Archivo de la Categoría ‘América Latina’

29
Oct

Hold on Tigh: La situación actual de Latinoamérica:

Escrito el 29 octubre 2019 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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    [post_content] => En poco más de una semana hemos podido ver cambios en Argentina, Chile, Colombia, Bolivia y Ecuador que van a definir la marcha del continente en los próximos años

En Argentina,  el pasado 27/10 los ciudadanos han vuelto a dar su apoyo a los peronistas  en la figura de Alberto Fernández quitando de la presidencia a Mauricio Macri  que ha estado en el cargo  poco menos de cuatro años. Una inflación galopante, la obligación de devolver el mayor préstamo histórico entregado por el FMI de 57.000 millones de USD y la frustración de los ciudadanos entre las promesas realizadas y su día a día han dado un vuelco en el partido gobernante. El partido de Macri , Juntos por el Cambio no ha logrado ni el volumen suficiente ni el interés de sus compatriotas para logra el deseado cambio

En Colombia se ha producido un cambio también con la victoria de Claudia López para la alcaldía de  Bogotá. La líder de la Alianza Verde tendrá a su cargo una ciudad que supone una quinta parte del país y el segundo puesto de más relevancia después de la Presidencia. Esta victoria supone un revés para el partido Centro Democrático del presidente Iván Duque y del que lo fue hasta 2010, Álvaro Uribe. La alcaidesa López ha sido una abanderada con tras la corrupción otra cuestión sobre la que parece que había un importante hartazgo en los ciudadanos del país. Lo que suceda en Bogotá lógicamente es una referencia para todo el país

En  Bolivia desde el pasado 20/10 se están produciendo revueltas entre los que defienden a Evo Morales y quienes solicitan o una segunda vuelta o una repetición electoral. Morales es presidente del Estado Plurinacional de Bolivia desde las elecciones de diciembre del 2005. Ha logrado reducir de forma significativa la pobreza y la desigualdad en este país de poco más de 11 millones de habitantes  pero en estos últimos años también se ha producido una progresión en la división entre la población urbanita y rural , que es lo mismo que decir entre población blanca e indígena con intereses cada vez menos coincidentes.

En  Chile el pasado 4 de octubre el Ministerio de Transportes chileno anunció una nueva alza en los pasajes de Metro, de 30 pesos chilenos, dejando el valor total del pasaje, en horario punta, en 830 pesos (poco más de un euro). Dos días después los estudiantes se organizaron para evitar el pago de forma coordinada. La reacción del gobierno de Sebastián Piñera está suponiendo una escalada de violencia en la que ya se habla de más de 11 muertos .Después de los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018) volvió con fuerza las tesis económicas neoliberales y la Constitución de 1980 gran valedora de este modelo. Chile es una economía modelo en la zona con un rendimiento sobre la media del continente pero lo que estás revueltas están mostrando nuevamente es que la desigualdad social y la frustración de los jóvenes está muy latente.

En Uruguay parece que está a punto de producirse otro vuelvo electoral, en este caso de la opinión de derecha frente al oficialismo de izquierda, que puede suponer el mayor cambio en tres lustros;  en Venezuela ya slot thailand no se habla de un cambio en el gobierno mientras se avanza en la dolarización del país y en Ecuador se han vivido 10 días de agitadas protestas tras las medidas anunciadas por el presidente Moreno

¿Qué sucede en Latinoamérica?Economy Weblog

Parece ser que los ciudadanos desean cambios y no tiene mucha paciencia para esperar que sus deseos se cumplan.  Si el mandatario elegido no es capaz de conseguir las mejoras prometidas en menos de una legislatura va a ver ahora y en el futuro su puesto peligrar.  La paciencia del electorado es escasa

Hay una amplia capa de ciudadanos del continente  americano que a través sobre todo de la formación  y de las expectativas creadas pensaban que  su vida iba a mejorar y la realidad está siendo diferente.

En el 2007 la crisis se asomó a través de las economías con renta per cápita alta y en la actualidad parece que la inestabilidad política que siempre conlleva inestabilidad económica viene con la carta de presentación de economías emergentes en este caso de Latinoamérica.
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En poco más de una semana hemos podido ver cambios en Argentina, Chile, Colombia, Bolivia y Ecuador que van a definir la marcha del continente en los próximos años

En Argentina,  el pasado 27/10 los ciudadanos han vuelto a dar su apoyo a los peronistas  en la figura de Alberto Fernández quitando de la presidencia a Mauricio Macri  que ha estado en el cargo  poco menos de cuatro años. Una inflación galopante, la obligación de devolver el mayor préstamo histórico entregado por el FMI de 57.000 millones de USD y la frustración de los ciudadanos entre las promesas realizadas y su día a día han dado un vuelco en el partido gobernante. El partido de Macri , Juntos por el Cambio no ha logrado ni el volumen suficiente ni el interés de sus compatriotas para logra el deseado cambio

En Colombia se ha producido un cambio también con la victoria de Claudia López para la alcaldía de  Bogotá. La líder de la Alianza Verde tendrá a su cargo una ciudad que supone una quinta parte del país y el segundo puesto de más relevancia después de la Presidencia. Esta victoria supone un revés para el partido Centro Democrático del presidente Iván Duque y del que lo fue hasta 2010, Álvaro Uribe. La alcaidesa López ha sido una abanderada con tras la corrupción otra cuestión sobre la que parece que había un importante hartazgo en los ciudadanos del país. Lo que suceda en Bogotá lógicamente es una referencia para todo el país

En  Bolivia desde el pasado 20/10 se están produciendo revueltas entre los que defienden a Evo Morales y quienes solicitan o una segunda vuelta o una repetición electoral. Morales es presidente del Estado Plurinacional de Bolivia desde las elecciones de diciembre del 2005. Ha logrado reducir de forma significativa la pobreza y la desigualdad en este país de poco más de 11 millones de habitantes  pero en estos últimos años también se ha producido una progresión en la división entre la población urbanita y rural , que es lo mismo que decir entre población blanca e indígena con intereses cada vez menos coincidentes.

En  Chile el pasado 4 de octubre el Ministerio de Transportes chileno anunció una nueva alza en los pasajes de Metro, de 30 pesos chilenos, dejando el valor total del pasaje, en horario punta, en 830 pesos (poco más de un euro). Dos días después los estudiantes se organizaron para evitar el pago de forma coordinada. La reacción del gobierno de Sebastián Piñera está suponiendo una escalada de violencia en la que ya se habla de más de 11 muertos .Después de los cuatro años del gobierno de Michelle Bachelet (2014-2018) volvió con fuerza las tesis económicas neoliberales y la Constitución de 1980 gran valedora de este modelo. Chile es una economía modelo en la zona con un rendimiento sobre la media del continente pero lo que estás revueltas están mostrando nuevamente es que la desigualdad social y la frustración de los jóvenes está muy latente.

En Uruguay parece que está a punto de producirse otro vuelvo electoral, en este caso de la opinión de derecha frente al oficialismo de izquierda, que puede suponer el mayor cambio en tres lustros;  en Venezuela ya slot thailand no se habla de un cambio en el gobierno mientras se avanza en la dolarización del país y en Ecuador se han vivido 10 días de agitadas protestas tras las medidas anunciadas por el presidente Moreno

¿Qué sucede en Latinoamérica?Economy Weblog

Parece ser que los ciudadanos desean cambios y no tiene mucha paciencia para esperar que sus deseos se cumplan.  Si el mandatario elegido no es capaz de conseguir las mejoras prometidas en menos de una legislatura va a ver ahora y en el futuro su puesto peligrar.  La paciencia del electorado es escasa

Hay una amplia capa de ciudadanos del continente  americano que a través sobre todo de la formación  y de las expectativas creadas pensaban que  su vida iba a mejorar y la realidad está siendo diferente.

En el 2007 la crisis se asomó a través de las economías con renta per cápita alta y en la actualidad parece que la inestabilidad política que siempre conlleva inestabilidad económica viene con la carta de presentación de economías emergentes en este caso de Latinoamérica.

24
Mar

Tropa de Elite: Brasil en 2019

Escrito el 24 marzo 2019 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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    [post_content] => Tras trescientos años de dominación portuguesa, Brasil obtuvo su independencia en 1822 proclamándose la república en 1889.  Son menos de dos siglos de gestión independiente en los que los gobiernos militares y populistas se han sucedido uno a otro.

1985 marcó un punto de inflexión cuando las fuerzas armadas cedieron pacíficamente el poder a las organizaciones civiles pero al mismo tiempo eran años de crisis económicas e inflación descontrolada. Las décadas posteriores trajeron a presidentes bisoños como Collor de Mello, que tuvo que dimitir acusado de corrupción, Itamar Franco que con una inflación del 2.400% en 1993 promovió el exitoso Plan Real que aupó a la presidencia a su Ministro de Hacienda Fernando Henrique Cardoso , a quien sucedió en 2002  Luiz Inácio Lula da Silva.

En Enero de este año, el militar de reserva y político Jair Bolsonnaro se ha convertido en el presidente nº 38 del país.Economy Weblog

El pasado jueves 21 su antecesor el ex presidente de Brasil Michel Temer fue detenido  en el marco de una investigación anticorrupción, convirtiéndose en el tercer exjefe de Estado  de forma consecutiva que cae en desgracia en los últimos años en el gigante sudamericano.

El  12 de julio de 2017, Luiz Inácio Lula da Silva el primer presidente obrero de Brasil, fue sentenciado a nueve años y seis meses de prisión, con una ampliación posterior a 12 años y 11 meses,  por corrupción y lavado de dinero.

Su sucesora Lula, Dilma Rousseff, se convirtió en la primera mujer elegida presidenta de Brasil en 2010, reelegida después en 2014. Acusada de haber modificado las cuentas públicas, el Congreso la apartó del poder el 12 de mayo de 2016, cuando abrió un controvertido proceso de impeachment en su contra.

Ocupó su lugar el entonces vicepresidente Michel Temer, del  Partido del Movimiento Democrático Brasileño que como he indicado ha sido detenido esta misma semana en São Paulo con la acusación de desvío de fondos de infraestructuras públicas

En 2019 hay muchas expectativas sobre el futuro económico de Brasil. Tras una caída del -3,3% del PIB en 2016, 2017 y 2018 fueron años de una continua lucha por revertir la crisis que para el año en curso comenzaba slot thailand a disiparse. Cómo afectará la detención de Temer en la confianza de los inversores extranjeros está todavía por dilucidarse pero el país de orden y progreso necesita claramente cierta estabilidad política.

La clasificación del Doing Business del Banco Mundial sitúa a Brasil en el puesto 109 de 190 (frente al 46 de China o 54 de México) con valoraciones tan negativas como la gestión de impuestos con un 184. Brasil tiene mucho que aportar al crecimiento económico del continente y mundial si logra salir de ese círculo vicioso de inestabilidad presidencial, corrupción y políticas económicas de corto recorrido.
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Tras trescientos años de dominación portuguesa, Brasil obtuvo su independencia en 1822 proclamándose la república en 1889.  Son menos de dos siglos de gestión independiente en los que los gobiernos militares y populistas se han sucedido uno a otro.

1985 marcó un punto de inflexión cuando las fuerzas armadas cedieron pacíficamente el poder a las organizaciones civiles pero al mismo tiempo eran años de crisis económicas e inflación descontrolada. Las décadas posteriores trajeron a presidentes bisoños como Collor de Mello, que tuvo que dimitir acusado de corrupción, Itamar Franco que con una inflación del 2.400% en 1993 promovió el exitoso Plan Real que aupó a la presidencia a su Ministro de Hacienda Fernando Henrique Cardoso , a quien sucedió en 2002  Luiz Inácio Lula da Silva.

En Enero de este año, el militar de reserva y político Jair Bolsonnaro se ha convertido en el presidente nº 38 del país.Economy Weblog

El pasado jueves 21 su antecesor el ex presidente de Brasil Michel Temer fue detenido  en el marco de una investigación anticorrupción, convirtiéndose en el tercer exjefe de Estado  de forma consecutiva que cae en desgracia en los últimos años en el gigante sudamericano.

El  12 de julio de 2017, Luiz Inácio Lula da Silva el primer presidente obrero de Brasil, fue sentenciado a nueve años y seis meses de prisión, con una ampliación posterior a 12 años y 11 meses,  por corrupción y lavado de dinero.

Su sucesora Lula, Dilma Rousseff, se convirtió en la primera mujer elegida presidenta de Brasil en 2010, reelegida después en 2014. Acusada de haber modificado las cuentas públicas, el Congreso la apartó del poder el 12 de mayo de 2016, cuando abrió un controvertido proceso de impeachment en su contra.

Ocupó su lugar el entonces vicepresidente Michel Temer, del  Partido del Movimiento Democrático Brasileño que como he indicado ha sido detenido esta misma semana en São Paulo con la acusación de desvío de fondos de infraestructuras públicas

En 2019 hay muchas expectativas sobre el futuro económico de Brasil. Tras una caída del -3,3% del PIB en 2016, 2017 y 2018 fueron años de una continua lucha por revertir la crisis que para el año en curso comenzaba slot thailand a disiparse. Cómo afectará la detención de Temer en la confianza de los inversores extranjeros está todavía por dilucidarse pero el país de orden y progreso necesita claramente cierta estabilidad política.

La clasificación del Doing Business del Banco Mundial sitúa a Brasil en el puesto 109 de 190 (frente al 46 de China o 54 de México) con valoraciones tan negativas como la gestión de impuestos con un 184. Brasil tiene mucho que aportar al crecimiento económico del continente y mundial si logra salir de ese círculo vicioso de inestabilidad presidencial, corrupción y políticas económicas de corto recorrido.

28
Ene
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Venezuela sufre graves problemas políticos, económicos y sociales que, desgraciadamente, se han ido deteriorando a lo largo de los últimos años. A las malas políticas económicas y a la inseguridad jurídica se ha unido un descenso en los precios y en la producción de petróleo. En 2013 bombeaba 3,2 millones de barriles diarios frente a 1,17 millones el pasado diciembre. La consecuencia es que su capacidad productiva se está reduciendo drásticamente. Esta contracción de la oferta, junto al elevado déficit público, está colapsando la economía y generando una hiperinflación que, previsiblemente, seguirá aumentando este año con niveles de cuatro dígitos.Economy Weblog

Es curioso que, mientras la economía latinoamericana se está recuperando, Venezuela se hunde cada vez más. Según publicó la semana pasada el FMI, América Latina es la única región del mundo que, durante 2019, tendrá mayor crecimiento económico que en 2018. Efectivamente, el PIB de América Latina podría subir un 2% este año, desde el 1,1% del pasado. Algunos de estos países experimentarán incrementos muy positivos, caso de Perú (3,5%), Chile (3,5%), Colombia (3%) y Brasil (2,5%). Otros tendrán un comportamiento más débil, como México (2%), debido en gran medida a la típica desaceleración económica en el primer año de un nuevo gobierno. En el furgón de cola, con crecimientos negativos, están Argentina (1,6%), y claro, Venezuela (6%).

En 2017, la economía de este último país se desplomó (14%). En 2018, con la reducción del precio del petróleo, la caída del PIB fue todavía mayor (18%). Esto significa que, en tres años (2017-2019), su PIB habrá sufrido un derrumbe del 40%. ¿Cómo es posible este fuerte deterioro si su situación geográfica es excelente, y su clima templado debería favorecer el desarrollo económico? Hay que acudir al pasado más inmediato de Venezuela para entender la zambullida en la miseria de uno de los países con mayores recursos naturales del mundo. Una crisis económica, social y política que no cuenta con precedentes en la historia reciente de América.

El desastre económico tiene su origen en 1999, cuando Hugo Chávez, después de un golpe de Estado fracasado, llegó al poder de forma democrática, con firmes convicciones y promesas de transformar un país en el que la corrupción de las altas esferas se presumía insostenible para los estándares de la época. Las desigualdades entre las élites y la gran mayoría de la población eran muy importantes. Unos pocos oligarcas aglutinaban el poder y una inmensa riqueza, mientras que los demás rozaban la exclusión social y la pobreza. El gran descontento producido por estos contrastes y la esperanza de cambio radical alentaron la llegada a la Presidencia de Chávez.

Hugo Chávez

Las medidas que éste propuso se centraron, sobre todo, en la reducción de las desigualdades sociales. Para ello, promulgó una serie de programas de gasto público de gran alcance, destinados en su mayoría a la alfabetización, la atención médica a las comunidades pobres, y el subsidio de alimentos y otros productos de primera necesidad para ciudadanos con escasos recursos. Esta enorme presión sobre las arcas del Estado se justificaba y se sustentaba, al principio, por los crecientes ingresos provenientes de las explotaciones petrolíferas (a comienzos de la primera década del siglo XXI, la economía del país dependía en un 70% de este sector). Durante esos años, y hasta la llegada de la crisis financiera mundial, las políticas sociales se pudieron sufragar, con éxito y respaldo social, mediante recursos propios y la emisión de deuda externa (que era obtenida fácilmente por las previsiones favorables de incremento del precio del barril). Pero, lo que al principio se vio como un triunfo, pronto se empezó a percibir como un aumento, cada vez mayor y peligroso, de dependencia económica del petróleo.

Desgraciadamente, con la recesión económica de 2007 y la caída drástica de los precios del crudo, la situación de bonanza se convirtió en una crisis de liquidez: los gastos del Estado eran cada vez mayores que los ingresos. Los precios del petróleo pasaron en pocos años de récords históricos, cercanos a los 150 dólares por barril, a los mínimos de 45 dólares (ayer cotizaba a 61). La mala planificación de los recursos y la mala gestión del Gobierno se evidenciaba en las nulas previsiones dotadas en los presupuestos para estas posibles caídas. Lo que en ese momento debería haber constituido una señal de alerta para reducir los gastos resultó una reafirmación de las políticas populistas, que se limitaron a esperar una nueva subida de los precios, confiando en que sólo sería cuestión de tiempo y aguante que todo retornase a la normalidad. No ocurrió así y la situación económica del país empeoró de manera imparable; para financiar el incesante aumento del gasto, no respaldado por ingresos, se requirió de préstamos de las pocas naciones amigas (China, Rusia o Irán).

Hiperinflación

Con la muerte de Chávez, en 2013, su vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, Nicolás Maduro (por deseo explícito del fallecido dirigente) asumió las responsabilidades de la Presidencia del Gobierno. Lejos de cambiar el rumbo de las políticas que habían llevado al país al colapso económico y social, decidió profundizar más en ellas. La brecha social aumentó, debido a una hiperinflación galopante (una de las más altas registradas en la historia mundial), provocada slot thailand por la impresión descontrolada de dinero y motivada por la imperante necesidad de pagar deudas que ningún organismo internacional quería refinanciar. El dinero pasó a valer prácticamente nada, y los precios de los productos, incluidos los de primera necesidad, comenzaron a multiplicarse de un día para otro. No se cuenta con datos oficiales, pero en su informe de octubre de 2018, el FMI estimaba que la inflación se situará en el 10.000.000%, al menos, hasta 2020. Como nota curiosa, Bloomberg ha señalado que una taza de café con leche cuesta ahora unos 800.000 bolívares, frente a 0,45 bolívares en enero del año pasado: un aumento del 177.678%.

Con estas subidas salvajes de precios, el Gobierno instrumentó políticas para controlarlos, a la vez que aplicaba medidas de racionamiento, más propias de periodos de guerra o postguerra. Entre éstas, se encontraban excentricidades como la ampliación del fin de semana a tres días, el racionamiento del agua o la electricidad en las ciudades (a algunas, incluso, no llega suministro alguno) o la introducción del carné de la patria. Éste actúa de cartilla de racionamiento ante la escasez de productos de toda clase que sufre el país por la incapacidad de importar.

Una calamitosa situación, que todavía hoy impera, y que ha dado como resultado un descontento social generalizado. Las condiciones de vida, si antes eran malas, ahora son mucho peores, con índices de paro oficial que rondan el 30%, índices de pobreza y de miseria que siguen subiendo, y unas desigualdades entre ricos (cada vez menos) y pobres (cada vez más) que se han visto aumentadas. Los niveles de criminalidad e inseguridad ciudadana se encuentran entre los más altos del mundo; a la cabeza se halla Caracas, que tiene la tasa de asesinatos por habitante más elevada del planeta, peor incluso que la de Ciudad de México, donde operan los poderosos y violentos cárteles de la droga.

Represión

La represión violenta por parte de las fuerzas de seguridad y el Ejército se han convertido en una constante en las cada vez mas regulares manifestaciones contra el Gobierno y su gestión de una crisis que va a peor. Por si fuera poco, éste niega responsabilidad alguna sobre las causas de esta desesperada situación, y achaca toda la responsabilidad a una supuesta “guerra económica” instigada por EEUU, parte de sus vecinos latinoamericanos y la UE, con el supuesto objetivo de desestabilizar al Ejecutivo y dañar la estabilidad política de la patria bolivariana.

El futuro de Venezuela resulta borroso y difícil de descifrar. Lo que sí parece claro es que las políticas que se han llevado a cabo hasta ahora no servirán para salir de la crisis. Hace falta cambiar el rumbo y, como ha pasado antes en la Historia, para ello se necesita un nuevo liderazgo, que aporte credibilidad y seguridad, y que dirija al país en una dirección muy distinta. Por ello, ante esta situación de parálisis política y económica, muchos venezolanos han creído que la única solución pasa por el derrocamiento de este Gobierno mediante un golpe de Estado, promovido por fuerzas internas o internacionales.

Nuevas medidas

Las probabilidades de que Venezuela tenga una recuperación limpia y rápida con Maduro es sumamente remota. Pero un nuevo gobierno podría adoptar una serie de medidas que facilitasen la salida de la crisis: 1. Un control riguroso de la inflación, que la reduzca a niveles razonables; para ello, es preciso recobrar la independencia del Banco Central. 2. Aprovechar el actual crecimiento económico de América Latina para llevar a cabo una política de restablecimiento de relaciones internacionales con los países vecinos, que conduzca a acuerdos comerciales beneficiosos para todos. 3. Parece necesario un redimensionamiento del gasto público, hasta ahora desbocado, y reorientarlo hacia políticas que aumenten la productividad y competitividad del tejido empresarial, actualmente ahogado y desmantelado por los imposibles costes de producción. 4. Conseguir privatizar (o cerrar) muchas empresas que fueron nacionalizadas durante el chavismo y que se han vuelto lentas e ineficientes. 5. Diversificar las exportaciones (la dependencia del petróleo y sus derivados asciende ahora a casi el 100%) hacia actividades productivas no relacionadas, algo que no debería ser muy complicado en un país tan rico en materias primas y con una localización tan atractiva.

Por último, pero no por ello menos importante, reinstaurar el orden y la seguridad en las calles, a la vez que se cortan de forma tajante las corruptelas tan instaladas en la Administración. Se conseguiría así asentar las bases para la mejora progresiva de la convivencia entre los venezolanos y de su calidad de vida, tan degradada durante estos últimos años.

Fuente: “Venezuela: El colapso total de una economía” Rafael Pampillón Olmedo
 y Ángel Zapata Rubio. Expansión; 28 de enero de 2019. Páginas 28 y 29

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Es curioso que, mientras la economía latinoamericana se está recuperando, Venezuela se hunde cada vez más. Según publicó la semana pasada el FMI, América Latina es la única región del mundo que, durante 2019, tendrá mayor crecimiento económico que en 2018. Efectivamente, el PIB de América Latina podría subir un 2% este año, desde el 1,1% del pasado. Algunos de estos países experimentarán incrementos muy positivos, caso de Perú (3,5%), Chile (3,5%), Colombia (3%) y Brasil (2,5%). Otros tendrán un comportamiento más débil, como México (2%), debido en gran medida a la típica desaceleración económica en el primer año de un nuevo gobierno. En el furgón de cola, con crecimientos negativos, están Argentina (1,6%), y claro, Venezuela (6%).

En 2017, la economía de este último país se desplomó (14%). En 2018, con la reducción del precio del petróleo, la caída del PIB fue todavía mayor (18%). Esto significa que, en tres años (2017-2019), su PIB habrá sufrido un derrumbe del 40%. ¿Cómo es posible este fuerte deterioro si su situación geográfica es excelente, y su clima templado debería favorecer el desarrollo económico? Hay que acudir al pasado más inmediato de Venezuela para entender la zambullida en la miseria de uno de los países con mayores recursos naturales del mundo. Una crisis económica, social y política que no cuenta con precedentes en la historia reciente de América.

El desastre económico tiene su origen en 1999, cuando Hugo Chávez, después de un golpe de Estado fracasado, llegó al poder de forma democrática, con firmes convicciones y promesas de transformar un país en el que la corrupción de las altas esferas se presumía insostenible para los estándares de la época. Las desigualdades entre las élites y la gran mayoría de la población eran muy importantes. Unos pocos oligarcas aglutinaban el poder y una inmensa riqueza, mientras que los demás rozaban la exclusión social y la pobreza. El gran descontento producido por estos contrastes y la esperanza de cambio radical alentaron la llegada a la Presidencia de Chávez.

Hugo Chávez

Las medidas que éste propuso se centraron, sobre todo, en la reducción de las desigualdades sociales. Para ello, promulgó una serie de programas de gasto público de gran alcance, destinados en su mayoría a la alfabetización, la atención médica a las comunidades pobres, y el subsidio de alimentos y otros productos de primera necesidad para ciudadanos con escasos recursos. Esta enorme presión sobre las arcas del Estado se justificaba y se sustentaba, al principio, por los crecientes ingresos provenientes de las explotaciones petrolíferas (a comienzos de la primera década del siglo XXI, la economía del país dependía en un 70% de este sector). Durante esos años, y hasta la llegada de la crisis financiera mundial, las políticas sociales se pudieron sufragar, con éxito y respaldo social, mediante recursos propios y la emisión de deuda externa (que era obtenida fácilmente por las previsiones favorables de incremento del precio del barril). Pero, lo que al principio se vio como un triunfo, pronto se empezó a percibir como un aumento, cada vez mayor y peligroso, de dependencia económica del petróleo.

Desgraciadamente, con la recesión económica de 2007 y la caída drástica de los precios del crudo, la situación de bonanza se convirtió en una crisis de liquidez: los gastos del Estado eran cada vez mayores que los ingresos. Los precios del petróleo pasaron en pocos años de récords históricos, cercanos a los 150 dólares por barril, a los mínimos de 45 dólares (ayer cotizaba a 61). La mala planificación de los recursos y la mala gestión del Gobierno se evidenciaba en las nulas previsiones dotadas en los presupuestos para estas posibles caídas. Lo que en ese momento debería haber constituido una señal de alerta para reducir los gastos resultó una reafirmación de las políticas populistas, que se limitaron a esperar una nueva subida de los precios, confiando en que sólo sería cuestión de tiempo y aguante que todo retornase a la normalidad. No ocurrió así y la situación económica del país empeoró de manera imparable; para financiar el incesante aumento del gasto, no respaldado por ingresos, se requirió de préstamos de las pocas naciones amigas (China, Rusia o Irán).

Hiperinflación

Con la muerte de Chávez, en 2013, su vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores, Nicolás Maduro (por deseo explícito del fallecido dirigente) asumió las responsabilidades de la Presidencia del Gobierno. Lejos de cambiar el rumbo de las políticas que habían llevado al país al colapso económico y social, decidió profundizar más en ellas. La brecha social aumentó, debido a una hiperinflación galopante (una de las más altas registradas en la historia mundial), provocada slot thailand por la impresión descontrolada de dinero y motivada por la imperante necesidad de pagar deudas que ningún organismo internacional quería refinanciar. El dinero pasó a valer prácticamente nada, y los precios de los productos, incluidos los de primera necesidad, comenzaron a multiplicarse de un día para otro. No se cuenta con datos oficiales, pero en su informe de octubre de 2018, el FMI estimaba que la inflación se situará en el 10.000.000%, al menos, hasta 2020. Como nota curiosa, Bloomberg ha señalado que una taza de café con leche cuesta ahora unos 800.000 bolívares, frente a 0,45 bolívares en enero del año pasado: un aumento del 177.678%.

Con estas subidas salvajes de precios, el Gobierno instrumentó políticas para controlarlos, a la vez que aplicaba medidas de racionamiento, más propias de periodos de guerra o postguerra. Entre éstas, se encontraban excentricidades como la ampliación del fin de semana a tres días, el racionamiento del agua o la electricidad en las ciudades (a algunas, incluso, no llega suministro alguno) o la introducción del carné de la patria. Éste actúa de cartilla de racionamiento ante la escasez de productos de toda clase que sufre el país por la incapacidad de importar.

Una calamitosa situación, que todavía hoy impera, y que ha dado como resultado un descontento social generalizado. Las condiciones de vida, si antes eran malas, ahora son mucho peores, con índices de paro oficial que rondan el 30%, índices de pobreza y de miseria que siguen subiendo, y unas desigualdades entre ricos (cada vez menos) y pobres (cada vez más) que se han visto aumentadas. Los niveles de criminalidad e inseguridad ciudadana se encuentran entre los más altos del mundo; a la cabeza se halla Caracas, que tiene la tasa de asesinatos por habitante más elevada del planeta, peor incluso que la de Ciudad de México, donde operan los poderosos y violentos cárteles de la droga.

Represión

La represión violenta por parte de las fuerzas de seguridad y el Ejército se han convertido en una constante en las cada vez mas regulares manifestaciones contra el Gobierno y su gestión de una crisis que va a peor. Por si fuera poco, éste niega responsabilidad alguna sobre las causas de esta desesperada situación, y achaca toda la responsabilidad a una supuesta “guerra económica” instigada por EEUU, parte de sus vecinos latinoamericanos y la UE, con el supuesto objetivo de desestabilizar al Ejecutivo y dañar la estabilidad política de la patria bolivariana.

El futuro de Venezuela resulta borroso y difícil de descifrar. Lo que sí parece claro es que las políticas que se han llevado a cabo hasta ahora no servirán para salir de la crisis. Hace falta cambiar el rumbo y, como ha pasado antes en la Historia, para ello se necesita un nuevo liderazgo, que aporte credibilidad y seguridad, y que dirija al país en una dirección muy distinta. Por ello, ante esta situación de parálisis política y económica, muchos venezolanos han creído que la única solución pasa por el derrocamiento de este Gobierno mediante un golpe de Estado, promovido por fuerzas internas o internacionales.

Nuevas medidas

Las probabilidades de que Venezuela tenga una recuperación limpia y rápida con Maduro es sumamente remota. Pero un nuevo gobierno podría adoptar una serie de medidas que facilitasen la salida de la crisis: 1. Un control riguroso de la inflación, que la reduzca a niveles razonables; para ello, es preciso recobrar la independencia del Banco Central. 2. Aprovechar el actual crecimiento económico de América Latina para llevar a cabo una política de restablecimiento de relaciones internacionales con los países vecinos, que conduzca a acuerdos comerciales beneficiosos para todos. 3. Parece necesario un redimensionamiento del gasto público, hasta ahora desbocado, y reorientarlo hacia políticas que aumenten la productividad y competitividad del tejido empresarial, actualmente ahogado y desmantelado por los imposibles costes de producción. 4. Conseguir privatizar (o cerrar) muchas empresas que fueron nacionalizadas durante el chavismo y que se han vuelto lentas e ineficientes. 5. Diversificar las exportaciones (la dependencia del petróleo y sus derivados asciende ahora a casi el 100%) hacia actividades productivas no relacionadas, algo que no debería ser muy complicado en un país tan rico en materias primas y con una localización tan atractiva.

Por último, pero no por ello menos importante, reinstaurar el orden y la seguridad en las calles, a la vez que se cortan de forma tajante las corruptelas tan instaladas en la Administración. Se conseguiría así asentar las bases para la mejora progresiva de la convivencia entre los venezolanos y de su calidad de vida, tan degradada durante estos últimos años.

Fuente: “Venezuela: El colapso total de una economía” Rafael Pampillón Olmedo
 y Ángel Zapata Rubio. Expansión; 28 de enero de 2019. Páginas 28 y 29

19
Oct

We didn´t start the fire: El caso de Colombia

Escrito el 19 octubre 2018 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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    [post_content] => Este año se están produciendo tres  aniversarios de  importantes eventos que sucedieron en el 2016 : El 23 de Junio se cumplieron dos años del referéndum del Brexit; el 2 de octubre  del plebiscito sobre  los acuerdos de paz en Colombia y el próximo 8 de Noviembre de la victoria de Donald Trump a la presidencia de EEUU y

En los tres casos el resultado no fue el esperado por los convocantes o previsto por la mayoría de medios.  Trump va alcanzar la mitad de su mandato y el partido conservador inglés está más dividido que nunca (su fragmentación fue lo que motivó el referéndum en el Reino Unido).

¿Qué paso con el tercer caso en discordia? En el país que recibe su nombre de Cristóbal Colón hace dos años el 50,21% de los colombianos votaron no a la propuesta de acuerdo  de paz frente a un 49,79% a favor de la opción opuesta.  Eran condiciones logradas tras cuatro años de negociaciones entre el Gobierno y las FARC en Cuba.  El Presidente Juan Manuel Santos, principal promotor de votar afirmativamente en el referéndum logro finalmente firmar en noviembre del 2016 un nuevo acuerdo  (del Teatro Colón) entre el Gobierno y la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Tras más de medio siglo de conflicto esto ha supuesto un nuevo periodo nuevo, ilusionante y desconocido para el país.

¿Dónde nos encontramos actualmente? El 27 de mayo del 2018 se celebraron elecciones presidenciales y como ningún candidato alcanzo más del 50% de los votos se realizó una segunda vuelta el 17 de  Junio. Los dos contendientes finales fueron el centro derecho representado por Iván Duque y la Gran Coalición por la Paz un movimiento de izquierdas  cuyo candidato fue el antiguo alcalde de Bogotá Gustavo Petro

Iván Duque ganó la primera vuelta presidencial con el 39,14% de los votos, que corresponden a 7 569 693 votos, la votación más alta en la historia de una primera vuelta presidencial del país. El 17 de junio de 2018 slot server thailand resultó vencedor en la segunda vuelta presidencial con el 54% de los votos, que corresponden a 10 373 080 votos (nuevo record de aceptación en una elección presidencial del país)  frente a  8 034 189 del otro candidato.Economy Weblog

Colombia un país con puertos en dos océanos, con casi 50 millones de ciudadanos y con una ingente capacidad de producir diversas materias primas (petróleo, gas oro o café) se encuentra en quizás el momento más positivo de las últimas décadas para ocupar el papel que le corresponde no sólo en la economía del continente americano sino  a nivel mundial.
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En los tres casos el resultado no fue el esperado por los convocantes o previsto por la mayoría de medios.  Trump va alcanzar la mitad de su mandato y el partido conservador inglés está más dividido que nunca (su fragmentación fue lo que motivó el referéndum en el Reino Unido).

¿Qué paso con el tercer caso en discordia? En el país que recibe su nombre de Cristóbal Colón hace dos años el 50,21% de los colombianos votaron no a la propuesta de acuerdo  de paz frente a un 49,79% a favor de la opción opuesta.  Eran condiciones logradas tras cuatro años de negociaciones entre el Gobierno y las FARC en Cuba.  El Presidente Juan Manuel Santos, principal promotor de votar afirmativamente en el referéndum logro finalmente firmar en noviembre del 2016 un nuevo acuerdo  (del Teatro Colón) entre el Gobierno y la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Tras más de medio siglo de conflicto esto ha supuesto un nuevo periodo nuevo, ilusionante y desconocido para el país.

¿Dónde nos encontramos actualmente? El 27 de mayo del 2018 se celebraron elecciones presidenciales y como ningún candidato alcanzo más del 50% de los votos se realizó una segunda vuelta el 17 de  Junio. Los dos contendientes finales fueron el centro derecho representado por Iván Duque y la Gran Coalición por la Paz un movimiento de izquierdas  cuyo candidato fue el antiguo alcalde de Bogotá Gustavo Petro

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6
Oct
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    [post_content] => Mañana, se celebrará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil. Serán los comicios más disputados de los últimos años con dos claros favoritos: el ultraderechista Jair Bolsonaro y el heredero de 'Lula', Fernando Haddad.

Economy Weblog

Tras una campaña electoral muy accidentada, las encuestas, en primera vuelta, dan como favorito a Jair Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal (PSL), de extrema derecha, excapitán del ejército, y diputado federal desde hace 28 años. De acuerdo con el último sondeo divulgado por IBOPE, Bolsonaro podría tener el 35%  de los votos (y subiendo) en la primera vuelta.

El expresidente Lula da Silva del Partido de los Trabajadores (PT), preso por corrupción y lavado de dinero a la par que considerado inelegible por los tribunales de justicia, nombró a Fernando Haddad como su sucesor. Haddad entró en la carrera presidencial a menos de un mes para las elecciones y ya ocupa el segundo lugar con un 22% de los votos (y bajando). El candidato del PT, es profesor de ciencias políticas, exalcalde de São Paulo y ex ministro de Educación. Los demás candidatos, Ciro Gomes (PDT), Geraldo Alckmin (PSDB) y Marina Silva (Rede), reciben el 11%, 7% y 4% respectivamente de las intenciones de voto. La incertidumbre de este proceso electoral se debe a que los resultados de las encuestas en una segunda vuelta dan un empate técnico entre Bolsonaro (que añadiría los votos de Marina Silva a los suyos) y Haddad.

La complejidad del actual escenario político en Brasil tiene su origen en la fuerte crisis económica iniciada en 2014 y en los escándalos de corrupción acaecidos en la petrolera estatal Petrobras, lo que provocó una fuerte polarización de la opinión pública, disminuyendo la popularidad de los partidos más tradicionales, tanto de la izquierda (PT) como de la derecha (PSDB) y también del centro (MDB). El actual presidente, Michel Temer (MDB), rompió la coalición con el gobierno del PT tras el impeachement de Dilma Rousseff y asumió una postura política de centro derecha. Ahora Temer está sufriendo la popularidad más baja de un presidente en la historia de la democracia brasileña: apenas un 4% de la población califica como buena la política de su gobierno. Además, como sus dos antecesores (Lula da Silva y Dilma Rouseff), Temer está siendo investigado por corrupción.

Todos estos escándalos han generado una gran desconfianza en los políticos brasileños. Así, en el último Índice de Democracia en 2017, que elabora The Economist Intelligence Unit, Brasil aparece con una puntuación de 6,86, en una escala de 0 a 10, que es el más bajo de los últimos diez años. El índice revela que los brasileños tienen muy poco compromiso político, en gran parte causado por la elevada corrupción y la falta de credibilidad en los organismos públicos. Esto ha hecho que la campaña presidencial se convirtiera en una disputa entre los candidatos menos rechazados: la extrema derecha y la izquierda fallida del PT.

Las políticas de Temer

Sin embargo, los retos para la recuperación económica de Brasil tampoco son sencillos. El presidente Temer realizó en menos de dos años reformas importantes:

* En la educación secundaria; ofreciendo a los alumnos la oportunidad de adaptar su currículo escolar a sus habilidades y las demandas del mercado.

* En el mercado laboral; flexibilizando los contratos de trabajo, permitiendo contratos por horas y ampliando la jornada de trabajo hasta 12 horas diarias, así como flexibilizando la contratación de terceros y eliminando la obligatoriedad que tenían los trabajadores de pagar la contribución sindical.

* En política fiscal; limitando el aumento de los gastos públicos a la inflación del mismo año.

* En política monetaria; los tipos de interés (siempre muy altos en Brasil) cayeron a su más bajo nivel de la historia: 6,5%. La inflación está controlada: 3,4% en 2017 y 3,7% en 2018.

Crisis económica y social

Sin embargo, el proceso de recuperación económica de Brasil sigue siendo muy lento. El crecimiento del PIB se estancó en 2014 (+0,1%), para después desplomarse en 2015 y 2016 (-3,5% cada año). En 2017, el PIB tuvo un ligero crecimiento (+1%) y para este año, 2018, se espera algo más (+1,5%). La previsión de crecimiento para el año que viene es de un 2,4%, lo que tampoco supondrá una mejora importante de la economía.

Como consecuencia de falta de actividad económica, la tasa de paro ha ido subiendo paulatinamente desde el 6,2% en 2013 hasta el 12,2% en 2018. Este aumento del desempleo ha venido acompañado de una caída en la demanda de bienes de consumo.

La tensión social tuvo su punto culminante en la provincia de Río de Janeiro, cuando en 2017 la violencia alcanzó su nivel récord de los últimos 5 años. Según el ISP (Instituto de Seguranza Pública) cerró el año con 6.749 homicidios y 10.599 robos de materiales, lo que hizo que el gobierno federal accionara la intervención militar hasta diciembre de 2018.

Además, ahora, la subida del precio del diésel en las gasolineras está suponiendo una pérdida de poder adquisitivo, pues los salarios no se están incrementando con la inflación. En protesta, el 21 de mayo de este año los camioneros entraron en huelga durante una semana, en la que más de 6.000 millones de euros en mercancías dejaron de circular en la economía y 1.000 millones de euros se dejaron de recaudar en impuestos. Finalmente, el paquete de reformas no podrá concluirse este año, ya que la reforma de las pensiones no puede ser votada en congreso hasta el fin de la intervención militar.

El fenómeno Bolsonaro

La popularidad de Jair Bolsonaro crece con el aumento de la criminalidad, las revueltas de los trabajadores y las consecuencias de la crisis económica, sobre todo el desempleo. Conviene recordar que fue Bolsonaro el que estuvo a favor de la dictadura militar que colapsó la economía brasileña entre 1964 y 1985 y que también https://nakataka.main.jp/slot-server-thailand/ apoyó la posesión de armas por la población civil. Desgraciadamente, fue víctima de su propia retórica en favor de la violencia. Fue atacado a golpe de cuchillo durante el acto de campaña celebrado en Juiz de Fora el 6 de septiembre.

Además, el candidato consiguió popularidad al defender que un policía que no mata no es un policía y por apoyar la reducción de la edad de responsabilidad penal a los 14 años. En 2011, declaró que preferiría un hijo muerto a uno gay. En 2014, le dijo a una congresista que no la violaría porque era "muy fea". En 2016, al votar en favor del impeachment de Dilma Rousseff, dedicó su voto a Carlos Alberto Brilhante Ustra, comandante de una unidad de policía responsable de 500 casos de tortura y 40 asesinatos durante la dictadura militar de Brasil. El año pasado, un tribunal lo multó por insultar a las personas que viven en quilombos (asentamientos fundados, hace siglos, por esclavos fugitivos). Aun así, Bolsonaro para ganarse el voto de los cristianos se declara defensor de los valores de la familia.

El discurso polémico del candidato esconde algunas incertidumbres en el campo económico. No tiene una propuesta económica clara, argumentando que tendrá un ministro de finanzas que se encargará de la política económica. De convertirse en Presidente, este ministro sería Paulo Guedes, economista renombrado, conocido por su ortodoxia económica e ideas liberales, favorable a la privatización de las empresas públicas, una reforma fiscal más amplia y realizar una reforma del sistema de pensiones que las haga más sostenibles y justas. Guedes es la esperanza de que la economía de Brasil logre cualquier éxito en el caso de un gobierno de Bolsonaro y de que Brasil pueda alcanzar una mayor eficiencia económica y apertura al exterior, de que mejorase el funcionamiento de los mercados con el objetivo de aumentar el bienestar material de sus ciudadanos y de devolver la confianza a la inversión extranjera.

El peso de la corrupción

En cambio, el candidato del PT, Fernando Haddad, a pesar de ser un académico respetado, provoca dudas en los sectores económicos y financieros sobre la capacidad de dar mayores grados de libertad al sistema económico. Haddad mantiene una postura más conciliadora y equilibrada que la de su partido. Sin embargo, el mercado teme que su gobierno ponga un impuesto a las transacciones bancarias (lo que aumentaría los tipos de interés), cancele la reforma fiscal de Temer que puso un techo al aumento del gasto público y que no ejecute la reforma de pensiones que sí promete Bolsonaro.

Haddad tiene a su favor la popularidad de Lula da Silva y sus políticas sociales, que redujo drásticamente el número de brasileños que viven en la extrema pobreza: del 20,2% en 2003 al 3,8% en 2011, según el Banco Mundial. Pero debe deshacerse del pesado fardo de la imagen que tiene su partido asociada a la corrupción. Según Transparencia Internacional, Brasil dejó de ocupar el puesto 54 en el ránking del Índice de Percepción de la Corrupción en 2003 para ocupar la posición 73 en 2011 y el 96 en 2017 (último informe).

¿A qué se debe el éxito de Bolsonaro? El ultraderechista está sabiendo aprovechar el sentimiento de insatisfacción de una parte importante de la población que, desde 2014, está viviendo una grave crisis económica con un elevado nivel de desempleo y que está haciendo que los partidos brasileños tradicionales, el PT incluido, pierdan legitimidad política. Es decir, un divorcio entre los representantes y los representados. Una frustración que procede de la mayor inseguridad económica y laboral que sufren muchos brasileños, así como de la creciente desigualdad en la distribución de la renta. La consecuencia es el auge, con más rapidez de lo que se imaginaba, del Partido Social Liberal de la extrema derecha.

Se trata del típico cambio pendular que se produce siempre después de una crisis económica. En Brasil, parece que está siendo un movimiento desde la izquierda a la extrema derecha. Desde los gobiernos de Lula da Silva, y luego Dilma Rousseff, ambos del Partido de los Trabajadores (PT) hacia Bolsonaro (PSL), pasando en el camino por el gobierno de Temer del MDB, un gobierno de transición. La victoria de Bolsonaro consolidaría este cambio pendular. Sería un gobierno con una estrategia de política económica más liberal que la del actual y contaría con la novedad de una posición de extrema derecha en América Latina. Por tanto, más a la derecha que los actuales gobiernos de Chile y Argentina.

Los retos del nuevo gobierno

Después de muchos años de corrupción, el papel de los políticos tradicionales, que han hecho larga carrera en el partido, no satisface el anhelo de la sociedad brasileña por la renovación política. Sin embargo, el nuevo presidente de Brasil tendrá como principal desafío la aceleración del crecimiento frente a una sociedad frustrada por años de recesión y corrupción. Deberá adoptar mayor austeridad en el gasto público, para resolver el grave problema del déficit público que han generado los gobiernos de Rousseff y Temer. Como consecuencia, la deuda pública, en solo cinco años, ha pasado de representar el 50% del PIB en 2013 al 80% en 2018.

Para aumentar el crecimiento, tendrá que hacer una política económica que logre recuperar y aumentar el tejido empresarial, modernizar las políticas y el sistema de seguridad pública, especialmente en regiones controladas por las milicias.

Además, se deberá recuperar la credibilidad que perdieron muchas instituciones con los últimos escándalos de corrupción; determinar el papel de las empresas estatales, como Petrobras, y las políticas públicas sobre la actuación de otras empresas como Embraer. También, se tendrá que responder de alguna manera a las demandas de la población sobre la reforma del sistema de pensiones, alargando la edad mínima y eliminando la jubilación precoz debida al tiempo en el que se ha estado contribuyendo, además del estrechamiento de la diferencia entre hombres y mujeres. La reforma es fundamental para reducir el déficit fiscal, que cerró 2017 en un 8% del PIB.

Independientemente de quien gane mañana en esta primera vuelta, resulta deseable que la política económica que se aplique en Brasil después de las elecciones aumente el crecimiento económico, la generación de empleo y reduzca la deuda pública a la vez que garantice la democracia en Brasil.

Fuente:  Rafael Pampillón y Leonardo Lima; "Elecciones en Brasil: entre Bolsonaro y Haddad" Expansión 5 de octubre de 2018; páginas 32 y 33

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Mañana, se celebrará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil. Serán los comicios más disputados de los últimos años con dos claros favoritos: el ultraderechista Jair Bolsonaro y el heredero de ‘Lula’, Fernando Haddad.

Economy Weblog

Tras una campaña electoral muy accidentada, las encuestas, en primera vuelta, dan como favorito a Jair Bolsonaro, candidato del Partido Social Liberal (PSL), de extrema derecha, excapitán del ejército, y diputado federal desde hace 28 años. De acuerdo con el último sondeo divulgado por IBOPE, Bolsonaro podría tener el 35%  de los votos (y subiendo) en la primera vuelta.

El expresidente Lula da Silva del Partido de los Trabajadores (PT), preso por corrupción y lavado de dinero a la par que considerado inelegible por los tribunales de justicia, nombró a Fernando Haddad como su sucesor. Haddad entró en la carrera presidencial a menos de un mes para las elecciones y ya ocupa el segundo lugar con un 22% de los votos (y bajando). El candidato del PT, es profesor de ciencias políticas, exalcalde de São Paulo y ex ministro de Educación. Los demás candidatos, Ciro Gomes (PDT), Geraldo Alckmin (PSDB) y Marina Silva (Rede), reciben el 11%, 7% y 4% respectivamente de las intenciones de voto. La incertidumbre de este proceso electoral se debe a que los resultados de las encuestas en una segunda vuelta dan un empate técnico entre Bolsonaro (que añadiría los votos de Marina Silva a los suyos) y Haddad.

La complejidad del actual escenario político en Brasil tiene su origen en la fuerte crisis económica iniciada en 2014 y en los escándalos de corrupción acaecidos en la petrolera estatal Petrobras, lo que provocó una fuerte polarización de la opinión pública, disminuyendo la popularidad de los partidos más tradicionales, tanto de la izquierda (PT) como de la derecha (PSDB) y también del centro (MDB). El actual presidente, Michel Temer (MDB), rompió la coalición con el gobierno del PT tras el impeachement de Dilma Rousseff y asumió una postura política de centro derecha. Ahora Temer está sufriendo la popularidad más baja de un presidente en la historia de la democracia brasileña: apenas un 4% de la población califica como buena la política de su gobierno. Además, como sus dos antecesores (Lula da Silva y Dilma Rouseff), Temer está siendo investigado por corrupción.

Todos estos escándalos han generado una gran desconfianza en los políticos brasileños. Así, en el último Índice de Democracia en 2017, que elabora The Economist Intelligence Unit, Brasil aparece con una puntuación de 6,86, en una escala de 0 a 10, que es el más bajo de los últimos diez años. El índice revela que los brasileños tienen muy poco compromiso político, en gran parte causado por la elevada corrupción y la falta de credibilidad en los organismos públicos. Esto ha hecho que la campaña presidencial se convirtiera en una disputa entre los candidatos menos rechazados: la extrema derecha y la izquierda fallida del PT.

Las políticas de Temer

Sin embargo, los retos para la recuperación económica de Brasil tampoco son sencillos. El presidente Temer realizó en menos de dos años reformas importantes:

* En la educación secundaria; ofreciendo a los alumnos la oportunidad de adaptar su currículo escolar a sus habilidades y las demandas del mercado.

* En el mercado laboral; flexibilizando los contratos de trabajo, permitiendo contratos por horas y ampliando la jornada de trabajo hasta 12 horas diarias, así como flexibilizando la contratación de terceros y eliminando la obligatoriedad que tenían los trabajadores de pagar la contribución sindical.

* En política fiscal; limitando el aumento de los gastos públicos a la inflación del mismo año.

* En política monetaria; los tipos de interés (siempre muy altos en Brasil) cayeron a su más bajo nivel de la historia: 6,5%. La inflación está controlada: 3,4% en 2017 y 3,7% en 2018.

Crisis económica y social

Sin embargo, el proceso de recuperación económica de Brasil sigue siendo muy lento. El crecimiento del PIB se estancó en 2014 (+0,1%), para después desplomarse en 2015 y 2016 (-3,5% cada año). En 2017, el PIB tuvo un ligero crecimiento (+1%) y para este año, 2018, se espera algo más (+1,5%). La previsión de crecimiento para el año que viene es de un 2,4%, lo que tampoco supondrá una mejora importante de la economía.

Como consecuencia de falta de actividad económica, la tasa de paro ha ido subiendo paulatinamente desde el 6,2% en 2013 hasta el 12,2% en 2018. Este aumento del desempleo ha venido acompañado de una caída en la demanda de bienes de consumo.

La tensión social tuvo su punto culminante en la provincia de Río de Janeiro, cuando en 2017 la violencia alcanzó su nivel récord de los últimos 5 años. Según el ISP (Instituto de Seguranza Pública) cerró el año con 6.749 homicidios y 10.599 robos de materiales, lo que hizo que el gobierno federal accionara la intervención militar hasta diciembre de 2018.

Además, ahora, la subida del precio del diésel en las gasolineras está suponiendo una pérdida de poder adquisitivo, pues los salarios no se están incrementando con la inflación. En protesta, el 21 de mayo de este año los camioneros entraron en huelga durante una semana, en la que más de 6.000 millones de euros en mercancías dejaron de circular en la economía y 1.000 millones de euros se dejaron de recaudar en impuestos. Finalmente, el paquete de reformas no podrá concluirse este año, ya que la reforma de las pensiones no puede ser votada en congreso hasta el fin de la intervención militar.

El fenómeno Bolsonaro

La popularidad de Jair Bolsonaro crece con el aumento de la criminalidad, las revueltas de los trabajadores y las consecuencias de la crisis económica, sobre todo el desempleo. Conviene recordar que fue Bolsonaro el que estuvo a favor de la dictadura militar que colapsó la economía brasileña entre 1964 y 1985 y que también https://nakataka.main.jp/slot-server-thailand/ apoyó la posesión de armas por la población civil. Desgraciadamente, fue víctima de su propia retórica en favor de la violencia. Fue atacado a golpe de cuchillo durante el acto de campaña celebrado en Juiz de Fora el 6 de septiembre.

Además, el candidato consiguió popularidad al defender que un policía que no mata no es un policía y por apoyar la reducción de la edad de responsabilidad penal a los 14 años. En 2011, declaró que preferiría un hijo muerto a uno gay. En 2014, le dijo a una congresista que no la violaría porque era «muy fea». En 2016, al votar en favor del impeachment de Dilma Rousseff, dedicó su voto a Carlos Alberto Brilhante Ustra, comandante de una unidad de policía responsable de 500 casos de tortura y 40 asesinatos durante la dictadura militar de Brasil. El año pasado, un tribunal lo multó por insultar a las personas que viven en quilombos (asentamientos fundados, hace siglos, por esclavos fugitivos). Aun así, Bolsonaro para ganarse el voto de los cristianos se declara defensor de los valores de la familia.

El discurso polémico del candidato esconde algunas incertidumbres en el campo económico. No tiene una propuesta económica clara, argumentando que tendrá un ministro de finanzas que se encargará de la política económica. De convertirse en Presidente, este ministro sería Paulo Guedes, economista renombrado, conocido por su ortodoxia económica e ideas liberales, favorable a la privatización de las empresas públicas, una reforma fiscal más amplia y realizar una reforma del sistema de pensiones que las haga más sostenibles y justas. Guedes es la esperanza de que la economía de Brasil logre cualquier éxito en el caso de un gobierno de Bolsonaro y de que Brasil pueda alcanzar una mayor eficiencia económica y apertura al exterior, de que mejorase el funcionamiento de los mercados con el objetivo de aumentar el bienestar material de sus ciudadanos y de devolver la confianza a la inversión extranjera.

El peso de la corrupción

En cambio, el candidato del PT, Fernando Haddad, a pesar de ser un académico respetado, provoca dudas en los sectores económicos y financieros sobre la capacidad de dar mayores grados de libertad al sistema económico. Haddad mantiene una postura más conciliadora y equilibrada que la de su partido. Sin embargo, el mercado teme que su gobierno ponga un impuesto a las transacciones bancarias (lo que aumentaría los tipos de interés), cancele la reforma fiscal de Temer que puso un techo al aumento del gasto público y que no ejecute la reforma de pensiones que sí promete Bolsonaro.

Haddad tiene a su favor la popularidad de Lula da Silva y sus políticas sociales, que redujo drásticamente el número de brasileños que viven en la extrema pobreza: del 20,2% en 2003 al 3,8% en 2011, según el Banco Mundial. Pero debe deshacerse del pesado fardo de la imagen que tiene su partido asociada a la corrupción. Según Transparencia Internacional, Brasil dejó de ocupar el puesto 54 en el ránking del Índice de Percepción de la Corrupción en 2003 para ocupar la posición 73 en 2011 y el 96 en 2017 (último informe).

¿A qué se debe el éxito de Bolsonaro? El ultraderechista está sabiendo aprovechar el sentimiento de insatisfacción de una parte importante de la población que, desde 2014, está viviendo una grave crisis económica con un elevado nivel de desempleo y que está haciendo que los partidos brasileños tradicionales, el PT incluido, pierdan legitimidad política. Es decir, un divorcio entre los representantes y los representados. Una frustración que procede de la mayor inseguridad económica y laboral que sufren muchos brasileños, así como de la creciente desigualdad en la distribución de la renta. La consecuencia es el auge, con más rapidez de lo que se imaginaba, del Partido Social Liberal de la extrema derecha.

Se trata del típico cambio pendular que se produce siempre después de una crisis económica. En Brasil, parece que está siendo un movimiento desde la izquierda a la extrema derecha. Desde los gobiernos de Lula da Silva, y luego Dilma Rousseff, ambos del Partido de los Trabajadores (PT) hacia Bolsonaro (PSL), pasando en el camino por el gobierno de Temer del MDB, un gobierno de transición. La victoria de Bolsonaro consolidaría este cambio pendular. Sería un gobierno con una estrategia de política económica más liberal que la del actual y contaría con la novedad de una posición de extrema derecha en América Latina. Por tanto, más a la derecha que los actuales gobiernos de Chile y Argentina.

Los retos del nuevo gobierno

Después de muchos años de corrupción, el papel de los políticos tradicionales, que han hecho larga carrera en el partido, no satisface el anhelo de la sociedad brasileña por la renovación política. Sin embargo, el nuevo presidente de Brasil tendrá como principal desafío la aceleración del crecimiento frente a una sociedad frustrada por años de recesión y corrupción. Deberá adoptar mayor austeridad en el gasto público, para resolver el grave problema del déficit público que han generado los gobiernos de Rousseff y Temer. Como consecuencia, la deuda pública, en solo cinco años, ha pasado de representar el 50% del PIB en 2013 al 80% en 2018.

Para aumentar el crecimiento, tendrá que hacer una política económica que logre recuperar y aumentar el tejido empresarial, modernizar las políticas y el sistema de seguridad pública, especialmente en regiones controladas por las milicias.

Además, se deberá recuperar la credibilidad que perdieron muchas instituciones con los últimos escándalos de corrupción; determinar el papel de las empresas estatales, como Petrobras, y las políticas públicas sobre la actuación de otras empresas como Embraer. También, se tendrá que responder de alguna manera a las demandas de la población sobre la reforma del sistema de pensiones, alargando la edad mínima y eliminando la jubilación precoz debida al tiempo en el que se ha estado contribuyendo, además del estrechamiento de la diferencia entre hombres y mujeres. La reforma es fundamental para reducir el déficit fiscal, que cerró 2017 en un 8% del PIB.

Independientemente de quien gane mañana en esta primera vuelta, resulta deseable que la política económica que se aplique en Brasil después de las elecciones aumente el crecimiento económico, la generación de empleo y reduzca la deuda pública a la vez que garantice la democracia en Brasil.

Fuente:  Rafael Pampillón y Leonardo Lima; «Elecciones en Brasil: entre Bolsonaro y Haddad» Expansión 5 de octubre de 2018; páginas 32 y 33

 

30
Jun
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    [post_content] => El primer problema de México tiene nombre: Donald Trump. El muro de Trump va más allá de los asuntos meramente migratorios. El muro también se expande a los ámbitos comerciales, productivos e institucionales. La posible salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría situar a la economía de México en una posición dramática: el 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EEUU.

El segundo problema se materializará mañana, 1 de julio, cuando el populista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) salga elegido presidente. Mañana, 89 millones de mexicanos están llamados a las urnas para votar. Se da como segura la victoria de AMLO que tiene el liderazgo en las encuestas con un 51% de la intención de voto (23 puntos por encima de su principal contrincante, Ricardo Anaya del PAN). El panorama económico es incierto: por primera vez en su historia, México tendrá un presidente de la izquierda radical. De ahí que muchos empresarios con inversiones en México estén asustados y una buena parte de la población mexicana tenga un sentimiento de incertidumbre sobre su futuro.

Foto: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Donald Trump

Economy Weblog

El tercer problema es la grave situación social que atraviesa el país y que AMLO quiere solucionar: 1) el elevado nivel de pobreza (el 44% de la población es pobre); 2) la inseguridad ciudadana (32.000 homicidios en el último año, lo que supone un récord histórico); 3) el aumento de la corrupción (según Transparencia Internacional empeora y en el ránking ha caído 30 puestos situándose en el lugar 135 del mundo); 4) la elevada desigualdad (es el décimo país con mayor desigualdad del mundo) y 5 la enorme burocracia en los ámbitos locales y regionales.

A pesar de este conjunto de debilidades, que AMLO pretende corregir, en los últimos años, los anteriores gobiernos de México han sabido llevar a cabo políticas dirigidas a fomentar el crecimiento de la economía, como son: 1) mejorar los marcos regulatorios (tiene, por ejemplo, una de las regulaciones más sofisticadas del mundo en banca y finanzas a través de internet); 2) reducir las cargas y los trámites administrativos para la creación de nuevas empresas y 3) liberalizar el mercado de las telecomunicaciones.

Queda todavía mucho por hacer para seguir aumentando la innovación, la competencia y la productividad del tejido empresarial mexicano. Sin embargo, AMLO parece que, por ahora, ha elegido un camino muy diferente. Sus ideas sobre cómo funciona una economía moderna son muy escasas y simples (en esto se parece a Trump). Así, en su programa electoral promete reducir a la mitad los salarios de los altos funcionarios, incluido el del presidente. Además, quiere que México sea autosuficiente en la producción de alimentos y gasolina (algo que huele a proteccionismo). A ello hay que unir un importante aumento del gasto público: estímulos al sector agropecuario; aumentos de ayuda financiera para estudiantes de familias de ingresos bajos, ancianos y discapacitados; acceso universal a las universidades públicas, y aumentar la instalación de agua corriente y de infraestructura de transporte en el sur del país, donde el 70% de la población es pobre. Pretende, además, cancelar la obra en construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

De poner en marcha este conjunto de medidas, su Presidencia sería un experimento arriesgado que está alarmando a los inversores, por sus semejanzas con los gobiernos bolivarianos de Venezuela.

No es tan fiero el león

Sin embargo, no se debe olvidar que AMLO tuvo una actuación económica responsable cuando gobernó la Ciudad de México, lo que permite entrever algunas semejanzas con el expresidente brasileño Lula da Silva, que también fue temido por los mercados cuando ganó la presidencia en 2003. Sin embargo, desde el comienzo de su mandato, adoptó una política económica más ortodoxa que el discurso populista que tiñó su campaña electoral.

Habrá que esperar al discurso de toma de posesión del nuevo presidente para tener una idea mejor de las políticas que se van a aplicar. AMLO, al igual que Lula, es una caja de sorpresas. Sin embargo junto a sus gestos populistas, el candidato a ocupar Los Pinos se ha mostrado muy partidario de renegociar el TLCAN rechazando entablar una guerra comercial con EEUU. De ganar la presidencia, Obrador buscaría la apreciación del peso, al que considera depreciado, y lo haría generando un marco de confianza que incentive las inversiones extranjeras, tal como señaló en una reciente entrevista Alfonso Romo, uno de sus asesores económicos y futuro jefe de gabinete.

Romo también adelantó que AMLO buscará fortalecer el Estado de derecho, crear condiciones comerciales que den confianza a los inversores, permitir que el peso cotice libremente (es decir, sin intervenciones) en el mercado cambiario y respetar la autonomía del Banco de México. Como consecuencia de estas declaraciones el peso mexicano, que venía cayendo con fuerza desde finales de marzo, en los últimos 15 días se ha apreciado un 5,5% con respecto al dólar y también al euro. Una alegría para los accionistas de las empresas españolas con presencia en México que tal vez perciban los efectos positivos de la apreciación del peso en el valor de sus acciones.

El futuro del Tratado

Donald Trump, desde que es presidente, está creando enormes tensiones con México en varios campos, incluidos los asuntos económicos. AMLO no lo va a tener fácil. Si Estados Unidos abandonase el TLCAN, Trump provocaría un desastre en la economía mexicana. El 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EEUU y la mayor parte de la inversión directa exterior que recibe México también procede de su vecino del norte. El crecimiento económico de México se frenaría y la balanza comercial alcanzaría un déficit impresionante. Además el tipo de cambio del peso se derrumbaría por dos razones: a) por las menores exportaciones y b) por la huida de capitales hacia EEUU por tres motivos: 1º) porque la incertidumbre que se ha instalado en México no favorece la entrada de capitales y, en cambio, sí su salida; 2º) por los mayores tipos de interés aplicados por la Reserva Federal y 3º) por las bajas expectativas de crecimiento económico que tendría México.

En cualquier otra situación una depreciación de la moneda incrementaría las exportaciones. En este caso es más difícil. Con la salida de EEUU del TLCAN y la consiguiente subida de aranceles, México quedaría encerrado en un corral, donde sus exportaciones se verían muy afectadas. La buena noticia es que se crearía una situación que obligaría a México a diversificar geográficamente sus exportaciones hacia los países con los que tiene otros acuerdos comerciales. México, desde hace muchos años, ha venido explorado nuevos mercados, lo cual también se ve reflejado en el reciente acuerdo de libre comercio firmado con la Unión Europea.
Además, ha empezado a subir aranceles a productos americanos, como el queso, con el fin de que EEUU sienta las consecuencias que tendría romper los acuerdos comerciales con México. Un dato: el 80% de las exportaciones de queso de Estados Unidos se envían a México.

Por ahora la salida de EEUU de la TLCAN es solo una posibilidad y probablemente una estrategia de Trump para renegociar el actual acuerdo comercial con Canadá y México. No se debe olvidar que gran parte de la cadena de valor de muchas empresas norteamericanas se encuentra detrás de las fronteras mexicanas. Trump sabe, o debería saber, que si quiere aumentar el bienestar de los ciudadanos americanos y la productividad de las empresas de EEUU hay que poner aceite para que funcione la cadena de valor y la logística. Si, por el contrario, pone palos en la rueda de los intercambios comerciales se reducirá la asignación eficiente de los recursos y con ello el crecimiento económico y empleo.

Donald Trump está creando enormes tensiones políticas y económicas con México

El TLCAN va a ser un reto muy importante para el nuevo presidente que necesita salvar ese acuerdo con dignidad para poder sostener su economía. México no puede perder a su mejor cliente. Si bien es cierto que tampoco puede ceder en todo: los chantajes arancelarios tienen un límite. En cualquier caso el gobierno de AMLO no entrará en una guerra frontal en la que es fácil que pierda.

Aumentar la economía

Si bien AMLO, durante la campaña, ha ido poniendo el foco en repartir la tarta, no debe olvidar que también se necesita que aumente su tamaño. Es cierto, como comentamos al principio, que en los últimos años los gobiernos de México han hecho un esfuerzo por aumentar el crecimiento de su economía, reduciendo las cargas regulatorias con el fin de aumentar el nivel tecnológico y la competitividad de sus empresas. Sin embargo, está todavía muy lejos de diversificar adecuadamente su canasta exportadora. México es todavía un país cuyo desarrollo industrial, productividad y capacidad de innovación están en niveles muy bajos. La carencia de innovación y de capital humano son dos grandes retos que impiden el camino de su desarrollo.

Entre 2008 y 2016, México ha aumentado su presupuesto en investigación y desarrollo (I+D). Desgraciadamente, hasta ahora la inversión en I+D se ha hecho principalmente en el sector público, algo que no ha permitido avances significativos en la productividad y la competencia. Afortunadamente, en 2018 se aumentó la desgravación fiscal en las empresas en las áreas de investigación y tecnología, pudiéndose deducir ahora el 30% de esas inversiones.

Pero la baja productividad se debe también a la falta de capacitación del capital humano. El aumento de capital humano, fortalecería la innovación empresarial y con esto también aumentaría la competitividad. En este sentido el sistema educativo mexicano también tiene que valorar la importancia de formar personal cualificado slot server thailand para ayudar a mejorar la productividad del país. La apuesta por la transformación digital y la innovación en el sector de la Inteligencia Artificial pasa por contar con personal cualificado para realizar ese tipo de trabajos.

Una posibilidad es otorgar apoyos para formar estudiantes de master y doctorados en las empresas: un sistema dual que combine trabajo y estudio. Además, el nuevo gobierno debe aprovechar los logros que ha tenido hasta ahora el fomento del emprendimiento, asegurando más oportunidades para todos los ciudadanos para crear empresas de manera que el nuevo tejido productivo se distribuya de forma más equitativa a lo largo y a lo ancho de todo el país.

Tejido empresarial

En resumen, México, hasta el día de hoy, ha tenido una estrecha y potente conexión con los EEUU, beneficiándose de los éxitos empresariales de los americanos y a la vez, perjudicado en las épocas de crisis económicas. Aunque México ha podido ir desarrollando un mejor, y cada vez mayor, tejido empresarial dentro de su territorio, sigue teniendo una amplía necesidad de estar conectado con los Estados Unidos.

De hecho el país azteca sigue estando muy bien posicionado para exportar servicios y bienes a las empresas norteamericanas. Una realidad que exige que el nuevo gobierno de México ponga la negociación del TLCAN en la parte alta de su lista de prioridades. Para continuar creciendo, México debe seguir manteniendo su buena relación con EEUU.

A su vez, el nuevo gobierno debe priorizar la necesidad de diversificar el tejido empresarial, incorporando las ventajas que presenta la transformación digital para estimular la productividad, asegurando así un mayor desarrollo económico futuro. Si, además, quiere hacer reformas sociales con aumentos de gasto público, tiene que conseguir aumentar los ingresos fiscales. Para ello, se precisa una reforma fiscal y una tarta económica más grande.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "México está entre la espada y la pared". Expansión 30 de junio de 2018. Páginas 26 y 27 
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El segundo problema se materializará mañana, 1 de julio, cuando el populista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) salga elegido presidente. Mañana, 89 millones de mexicanos están llamados a las urnas para votar. Se da como segura la victoria de AMLO que tiene el liderazgo en las encuestas con un 51% de la intención de voto (23 puntos por encima de su principal contrincante, Ricardo Anaya del PAN). El panorama económico es incierto: por primera vez en su historia, México tendrá un presidente de la izquierda radical. De ahí que muchos empresarios con inversiones en México estén asustados y una buena parte de la población mexicana tenga un sentimiento de incertidumbre sobre su futuro.

Foto: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Donald Trump

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El tercer problema es la grave situación social que atraviesa el país y que AMLO quiere solucionar: 1) el elevado nivel de pobreza (el 44% de la población es pobre); 2) la inseguridad ciudadana (32.000 homicidios en el último año, lo que supone un récord histórico); 3) el aumento de la corrupción (según Transparencia Internacional empeora y en el ránking ha caído 30 puestos situándose en el lugar 135 del mundo); 4) la elevada desigualdad (es el décimo país con mayor desigualdad del mundo) y 5 la enorme burocracia en los ámbitos locales y regionales.

A pesar de este conjunto de debilidades, que AMLO pretende corregir, en los últimos años, los anteriores gobiernos de México han sabido llevar a cabo políticas dirigidas a fomentar el crecimiento de la economía, como son: 1) mejorar los marcos regulatorios (tiene, por ejemplo, una de las regulaciones más sofisticadas del mundo en banca y finanzas a través de internet); 2) reducir las cargas y los trámites administrativos para la creación de nuevas empresas y 3) liberalizar el mercado de las telecomunicaciones.

Queda todavía mucho por hacer para seguir aumentando la innovación, la competencia y la productividad del tejido empresarial mexicano. Sin embargo, AMLO parece que, por ahora, ha elegido un camino muy diferente. Sus ideas sobre cómo funciona una economía moderna son muy escasas y simples (en esto se parece a Trump). Así, en su programa electoral promete reducir a la mitad los salarios de los altos funcionarios, incluido el del presidente. Además, quiere que México sea autosuficiente en la producción de alimentos y gasolina (algo que huele a proteccionismo). A ello hay que unir un importante aumento del gasto público: estímulos al sector agropecuario; aumentos de ayuda financiera para estudiantes de familias de ingresos bajos, ancianos y discapacitados; acceso universal a las universidades públicas, y aumentar la instalación de agua corriente y de infraestructura de transporte en el sur del país, donde el 70% de la población es pobre. Pretende, además, cancelar la obra en construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

De poner en marcha este conjunto de medidas, su Presidencia sería un experimento arriesgado que está alarmando a los inversores, por sus semejanzas con los gobiernos bolivarianos de Venezuela.

No es tan fiero el león

Sin embargo, no se debe olvidar que AMLO tuvo una actuación económica responsable cuando gobernó la Ciudad de México, lo que permite entrever algunas semejanzas con el expresidente brasileño Lula da Silva, que también fue temido por los mercados cuando ganó la presidencia en 2003. Sin embargo, desde el comienzo de su mandato, adoptó una política económica más ortodoxa que el discurso populista que tiñó su campaña electoral.

Habrá que esperar al discurso de toma de posesión del nuevo presidente para tener una idea mejor de las políticas que se van a aplicar. AMLO, al igual que Lula, es una caja de sorpresas. Sin embargo junto a sus gestos populistas, el candidato a ocupar Los Pinos se ha mostrado muy partidario de renegociar el TLCAN rechazando entablar una guerra comercial con EEUU. De ganar la presidencia, Obrador buscaría la apreciación del peso, al que considera depreciado, y lo haría generando un marco de confianza que incentive las inversiones extranjeras, tal como señaló en una reciente entrevista Alfonso Romo, uno de sus asesores económicos y futuro jefe de gabinete.

Romo también adelantó que AMLO buscará fortalecer el Estado de derecho, crear condiciones comerciales que den confianza a los inversores, permitir que el peso cotice libremente (es decir, sin intervenciones) en el mercado cambiario y respetar la autonomía del Banco de México. Como consecuencia de estas declaraciones el peso mexicano, que venía cayendo con fuerza desde finales de marzo, en los últimos 15 días se ha apreciado un 5,5% con respecto al dólar y también al euro. Una alegría para los accionistas de las empresas españolas con presencia en México que tal vez perciban los efectos positivos de la apreciación del peso en el valor de sus acciones.

El futuro del Tratado

Donald Trump, desde que es presidente, está creando enormes tensiones con México en varios campos, incluidos los asuntos económicos. AMLO no lo va a tener fácil. Si Estados Unidos abandonase el TLCAN, Trump provocaría un desastre en la economía mexicana. El 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EEUU y la mayor parte de la inversión directa exterior que recibe México también procede de su vecino del norte. El crecimiento económico de México se frenaría y la balanza comercial alcanzaría un déficit impresionante. Además el tipo de cambio del peso se derrumbaría por dos razones: a) por las menores exportaciones y b) por la huida de capitales hacia EEUU por tres motivos: 1º) porque la incertidumbre que se ha instalado en México no favorece la entrada de capitales y, en cambio, sí su salida; 2º) por los mayores tipos de interés aplicados por la Reserva Federal y 3º) por las bajas expectativas de crecimiento económico que tendría México.

En cualquier otra situación una depreciación de la moneda incrementaría las exportaciones. En este caso es más difícil. Con la salida de EEUU del TLCAN y la consiguiente subida de aranceles, México quedaría encerrado en un corral, donde sus exportaciones se verían muy afectadas. La buena noticia es que se crearía una situación que obligaría a México a diversificar geográficamente sus exportaciones hacia los países con los que tiene otros acuerdos comerciales. México, desde hace muchos años, ha venido explorado nuevos mercados, lo cual también se ve reflejado en el reciente acuerdo de libre comercio firmado con la Unión Europea.
Además, ha empezado a subir aranceles a productos americanos, como el queso, con el fin de que EEUU sienta las consecuencias que tendría romper los acuerdos comerciales con México. Un dato: el 80% de las exportaciones de queso de Estados Unidos se envían a México.

Por ahora la salida de EEUU de la TLCAN es solo una posibilidad y probablemente una estrategia de Trump para renegociar el actual acuerdo comercial con Canadá y México. No se debe olvidar que gran parte de la cadena de valor de muchas empresas norteamericanas se encuentra detrás de las fronteras mexicanas. Trump sabe, o debería saber, que si quiere aumentar el bienestar de los ciudadanos americanos y la productividad de las empresas de EEUU hay que poner aceite para que funcione la cadena de valor y la logística. Si, por el contrario, pone palos en la rueda de los intercambios comerciales se reducirá la asignación eficiente de los recursos y con ello el crecimiento económico y empleo.

Donald Trump está creando enormes tensiones políticas y económicas con México

El TLCAN va a ser un reto muy importante para el nuevo presidente que necesita salvar ese acuerdo con dignidad para poder sostener su economía. México no puede perder a su mejor cliente. Si bien es cierto que tampoco puede ceder en todo: los chantajes arancelarios tienen un límite. En cualquier caso el gobierno de AMLO no entrará en una guerra frontal en la que es fácil que pierda.

Aumentar la economía

Si bien AMLO, durante la campaña, ha ido poniendo el foco en repartir la tarta, no debe olvidar que también se necesita que aumente su tamaño. Es cierto, como comentamos al principio, que en los últimos años los gobiernos de México han hecho un esfuerzo por aumentar el crecimiento de su economía, reduciendo las cargas regulatorias con el fin de aumentar el nivel tecnológico y la competitividad de sus empresas. Sin embargo, está todavía muy lejos de diversificar adecuadamente su canasta exportadora. México es todavía un país cuyo desarrollo industrial, productividad y capacidad de innovación están en niveles muy bajos. La carencia de innovación y de capital humano son dos grandes retos que impiden el camino de su desarrollo.

Entre 2008 y 2016, México ha aumentado su presupuesto en investigación y desarrollo (I+D). Desgraciadamente, hasta ahora la inversión en I+D se ha hecho principalmente en el sector público, algo que no ha permitido avances significativos en la productividad y la competencia. Afortunadamente, en 2018 se aumentó la desgravación fiscal en las empresas en las áreas de investigación y tecnología, pudiéndose deducir ahora el 30% de esas inversiones.

Pero la baja productividad se debe también a la falta de capacitación del capital humano. El aumento de capital humano, fortalecería la innovación empresarial y con esto también aumentaría la competitividad. En este sentido el sistema educativo mexicano también tiene que valorar la importancia de formar personal cualificado slot server thailand para ayudar a mejorar la productividad del país. La apuesta por la transformación digital y la innovación en el sector de la Inteligencia Artificial pasa por contar con personal cualificado para realizar ese tipo de trabajos.

Una posibilidad es otorgar apoyos para formar estudiantes de master y doctorados en las empresas: un sistema dual que combine trabajo y estudio. Además, el nuevo gobierno debe aprovechar los logros que ha tenido hasta ahora el fomento del emprendimiento, asegurando más oportunidades para todos los ciudadanos para crear empresas de manera que el nuevo tejido productivo se distribuya de forma más equitativa a lo largo y a lo ancho de todo el país.

Tejido empresarial

En resumen, México, hasta el día de hoy, ha tenido una estrecha y potente conexión con los EEUU, beneficiándose de los éxitos empresariales de los americanos y a la vez, perjudicado en las épocas de crisis económicas. Aunque México ha podido ir desarrollando un mejor, y cada vez mayor, tejido empresarial dentro de su territorio, sigue teniendo una amplía necesidad de estar conectado con los Estados Unidos.

De hecho el país azteca sigue estando muy bien posicionado para exportar servicios y bienes a las empresas norteamericanas. Una realidad que exige que el nuevo gobierno de México ponga la negociación del TLCAN en la parte alta de su lista de prioridades. Para continuar creciendo, México debe seguir manteniendo su buena relación con EEUU.

A su vez, el nuevo gobierno debe priorizar la necesidad de diversificar el tejido empresarial, incorporando las ventajas que presenta la transformación digital para estimular la productividad, asegurando así un mayor desarrollo económico futuro. Si, además, quiere hacer reformas sociales con aumentos de gasto público, tiene que conseguir aumentar los ingresos fiscales. Para ello, se precisa una reforma fiscal y una tarta económica más grande.

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Esta semana nos han llegado dos buenas noticias sobre el proceso de paz de Colombia. En primer lugar, que el presidente Juan Manuel Santos ha prorrogado hasta el 31 de diciembre de este año el alto el fuego con el grupo guerrillero de las FARC, que había expirado el pasado 2 de octubre. Segundo, que el otro grupo guerrillero colombiano el Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunció, también esta semana, que iniciaba diálogos de paz con el gobierno, algo asombroso después de haber fracasado el plebiscito para aprobar los acuerdos de paz con las FARC.Farc 2

Un plazo más largo y todos los actores discutiendo en la mesa de negociación van a ser un aliciente para que el gobierno de Colombia siga trabajando, sin precipitaciones, en las diferentes propuestas de paz. No obstante, tanto las FARC como el ELN así como las tendencias políticas que se oponen al presidente Santos (encabezadas por el expresidente Uribe) tendrán que tomar una posición un poco más abierta con el fin de lograr un acuerdo que logre un efecto positivo para la economía y los ciudadanos colombianos. Colombia es el segundo país con mayor biodiversidad del Planeta, el segundo exportador más grande de flores, el que tiene el café más suave y aromático y la cuarta economía más grande de América Latina. Sin embargo, por desgracia cuando pensamos en Colombia lo primero que se viene a la cabeza es el cultivo de cocaína, el narcotráfico, la guerra  y la inseguridad. Ello se debe a que desde su independencia de España en 1819, ha sufrido diversos conflictos internos que se prolongaron hasta nuestros días, el último de ellos con los grupos guerrilleros que se conformaron en 1962, lo que representa medio siglo de conflicto y más de 7 millones de víctimas en todo el país. El proceso de paz Durante las últimas décadas ha habido un cierto interés político por parte de los distintos presidentes de la República para desarrollar diálogos de paz, pero muchos de ellos han sido infructuosos tal como ocurrió entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC en el período 1998-2002. Otros en cambio como, por ejemplo, durante el gobierno de Virgilio Barco se llegaron a acuerdos con el grupo M19 (Movimiento 19 de abril) para su desmovilización en 1990. Desde el año 2010, representantes del gobierno colombiano han estado dialogando, en La Habana, con el grupo guerrillero de las FARC, para llegar a un acuerdo de paz que se firmó el 26 de septiembre de 2016 en la ciudad de Cartagena (Colombia) donde asistieron personalidades políticas de los dos hemisferios. Sin embargo, este acuerdo, un documento de 297 páginas, no ha sido del agrado de muchos colombianos por lo que poco a poco han ido apareciendo en el país corrientes de opinión que consideraban que ese pacto daba demasiadas concesiones a las FARC. Como la opinión entre los que estaban a favor del documento y los que estaban en contra se iba polarizando el presidente Santos llamó a las urnas a toda la población en edad de votar para que el 2 de Octubre contestaran SI o NO a una única pregunta que decía: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. El resultado de la votación fue una ligera mayoría por el NO (una diferencia de menos de 100.000 votos) y una abstención de un 60%. Los resultados mostraron las grandes diferencias existentes entre los partidarios del Acuerdo de Paz que se firmó y los que estaban en contra de dicho acuerdo. A estos dos grupos hay que unir una parte importante de la población que tiene sentimientos encontrados entre esas dos facciones. Como consecuencia de este resultado a favor del NO el panorama político y económico de Colombia se ha vuelto muy incierto, el pueblo está dividido y desmoralizado sin saber a quién seguir. Los partidarios del NO esperan que sus representantes (liderados por el expresidente Uribe) logren que las FARC y el Gobierno cedan, en algunos de sus puntos, mientras tanto los partidarios del SI solo quieren que las conversaciones tripartitas entre el Gobierno, los “uribistas” y la guerrilla logren alcanzar un acuerdo que libere al país del permanente conflicto y la inseguridad. Al mismo tiempo muchos colombianos están realizando marchas pacíficas para presionar a la mesa de dialogo  a pactar esa  paz tan anhelada. Incertidumbre económica Una paz va a permitir un cambio radical en el aumento de la inversión extranjera, de la productividad en la agricultura (un sector clave para la economía) y del crecimiento del PIB. Por tanto, el fin del conflicto que sufre Colombia desde hace 54 años supondría un nuevo impulso en el crecimiento económico del país, por la mejora de la seguridad y la llegada de inversores extranjeros. Pero mientras la paz definitiva no llega el país avanza poco y los mercados están consternados lo que ha derivado en una devaluación del peso colombiano y en un mercado de valores inquieto. El FMI ha previsto que la economía colombiana registrará un crecimiento del 2,7% este año, un ajuste a la baja de 0,3 puntos respecto a sus estimaciones del mes de julio. La reforma fiscal El gobierno tiene además una fuerte presión de los organismos multilaterales y las agencias de rating, quienes anticipan un descenso en la calificación del riesgo-país de no aprobarse la reforma tributaria y la regla fiscal que obligaría al gobierno a mantener un déficit del 1.9% del PIB para 2018, por debajo del actual 3.5%. Desgraciadamente, como el presidente Juan Manuel Santos ha perdido mucho apoyo político tiene muchas dificultades para aprobar la reforma tributaria que ha elaborado su ministro de hacienda Mauricio Cárdenas. Esperaba la aprobación de esa reforma en el Congreso de la República, tras un supuesto éxito en el plebiscito, pero al no triunfar el SI la aprobación parece que será bastante más difícil y turbulenta. Esta reforma fue pensada como una nueva fuente de ingresos fiscales para poder reducir así el déficit público. Efectivamente, pese a que Colombia en los últimos diez años ha crecido a un promedio de 3,9% anual, el desplome del precio del petróleo y de otras materias primas está perjudicando su crecimiento económico y el equilibrio de sus finanzas públicas. El economista J. M. Keynes, demostró y predicó que por medio de castigos severos a los perdedores de una guerra no se llegaría a la paz sino que se generarían más odios y más guerras. De ahí la importancia de que cuanto antes los grupos armados, los opositores, el gobierno y la población colombiana, cierren sus heridas y busquen, a través del diálogo, acuerdos que lleven a la paz y, por tanto, a un futuro más próspero para este rico y hermoso país. Fuente: Rafael Pampillón (Universidad CEU San Pablo e IE Business School) y Carolina Ramírez (Master en Economía por University College London). "Colombia: las consecuencias económicas de la paz". Expansión,  15 de octubre de 2016. Página 43. 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Esta semana nos han llegado dos buenas noticias sobre el proceso de paz de Colombia. En primer lugar, que el presidente Juan Manuel Santos ha prorrogado hasta el 31 de diciembre de este año el alto el fuego con el grupo guerrillero de las FARC, que había expirado el pasado 2 de octubre. Segundo, que el otro grupo guerrillero colombiano el Ejército de Liberación Nacional (ELN) anunció, también esta semana, que iniciaba diálogos de paz con el gobierno, algo asombroso después de haber fracasado el plebiscito para aprobar los acuerdos de paz con las FARC.Farc 2

Un plazo más largo y todos los actores discutiendo en la mesa de negociación van a ser un aliciente para que el gobierno de Colombia siga trabajando, sin precipitaciones, en las diferentes propuestas de paz. No obstante, tanto las FARC como el ELN así como las tendencias políticas que se oponen al presidente Santos (encabezadas por el expresidente Uribe) tendrán que tomar una posición un poco más abierta con el fin de lograr un acuerdo que logre un efecto positivo para la economía y los ciudadanos colombianos.

Colombia es el segundo país con mayor biodiversidad del Planeta, el segundo exportador más grande de flores, el que tiene el café más suave y aromático y la cuarta economía más grande de América Latina. Sin embargo, por desgracia cuando pensamos en Colombia lo primero que se viene a la cabeza es el cultivo de cocaína, el narcotráfico, la guerra  y la inseguridad.

Ello se debe a que desde su independencia de España en 1819, ha sufrido diversos conflictos internos que se prolongaron hasta nuestros días, el último de ellos con los grupos guerrilleros que se conformaron en 1962, lo que representa medio siglo de conflicto y más de 7 millones de víctimas en todo el país.

El proceso de paz

Durante las últimas décadas ha habido un cierto interés político por parte de los distintos presidentes de la República para desarrollar diálogos de paz, pero muchos de ellos han sido infructuosos tal como ocurrió entre el gobierno de Andrés Pastrana y las FARC en el período 1998-2002. Otros en cambio como, por ejemplo, durante el gobierno de Virgilio Barco se llegaron a acuerdos con el grupo M19 (Movimiento 19 de abril) para su desmovilización en 1990.

Desde el año 2010, representantes del gobierno colombiano han estado dialogando, en La Habana, con el grupo guerrillero de las FARC, para llegar a un acuerdo de paz que se firmó el 26 de septiembre de 2016 en la ciudad de Cartagena (Colombia) donde asistieron personalidades políticas de los dos hemisferios. Sin embargo, este acuerdo, un documento de 297 páginas, no ha sido del agrado de muchos colombianos por lo que poco a poco han ido apareciendo en el país corrientes de opinión que consideraban que ese pacto daba demasiadas concesiones a las FARC.

Como la opinión entre los que estaban a favor del documento y los que estaban en contra se iba polarizando el presidente Santos llamó a las urnas a toda la población en edad de votar para que el 2 de Octubre contestaran SI o NO a una única pregunta que decía: “¿Apoya usted el acuerdo final para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera?”. El resultado de la votación fue una ligera mayoría por el NO (una diferencia de menos de 100.000 votos) y una abstención de un 60%. Los resultados mostraron las grandes diferencias existentes entre los partidarios del Acuerdo de Paz que se firmó y los que estaban en contra de dicho acuerdo. A estos dos grupos hay que unir una parte importante de la población que tiene sentimientos encontrados entre esas dos facciones.

Como consecuencia de este resultado a favor del NO el panorama político y económico de Colombia se ha vuelto muy incierto, el pueblo está dividido y desmoralizado sin saber a quién seguir. Los partidarios del NO esperan que sus representantes (liderados por el expresidente Uribe) logren que las FARC y el Gobierno cedan, en algunos de sus puntos, mientras tanto los partidarios del SI solo quieren que las conversaciones tripartitas entre el Gobierno, los “uribistas” y la guerrilla logren alcanzar un acuerdo que libere al país del permanente conflicto y la inseguridad. Al mismo tiempo muchos colombianos están realizando marchas pacíficas para presionar a la mesa de dialogo  a pactar esa  paz tan anhelada.

Incertidumbre económica

Una paz va a permitir un cambio radical en el aumento de la inversión extranjera, de la productividad en la agricultura (un sector clave para la economía) y del crecimiento del PIB. Por tanto, el fin del conflicto que sufre Colombia desde hace 54 años supondría un nuevo impulso en el crecimiento económico del país, por la mejora de la seguridad y la llegada de inversores extranjeros.

Pero mientras la paz definitiva no llega el país avanza poco y los mercados están consternados lo que ha derivado en una devaluación del peso colombiano y en un mercado de valores inquieto. El FMI ha previsto que la economía colombiana registrará un crecimiento del 2,7% este año, un ajuste a la baja de 0,3 puntos respecto a sus estimaciones del mes de julio.

La reforma fiscal

El gobierno tiene además una fuerte presión de los organismos multilaterales y las agencias de rating, quienes anticipan un descenso en la calificación del riesgo-país de no aprobarse la reforma tributaria y la regla fiscal que obligaría al gobierno a mantener un déficit del 1.9% del PIB para 2018, por debajo del actual 3.5%.

Desgraciadamente, como el presidente Juan Manuel Santos ha perdido mucho apoyo político tiene muchas dificultades para aprobar la reforma tributaria que ha elaborado su ministro de hacienda Mauricio Cárdenas. Esperaba la aprobación de esa reforma en el Congreso de la República, tras un supuesto éxito en el plebiscito, pero al no triunfar el SI la aprobación parece que será bastante más difícil y turbulenta. Esta reforma fue pensada como una nueva fuente de ingresos fiscales para poder reducir así el déficit público. Efectivamente, pese a que Colombia en los últimos diez años ha crecido a un promedio de 3,9% anual, el desplome del precio del petróleo y de otras materias primas está perjudicando su crecimiento económico y el equilibrio de sus finanzas públicas.

El economista J. M. Keynes, demostró y predicó que por medio de castigos severos a los perdedores de una guerra no se llegaría a la paz sino que se generarían más odios y más guerras. De ahí la importancia de que cuanto antes los grupos armados, los opositores, el gobierno y la población colombiana, cierren sus heridas y busquen, a través del diálogo, acuerdos que lleven a la paz y, por tanto, a un futuro más próspero para este rico y hermoso país.

Fuente: Rafael Pampillón (Universidad CEU San Pablo e IE Business School) y Carolina Ramírez (Master en Economía por University College London). «Colombia: las consecuencias económicas de la paz». Expansión,  15 de octubre de 2016. Página 43.

9
Jul

El mes decisivo de Brasil

Escrito el 9 julio 2016 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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    [post_content] => Brasil se encuentra en pleno proceso de moción de censura contra su presidenta Dilma Rousseff (Ahora mismo el país tiene dos presidentes, la Sra Rousseff y el interino Michel Temer), que ha sido apartada de su cargo 6 meses a contar desde el inicio del proceso de destitución el pasado 12 de Mayo. Del 5 al 21 de Agosto se celebran los Juegos Olímpicos en el país pero el mes decisivo para el país no será ese sino el próximo mes de Noviembre
¿Por qué? Dilma Rousseff obtuvo su segunda victoria presidencial el pasado mes de octubre del 2014 con un estrecho margen al obtener el 51,6% de los votos frente al 48,3% del otro candidato Aécio Neves. Su primer mandato se caracterizó por el populismo con medidas como la congelación del precio del coste de los servicios básicos como la electricidad o el agua, el incremento de un número importante de trabajadores públicos y la total falta de reformas. Nada más ser relegida ya se dio cuenta que la situación era insostenible y nombre Ministro de Economía a Joaquim Levy, un economista ortodoxo y con gran experiencia en la Banca Privada, aunque sólo duró hasta diciembre del 2015. Los brasileños han visto como el año pasado al luz les subió más de un 70%, el desempleo ha subido del 9,9% al 12,5% en un año y la inflación creciendo a dos dígitosbetrayal
¿Cuál es la encrucijada de Brasil?
Existe una amplia preocupación que la continuidad de la presidenta, independientemente de los casos de corrupción, traería más populismo y profundizaría en la crisis del país. El cambio de Temer traería quizás la necesidad de realizar las reformas que el país necesita: Atajar el déficit de cuenta corriente, la regulación de los precios de los servicios básicos y el gran endeudamiento de las empresas y el gobierno debido al excesivo crédito de los últimos años . Es fundamental también el papel del Banco Central reduciendo los tipos de interés en cuanto la inflación se controle Sólo así se podría volver a datos de crecimiento en el 2017. Michel Temer no tiene ningún tipo de experiencia empresarial, pero en este caso sus casi 40 años de parlamentario pueden ser fundamentales para lograr la cohesión del fragmentado parlamento brasileño a la hora de tomar medidas no muy populares a corto plazo: La mitad del presupuesto gubernamental se utiliza para el gasto de la Seguridad Social en un país donde la edad de jubilación ronda los 55 años o los gastos de Salud y Educación están actualmente indexados a la inflación
Brasil estaba creciendo al 7,5% en el 2010 y lleva dos años en recesión, si las reformas necesarias son realizadas la deuda se estabilizará y la senda del crecimiento se retomará
Feliz Verano
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¿Por qué? Dilma Rousseff obtuvo su segunda victoria presidencial el pasado mes de octubre del 2014 con un estrecho margen al obtener el 51,6% de los votos frente al 48,3% del otro candidato Aécio Neves. Su primer mandato se caracterizó por el populismo con medidas como la congelación del precio del coste de los servicios básicos como la electricidad o el agua, el incremento de un número importante de trabajadores públicos y la total falta de reformas. Nada más ser relegida ya se dio cuenta que la situación era insostenible y nombre Ministro de Economía a Joaquim Levy, un economista ortodoxo y con gran experiencia en la Banca Privada, aunque sólo duró hasta diciembre del 2015. Los brasileños han visto como el año pasado al luz les subió más de un 70%, el desempleo ha subido del 9,9% al 12,5% en un año y la inflación creciendo a dos dígitosbetrayal
¿Cuál es la encrucijada de Brasil?
Existe una amplia preocupación que la continuidad de la presidenta, independientemente de los casos de corrupción, traería más populismo y profundizaría en la crisis del país. El cambio de Temer traería quizás la necesidad de realizar las reformas que el país necesita: Atajar el déficit de cuenta corriente, la regulación de los precios de los servicios básicos y el gran endeudamiento de las empresas y el gobierno debido al excesivo crédito de los últimos años . Es fundamental también el papel del Banco Central reduciendo los tipos de interés en cuanto la inflación se controle Sólo así se podría volver a datos de crecimiento en el 2017. Michel Temer no tiene ningún tipo de experiencia empresarial, pero en este caso sus casi 40 años de parlamentario pueden ser fundamentales para lograr la cohesión del fragmentado parlamento brasileño a la hora de tomar medidas no muy populares a corto plazo: La mitad del presupuesto gubernamental se utiliza para el gasto de la Seguridad Social en un país donde la edad de jubilación ronda los 55 años o los gastos de Salud y Educación están actualmente indexados a la inflación
Brasil estaba creciendo al 7,5% en el 2010 y lleva dos años en recesión, si las reformas necesarias son realizadas la deuda se estabilizará y la senda del crecimiento se retomará
Feliz Verano

11
Jun

La situación económica de Venezuela

Escrito el 11 junio 2016 por Miguel Aguirre Uzquiano en América Latina

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¿Tiene capacidad el gobierno venezolano para atender este importante importe sin ayuda exterior?

Durante los últimos años, Venezuela se ha convertido en un país mono exportador, suponiendo el petróleo el 95% de las exportaciones. Sin embargo la baja calidad de las infraestructuras petrolíferas ha motivado dos situaciones:

Por un lado afecta negativamente en la producción y por otro los hidrocarburos son el segundo epígrafe más importante de las importaciones del país motivado por la baja calidad de las refinerías nacionales. La cuenta corriente del país pasó a ser deficitaria en 2015 por primera vez en décadas y confiar en la inversión extranjera en la situación actual, con una inflación que supera el 200% anual, parece, hoy por hoy, poco probable

¿Qué podemos esperar en el corto plazo?Venezuela

Hace 16 años que Hugo Chávez se convirtió en presidente del país. Estos tres lustros monocolores se vieron interrumpidos por la victoria en el parlamento en Diciembre del 2015 de la Mesa Unitaria Democrática (MUD).  La cuestión más relevante es si hay un plan económico alternativo para volver a poner a Venezuela en la senda del crecimiento.  La MUD está centrada en reformar la constitución para limitar el poder del presidente Maduro, mientras que éste ha decidido establecer una serie de planes de emergencia nacionales.  Entre estos se encuentra la primera subida de la gasolina en 20 años y la devaluación de más de un 50% de uno de los tres tipos de cambio usados en el país.  Se espera que esta última medida impulse las exportaciones y la muy maltrecha producción nacional

De todas las cosas que se dicen sobre Venezuela, una que no se suele indicar es que se trata de un país muy bonito con maravillas como el Parque Nacional Canaima o Los Roques. Esperemos que los próximos meses traigan mayor estabilidad política al país para poder volver a la senda de crecimiento que tuvo hace décadas.  No es la primera vez que Venezuela se ve afectada por una recesión derivada del petróleo (sucedió en los ochenta ), con lo que hay que confiar en que no se vuelvan a repetir los errores del pasado
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El petróleo genera casi la mitad de los ingresos previstos del gobierno. Si siguen los precios actuales ¿Es posible un impago de la deuda externa?  Ya en 2015, se evitó el incumplimiento por un estrecho margen gracias a los préstamos chinos (una situación muy similar a la Argentina), logrando así pagar los vencimientos de deuda de febrero 2016 de 1.500 millones de dólares.  Durante los próximos meses, octubre y noviembre,  se prevén dos nuevos vencimientos de 4.800 millones de dólares.

¿Tiene capacidad el gobierno venezolano para atender este importante importe sin ayuda exterior?

Durante los últimos años, Venezuela se ha convertido en un país mono exportador, suponiendo el petróleo el 95% de las exportaciones. Sin embargo la baja calidad de las infraestructuras petrolíferas ha motivado dos situaciones:

Por un lado afecta negativamente en la producción y por otro los hidrocarburos son el segundo epígrafe más importante de las importaciones del país motivado por la baja calidad de las refinerías nacionales. La cuenta corriente del país pasó a ser deficitaria en 2015 por primera vez en décadas y confiar en la inversión extranjera en la situación actual, con una inflación que supera el 200% anual, parece, hoy por hoy, poco probable

¿Qué podemos esperar en el corto plazo?Venezuela

Hace 16 años que Hugo Chávez se convirtió en presidente del país. Estos tres lustros monocolores se vieron interrumpidos por la victoria en el parlamento en Diciembre del 2015 de la Mesa Unitaria Democrática (MUD).  La cuestión más relevante es si hay un plan económico alternativo para volver a poner a Venezuela en la senda del crecimiento.  La MUD está centrada en reformar la constitución para limitar el poder del presidente Maduro, mientras que éste ha decidido establecer una serie de planes de emergencia nacionales.  Entre estos se encuentra la primera subida de la gasolina en 20 años y la devaluación de más de un 50% de uno de los tres tipos de cambio usados en el país.  Se espera que esta última medida impulse las exportaciones y la muy maltrecha producción nacional

De todas las cosas que se dicen sobre Venezuela, una que no se suele indicar es que se trata de un país muy bonito con maravillas como el Parque Nacional Canaima o Los Roques. Esperemos que los próximos meses traigan mayor estabilidad política al país para poder volver a la senda de crecimiento que tuvo hace décadas.  No es la primera vez que Venezuela se ve afectada por una recesión derivada del petróleo (sucedió en los ochenta ), con lo que hay que confiar en que no se vuelvan a repetir los errores del pasado

4
Mar
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En 2014, el PIB de Brasil creció 0,1%. En 2015 se contrajo 3,8%, su mayor caída en 25 años.  Para este año, 2016, se prevé un retroceso del 3,5% y el FMI anticipa un estancamiento (0%) para 2017: sería la peor contracción económica del país en un siglo. El mal comportamiento de la economía el año pasado se vio fuertemente influenciado por la caída de la industria (-6,2%) así como la de los servicios (-2,7%).

Desde el punto de vista de la demanda agregada esta importante caída vino provocada por la desfavorable evolución del consumo privado (por el desempleo creciente) y de la inversión (por la incertidumbre política generada por la corrupción). La corrupción destapada en la estatal Petrobras ha golpeado la economía y ha llevado a la cárcel a grandes empresarios, banqueros y figuras del gobernante Partido de los Trabajadores (PT). El expresidente Lula da Silva, ha sido detenido hoy. La Policía ha indicado que hay pruebas que demuestran que Lula se benefició de la trama de sobornos en Petrobras. Igualmente ha señalado que hay pruebas de delitos en la financiación de las campañas de los gastos del Partido de los Trabajadores de Lula y la actual presidenta Dilma Rousseff. La popularidad de la presidenta Dilma Rousseff está en apenas 11% y la oposición pide su destitución. Brasil

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Desde el punto de vista de la demanda agregada esta importante caída vino provocada por la desfavorable evolución del consumo privado (por el desempleo creciente) y de la inversión (por la incertidumbre política generada por la corrupción). La corrupción destapada en la estatal Petrobras ha golpeado la economía y ha llevado a la cárcel a grandes empresarios, banqueros y figuras del gobernante Partido de los Trabajadores (PT). El expresidente Lula da Silva, ha sido detenido hoy. La Policía ha indicado que hay pruebas que demuestran que Lula se benefició de la trama de sobornos en Petrobras. Igualmente ha señalado que hay pruebas de delitos en la financiación de las campañas de los gastos del Partido de los Trabajadores de Lula y la actual presidenta Dilma Rousseff.

La popularidad de la presidenta Dilma Rousseff está en apenas 11% y la oposición pide su destitución.

Brasil

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