Como señalaba ayer el profesor Pampillón, los datos de Contabilidad Nacional del segundo trimestre han certificado que la economía española sigue registrando un crecimiento anémico, insuficiente para crear empleo. Tal y como se esperaba, en un contexto de agravamiento de la crisis de deuda soberana en la UEM, la economía ralentizó su ritmo de crecimiento en el segundo trimestre del año (dos décimas hasta el 0,2% trimestral). Este escaso avance (en realidad un 0,15%) coincide con el de la UEM, si bien en este caso la desaceleración fue mucho más intensa (desde el 0,8% anterior).
Por su parte, el dato del 1T11 ha sido revisado al alza (una décima hasta el 0,4%), debido, básicamente, a que el sorprendente impulso del gasto público, en un momento de obligada austeridad, fue mucho mayor de lo inicialmente estimado (+2,9% vs +1,4% trimestral). En el 2T11 el gasto público ha sido el componente más contractivo de la demanda interna (-2,4%), compensando ampliamente la mejoría del consumo de los hogares y la atonía de la inversión. En consecuencia, el ritmo de avance del PIB se explica íntegramente por el dinamismo de la demanda externa, fundamentalmente de servicios turísticos. De hecho, la demanda nacional ha caído en tres de los últimos cuatro trimestres. Por tanto, la demanda externa continuó siendo el motor del crecimiento y su aportación al crecimiento interanual del PIB se duplicó hasta 2,6 puntos, la cifra más alta desde el 3T09. La fuerte desaceleración de las exportaciones (+8,4% interanual, casi cuatro puntos menos que en el trimestre anterior), en línea con la pérdida de impulso de nuestros socios comerciales, se explica por el componente de bienes (-5,2% trimestral vs +5,4% en los servicios, gracias al tirón del turismo). Por su parte, se registró el primer descenso de las importaciones desde finales de 2009 (-1,7% interanual).
En tasa interanual la ralentización del crecimiento del PIB, la primera en dos años, también fue de dos décimas, hasta el 0,7%. No obstante, hay que tener en cuenta que esta tasa está afectada por la concentración de un gasto excepcional en el 2T10, motivado por la inminente subida del IVA y el fin de algunos planes de ayuda (plan 2000E). Por el lado positivo, sigue destacando la prolongada contención de costes de la economía, en concreto los costes laborales unitarios (CLU), factor clave para mejorar la capacidad competitiva de nuestros bienes y servicios, que, a su vez, explica la fortaleza de las exportaciones.
En cambio, el aspecto más negativo de la actual crisis sigue siendo el deterioro del mercado laboral: aunque en el 2T11 se registró el mayor aumento del empleo desde finales de 2007 (+0,5% trimestral, apenas 91.000 puestos de trabajo más) y en tasa interanual se prolonga la moderación de la caída (-1%), el volumen total de ocupados sigue lejos de los niveles previos a la crisis (-10,7%).
Por el lado de la oferta, mejoran los registros de la construcción, si bien se mantiene en tasas negativas (-0,3% trimestral y -4,1% interanual). Por su parte, la industria cayó levemente tras el extraordinario dinamismo registrado en el 1T11 (-0,3% trimestral vs +4,9%), aunque en tasa interanual sigue siendo el sector con el mayor crecimiento (+3,2%). En cuanto a los servicios, repuntan un 0,5% trimestral y estabilizan su avance interanual (+1,2%): tras el estancamiento del primer trimestre del año, tanto los servicios de no mercado como los de mercado crecieron un 0,5% trimestral; en este último caso, el buen tono de las actividades ligadas al turismo contrarrestaron el mal comportamiento del comercio.
Cuando el debate económico de este verano se ha centrado en valorar la probabilidad de que el debilitamiento que registra la economía mundial termine en una nueva recesión, se debe recordar que el empleo en España se encuentra un 10,7% por debajo de los niveles previos a la crisis (3,8% en el caso de la actividad). Ese es precisamente el riesgo para una economía que sólo está creciendo gracias a la demanda externa.
El panorama para la segunda mitad de 2011 y para 2012 se presenta muy complicado, de modo que se mantendrá un crecimiento muy exiguo, similar al actual. A la debilidad del gasto privado, como consecuencia del proceso de desapalancamiento, se añade el endurecimiento a nivel europeo de la política fiscal contractiva, tras las recientes tensiones en los mercados financieros, lo que, no sólo agravará la atonía de la demanda interna española, sino que frenará el crecimiento de nuestros socios europeos y, con ello, el empuje de nuestra demanda externa, que hasta ahora se había erigido como el único motor de crecimiento.
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