Hoy hace diez meses que publiqué una entrada en este mismo blog de economía sobre la marcha de la economía brasileña. En aquella ocasión, la excusa fue la conferencia que pronunció en el Instituto el economista Luciano Coutinho, en el marco de la presentación en España de la “Cátedra Celso Furtado” de Economía Brasileña.
Hoy la excusa para volver a hablar sobre Brasil, es la visita que Lula hace a España, tras una gira por los países escandinavos. En estos diez meses, la economía brasileña ha conseguido acelerar su crecimiento (para este año se espera que supere el 4,5%, aunque todavía es poco para el potencial y las necesidades del país) y corregir en parte algunos de los desequilibrios que la atenazaban. La inflación ronda el 3%, lo que ha permitido disminuir los tipos de interés hasta el 11,25%, una tasa que a todas luces sigue siendo altísima y que lastra la inversión y el crecimiento. La apuesta por la estabilidad fiscal, a través de un estricto control del gasto, se mantiene y, a pesar de la apreciación del real, Brasil está obteniendo un abultado superávit comercial gracias a su dinamismo exportador.
Las relaciones entre España y Brasil atraviesan un excelente momento en el ámbito institucional, político y económico. Brasil es, por detrás de México, el segundo socio comercial de España en Latinoamérica. España es el decimoquinto proveedor de Brasil, con una cuota de mercado escasamente superior al 1,5% del total de importaciones brasileñas. Los intercambios bilaterales superaron en 2006 los 3.200 millones de euros, con un saldo negativo para España superior a los 1.000 millones.
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