Archivo de la Categoría ‘África’

27
Dic

África 2009: la lucha contra la corrupción.

Escrito el 27 diciembre 2008 por en África

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    [post_content] => África se enfrenta a un grave problema: la falta de instituciones y la mucha corrupción provoca que todo el continente esté sufriendo la pobreza. Además, la corrupción de la clase dirigente y la falta de instituciones generan, junto a la pobreza, enormes desigualdades sociales. Una de las instituciones que más falla es el buen funcionamiento de los mercados. Hay una falta enorme de organización en los mercados y, por este motivo, muchas empresas no confían en el potencial que puede tener el continente africano. Sin embargo, tal como hemos señalado reiteradamente en este blog de economía, África puede ser un mercado con alto potencial en donde las empresas pueden crecer.


En África, las empresas sufren una importante esquizofrenia ya que por un lado observan el enorme potencial que tiene el continente pero por otro tienen una lógica desconfianza y dudas que generan la corrupción de la clase política y el mal funcionamiento de las instituciones. La corrupción genera corrupción, problemas, falta de oportunidades, pobreza, hambre, etc.

Si los diferentes países africanos fuesen creando instituciones serias y se promulgaran políticas económicas pro-mercado y de apertura hacia el exterior (facilidad de importaciones, facilidad de establecimiento de fábricas en los países, facilidad en la exportación,…) las empresas se moverían rápidamente hacia el continente africano. La entrada de las compañías generaría riqueza para los países, generaría trabajo y bienestar para su gente y poco a poco desparecería el hambre.

Los gobiernos africanos tienen en sus manos capacidad para eliminar los problemas de sus países, es decir, capacidad para crear un escenario en el que todos se verían beneficiados (win-win) pero debido a su altísimo nivel de corrupción no ven más allá de sus poltronas y enriquecimiento personal. Las empresas tienen algo que hacer; poco a poco están entrando en África viendo su alto potencial, tanto de disponibilidad de mano de obra como de amplitud de mercado al que poder dirigirse. Sin embargo el proceso es lento debido a la inseguridad jurídica y de orden público y a la corrupción.

La lucha contra la corupción es uno de los retos más importantes que tiene África en el 2009 ¿Debería el pueblo africano desplazar pacíficamente a sus dirigentes corruptos? ¿Deberían “levantarse” contra sus jefes políticos y exigirles que hagan las cosas bien (sean transpsrentes) para poder avanzar en el camino del progreso y bienestar?¿Es posible mantener el crecimiento económico en África a lo largo de 2009?


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África se enfrenta a un grave problema: la falta de instituciones y la mucha corrupción provoca que todo el continente esté sufriendo la pobreza. Además, la corrupción de la clase dirigente y la falta de instituciones generan, junto a la pobreza, enormes desigualdades sociales. Una de las instituciones que más falla es el buen funcionamiento de los mercados. Hay una falta enorme de organización en los mercados y, por este motivo, muchas empresas no confían en el potencial que puede tener el continente africano. Sin embargo, tal como hemos señalado reiteradamente en este blog de economía, África puede ser un mercado con alto potencial en donde las empresas pueden crecer.

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8
Dic
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    [post_content] => Una de las oportunidades que tiene la economía de África, y también la de América Latina, es la de transformar una parte de su economía sumergida en economía formal (legal). Egipto es un buen ejemplo que explica los efectos positivos de que salga a la superficie una parte de la economía sumergida. En el 2004, el ministro de Egipto Youssef Boutros-Ghali, decidió llevar a cabo una reducción de impuestos consistente  en reducir el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas desde un 40% a un 20%. Con esta política consiguió aumentar la recaudación por dos vías: a) que la gente que pagaba impuestos declarase una mayor parte de su renta y b) que los que no pagaban nada se animasen a pagar. Un ejemplo de cómo a veces funciona la Curva de Laffer.


Con una mayor economía de superficie (formal) 1)  los diferentes productos y servicios que se venden amplían su presencia en los mercados y 2) al desaparecer el mercado negro la recaudación aumentará lo que permitirá incrementar el gasto público, como por ejemplo, la inversión en educación e infraestructuras, tan necesaria en ambos continentes. Además, con una mayor economía formal, aumenta la seguridad jurídica y la transparencia lo que permite mayores niveles de confianza a los inversores nacionales y extranjeros en el país, con el consiguiente aumento del capital productivo.

Aumento de las infraestructuras

Además la ciencia económica demuestra que la inversión en infraestructuras en zonas donde hay poco desarrollo, como en muchos países africanos, consigue más rendimientos que en países con mayor nivel de desarrollo. En este sentido, el aumento de infraestructuras en un país de África tendrá un impacto económico mayor que si se realiza en un país desarrollado. Así, por ejemplo, el desarrollo actual de la telefonía móvil en África aunque está dando sus primeros pasos, permite un crecimiento impresionante del tejido empresarial y un mayor dinamismo económico. Ello se debe a que la telefonía móvil, está permitiendo agilizar los tratos comerciales entre agricultores y también en otros sectores de la economía, permitiendo que las fuerzas del mercado (oferta y demanda) se encuentren con una mayor transparencia y rapidez.

Más bancarización

Mayores niveles de economía legal (o de superficie) también facilitan el desarrollo del sistema bancario, lo que a su vez genera más facilidades y seguridad a los inversores extranjeros al aumentar considerablemente los movimientos monetarios bajo el control de bancos que suelen ser independientes de los Gobiernos y de las administraciones públicas, algunas de ellas corruptas. Además, en un continente, como África, donde el 5% de Renta Disponible depende de las transferencias que reciben de los africanos residentes en el extranjero, es conveniente tener una infraestructura bancaria y financiera que permita unas transacciones fáciles, rápidas y transparentes.

En definitiva, la lucha contra la economía informal, en África y también en algunos países de América Latina va a generar un aumento de la bancarización y de las infraestructuras viarias y de telecomunicaciones que van a permitir un mayor desarrollo económico.





    [post_title] => La necesidad de reducir la economía informal en África y en América Latina
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Una de las oportunidades que tiene la economía de África, y también la de América Latina, es la de transformar una parte de su economía sumergida en economía formal (legal). Egipto es un buen ejemplo que explica los efectos positivos de que salga a la superficie una parte de la economía sumergida. En el 2004, el ministro de Egipto Youssef Boutros-Ghali, decidió llevar a cabo una reducción de impuestos consistente en reducir el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas desde un 40% a un 20%. Con esta política consiguió aumentar la recaudación por dos vías: a) que la gente que pagaba impuestos declarase una mayor parte de su renta y b) que los que no pagaban nada se animasen a pagar. Un ejemplo de cómo a veces funciona la Curva de Laffer.

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20
Sep

Africa: el camino del desarrollo económico

Escrito el 20 septiembre 2008 por en África

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    [post_content] => Hace unos días publicaba en este mismo blog un post titulado ¿Se convertirá África en una economía emergente como China e India? que tuvo gran audiencia a la vez que comentarios escépticos y controvertidos. Como ves querido lector vuelvo a la carga con entusiasmo.



Mi tesis es que a medida que se saturan los mercados occidentales con un crecimiento de las ventas y un beneficio que es cada vez menor, en África la situación es radicalmente distinta. Con tantas necesidades por satisfacer, muchos productos que en los países desarrollados ya no tienen cabida, allí tienen una fácil puerta de entrada. El crecimiento económico africano es espectacular, un 6% anual frente al europeo que es menor del 2%

Decía en el post (¿Se convertirá África en una economía emergente como China e India?) que hay empresarios que han sabido ver las grandes oportunidades que presenta el continente africano. China e India, han seguido la economía de África muy de cerca y se han percatado que alí existen una oportunidades para sus productos. Pero, ¿por qué China e India han sabido reconocer está oportunidad? Simplemente porque han pasado por ello. Quizás las empresas de los países desarrollados piensen que la inestabilidad política y social que existe en África va a frenar sus operaciones comerciales por falta de garantías. En cambio para emprendedores de América Latina o de países como China e India, donde las dificultades logísticas, de suministro, etc., fueron muy complicadas en el pasado, lo que se puedan encontrar en África les resulta, en muchos casos, familiar.

Pero es que además en los países de África poco a poco están mejorando las instituciones lo que les está permitiendo caminar por la senda del desarrollo. Países como África del Sur, Botswana, Kenia, Tanzania, Ghana o Nigeria, han realizado mejoras muy considerables que están dando grandes facilidades a las empresas para instalarse y realizar negocios. Esto sin duda ayuda, no solo a las empresas extranjeras, la llamada inversión directa exterior, sino también a los emprendedores locales.

La política influye en la economía y los negocios, pero la economía y los negocios también afectan a la política. Los emprendedores en estos países han sabido aprovechar los cambios en las instituciones para ganar dinero y generar riqueza y desarrollo. Efectivamente, aún queda mucho camino por recorrer en cuanto a la mejora institucional, pero el aumento del bienestar de la población y el optimismo de la gente van impulsando poco a poco los cambios necesarios que permiten un  crecimiento económico sostenido.

Por tanto, algunos países de África están intentando seguir el ejemplo de los tigres asiáticos para mejorar sus economías. Como dijo Ghandi: “You must be the change you wish to see in the world”. Nadie va a ayudar a África. Ella se tiene que ayudar a sí misma, parece que ya lo está haciendo.

¿Qué tiempo tardará África en desarrollarse? ¿Cuánto tiempo tardarán los leones africanos en convertirse en tigres asiáticos?

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Hace unos días publicaba en este mismo blog un post titulado ¿Se convertirá África en una economía emergente como China e India? que tuvo gran audiencia a la vez que comentarios escépticos y controvertidos. Como ves querido lector vuelvo a la carga con entusiasmo.

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11
Sep
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    [post_content] => La imagen que tenemos de África es la de la miseria. Africa es el continente más pobre del mundo. Las noticias que vemos en los medios de comunicación se refieren a genocidios, dictaduras, hambre, enfermedades y toda clase de calamidades.


Pese a esta lamentable situación, no podemos olvidar que, el continente africano es un mercado de más de 900 millones de potenciales consumidores. Aunque, la mayoría de la población se encuentra en condiciones de pobreza, también consumen recursos, necesitan comer, utilizar electricidad y llamar por un teléfono móvil. Este es un argumento muy potente para que varias compañías multinacionales hayan decidido implantarse en los países africanos: Coca-cola, Unilever, Diageo, entre otras, han sabido ver las oportunidades que ofrece el mercado africano.

India y China también ven oportunidades en África

Las empresas asiáticas han sido capaces de reconocer el potencial de África y se han adelantado a sus compañeras occidentales. Las empresas chinas invierten en África. Además exportan a este continente ropa, zapatos y electrónica a precios asequibles. El comercio chino con África ha pasado de 10.000 millones de dólares en el año 2000 a 60.000 millones en el 2007.

Por otro lado, empresas indias como Tata, Mahindra, Kirloskar y Ranbaxy están obteniendo importantes niveles de beneficios en sus operaciones de inversión y comerciales en África.

China e India han sido países muy pobres, cuyas economías están, ahora, en plena expansión y desarrollo. Sus empresas han crecido con problemas parecidos a los que hoy sufre África, como son inflación, inestabilidad política y social, falta de mano de obra capacitada y mercado financiero débil. Están acostumbrados a trabajar en ese entorno y por ello saben que África puede crecer y mucho. África puede convertirse en una potencia emergente. El pasado de China e India les está permitiendo ser más visionarios que el resto y ver oportunidades de negocio donde los demás solo ven problemas.

¿Se convertirá África en una economía emergente como lo son ahora China e India?
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La imagen que tenemos de África es la de la miseria. Africa es el continente más pobre del mundo. Las noticias que vemos en los medios de comunicación se refieren a genocidios, dictaduras, hambre, enfermedades y toda clase de calamidades.

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30
Jul

Un voto de confianza para África

Escrito el 30 julio 2008 por María Jesús Valdemoros en África

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    [post_content] => Esta semana, tras un año un tanto ajetreado, por fin he tenido tiempo para comenzar a leer un libro que me despertaba bastante curiosidad. Se trata de la biografía de Mao Tse Tung, escrita por Jung Chang y Jon Halliday. ¿Qué llevó al líder chino a cometer todas las tropelías que caracterizaron su régimen?  Aún no he leído todo el libro, por lo que no soy capaz de contestar a esa pregunta (no sé tampoco si podré hacerlo al terminar esta biografía). Pero lo que sí podemos afirmar es que el país que Mao dejó sumido en la pobreza es hoy, tres decenios después, una de las economías más dinámicas del mundo, un gigante que no tardará en convertirse en una de las dos o tres mayores potencias económicas del planeta.

China probablemente es también uno de los países cuyo crecimiento más ha impactado, tanto positiva como negativamente, en el continente africano. Es verdad que el gigante asiático produce con unos costes muy bajos y ello puede perjudicar a algunos países de África; pero es cierto también que su capacidad inversora ha permitido financiar varios proyectos en ese continente.


Hasta hace no mucho tiempo, los datos, noticias e informes sobre la economía africana mostraban un aire desalentador. Parece, sin embargo, que poco a poco comienza a respirarse un espíritu más optimista, al menos para algunos de sus países. Porque África, región situada a la cola del desarrollo mundial (aunque con tasas de crecimiento positivas en los últimos 12 años), puede considerarse el continente más dispar (os recomiendo echar un vistazo a un vídeo que ilustra esa disparidad de un modo muy entretenido y didáctico; está disponible en este enlace).

Factores como la situación geográfica y la historia de colonizaciones y descolonizaciones no han ayudado a impulsar el crecimiento en esa extensa región del planeta. A esto hay que añadir la falta de calidad de sus instituciones como factor clave en ese exiguo crecimiento. Algunos economistas dicen que también sufre en la actualidad lo que se conoce como la enfermedad holandesa, es decir, la abundancia de recursos naturales no favorece el crecimiento económico. Me explico. Su creciente exportación de estos productos eleva el valor de sus monedas restando competitividad a sectores que probablemente sean el motor del progreso tecnológico.
Aun así, parece que un puñado de países africanos está creciendo y elevando poco a poco el nivel de bienestar de sus ciudadanos. Distintos elementos permiten avanzar por este nuevo camino: desde mejora de infraestructuras (Sudáfrica), hasta apuestas por erradicar la corrupción (Botsuana), pasando por el aprovechamiento de emplazamientos ventajosos, como en el caso de Mozambique, y el todavía titubeante avance de la democracia.
En definitiva, sin olvidar que otros muchos países africanos no consiguen escapar de niveles de pobreza extremos, particularmente me queda la esperanza que nace de los casos de éxito en varias de esas naciones. Y para los más escépticos,  ¡fijaos en China!

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Esta semana, tras un año un tanto ajetreado, por fin he tenido tiempo para comenzar a leer un libro que me despertaba bastante curiosidad. Se trata de la biografía de Mao Tse Tung, escrita por Jung Chang y Jon Halliday. ¿Qué llevó al líder chino a cometer todas las tropelías que caracterizaron su régimen? Aún no he leído todo el libro, por lo que no soy capaz de contestar a esa pregunta (no sé tampoco si podré hacerlo al terminar esta biografía). Pero lo que sí podemos afirmar es que el país que Mao dejó sumido en la pobreza es hoy, tres decenios después, una de las economías más dinámicas del mundo, un gigante que no tardará en convertirse en una de las dos o tres mayores potencias económicas del planeta.

China probablemente es también uno de los países cuyo crecimiento más ha impactado, tanto positiva como negativamente, en el continente africano. Es verdad que el gigante asiático produce con unos costes muy bajos y ello puede perjudicar a algunos países de África; pero es cierto también que su capacidad inversora ha permitido financiar varios proyectos en ese continente.

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16
Abr

Una historia sobre la ayuda al tercer mundo

Escrito el 16 abril 2008 por Valentín Bote en África

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    [post_content] => Hoy quiero contar una historia. Imaginen los lectores de este blog de economía que un día despiertan con una buena idea empresarial y con el ánimo suficiente para intentar ponerla en marcha. Supongan que sus esfuerzos fructifican y que después de un inicio en solitario la demanda de su producto empieza a crecer y tienen que empezar a contratar a otras personas hasta alcanzar, tras dos años de duro trabajo, una plantilla de 22 trabajadores. Además las perspectivas de mercado son positivas, así que todo parece indicar que podrán seguir creciendo y generando empleo y riqueza en la región en la que han iniciado su proyecto empresarial. Y, además, habrá 22 familias, al menos, que también se benefician del éxtio de la idea.

Imaginen ahora que, de repente, una institución de un país extranjero aparece en su país ofreciendo gratuitamente su producto. ¿Cómo es posible ofrecerlo gratis a sus clientes? Porque resulta que la institución extranjera está subvencionada por su gobierno, por lo que no necesita generar ningún ingreso para sobrevivir. La consecuencia es previsible, su empresa, levantada con tanto esfuerzo, quebraría y los 22 trabajadores a los que han dado empleo irían al paro.


Algún lector estará pensando que lo que he descrito no puede suceder. La iniciativa extranjera sería prohibida por las autoridades que regulan la competencia en la UE, por ejemplo. O habría tribunales ante los que reclamar. Algo se prodría hacer, ¿no? Pues es curioso, porque esto que estoy contando es un hecho real. Y la institución extranjera que ofrece gratis los productos de la empresa perjudicada es de un país del núcleo duro de la UE. ¿A que es sorprendente?

La historia que les describo hoy aquí la ha dado a conocer Xavier Sala i Martin en un artículo en La Vanguardia el pasado mes de diciembre. En Accra (Ghana), en 2004, un joven con sus estudios de secundaria recién terminados y muy aficionado a la informática se le ocurrió desarrollar un negocio de creación de páginas web para las empresas de su región. La idea fue un éxito y en dos años había dado empleo a 22 jóvenes diseñadores de páginas web.

En paralelo, en 2006, una ONG creada por el gobierno alemán para fomentar el "desarrollo sostenible" acierta en un diagnóstico: es beneficioso aumentar la eficiencia de las empresas africanas, y para ello podría resultar muy útil su presencia en internet a través de una página web. El problema es en cómo implementar esta idea: la ONG decidió recurrir a voluntarios alemanes para crear las páginas web, que eran luego cedidas gratuitamente (gracias a que la ONG vivía del presupuesto público alemán, no lo olvidemos) a las empresas africanas que lo deseaban.

La acción de la ONG, desde mi punto de vista, tuvo consecuencias catastróficas. Tomo las palabras de Sala i Martin: "gracias a su (sin duda bien intencionada) intervención, Emmanuel ve como su empresa se arruina y 22 jóvenes africanos pierden su puesto de trabajo. Seguramente los alemanes nunca se dieron cuenta del mal que causaron a unos emprendedores que enviaron al paro".

La ayuda de la ONG podría haberse canalizado de manera distinta, pero con unos resultados más exitosos, ya que los objetivos de unos y otros podían resultar perfectamente compatibles: la ONG, por ejemplo, podría haber contratado a la empresa de estos jóvenes africanos para que diseñara las páginas web, y después podría regalárselas a las empresas de dicho continente. Lamentablemente, no pensaron mucho cómo llevar a cabo su proyecto y los resultados de esta "cooperación internacional" se saldó con la ruina de unos jóvenes emprendedores, que habían levantado de la nada su empresa. Y, no lo olvidemos, la práctica de la ONG hubiese estado prohibida si los destinatarios del producto final viviesen en un país desarrollado.

Lo triste de la historia es que este fiasco en la cooperación internacional no es un caso aislado. Son multitud los ejemplos de este tipo, ya que con frecuencia a la hora de "ayudar" al tercer mundo nadie se pregunta qué es lo que necesitan esos países, o cómo es la mejor forma de ayudarlos. Otro día puedo traer a este blog más ejemplos.

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Hoy quiero contar una historia. Imaginen los lectores de este blog de economía que un día despiertan con una buena idea empresarial y con el ánimo suficiente para intentar ponerla en marcha. Supongan que sus esfuerzos fructifican y que después de un inicio en solitario la demanda de su producto empieza a crecer y tienen que empezar a contratar a otras personas hasta alcanzar, tras dos años de duro trabajo, una plantilla de 22 trabajadores. Además las perspectivas de mercado son positivas, así que todo parece indicar que podrán seguir creciendo y generando empleo y riqueza en la región en la que han iniciado su proyecto empresarial. Y, además, habrá 22 familias, al menos, que también se benefician del éxtio de la idea.

Imaginen ahora que, de repente, una institución de un país extranjero aparece en su país ofreciendo gratuitamente su producto. ¿Cómo es posible ofrecerlo gratis a sus clientes? Porque resulta que la institución extranjera está subvencionada por su gobierno, por lo que no necesita generar ningún ingreso para sobrevivir. La consecuencia es previsible, su empresa, levantada con tanto esfuerzo, quebraría y los 22 trabajadores a los que han dado empleo irían al paro.

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20
Nov

Corrupción y pobreza

Escrito el 20 noviembre 2007 por en África

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    [post_content] => Una parte muy importante de la ayuda al desarrollo que conceden los países ricos a los países pobres no cumple con su objetivo ya que antes de llegar a su destino es capturada por los dirigentes de los países pobres e ingresada en sus cuentas particulares en bancos de países ricos. Un artículo reciente de José María Larrú y Laura Alcaide (Corrupción, ayuda al desarrollo, pobreza y desarrollo humano) explica los efectos que tiene la corrupción en la política y  la economía de los países pobres y cómo la ayuda al desarrollo puede ser una fuente de corrupción.

Efectos de la corrupción sobre las instituciones políticas de los países pobres

La corrupción tiene efectos muy negativos sobre la política porque reduce la confianza ciudadana en sus gobernantes, vulnera el imperio de la ley y socava la credibilidad de los políticos. Los que gobiernan son percibidos por la población como u grupo que están en el poder para apropiarse de rentas que no están destinadas para su disfrute personal. La corrupción está asociada a una mala administración pública, al enriquecimiento de pequeños y poderosos grupos y a la malversación de recursos estatales que impiden la prestación de servicios públicos esenciales en la vida de los pobres. La corrupción reduce la representatividad social de los pobres, debilita la confianza en los procesos democráticos y expande la percepción de fraudes electorales, compra de voluntades, clientelismo y estados débiles y fracasados. Debilita, por tanto, la confianza en las promesas de reformas sociales democráticas y aleja aún más a los más desfavorecidos de los foros de decisión.


Efectos de la corrupción sobre la economía

La corrupción también afecta negativamente al crecimiento económico. Frena la inversión directa extranjera y también la inversión nacional. Como consecuencia tiene efectos negativos en la creación de empleo, mejora tecnológica y organizativa de las empresas y aumento de la recaudación. El capital nacional y exttranjero huye a otros países. La corrupción hace también aumentar las dificultades comerciales y competitivas de las empresas, y genera y promueve los mercados negros.

La corrupción y la Ayuda al Desarrollo 

Además, la corrupción puede reducir la eficacia de la cooperación para el desarrollo, distorsionando su verdadero impacto. Esto puede traducirse en un sentimiento de decepción y escepticismo hacia la ayuda al desarrollo por parte de los pobres que experimentan cómo nunca les llegan esos flujos externos supuestamente destinados a ellos, incluso en las peores situaciones de acciones humanitarias y alimentarias. Y también puede traducirse en una fatiga del ciudadano de los países desarrollados que observe con creciente recelo y desconfianza cómo la parte de sus impuestos que se dirige a la ayuda al desarrollo no alcanzan a los destinatarios necesitados, sino que alimentan la captura de rentas por parte de las élites dominantes del país receptor de la ayuda. Este hecho ha conducido a afirmar que la ayuda puede ser una maldición análoga a la que se deriva de poseer abundantes recursos naturales como el petróleo.

Casos de corrupción generados por la ayuda al desarrollo

El artículo de Larrú y Alcaide analiza una serie de casos de corrupción que en alguna medida fue alimentada por la ayuda al desarrollo. Los casos más conocidos, que se citan en el artículo, son el Zaire de Mobutu que durante su mandato extrajo de las arcas públicas 5.000 millones de dólares para sus cuentas personales, una cifra equivalente a la deuda externa zaireña en 1997, año en el que fue depuesto; Angola (se estima en casi 1.000 millones de dólares la cantidad desaparecida de las arcas públicas en 2001, tres veces más de lo que recibió en ayuda humanitaria ese mismo año); Filipinas de Marcos (las estimaciones elevan lo extraído por Marcos a 10.000 millones de dólares); la Indonesia de Suharto donde lo capturado fueron 35.000 millones; el Haití de Duvalier; Ruanda y Camerún país bien conocido en este blog de economía en el que el gobierno del dictador Paul Biya obtiene el 41 por 100 de sus ingresos públicos de la ayuda internacional.

Conclusión

Estos casos son sólo una muestra. Desgraciadamente, los países más corruptos no son castigados con menos ayuda. La corrupción no ha sido obstáculo para que los países donantes sigan colocando cantidades importantes de ayuda. Los criterios utilizados para conceder ayuda al desarrollo no se basan tanto en el buen gobierno (gobernanza) de los países pobres como  en los intereses geoestratégicos y comerciales de los países donantes. Luchar contra la corrupción es una tarea esencial en el proceso de desarrollo de un país  ¿Porque los países más corruptos son los más pobres?


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Una parte muy importante de la ayuda al desarrollo que conceden los países ricos a los países pobres no cumple con su objetivo ya que antes de llegar a su destino es capturada por los dirigentes de los países pobres e ingresada en sus cuentas particulares en bancos de países ricos. Un artículo reciente de José María Larrú y Laura Alcaide (Corrupción, ayuda al desarrollo, pobreza y desarrollo humano) explica los efectos que tiene la corrupción en la política y la economía de los países pobres y cómo la ayuda al desarrollo puede ser una fuente de corrupción.

Efectos de la corrupción sobre las instituciones políticas de los países pobres

La corrupción tiene efectos muy negativos sobre la política porque reduce la confianza ciudadana en sus gobernantes, vulnera el imperio de la ley y socava la credibilidad de los políticos. Los que gobiernan son percibidos por la población como u grupo que están en el poder para apropiarse de rentas que no están destinadas para su disfrute personal. La corrupción está asociada a una mala administración pública, al enriquecimiento de pequeños y poderosos grupos y a la malversación de recursos estatales que impiden la prestación de servicios públicos esenciales en la vida de los pobres. La corrupción reduce la representatividad social de los pobres, debilita la confianza en los procesos democráticos y expande la percepción de fraudes electorales, compra de voluntades, clientelismo y estados débiles y fracasados. Debilita, por tanto, la confianza en las promesas de reformas sociales democráticas y aleja aún más a los más desfavorecidos de los foros de decisión.

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24
Oct
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    [post_content] => Hoy hemos discutido en clase de Análisis de Países el capítulo "¿Por qué los países son pobres?" del libro El economista camuflado de Tim Harford.  El capítulo explica lo que vio el autor en una estancia en Camerún y como la corrupción desemboca inevitablemente en la pobreza de un país.

Según Tim Harford, Camerún es un país con muchos problemas: burocracia, un sistema legal poco transparente, corrupción generalizada e infraestructuras inadecuadas y con mantenimiento insuficiente. Tampoco se deben olvidar los problemas sociales y de salud que existen, con el virus VIH a la cabeza. Cuenta además con una climatología adversa donde la continua humedad del territorio junto a unas condiciones insalubres en las ciudades, favorecen la aparición de diversas enfermedades, como la malaria. Durante la época colonial ya comenzaron a gestarse grandes diferencias entre la población, dividida entre la zona francesa (con infraestructuras, mayor nivel de educación…) y la zona inglesa (con menor renta per cápita, de gran influencia nigeriana y bastante desatendida por parte de los británicos que la gobernaban desde Nigeria).


Desde 1982, Camerún está gobernado por Biya. En sus primeros años de gobierno aprovechó las infraestructuras de su predecesor, Ahidjo, pero estas se han quedado totalmente obsoletas provocando una carencia casi total de carreteras. Según Tim Harford el gobierno se ejerce desde la corrupción y el enriquecimiento de sus miembros, lo que ha llevado a crear un sistema de saqueadores gubernamentales que exprimen diariamente a la población a través de altos impuestos y sobornos. El Banco Mundial precisamente por este tipo de problemas de corrupción no les cede ningún tipo de préstamo a estos países corruptos ya que más de la mitad de ese dinero va directamente al bolsillo del gobernante. Las subvenciones y créditos internacionales se reparten, según Harford , entre sus gobernantes endeudando más al país. Los niveles de educación son mínimos. Además, debido a la mala imagen internacional y falta de interés del gobierno, las inversiones extranjeras también son mínimas (aunque recientemente ha firmado un tratado con China y Francia y EEUU para explotar el petróleo) y un acuerdo con China muy importante que pretende aumentar la exportación de bananas, cacao y café. La intervención gubernamental en la economía incluye empresas de servicios públicos e industrias de propiedad estatal, así como costosas regulaciones que obstaculizan, como ya he indicado, la inversión extranjera y el crecimiento económico. Camerún está atrapado en el “círculo vicioso de la pobreza”. El gobierno, debería cambiar y dar más seguridad a la inversión extranjera, reducir la burocracia, realizar infraestructuras básicas y dar más confianza a sus ciudadanos.

Sin embargo, en un informe muy reciente de la OCDE African Economic Outlook 2007 aparece un capítulo largo, neutro y positivo sobre Camerún. Después de leerlo detenidamente parece que Camerún no es tan desastre como lo pinta Tim Harford. Es más me asalta la duda sobre quien tiene razón si Tim Harford o la OCDE.

Si Tim Harford tiene razón ¿Tienen soluciones los problemas de Camerún? ¿Puede Camerún conseguir credibilidad internacional para recibir apoyo del FMI y del Banco Mundial, así como de otros países? ¿Deberían los medios de comunicación denunciar esta situación de corrupción y dar a conocer las malas condiciones de sus habitantes?¿Se debería crear cierta presión internacional para establecer una democracia auténtica, ya que los observadores internacionales señalaron que no fueron válidas las últimas elecciones? ¿Cómo se podría el país mejorar la base educativa y fomentar un poco más la cultura de empresa?


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Hoy hemos discutido en clase de Análisis de Países el capítulo «¿Por qué los países son pobres?» del libro El economista camuflado de Tim Harford. El capítulo explica lo que vio el autor en una estancia en Camerún y como la corrupción desemboca inevitablemente en la pobreza de un país.

Según Tim Harford, Camerún es un país con muchos problemas: burocracia, un sistema legal poco transparente, corrupción generalizada e infraestructuras inadecuadas y con mantenimiento insuficiente. Tampoco se deben olvidar los problemas sociales y de salud que existen, con el virus VIH a la cabeza. Cuenta además con una climatología adversa donde la continua humedad del territorio junto a unas condiciones insalubres en las ciudades, favorecen la aparición de diversas enfermedades, como la malaria. Durante la época colonial ya comenzaron a gestarse grandes diferencias entre la población, dividida entre la zona francesa (con infraestructuras, mayor nivel de educación…) y la zona inglesa (con menor renta per cápita, de gran influencia nigeriana y bastante desatendida por parte de los británicos que la gobernaban desde Nigeria).

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21
Ago

¿Qué necesita África?

Escrito el 21 agosto 2007 por en África

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    [post_content] => En este blog de economía Valentín Bote planteaba ayer el problema de la ineficacia de la ayuda al desarrollo en general y en África en particular. La entrada de Valentín cuenta admás con 2 comentarios muy buenos de Patxi Bonel y J. Pascual. Pues bien Andrew Muenda, un periodista ugandés que actualmente trabaja como investigador en la Universidad de Stanford, California, sostiene que los 373.000 millones de euros en ayuda internacional a lo largo de los 50 últimos años no han conseguido nada en África, y que, en parte, la persistencia de la pobreza africana podría tener su explicación en la ayuda al desarrollo. Con la misma tesis que mantenía ayer Valentín en este blog de economía Muenda sostiene que la ayuda al desarrollo, o limosnas procedentes de los países ricos, ha distorsionado la estructura de incentivos y ha convencido a los africanos más brillantes que lo mejor es emigrar hacia los países ricos o bien trabajar a las ordenes de los gobiernos corruptos del continente africano. Por eso Muenda hace un llamamiento a los empresarios africanos para que creen negocios en el continente y a los inversores estadounidenses y europeos para que los financien.


La historia de Vodacom Congo ilustra, al igual que hacía ayer Valentín con la empresa de zapatos Morogoro en Tanzania, las dificultades y limitaciones que rodean la creación de nuevas empresas en África como alternativa a la ayuda internacional al desarrollo. En África hay demasiados riesgos y son pocas las empresas capaces de asumirlos. Los países africanos atraen solo a los inversores chinos y a unos pocos inversores europeos y americanos. Pedirles a los empresarios africanos y a los líderes empresariales occidentales que inviertan en África es una labor ardua e ingrata.

Sin embargo, África necesita tanto inversiones empresariales como ayuda al desarrollo dirigida a la educación, la salud y a la mejora tecnológica que permita entre otros muchos objetivos la seguridad alimentaria. ¿Cómo mejorar económicamente África? ¿Cómo crear las condiciones para que aumente la inversión en África? ¿Quién se ha hecho rico alguna vez pidiendo limosna?


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En este blog de economía Valentín Bote planteaba ayer el problema de la ineficacia de la ayuda al desarrollo en general y en África en particular. La entrada de Valentín cuenta admás con 2 comentarios muy buenos de Patxi Bonel y J. Pascual. Pues bien Andrew Muenda, un periodista ugandés que actualmente trabaja como investigador en la Universidad de Stanford, California, sostiene que los 373.000 millones de euros en ayuda internacional a lo largo de los 50 últimos años no han conseguido nada en África, y que, en parte, la persistencia de la pobreza africana podría tener su explicación en la ayuda al desarrollo. Con la misma tesis que mantenía ayer Valentín en este blog de economía Muenda sostiene que la ayuda al desarrollo, o limosnas procedentes de los países ricos, ha distorsionado la estructura de incentivos y ha convencido a los africanos más brillantes que lo mejor es emigrar hacia los países ricos o bien trabajar a las ordenes de los gobiernos corruptos del continente africano. Por eso Muenda hace un llamamiento a los empresarios africanos para que creen negocios en el continente y a los inversores estadounidenses y europeos para que los financien.

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4
Jul

¿Cómo podemos ayudar a África?

Escrito el 4 julio 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en África

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    [post_content] => Esta semana, la ONU ha presentado su informe anual sobre el grado  de cumplimiento de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, el plan que estableció en el año 2000 para   mejorar la calidad de vida de los habitantes del tercer mundo. Los Objetivos a cumplir en 2015 son ocho: “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”; “Lograr la enseñanza primaria universal”; “Promover la igualdad de género”; “Reducir la mortalidad infantil”; “Mejorar la salud materna”; “Combatir el Sida y otra enfermedades”; “Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente” y “Fomentar una asociación mundial para el desarrollo”.

Por tanto, en 2007, nos hallamos en la mitad del periodo establecido, lo que supone un buen momento para repasar su grado de  cumplimiento. En general, la situación en el tercer mundo viene mejorando desde 1990 y desde 2000 parece que lo hace de forma más acusada: la pobreza,  el hambre y la mortalidad infantil se están reduciendo (aunque no al ritmo que nos gustaría), la enseñanza primaria infantil avanza lentamente y se empiezan a abrir algunas oportunidades para la mujer en los mercados laborales de los países en vías de desarrollo.




Pero hay dos objetivos que están lejos de cumplirse. Uno es la batalla contra el Sida, enfermedad que ya afecta  a casi 40 millones de personas y que el año pasado sumó 4 millones de nuevos infectados; el otro es la mejora en  la sostenibilidad medioambiental, puesto que las emisiones de CO2 aumentan, la deforestación sigue avanzando y no hay grandes mejoras en la extensión de las redes de agua potable y saneamiento o en la reducción de las infraviviendas.

Pero en todos los objetivos nos encontramos un común denominador: África y, en especial, el África subsahariana es la región que menos progresa o que incuso empeora su situación con respecto al año 2000: más del  40% de su población sigue viviendo  en la extrema pobreza, 30 millones de niños sufren desnutrición y el Sida ha infectado ya a 25 millones de personas, dejando a más de 14 millones de niños huérfanos.

Ante estos resultados,  Ban Ki-Moon, el Secretario general de la ONU, ha recriminado a los países ricos por su falta de compromiso, puesto que la ayuda al desarrollo se ha reducido en los últimos años y son muy pocos los países que destinan el 0,7% de su PIB a la ayuda al desarrollo (España no llega al 0,5%). Pero también surgen otras voces que critican esta política de ayudas y subsidios. Entre ellos Xavier Sala, que en una reciente entrevista publicada en 5 Días, afirmaba que Coca-Cola ha hecho más por África que cualquier ONG, puesto que lo que falta en África son empresas capaces de crear puestos de trabajo, mientras que  la ayuda al desarrollo no ha conseguido mejorar de manera notable la situación.

¿Quién tiene razón? Es difícil de precisar. Lo que es cierto es que en 1960, Asia era la región más pobre del planeta, y hoy en día lo es África. Mientras la mayor parte de  los países asiáticos se han integrado en la llamada globalización y han mejorado muchos de sus indicadores, en la mayoría de los países africanos siguen deteriorándose, a pesar de que el crecimiento económico  del continente en los últimos tres años supera el 5%. Por tanto, ¿cómo podemos ayudar a reducir la pobreza en África? ¿Aumentando los fondos destinados a la ayuda al desarrollo? ¿Abriendo nuestros mercados agrícolas? ¿Fomentando la inversión privada? ¿Estamos haciendo todo lo que deberíamos?

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Esta semana, la ONU ha presentado su informe anual sobre el grado de cumplimiento de los “Objetivos de Desarrollo del Milenio”, el plan que estableció en el año 2000 para mejorar la calidad de vida de los habitantes del tercer mundo. Los Objetivos a cumplir en 2015 son ocho: “Erradicar la pobreza extrema y el hambre”; “Lograr la enseñanza primaria universal”; “Promover la igualdad de género”; “Reducir la mortalidad infantil”; “Mejorar la salud materna”; “Combatir el Sida y otra enfermedades”; “Garantizar la sostenibilidad del medio ambiente” y “Fomentar una asociación mundial para el desarrollo”.

Por tanto, en 2007, nos hallamos en la mitad del periodo establecido, lo que supone un buen momento para repasar su grado de cumplimiento. En general, la situación en el tercer mundo viene mejorando desde 1990 y desde 2000 parece que lo hace de forma más acusada: la pobreza, el hambre y la mortalidad infantil se están reduciendo (aunque no al ritmo que nos gustaría), la enseñanza primaria infantil avanza lentamente y se empiezan a abrir algunas oportunidades para la mujer en los mercados laborales de los países en vías de desarrollo.

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8
Feb

La fórmula Wade

Escrito el 8 febrero 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en África, Economía Mundial, Energía, medio ambiente y cambio climático

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    [post_content] => En los últimos tiempos se viene debatiendo  sobre las medidas que se pueden  adoptar  para sacar de la pobreza a la inmensa mayoría de la  población africana. África es un continente rico en recursos naturales, pero los beneficios de dichas riquezas, sólo han servido en las últimas décadas para engrosar las cuentas de resultados de algunas multinacionales, para financiar interminables conflictos armados o para enriquecer a unas clases políticas generalmente déspotas y corruptas.  A los tradicionales paquetes de ayuda al desarrollo se les han unido últimamente los programas de condonación de la deuda por parte de gobiernos e instituciones como el FMI, pero también propuestas más imaginativas y atrevidas como la hecha por Abdoulaye Wade, el actual presidente de Senegal.

Su idea, bautizada como fórmula Wade,   propone una redistribución de los beneficios que se obtienen de las explotaciones petrolíferas del continente. Según Wade, las compañías petroleras que operan en África están obteniendo inmensos beneficios gracias al elevado precio que tiene el crudo desde 2004, por lo que parte de esos beneficios deberían ser utilizados para luchar contra la pobreza. En concreto, considera que todo el dinero que obtengan como consecuencia de vender el petróleo por encima de 29 dólares (que fue el precio medio de la cotización del barril de Brent en 2003), pase a engrosar un fondo que tendría tres beneficiarios a partes iguales: las propias compañías petroleras que explotasen los yacimientos, los países titulares de los mismos y, lo más novedoso, los países africanos que no tienen petróleo y que por tanto no se benefician actualmente de él. Este fondo estaría gestionado por sus partícipes y por instituciones financieras multilaterales, al objeto de garantizar su transparencia. Y uno de sus objetivos sería la realización de grandes inversiones transregionales que permitieran dinamizar la economía del continente.



La fórmula Wade resulta, cuando menos, utópica. Si aspirar a que las petroleras compartan de forma voluntaria parte de sus beneficios se antoja difícil, pretender que la renta petrolera de los países productores del continente se reparta con los países no productores, parece ciencia-ficción. Pero de alguna manera, la fórmula Wade invita a la reflexión. En los últimos tiempos hemos visto a países latinoamericanos como Venezuela y Bolivia aumentar de forma unilateral los royalties que reciben de las petroleras, argumentando lo abultado de sus beneficios. También hemos visto como los inmensos beneficios del petróleo africano no llegan a la población pues se quedan en los círculos del poder (en este aspecto, lo que está ocurriendo en  Guinea Ecuatorial es un buen ejemplo). Y también sabemos, y así lo defiende Wade, que si los países africanos no se desarrollan en su conjunto, se generarán inmensos movimientos migratorios hacia los países más ricos del continente o hacia Europa, con los consabidos efectos que estos fenómenos producen.

Por tanto,  la propuesta del presidente senegalés, no carece de realismo, a pesar de que hoy por hoy resulte impracticable. Pero no por eso, debería caer en saco roto. En los tiempos en que vivimos, no es de recibo que en África todavía vivan más de 300 millones de personas en  la más absoluta pobreza y que más de treinta millones de niños sufran desnutrición, cuando el continente produjo en 2005 casi diez millones de barriles diarios, lo que supone el 12% de la producción mundial de petróleo. Si hasta ahora de poco han servido las recetas tradicionales para sacar del subdesarrollo al continente, tal vez haya que empezar a pensar en nuevas formas de hacerlo.

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En los últimos tiempos se viene debatiendo sobre las medidas que se pueden adoptar para sacar de la pobreza a la inmensa mayoría de la población africana. África es un continente rico en recursos naturales, pero los beneficios de dichas riquezas, sólo han servido en las últimas décadas para engrosar las cuentas de resultados de algunas multinacionales, para financiar interminables conflictos armados o para enriquecer a unas clases políticas generalmente déspotas y corruptas. A los tradicionales paquetes de ayuda al desarrollo se les han unido últimamente los programas de condonación de la deuda por parte de gobiernos e instituciones como el FMI, pero también propuestas más imaginativas y atrevidas como la hecha por Abdoulaye Wade, el actual presidente de Senegal.

Su idea, bautizada como fórmula Wade, propone una redistribución de los beneficios que se obtienen de las explotaciones petrolíferas del continente. Según Wade, las compañías petroleras que operan en África están obteniendo inmensos beneficios gracias al elevado precio que tiene el crudo desde 2004, por lo que parte de esos beneficios deberían ser utilizados para luchar contra la pobreza. En concreto, considera que todo el dinero que obtengan como consecuencia de vender el petróleo por encima de 29 dólares (que fue el precio medio de la cotización del barril de Brent en 2003), pase a engrosar un fondo que tendría tres beneficiarios a partes iguales: las propias compañías petroleras que explotasen los yacimientos, los países titulares de los mismos y, lo más novedoso, los países africanos que no tienen petróleo y que por tanto no se benefician actualmente de él. Este fondo estaría gestionado por sus partícipes y por instituciones financieras multilaterales, al objeto de garantizar su transparencia. Y uno de sus objetivos sería la realización de grandes inversiones transregionales que permitieran dinamizar la economía del continente.

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