados de manera impropia hacia consumos en vez de invertirse. Incluso cuando se ha puesto en marcha el proyecto previsto, ha sido frecuente el fracaso, por razones diversas.

Pensar que la clave para abandonar la pobreza en el tercer mundo es incrementar la ayuda y la inversión es naïve. La inversión per se no es la solución, ya que con frecuencia el fallo está provocado por un gobierno que entorpece la actividad económica. Un solo ejemplo. El Banco Mundial ayudó a financiar la fábrica de zapatos Morogoro en Tanzania durante los años 70. La fábrica contaba con trabajadores, maquinaria adecuada y la última tecnología disponible en la confección de calzado. El objetivo era que la fábrica proveyese todo el calzado que se precisaba en Tanzania y que las tres cuartas partes de su producción se exportase a Europa. Sin embargo, nunca llegó a utilizar más de un 4% de su capacidad instalada. Y, por supuesto, nunca exportó un solo zapato. La fábrica cerró en 1990. ¿No es chocante? ¿Qué pasó? Pues algo muy sencillo (y muy lamentable): entre otros factores, los rígidos controles del gobierno de Tanzania sobre sus reservas de dólares hacía muy difícil a los productores hacerse con esta divisa, lo cual era primordial para poder comprar en los mercados internacionales las materias primas que necesitaban para fabricar zapatos.


Por seguir con Tanzania, gracias a la ayuda internacional materializada en recursos para invertir, el capital por trabajador en la rama de las manufacturas creció a un ritmo del 8% al año entre 1976 y 1990. Pero la producción por trabajador no solo no aumentó, sino que disminuyó a un ritmo del 3,4% al año en el mismo período.

La acumulación de capital fruto de un proceso sostenido de inversión en los países en desarrollo ha generado efectos muy distintos: tanto Nigeria como Hong Kong incrementaron un 250% su stock de capital por trabajador entre 1960 y 1985. Los resultados, ya lo imaginan, fueron diametralmente opuestos: el producto por trabajador creció un 12% en Nigeria y un 328% en Hong Kong en dicho período de tiempo. La acumulación de capital en Gambia fue todavía más intensa en esas dos décadas y media. Gracias a la ayuda internacional Gambia incrementó su stock de capital por trabajador en un 500%, la misma cifra que en Japón. Pero la producción por trabajador creció un 2% en Gambia en esos 25 años, mientras que en Japón lo hizo en un 260%.

Un recorrido por muchos de los países menos desarrollados nos permite generar un catálogo de problemas causados por gobiernos ineptos (o corruptos) que impiden que un proceso de inversión acabe generando resultados positivos. Esos gobiernos son causantes de altos niveles de inflación, de ambientes de inseguridad jurídica, de la creación de mercados negros con altas primas sobre los precios oficiales, de notables déficit presupuestarios, de acabar con la iniciativa privada, tanto en el sector financiero como en el no financiero o de cerrar las economías a la competencia internacional, por mencionar algunos de esos problemas. Hasta que no sean capaces de solucionar esos problemas (en algunos países se están haciendo avances) es poco probable que los recursos invertidos allí generen los mismos efectos que en Asia, por ejemplo.

Pero este es el primer paso. No piensen que la panacea es la inversión. De hecho, los principales expertos en desarrollo destacan los rápidos rendimientos decrecientes de la misma, y apuntan hacia actuaciones que incrementen la productividad de estas economías como las vías para asegurar un crecimiento sostenido en el futuro. Esto es lo que destacaba Rafael en su post del 31 de julio y de lo que escribiré el próximo lunes.

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Hoy quiero retomar un tema que ha sido abordado durante el mes de julio por Juan Carlos Martínez y Rafael Pampillón en este blog de economía. El día 3 Juan Carlos planteaba una cuestión de gran interés, ¿cómo podemos ayudar a África?, y el 31 Rafael destacaba la importancia de la innovación en los países pobres.

Durante décadas muchos economistas (y varias instituciones) han chocado una y otra vez contra el mismo muro. La historia de África en la segunda mitad del siglo XX es la historia del fracaso de la ayuda destinada a la inversión productiva. África ha recibido gran cantidad de recursos destinados a poner en marcha inversiones productivas pero los resultados son bastante decepcionantes. No me estoy refiriendo a los casos en que los recursos han sido canalizados de manera impropia hacia consumos en vez de invertirse. Incluso cuando se ha puesto en marcha el proyecto previsto, ha sido frecuente el fracaso, por razones diversas.

Pensar que la clave para abandonar la pobreza en el tercer mundo es incrementar la ayuda y la inversión es naïve. La inversión per se no es la solución, ya que con frecuencia el fallo está provocado por un gobierno que entorpece la actividad económica. Un solo ejemplo. El Banco Mundial ayudó a financiar la fábrica de zapatos Morogoro en Tanzania durante los años 70. La fábrica contaba con trabajadores, maquinaria adecuada y la última tecnología disponible en la confección de calzado. El objetivo era que la fábrica proveyese todo el calzado que se precisaba en Tanzania y que las tres cuartas partes de su producción se exportase a Europa. Sin embargo, nunca llegó a utilizar más de un 4% de su capacidad instalada. Y, por supuesto, nunca exportó un solo zapato. La fábrica cerró en 1990. ¿No es chocante? ¿Qué pasó? Pues algo muy sencillo (y muy lamentable): entre otros factores, los rígidos controles del gobierno de Tanzania sobre sus reservas de dólares hacía muy difícil a los productores hacerse con esta divisa, lo cual era primordial para poder comprar en los mercados internacionales las materias primas que necesitaban para fabricar zapatos.

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17
Ago
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    [post_content] => Hace poco que en este blog de economía escribimos sobre la fuga de cerebros. Pues bien, acaba de publicarse el informe de  la UNCTAD “THE LEAST DEVELOPED COUNTRIES REPPORT 2007” subtitulado 'Knowledge, Technological Learning and Innovation for Development' (El conocimiento, el aprendizaje tecnológico y la innovación para el desarrollo) donde se explican las razones por la que se produce dicha fuga de cerebros desde los países pobres hacia los países ricos Y las consecuencias que para los países pobres tiene la fuga de cerebros. En síntesis el informe indica que las personas con educación superior de los países pobres se ven atraídas por los sueldos mucho mayores que se pagan en los países desarrollados (en algunos casos hasta 20 veces superiores para la misma categoría profesional) y se ven impulsados a emigrar por las escasas perspectivas profesionales en sus países de origen. Al mismo tiempo, los países industrializados contratan de forma activa a trabajadores cualificados procedentes de países en desarrollo, para colmar las lagunas existentes en sus mercados laborales.  Estas lagunas se deben al envejecimiento de la población, la falta de personal en campos de rápido crecimiento, como la informática, y la escasez de mano de obra con un grado de calificación medio o bajo, ya que los sistemas educativos no consiguen formar a un número suficiente de técnicos, electricistas, enfermeros y maestros.


Como aspecto positivo de la fuga de cerebros el informe señala que los emigrantes suelen enviar dinero (remesas) a sus países de origen y esto se ha convertido en una importante fuente de ingresos de divisas para algunos países. Así, en los últimos años las remesas han representado una fuente mayor de divisas que las exportaciones para bastantes países. Sin embargo las remesas no compensan los daños de la fuga de cerebros. El Informe sobre los países menos adelantados (PMA) de 2007 observa que la fuga de cerebros de los PMA va a continuar y recomienda medidas para hacer posible al menos que los trabajadores altamente cualificados vayan y vuelvan entre los países de origen y de destino y para reducir al mínimo las consecuencias negativas de la fuga de cerebros para los PMA.

El Informe afirma que los países industrializados pueden hacer ayudar a que no se produzca fuga de cerebros respaldando políticas que disminuyan su demanda de los profesionales que más necesitan los PMA. Algunas medidas podrían ser: favorecer la contratación temporal en lugar de la inmigración permanente; crear y reforzar programas para ayudar a los emigrantes capacitados a regresar a sus países de origen; utilizar los programas oficiales de ayuda para mejorar las condiciones laborales de determinadas profesiones en los PMA, como las de la educación y la salud.  En el Reino Unido por ejemplo, las políticas para reducir las repercusiones del éxodo intelectual en el sector de la salud incluyen restringir la contratación internacional de enfermeros de países que puedan verse perjudicados por su emigración.



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Hace poco que en este blog de economía escribimos sobre la fuga de cerebros. Pues bien, acaba de publicarse el informe de la UNCTAD “THE LEAST DEVELOPED COUNTRIES REPPORT 2007” subtitulado ‘Knowledge, Technological Learning and Innovation for Development’ (El conocimiento, el aprendizaje tecnológico y la innovación para el desarrollo) donde se explican las razones por la que se produce dicha fuga de cerebros desde los países pobres hacia los países ricos Y las consecuencias que para los países pobres tiene la fuga de cerebros. En síntesis el informe indica que las personas con educación superior de los países pobres se ven atraídas por los sueldos mucho mayores que se pagan en los países desarrollados (en algunos casos hasta 20 veces superiores para la misma categoría profesional) y se ven impulsados a emigrar por las escasas perspectivas profesionales en sus países de origen. Al mismo tiempo, los países industrializados contratan de forma activa a trabajadores cualificados procedentes de países en desarrollo, para colmar las lagunas existentes en sus mercados laborales. Estas lagunas se deben al envejecimiento de la población, la falta de personal en campos de rápido crecimiento, como la informática, y la escasez de mano de obra con un grado de calificación medio o bajo, ya que los sistemas educativos no consiguen formar a un número suficiente de técnicos, electricistas, enfermeros y maestros.

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16
Ago
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    [post_content] => En un comentario  a la entrada que puse el 9 de julio sobre porque no funcionan los biocarburantes en España,  Fernando planteaba el tema del peak oil. Por el peak oil, se entiende el punto máximo de producción petrolera, a partir del cual, ésta descenderá de forma lenta pero inexorable. El primer divulgador de estas teorías fue King Hubbert, un geólogo norteamericano que estudió el rendimiento de los pozos de petróleo y realizó predicciones de explotación. Hubbert se dio cuenta que al perforar un nuevo pozo, la producción aumentaba a buen ritmo hasta un punto en el que aproximadamente la mitad del crudo recuperable ya había sido extraído (peak oil), a partir del cual era más difícil y costoso bombear crudo, provocando que la producción decayera de forma inexorable hasta que se agotaba. Extrapolando sus teorías al conjunto de Estados Unidos, en 1956 vaticinó que la producción petrolera norteamericana, alcanzaría su peak oil en 1970, por lo que fue considerado poco menos que un loco. Pero acertó. En 1970, Estados Unidos alcanzó su máxima producción -  casi 11,3 millones de barriles diarios -,  y desde entonces ésta ha ido decayendo hasta los apenas 6,8 millones que extrajo el año pasado.

Desde entonces han sido muchos los intentos de estimar cuando se producirá el peak oil mundial. En 1971, el propio Hubbert determinó que se alcanzaría en la pasada década, algo que afortunadamente no ha ocurrido. Y desde entonces son muchas las predicciones al respecto. Desde los que lo sitúan entre 2008- 2010, hasta los que piensan que no llegará hasta cerca de 2040.

Estas diferencias estriban en que no se sabe a ciencia cierta cual es el volumen de reservas existentes, puesto que las predicciones de gobiernos y empresas suelen ser poco fiables. Además, se está descubriendo petróleo en lugares antes inaccesibles, bien por cuestiones políticas o  técnicas. En este sentido, las reservas y la producción están aumentando en las repúblicas centroasiáticas de la antigua URSS o en muchos puntos del este y norte de África. Y en el mar, hoy es posible extraer petróleo a profundidades en las que hace pocos años era impensable (ya se empieza a hablar de sacar el petróleo que parece haber en el lecho marino del Polo Norte). También las mejoras en las técnicas de refino, permiten la destilación de crudos que antes no tenían ningún uso. Estas mejoras tecnológicas, permitirán en los próximos años la explotación a gran escala y a un coste más razonable, de los crudos extrapesados que Venezuela posee en la Faja del Orinoco o de las arenas bituminosas canadienses, lo que aumentaría sustancialmente las reservas mundiales y alejaría en el tiempo el peak oil.



Lo que si sabemos es que la demanda de crudo crece de forma imparable, sobre todo en  las economías emergentes, con China e India a la cabeza. La Agencia Internacional de la Energía prevé que en 2012, el consumo mundial supere los 96 millones de barriles diarios, lo que implicaría un 23% más en una década. Y los biocarburantes, tan de moda en los últimos tiempos, no parece que puedan ayudar mucho, puesto que sólo supondrán un 2% del consumo mundial en ese mismo año.

La mayoría de los analistas coinciden en que puede quedar petróleo para unos 40 años con las previsiones actuales de reservas y de consumo, pero ¿estarán en lo cierto?, ¿llegará antes el peak oil y empezará antes la tan temida escasez de petróleo? Si los biocarburantes no parece que puedan sustituir al petróleo en el transporte, ¿qué alternativas quedan? ¿cómo evolucionará el precio del petróleo si sigue aumentado la demanda como hasta ahora?


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En un comentario a la entrada que puse el 9 de julio sobre porque no funcionan los biocarburantes en España, Fernando planteaba el tema del peak oil. Por el peak oil, se entiende el punto máximo de producción petrolera, a partir del cual, ésta descenderá de forma lenta pero inexorable. El primer divulgador de estas teorías fue King Hubbert, un geólogo norteamericano que estudió el rendimiento de los pozos de petróleo y realizó predicciones de explotación. Hubbert se dio cuenta que al perforar un nuevo pozo, la producción aumentaba a buen ritmo hasta un punto en el que aproximadamente la mitad del crudo recuperable ya había sido extraído (peak oil), a partir del cual era más difícil y costoso bombear crudo, provocando que la producción decayera de forma inexorable hasta que se agotaba. Extrapolando sus teorías al conjunto de Estados Unidos, en 1956 vaticinó que la producción petrolera norteamericana, alcanzaría su peak oil en 1970, por lo que fue considerado poco menos que un loco. Pero acertó. En 1970, Estados Unidos alcanzó su máxima producción – casi 11,3 millones de barriles diarios -, y desde entonces ésta ha ido decayendo hasta los apenas 6,8 millones que extrajo el año pasado.

Desde entonces han sido muchos los intentos de estimar cuando se producirá el peak oil mundial. En 1971, el propio Hubbert determinó que se alcanzaría en la pasada década, algo que afortunadamente no ha ocurrido. Y desde entonces son muchas las predicciones al respecto. Desde los que lo sitúan entre 2008- 2010, hasta los que piensan que no llegará hasta cerca de 2040.

Estas diferencias estriban en que no se sabe a ciencia cierta cual es el volumen de reservas existentes, puesto que las predicciones de gobiernos y empresas suelen ser poco fiables. Además, se está descubriendo petróleo en lugares antes inaccesibles, bien por cuestiones políticas o técnicas. En este sentido, las reservas y la producción están aumentando en las repúblicas centroasiáticas de la antigua URSS o en muchos puntos del este y norte de África. Y en el mar, hoy es posible extraer petróleo a profundidades en las que hace pocos años era impensable (ya se empieza a hablar de sacar el petróleo que parece haber en el lecho marino del Polo Norte). También las mejoras en las técnicas de refino, permiten la destilación de crudos que antes no tenían ningún uso. Estas mejoras tecnológicas, permitirán en los próximos años la explotación a gran escala y a un coste más razonable, de los crudos extrapesados que Venezuela posee en la Faja del Orinoco o de las arenas bituminosas canadienses, lo que aumentaría sustancialmente las reservas mundiales y alejaría en el tiempo el peak oil.

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15
Ago

Diez años de la crisis asiática

Escrito el 15 agosto 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en Economía Mundial

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    [post_content] => Este verano se han cumplido diez años del inicio de la crisis asiática. El 2 de julio de 1997, la moneda tailandesa, el bath, inició un desplome que en los meses posteriores se extendería a otras divisas de la región, sumiendo en una profunda recesión a unas economías que hasta entonces habían asombrado a todo el mundo.

En la década de los ochenta y, sobre todo, en el periodo 1990-96, los países del sudeste asiático experimentaron importantes tasas de crecimiento económico, basadas fundamentalmente en su dinamismo exportador. A pesar de que, en general, sus fundamentos macroeconómicos no eran malos (equilibrio presupuestario, poco desempleo y bajas tasas de inflación), algunos de ellos como Tailandia, Malasia y Filipinas venían acumulando un creciente déficit por cuenta corriente. La financiación de este déficit se hacía mediante  entradas de capitales a corto plazo que, en su mayor medida, tenían como destino la financiación de  inversiones inmobiliarias y bursátiles de carácter especulativo.  Además, los sistemas de supervisión financiera, no eran ni de lejos, todo lo eficientes que debieran.
Bath.JPG




En este contexto, empezaron a surgir temores sobre la sostenibilidad de este modelo de crecimiento, sobre todo, cuando los volúmenes de endeudamiento exterior superaron  con creces a las reservas.  Los inversores internacionales se asustaron y empezaron a retirar sus capitales, provocando el desplome de las monedas locales. Los ataques especulativos sobre el bath, se extendieron en poco tiempo hacia el resto de divisas cuyas economías mostraban características similares. Junto  a Tailandia,  Malasia, Filipinas, Corea e Indonesia fueron los países más afectados; pero también Singapur,Taiwan y Honk Kong,  notaron sus efectos y  hasta Japón, a pesar de no tuvo problemas financieros, entró en recesión. Los mercados bursátiles de la región se desplomaron, los capitales extranjeros huyeron y sólo las ingentes ayudas financieras internacionales evitaron el colapso de aquellas economías. Pero lo peor es que la sensación de desconfianza se extendería durante los suguientes meses en una especie de efecto dominó al resto de economías emergentes y países como Rusia o Brasil sufrirían crisis similares.

John Kenneth Galbraith, el economista norteamericano fallecido el pasado año, afirmaba que  “la memoria financiera dura unos diez años. Este es aproximadamente el intervalo entre un episodio de sofisticada estupidez y el siguiente”.  A tenor de la crisis financiero-hipotecaria que se está desarrollando en Estados Unidos, y que parece haber contagiado a algunas instituciones financieras europeas, sus palabras cobran si cabe más relevancia. Sólo parece que hay que reprocharle que se equivorara en el lapsus temporal. Entre la crisis asática de 1997 y  la actual, se produjo otro episodio de sofisticada estupidez: el estallido de la burbuja de las punto.com.

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Este verano se han cumplido diez años del inicio de la crisis asiática. El 2 de julio de 1997, la moneda tailandesa, el bath, inició un desplome que en los meses posteriores se extendería a otras divisas de la región, sumiendo en una profunda recesión a unas economías que hasta entonces habían asombrado a todo el mundo.

En la década de los ochenta y, sobre todo, en el periodo 1990-96, los países del sudeste asiático experimentaron importantes tasas de crecimiento económico, basadas fundamentalmente en su dinamismo exportador. A pesar de que, en general, sus fundamentos macroeconómicos no eran malos (equilibrio presupuestario, poco desempleo y bajas tasas de inflación), algunos de ellos como Tailandia, Malasia y Filipinas venían acumulando un creciente déficit por cuenta corriente. La financiación de este déficit se hacía mediante entradas de capitales a corto plazo que, en su mayor medida, tenían como destino la financiación de inversiones inmobiliarias y bursátiles de carácter especulativo. Además, los sistemas de supervisión financiera, no eran ni de lejos, todo lo eficientes que debieran.
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14
Ago
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    [post_content] => En el segundo trimestre de este año se ha producido la primera disminución de la tasa de crecimiento de la economía española  de los últiimos 13 trimestres. Efectivamente, tal como publica hoy el INE, durante el segundo trimestre del año, el PIB real registró un crecimiento interanual del 4%, frente al 4,1% del trimestre anterior. Este crecimiento supera, una vez más, el consenso de las previsiones de los analistas. La ligera desaceleración del ritmo de crecimiento del PIB español proviene de la moderación del gasto de las familias  tanto en el consumo como en vivienda. Por otro lado se observa una menor aportación negativa del sector exterior lo que quiere decir que se va corrigiendo, aunque muy ligeramente, el patrón excesivamente desequilibrado que ha dominado la economía española en los últimos años. Esto no quiere decir que se reduzca el déficit por cuenta corriente, sino que este tiende a frenar su crecimiento.




El consumo final de las Administraciones Públicas sigue creciendo por encima del PIB en el segundo trimestre de este año en la misma línea que los dos trimestres anteriores, reflejando las elecciones locales y autonómicas de mayo último y las generales que se aproximan más bien pronto que tarde.

La inversión en vivienda muestra una tendencia a la baja en los últimos cinco trimestres y que se ha intensificado en los tres últimos. Esta tendencia, sin embargo, se vio contrarrestada por la aceleración de la construcción no residencial. Ahora bien, el repunte de esta descansa en gran parte en el pico de la obra pública que se produce dos o tres trimestres antes de las elecciones generales, locales y autonómicas. Y dada la proximidad de las generales no espero que remita hasta después de estas y, por tanto, será entonces cuando la actividad constructora en su conjunto se modere.

En resumen, al igual que se prevé a escala mundial, la fase cíclica expansiva que inició la economía española en 2003 parece haber iniciado su descenso en el segundo trimestre de 2007. Desgraciadamente el contexto internacional y las condiciones propias de la economía española hacen posible una corrección negativa en el ritmo de crecimiento del PIB y del empleo a medio plazo. Los desequilibrios financieros de los hogares y empresas también siguen aumentando y sus repercusiones también presentan importantes incertidumbres sobre el crecimiento del PIB a medio plazo. A ello se une el exceso de oferta de vivienda y el mayor paro en ese sector ¿Cambiará el patrón de crecimiento económico español basado en actividades resguardadas de la competencia internacional, intensivas en mano de obra y con niveles de productividad bajos? ¿Estamos ante un cambio de ciclo de la economía española?




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En el segundo trimestre de este año se ha producido la primera disminución de la tasa de crecimiento de la economía española de los últiimos 13 trimestres. Efectivamente, tal como publica hoy el INE, durante el segundo trimestre del año, el PIB real registró un crecimiento interanual del 4%, frente al 4,1% del trimestre anterior. Este crecimiento supera, una vez más, el consenso de las previsiones de los analistas. La ligera desaceleración del ritmo de crecimiento del PIB español proviene de la moderación del gasto de las familias tanto en el consumo como en vivienda. Por otro lado se observa una menor aportación negativa del sector exterior lo que quiere decir que se va corrigiendo, aunque muy ligeramente, el patrón excesivamente desequilibrado que ha dominado la economía española en los últimos años. Esto no quiere decir que se reduzca el déficit por cuenta corriente, sino que este tiende a frenar su crecimiento.

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13
Ago
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    [post_content] => La pasada semana prometí escribir sobre mi impresión en torno a una cuestión que creo que es clave en el debate. Y como muchas veces sucede, suele olvidarse y dejarse a un lado. La cuestión es: la lucha contra el cambio climático ¿debe anteponerse a otros proyectos como la potenciación del libre comercio o la lucha contra el sida o la pobreza, entre otros?

Una respuesta impulsiva (sobre todo entre no economistas) sería la de no ver ninguna razón para que no se aborden todos estos importantes objetivos, que todos sean prioridades. Por desgracia, y de esto los economistas deberíamos saber algo, los recursos son escasos y es fundamental priorizar unos objetivos por delante de otros, por lo que hay que “mojarse” y determinar cuáles son los más importantes y apostar por ellos, en detrimento del resto. Cuando un gobierno destina recursos y capital humano a luchar contra el calentamiento deja de utilizarlos para cooperación internacional. No se puede hacer todo a la vez, y quizá el cambio climático no deba ser nuestra principal prioridad en el conjunto de los problemas mundiales … o quizá sí.



A los que, como Gore, consideran la cuestión del cambio climático como una obligación ética, la mera idea de comprobar si se trata de una prioridad real debe parecer algo herético. Pero a mí me parece razonable que nos lo cuestionemos. Sobre todo porque los alarmistas y los pronosticadores de hecatombes ecológicas mundiales suelen tener una característica común: una peculiar miopía a la hora de evaluar las posibilidades de la ciencia para hacer frente a los problemas planteados. Si recuerdan mi post de la pasada semana, comencé haciendo referencia al problema ecológico sin precedentes que a finales del XIX se creía que iba a suponer el crecimiento de las ciudades, debido a los residuos orgánicos de los caballos. Pues bien, los que pronosticaban grandes desgracias no fueron capaces de anticipar no ya los grandes avances científicos que se produjeron durante el siglo XX, sino que ni siquiera percibieron el papel que el automóvil podría tener para solventar el problema, y esta solución ya la tenían delante de las narices. Por esto especialmente importante que nos planteemos la priorización, porque en un problema que puede plantearse de aquí a 100 años (o más) tenemos grandes incertidumbres sobre el papel que el progreso científico y tecnológico puede tener en este horizonte.

Entonces la pregunta es: si tenemos que priorizar, utilizando información de los expertos y dejando a un lado el apasionamiento, ¿cuál sería el problema que debería abordarse en primer lugar? Permítanme que no sea yo quien de una respuesta (sería demasiado presuntuoso). Pero sí que puedo decirles que esta pregunta que planteo no es nueva, ya que en 2004 se les formuló en Dinamarca a un grupo de sabios de todo el mundo, que incluía varios premios Nobel. Fue el origen del Consenso de Copenhague. Para que tomasen una decisión sobre algo tan complejo se les reunió con expertos defensores de acciones para frenar el cambio climático, para que éstos aportasen sus argumentos (que incluían análisis coste – beneficio) a favor de priorizar este objetivo. Del mismo modo, expertos en otras materias (pobreza, barreras arancelarias, sida, malaria, etc., así hasta 17 grandes cuestiones) aportaron sus argumentos al grupo de sabios.

Una vez dispusieron de toda la información, debatieron y decidieron el orden de priorización de todos los objetivos planteados. ¿Cuál fue el resultado? La lucha contra el SIDA y la malaria se situaron al frente de la lista, seguidos por la erradicación de la pobreza y la malnutrición, las barreras arancelarias (que impiden a los países pobres comerciar y crear riqueza), el acceso al agua potable y la educación. ¿Y el cambio climático? En el último puesto de la lista. De acuerdo con la evidencia aportada, un dólar gastado en prevenir el SIDA daría como resultado 40 dólares de beneficios sociales, mientras que un dólar invertido en reducir el calentamiento global crearía beneficios sociales cifrados entre 2 y 25 centavos.

El experimento se repitió posteriormente con dos grupos, uno de 24 embajadores y otro compuesto por jóvenes de diferentes procedencias. Los resultados volvieron a ser virtualmente idénticos al de los sabios.

¿Quiero decir con esto que el cambio climático no es una cuestión importante? No. Lo que quiero resaltar es que la humanidad afronta muchos problemas importantes y que no debemos ser fundamentalistas del cambio climático. Y aquí coincido con Xavier Sala i Martín, que afirma que “una vez se comparan las urgencias y las necesidades, los costes y los beneficios, los pros y los contras, la lucha contra el cambio climático no es nuestra prioridad.”


    [post_title] => El cambio climático, ¿una prioridad?
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La pasada semana prometí escribir sobre mi impresión en torno a una cuestión que creo que es clave en el debate. Y como muchas veces sucede, suele olvidarse y dejarse a un lado. La cuestión es: la lucha contra el cambio climático ¿debe anteponerse a otros proyectos como la potenciación del libre comercio o la lucha contra el sida o la pobreza, entre otros?

Una respuesta impulsiva (sobre todo entre no economistas) sería la de no ver ninguna razón para que no se aborden todos estos importantes objetivos, que todos sean prioridades. Por desgracia, y de esto los economistas deberíamos saber algo, los recursos son escasos y es fundamental priorizar unos objetivos por delante de otros, por lo que hay que “mojarse” y determinar cuáles son los más importantes y apostar por ellos, en detrimento del resto. Cuando un gobierno destina recursos y capital humano a luchar contra el calentamiento deja de utilizarlos para cooperación internacional. No se puede hacer todo a la vez, y quizá el cambio climático no deba ser nuestra principal prioridad en el conjunto de los problemas mundiales … o quizá sí.

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10
Ago
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    [post_content] => La agitación en los mercados nubla las perspectivas de la economía de EEUU y puede contagiar negativamente a la economía europea. Están desplomándose los mercados de acciones y bonos, especialmente están cayendo los rendimientos de la deuda de mayor riesgo. En los últimos meses, las acciones han sufrido grandes fluctuaciones. Los mercados financieros han estado  muy volátiles, el crédito se ha vuelto más difícil para los hogares y para las empresas, y la corrección inmobiliaria sigue su curso. A la Reserva Federal (FED) no le queda otra que cambiar el tono de su política monetaria y aumentan, por tanto, las posibilidades de un recorte de tipos (tasas) en su próxima reunión en septiembre.


Otro factor que favorece la bajada de tipos es que los indicadores de inflación, que excluyen los precios de los alimentos y la energía, han descendido. Hay, por tanto, evidencia de una bajada sostenida de la inflación además de un mayor riesgo en el enfriamiento del crecimiento de la economía de EEUU. El recorte de los tipos de interés, desde el 5,25% actual, viene de la mano de una caída en los mercados y una posible desestabilización del sistema financiero. Un mayor deterioro en los mercados agrava los problemas del sector inmobiliario y obliga a la FED a bajar tipos.

Bernanke tiene que elegir entre los riesgos de inflación y el riesgo de un colapso económico ¿Qué hará?.


    [post_title] => Bajada de tipos en septiembre en Estados  Unidos
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La agitación en los mercados nubla las perspectivas de la economía de EEUU y puede contagiar negativamente a la economía europea. Están desplomándose los mercados de acciones y bonos, especialmente están cayendo los rendimientos de la deuda de mayor riesgo. En los últimos meses, las acciones han sufrido grandes fluctuaciones. Los mercados financieros han estado muy volátiles, el crédito se ha vuelto más difícil para los hogares y para las empresas, y la corrección inmobiliaria sigue su curso. A la Reserva Federal (FED) no le queda otra que cambiar el tono de su política monetaria y aumentan, por tanto, las posibilidades de un recorte de tipos (tasas) en su próxima reunión en septiembre.

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9
Ago

¿Por qué no baja los tipos la Reserva Federal?

Escrito el 9 agosto 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en Política Monetaria

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    [post_content] => Aunque todos analistas daban por hecho que la Reserva Federal no movería los tipos de interés en Estados Unidos esta semana, existía la esperanza de que en su comunicado dejara entrever futuras disminuciones. La economía norteamericana lleva cuatro trimestres comportándose de forma mediocre y, desde principios de año, de forma especialmente preocupante. El paro, aunque se mantiene en tasas muy bajas - el 4,6% de la población activa-, viene repuntando ligeramente desde abril. Y tres años de endurecimiento de la política monetaria – los tipos han pasado desde mediados de 2004, del 1% al 5,25% -, han provocado una sustancial desaceleración de los precios en el mercado inmobiliario, y un aumento de la morosidad y los primeros problemas para algunas de las entidades que operan en el segmento subprime (hipotecas de alto riesgo).




En un contexto como el descrito, el terreno parece abonado para una relajación de la política monetaria que dinamice la economía, alivie la presión sobre los consumidores endeudados, evite que el enfriamiento del sector inmobiliario se traslade hacia otros segmentos de la actividad económica y desarticule una probable crisis financiero-hipotecaria. Pero la Reserva Federal ha optado por mantener los tipos de interés en el 5,25% y lo que es peor, no ha emitido señales claras sobre su descenso en otoño. ¿Por qué? Pues como siempre, por las tensiones inflacionistas. Aunque reconoce la moderación del crecimiento económico y los problemas que puede provocar una  corrección en el sector inmobiliario, la resistencia experimentada por los precios a moderarse, pesa mucho más. Y luego está el dólar. Si los tipos bajasen, la moneda norteamericana se depreciaría aún más y eso encarecería las importaciones. Es decir, ante todo, ortodoxia monetaria.

A este lado del Atlántico, la tónica es la misma. El Banco Central Europeo tampoco ha roto los pronósticos y  ha optado por irse de vacaciones manteniendo los tipos en el 4%. En cambio, ha emitido señales muy claras de que los subirá a la vuelta del verano, y la razón es también la inflación. Pero a diferencia del caso norteamericano, donde la inflación, aunque baja, está presente, en la eurozona sólo se perciben riesgos a futuro. Riesgos derivados de que el encarecimiento del petróleo, la recuperación económica de las principales economías europeas, la creación de empleo o el elevado uso de la capacidad instalada, acaben por manifestarse en los índices de inflación y lo que es peor, se trasladen a los salarios.

Por tanto, si nada cambia, lo más probable es que la llegada del otoño nos traerá tipos más altos en la eurozona –que podrían llegar al 4,5% a finales de año- y una tensa espera en Estados Unidos: si la recuperación anunciada para el segundo semestre se materializa, es probable que se mantengan, y si no es así, empezarán a disminuir. Pero si hacer previsiones sobre acontecimientos económicos ya es de por sí arriesgado, cuando en ellas se incluyen a los bancos centrales, la cosa se complica aún más. ¿Cómo creéis vosotros que evolucionarán los acontecimientos?


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Aunque todos analistas daban por hecho que la Reserva Federal no movería los tipos de interés en Estados Unidos esta semana, existía la esperanza de que en su comunicado dejara entrever futuras disminuciones. La economía norteamericana lleva cuatro trimestres comportándose de forma mediocre y, desde principios de año, de forma especialmente preocupante. El paro, aunque se mantiene en tasas muy bajas – el 4,6% de la población activa-, viene repuntando ligeramente desde abril. Y tres años de endurecimiento de la política monetaria – los tipos han pasado desde mediados de 2004, del 1% al 5,25% -, han provocado una sustancial desaceleración de los precios en el mercado inmobiliario, y un aumento de la morosidad y los primeros problemas para algunas de las entidades que operan en el segmento subprime (hipotecas de alto riesgo).

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8
Ago
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    [post_content] => A pesar de que los precios del petróleo se encuentran rondando sus máximos históricos, su  demanda sigue aumentando. Según el Statistical Review of World Energy 2007 publicado por BP, el consumo mundial de petróleo aumentó en 2006 en casi 650.000 barriles diarios (bb/dd), hasta alcanzar los 83,7 millones de  (bb/dd) de media. Esto supuso un incremento del 0,7% respecto a 2005, el más alto observado desde 2001.






Si desagregamos los datos por áreas geográficas, vemos que, en general, el consumo creció en Asia-Pacífico (1,3%), Latinoamérica (3%), África (2%), Oriente Medio (3,5%) y los países de la  antigua Unión Soviética (4,5%), y descendió en la mayoría de los países más industrializados de Occidente.
petroleo.JPG

China, que ya se ha convertido en el segundo mayor consumidor mundial, incrementó su demanda un 6,7% más,  lo que traducido a barriles supuso casi 500.000 (bb/dd) más. Por el contrario Estados Unidos, Japón y las principales economías europeas, salvo Alemania, redujeron su consumo en porcentajes que rondan el 1%. Por su parte, España consumió en 2006, 1.602.000 (bb/dd), lo que supone un 0,9% menos que en 2005 o 17.000 (bb/dd).

Está claro que el alto ritmo de crecimiento de la economía mundial, especialmente en los países emergentes, explica el fuerte incremento de la demanda mundial de crudo, a pesar de los altos precios que tuvo en 2006 (el barril de Brent, que es el petróleo de referencia en Europa, cotizó a una media de 65,14 $, un 20% más que en 2005).  Por otra parte, parece que esos mismos altos precios, son los que han motivado esa pequeña reducción del consumo en la mayoría de los países más desarrollados (en España no se reducía el consumo desde 1993, el año de la última crisis económica). Lo que me gustaría saber es si  las apuestas por una mayor eficiencia energética, también empiezan a surtir efecto. Y también me surge otra pregunta: ¿para cuanto tiempo queda petróleo? A esta última cuestión intentaré responder la semana que viene.

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A pesar de que los precios del petróleo se encuentran rondando sus máximos históricos, su demanda sigue aumentando. Según el Statistical Review of World Energy 2007 publicado por BP, el consumo mundial de petróleo aumentó en 2006 en casi 650.000 barriles diarios (bb/dd), hasta alcanzar los 83,7 millones de (bb/dd) de media. Esto supuso un incremento del 0,7% respecto a 2005, el más alto observado desde 2001.

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