La semana pasada empezamos un nuevo año y en el ámbito del empleo lo hicimos conociendo los datos de paro y afiliación del mes de diciembre. Los grandes titulares ya son conocidos por todos los lectores, puesto que los vimos reflejados en toda la prensa: el 2007 se cerró con 106.000 desempleados más en España y la creación de empleo, medida a través del incremento en el número de afiliados a la Seguridad Social se desaceleró, hasta una cifra de 425.496 nuevos afiliados.
Un dato que, sin embargo, pasó más desapercibido me parece muy curioso, ya que encierra una posible paradoja. O al menos, un comportamiento que a simple vista es difícil de cuadrar con la realidad cotidiana. Me estoy refiriendo a la importante reducción en el número de trabajadores afiliados al régimen de empleados de hogar.
La percepción que tengo, y que está basada en multitud de conversaciones con amigos, compañeros y en mi propia experiencia es que en el mercado de empleados de hogar existe ahora mismo un gran exceso de demanda. Aunque la muestra sobre la que baso mi criterio no es lo suficientemente amplia como para tener representatividad estadística, recuerdo haber tenido la misma conversación con frecuencia: una en la que alguien se queja de lo difícil que es encontrar y retener a los empleados de hogar, puesto que en cuanto alguien encuentra a una persona con la que está satisfecho empieza a sufrir el acoso de otros vecinos, que lanzan verdaderas OPAS “hostiles” y le ofrecen al empleado más dinero para hacerse con sus servicios. En definitiva, parece que la demanda de estos trabajadores supera la oferta y hay muy buenas oportunidades de mercado para ellos. ¿Por qué está produciéndose una reducción tan acelerada en su número, de acuerdo con las cifras oficiales? ¿Cómo explicar esta aparente paradoja?
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