WP_Post Object ( [ID] => 11957 [post_author] => 28817 [post_date] => 2011-11-17 19:41:51 [post_date_gmt] => 2011-11-17 18:41:51 [post_content] => Sólo las compras puntuales de deuda del BCE, dentro de esa estrategia alemana de palo y zanahoria, consiguen aflojar momentáneamente la presión de los mercados. Evidentemente, sólo con un amago mucho más contundente del BCE, fijando objetivos de cantidades o precios, se conseguiría dar la vuelta tendencialmente al mercado y, de paso, esa estrategia saldría mucho más barata en términos de dinero que hay que comprometer. Pero sólo hay que repasar la entrevista del pasado lunes en el FT con el nuevo presidente del Bundesbank (Jens Weidmann), para darse cuenta que las nuevas generaciones de banqueros centrales alemanes están cortadas por el mismo patrón que las antiguas y obsesionadas con problemas que desgraciadamente ya no existen. Ya nos gustaría tener que afrontar exclusivamente un problema de inflación como en la década de los 70. Para afrontar ese tipo de problemas, las recetas están testadas. La dificultad estriba en que estamos ante un virus diferente con origen financiero, que muta con facilidad y, que como recordaba Richard Koo (economista jefe de Nomura) el pasado fin de semana, se parece, sobre todo, al que lleva asolando la economía japonesa desde hace 20 años, sin que todavía hayan terminado de salir de la crisis. Por cierto, indispensable la lectura de su libro “The holy grail of macroeconomics. Lessons from Japan´s Great Recession” La austeridad fiscal generalizada en toda la UEM y con el “timing” inadecuado provocará una nueva recesión en toda la región, complicando aún más el saneamiento de las cuentas públicas. Sobre todo, si el BCE sigue mirando los toros desde la barrera, no sea que por el camino pierda parte de su sacrosanta ortodoxia. Los primeros perjudicados serán los propios alemanes que venden el 60% de sus productos al resto de Europa y que siguen escondiendo en todos los “stress test” a la mitad de un sistema financiero repleto de activos tóxicos y de deuda periférica. Eso sí, los que tenemos que recapitalizarnos y valorar nuestra deuda a precios de mercado somos los bancos españoles. En este contexto, la tensión sigue muy elevada. La subasta de obligaciones a 10 años celebrada hoy por el Tesoro español centraba la atención del mercado por el contexto de crisis aguda en la deuda periférica en que se debía celebrar: la prima de riesgo se sitúaba esta mañana cerca de los 500 pb. El resultado de la misma se corresponde con la gravedad del momento, pues aunque se ha superado el objetivo de emisión (3.000 millones de euros), ha sido a costa de soportar un interés marginal del 7,088% y un interés medio del 6,975%. Cuadro: Últimas subastas en España Después de la subasta la prima de riesgo española estuvo oscilando en torno a los 500 pb, no experimentando una relajación hasta que el BCE intervino de nuevo en el mercado comprando bonos periféricos, probablemente en su mayoría italianos y españoles. Al cierre, se ha situado en 460 pb, mismo nivel que la sesión precedente. La crisis de deuda soberana ha seguido condicionando al resto de mercados. Así, la renta variable ha vuelto a cerrar con signo negativo en todas las plazas relevantes de nuestro entorno. La que más ha caído ha sido la bolsa francesa, con el Cac 40 retrocediendo un -1,78%, mientras que la menos ha perdido, curiosamente, ha sido la española, con el Ibex anotando un -0,4%. En el bono alemán, destino preferido del dinero que busca refugio, hemos visto una ligera subida de su tir, hasta el 1,89%, aunque sigue en niveles cercanos a sus mínimos históricos. Como detalle interesante, cabe mencionar algunos comentarios de funcionarios del BCE afirmando que han mantenido conversaciones con el FMI con vistas a que el banco central pudiera prestar dinero a la institución. La finalidad de esos préstamos sería aportar recursos a esta institución para que pueda contribuir al rescate de los países más grandes de la UEM que ahora están en situación crítica. No hay confirmación oficial al respecto, pero a priori parece una buena forma de “esquivar” los límites legales que atenazan la actuación del BCE (no puede rescatar a estados). En todo caso, no creemos que Alemania vea con buenos ojos una iniciativa de esta naturaleza. Como tampoco apoyó que el EFSF consiguiera una ficha bancaria para recibir liquidez directa del BCE. En este contexto y, aunque ya lo hemos escrito muchas veces, el tiempo se acaba. 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Sólo las compras puntuales de deuda del BCE, dentro de esa estrategia alemana de palo y zanahoria, consiguen aflojar momentáneamente la presión de los mercados. Evidentemente, sólo con un amago mucho más contundente del BCE, fijando objetivos de cantidades o precios, se conseguiría dar la vuelta tendencialmente al mercado y, de paso, esa estrategia saldría mucho más barata en términos de dinero que hay que comprometer. Pero sólo hay que repasar la entrevista del pasado lunes en el FT con el nuevo presidente del Bundesbank (Jens Weidmann), para darse cuenta que las nuevas generaciones de banqueros centrales alemanes están cortadas por el mismo patrón que las antiguas y obsesionadas con problemas que desgraciadamente ya no existen. Ya nos gustaría tener que afrontar exclusivamente un problema de inflación como en la década de los 70. Para afrontar ese tipo de problemas, las recetas están testadas. La dificultad estriba en que estamos ante un virus diferente con origen financiero, que muta con facilidad y, que como recordaba Richard Koo (economista jefe de Nomura) el pasado fin de semana, se parece, sobre todo, al que lleva asolando la economía japonesa desde hace 20 años, sin que todavía hayan terminado de salir de la crisis. Por cierto, indispensable la lectura de su libro “The holy grail of macroeconomics. Lessons from Japan´s Great Recession”
La austeridad fiscal generalizada en toda la UEM y con el “timing” inadecuado provocará una nueva recesión en toda la región, complicando aún más el saneamiento de las cuentas públicas. Sobre todo, si el BCE sigue mirando los toros desde la barrera, no sea que por el camino pierda parte de su sacrosanta ortodoxia. Los primeros perjudicados serán los propios alemanes que venden el 60% de sus productos al resto de Europa y que siguen escondiendo en todos los “stress test” a la mitad de un sistema financiero repleto de activos tóxicos y de deuda periférica. Eso sí, los que tenemos que recapitalizarnos y valorar nuestra deuda a precios de mercado somos los bancos españoles.
En este contexto, la tensión sigue muy elevada. La subasta de obligaciones a 10 años celebrada hoy por el Tesoro español centraba la atención del mercado por el contexto de crisis aguda en la deuda periférica en que se debía celebrar: la prima de riesgo se sitúaba esta mañana cerca de los 500 pb. El resultado de la misma se corresponde con la gravedad del momento, pues aunque se ha superado el objetivo de emisión (3.000 millones de euros), ha sido a costa de soportar un interés marginal del 7,088% y un interés medio del 6,975%.
Cuadro: Últimas subastas en España
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