WP_Post Object ( [ID] => 4183 [post_author] => 115 [post_date] => 2007-06-19 10:56:42 [post_date_gmt] => 2007-06-19 09:56:42 [post_content] => Desde una perspectiva macroeconómica, la competitividad de una economía puede entenderse en términos generales como su capacidad para alcanzar los objetivos fundamentales de la política económica: crecimiento elevado con pleno empleo, estabilidad de precios y mantener equilibrada su balanza de pagos. Con más precisión, la OCDE señala que la competitividad de una economía puede definirse como el grado en que un país es capaz, en condiciones de libre mercado, de producir bienes y servicios que superan la prueba de los mercados internacionales, a la vez que mantiene e incrementa a largo plazo los ingresos reales de su población. La competitividad de un país también se puede definir como la capacidad de las empresas implantadas en el mismo para afrontar con éxito la competencia nacional e internacional. El comportamiento de los últimos 20 años de la economía europea pone de manifiesto una evolución poco satisfactoria de su competitividad. La primera potencia exportadora del mundo, la Unión Europea (UE), tiene un retraso tecnológico con respecto a EEUU que le hace perder competitividad. Por ejemplo, la productividad europea por persona ocupada, a paridad de poder adquisitivo (PPA) es inferior en un 27% a la de EEUU. De ahí la importancia de que los Estados miembros de la UE asuman cuanto antes la llamada estrategia de Lisboa. Los aumentos de productividad se han ralentizado en Europa: entre 1996 y 2005 la productividad de la UE aumentó un 1.4% de media anual y un 0,9% en los países de la zona euro. España es el país de la UE que ha tenido el peor comportamiento en aumentos de productividad. En el mismo periodo en EEUU la productividad aumentó 2,1% de media anual. Sin embargo, la UE es el mayor exportador mundial de productos manufacturados por delante de los EEUU, China y Japón. Entre 1999 y 2005 las exportaciones industriales europeas crecieron un 82%. Sin embargo, China casi ha triplicado sus exportaciones de productos manufacturados entre 1999 y 2005 y de hecho, exporta más Japón. ¿Es competitiva la UE? ¿Cómo podría la UE mejorar su productividad? ¿Cómo promover un entorno empresarial más abierto a la innovación? ¿Se debería proteger más la propiedad intelectual? ¿Cómo impulsar más la inversión del sector privado europeo en innovación? [post_title] => La competitividad de la economía europea. [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => la_competitivid_1 [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2007-06-19 10:56:42 [post_modified_gmt] => 2007-06-19 09:56:42 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2007/06/la_competitivid_1.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 2 [filter] => raw )
Desde una perspectiva macroeconómica, la competitividad de una economía puede entenderse en términos generales como su capacidad para alcanzar los objetivos fundamentales de la política económica: crecimiento elevado con pleno empleo, estabilidad de precios y mantener equilibrada su balanza de pagos. Con más precisión, la OCDE señala que la competitividad de una economía puede definirse como el grado en que un país es capaz, en condiciones de libre mercado, de producir bienes y servicios que superan la prueba de los mercados internacionales, a la vez que mantiene e incrementa a largo plazo los ingresos reales de su población. La competitividad de un país también se puede definir como la capacidad de las empresas implantadas en el mismo para afrontar con éxito la competencia nacional e internacional.
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