Archivo de la Categoría ‘Política fiscal’

20
Jul

¿Otro verano complicado?

Escrito el 20 julio 2010 por José Ramón Diez Guijarro en Economía Global, Política fiscal, Política Monetaria

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    [post_content] => Tres años después del inicio de la crisis y, tras sucesivas mutaciones de la misma, seguimos dudando de la solidez de la recuperación. Es cierto que la inercia cíclica suele hacer complicadas las recaídas de la actividad y, que los emergentes nunca habían salido de una crisis con el vigor y la confianza que muestran desde hace trimestres. Pero los problemas que sigue teniendo el sector financiero en la OCDE, los efectos del endurecimiento de la política fiscal en buena parte del hemisferio norte y, sobre todo, las dudas sobre el vigor de la recuperación en EEUU, se están reflejando en un comportamiento dubitativo de los mercados financieros en los últimos meses, caracterizados por un retorno de la aversión al riesgo.

Economy Weblog

No es casualidad que el oro esté en máximos históricos o que la rentabilidad de la deuda pública alemana y americana a largo plazo se encuentre situada por debajo del 3%. Todos éramos conscientes de que la recuperación sería compleja y frágil, pero en el fondo se tenía la esperanza de que una vez más nos sorprendiera positivamente el comportamiento de variables como el consumo de las familias americanas. 

¿Habrá W?

Por tanto, el problema no es que el ciclo expansivo se tome un respiro tras el lógico vigor de las etapas iniciales de recuperación, cuando se produce una fuerte reposición de existencias, sino que se duda de si esta desaceleración de la actividad tendrá continuidad en el tiempo. Y, por tanto, si se puede producir ese “double dip” (W) del que se habla desde hace semanas. Son estas “mesetas de crecimiento” en las primera etapas de los ciclos expansivos las que suelen complicar más a la política económica. La clave es si la demanda interna puede tomar el relevo cuando se termina el estímulo fiscal y desaparecen los factores extraordinarios antes comentados, o si los balances de empresas y familias no están lo suficientemente saneados y, por tanto, el crecimiento se puede gripar.

¿Se pueden seguir aplicando políticas expansivas?

Y el debate está abierto, como podemos comprobar en la sección especial que se ha abierto esta semana en Finantial Times (The austerity debate). La discusión está abierta entre los que quieren más combustible por parte de la política monetaria y fiscal, aunque los grados de libertad casi ya no existan, frente a los que siguen soñado todas las noches con el fantasma de la inflación y demandan una vuelta de tuerca no sólo de la política fiscal, sino también de la monetaria. De fondo, el viejo debate sobre el multiplicador fiscal, las expectativas racionales, etc, es decir, keynesianos frente a neoclásicos.

 Aunque la clave sigue siendo la búsqueda de un mayor reequilibrio en el modelo de crecimiento mundial, lo que debería implicar una mayor aportación de la demanda interna de los países con fuertes superávits de balanza por cuente corriente. Es allí donde todavía la política económica tiene margen de actuación. Algo fácil de decir, pero como estamos viendo en los últimos tiempos, difícil de llevar a la práctica.

Los tests de stress

Mientras tanto, lo más importante a corto plazo va a ser la publicación de los “stress test” de las entidades financieras en Europa el próximo viernes. Este ejercicio que intenta medir la solidez del sector financiero ante escenarios adversos, debe arrojar más luz sobre la situación de los bancos y cajas de ahorros en la zona euro. Con más información, paulatinamente se deberían ir abriendo los mercados de financiación mayoristas para las entidades solventes. La muestra es importante pues abarca 91 entidades financieras europeas que representan el 65% de los activos bancarios de la región.
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Tres años después del inicio de la crisis y, tras sucesivas mutaciones de la misma, seguimos dudando de la solidez de la recuperación. Es cierto que la inercia cíclica suele hacer complicadas las recaídas de la actividad y, que los emergentes nunca habían salido de una crisis con el vigor y la confianza que muestran desde hace trimestres. Pero los problemas que sigue teniendo el sector financiero en la OCDE, los efectos del endurecimiento de la política fiscal en buena parte del hemisferio norte y, sobre todo, las dudas sobre el vigor de la recuperación en EEUU, se están reflejando en un comportamiento dubitativo de los mercados financieros en los últimos meses, caracterizados por un retorno de la aversión al riesgo.

Economy Weblog

No es casualidad que el oro esté en máximos históricos o que la rentabilidad de la deuda pública alemana y americana a largo plazo se encuentre situada por debajo del 3%. Todos éramos conscientes de que la recuperación sería compleja y frágil, pero en el fondo se tenía la esperanza de que una vez más nos sorprendiera positivamente el comportamiento de variables como el consumo de las familias americanas. Seguir leyendo…

1
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    [post_content] => Cuando hace doce meses se discutía el perfil de la incipiente recuperación, algunos analistas utilizaban la W como escenario más probable, anticipando una recaída de la actividad en el medio plazo, una vez que la política económica extremadamente expansiva se fuera normalizando; teniendo en cuenta  que el consumo e inversión privada tendrían dificultades para tomar el relevo de los estímulos públicos, por la elevada deuda acumulada en la etapa expansiva. Y esa probabilidad de un “double-dip” y, por tanto, las dudas sobre la solidez de la recuperación es el tema estrella en el debate económico de las últimas semanas.

Las razones de este aumento del pesimismo están bastante claras:

1) El coste de las políticas expansivas de demanda ha sido superior al esperado y los mercados están muy preocupados por la solvencia de algunos países ante el fuerte deterioro de las finanzas públicas. Esto está obligando a poner en marcha programas de ajuste fiscal, que aunque en el medio plazo van a tener efectos positivos (primas de riesgo, etc), a corto plazo tendrán un coste en términos de crecimiento.

2) La crisis de la deuda griega y su gestión por parte de las autoridades europeas deja todavía algunas preguntas sin contestar sobre el proyecto de construcción europea.

3) La deuda acumulada está cambiando de manos entre agentes e incluso países, pero de momento no se ha reducido prácticamente nada.

4) Algunos segmentos de los mercados de financiación mayoristas vuelven a funcionar mal, reflejando un aumento de la aversión al riesgo.

5) Las caídas de las bolsas en las últimas semanas han supuesto una importante destrucción de riqueza que se empieza a reflejar en las confianzas de los agentes.

Por tanto, como ya sabíamos, esta recuperación va a ser frágil, hay muchos frentes abiertos y otros que se abrirán en el medio plazo (regulación financiera), pero pienso que todavía debemos ver el vaso medio lleno, teniendo en cuenta:

1) La solidez de la recuperación en emergentes y en buena parte de la OCDE, especialmente EEUU y Japón.

2) La buena evolución de los intercambios comerciales mundiales que prácticamente han recuperado los máximos históricos de abril de 2008.

3) La actitud cautelosa de los bancos centrales en la UEM, EEUU y Gran Bretaña que van a retrasar las subidas de tipos y mantener una adecuada holgura en la liquidez del sistema financiero.

4) La ausencia de problemas inflacionistas, como pone de manifiesto el comportamiento de la inflación subyacente, lo que reducirá las presiones sobre los bancos centrales.

5) La evolución de los tipos de cambio que favorecerá la recuperación de la zona económica con más problemas en estos momentos (Europa). Es decir, el debilitamiento del euro y el consiguiente relajamiento de las condiciones financieras en la UEM es la noticia más positiva en la región en los últimos tiempos.

6) La incipiente recuperación del mercado de trabajo en EEUU que confirma la reactivación de la economía americana.

Es decir, pienso que la inercia positiva del ciclo económico y, sobre todo, el dinamismo de los emergentes van a permitir que la recuperación mantenga su velocidad de crucero. Como casi siempre, la clave será el comportamiento de la economía americana. Aunque a partir de ahora serán muy importantes las reformas de oferta que permitan aumentar el crecimiento potencial.
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Cuando hace doce meses se discutía el perfil de la incipiente recuperación, algunos analistas utilizaban la W como escenario más probable, anticipando una recaída de la actividad en el medio plazo, una vez que la política económica extremadamente expansiva se fuera normalizando; teniendo en cuenta  que el consumo e inversión privada tendrían dificultades para tomar el relevo de los estímulos públicos, por la elevada deuda acumulada en la etapa expansiva. Y esa probabilidad de un “double-dip” y, por tanto, las dudas sobre la solidez de la recuperación es el tema estrella en el debate económico de las últimas semanas. Seguir leyendo…

20
May
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    [post_content] => Los libros de economía, la Teoría Económica y la Política Económica como disciplina científica demuestran que cualquier subida de impuestos va a reducir el crecimiento económico. Además, para reducir el déficit público es preferible reducir el gasto público que aumentar los impuestos. Estudios recientes muestran que por cada dólar de reducción de gasto que realice el gobierno el PIB disminuye 1,4 dólares. Mientras que con una subida de impuestos, también de un dólar, el PIB disminuye en 3 dólares. La subida de impuestos contrae la economía el doble que la reducción del gasto público.

A la espera de que el presidente del Gobierno concrete hoy la subida de impuestos a los más ricos, conviene recordar que cualquier subida fiscal va a reducir el crecimiento económico y que para rebajar el déficit público no es preciso subir los impuestos, es mejor reducir el gasto. El Gobierno ha apuntado que va a subir los impuestos a los ricos para que los que más tienen sean los que más aporten o lo que es lo mismo se tendrán que subir los impuestos sobre el ahorro, o/y la parte del IRPF que grava las rentas más altas. Con este populismo fiscal se corre el riesgo de que las grandes fortunas, las que todavía pagan aquí impuestos, acaben buscando refugio en la fiscalidad más competitiva de otros países y sean nuevamente las familias con acciones, fondos de inversión o depósitos las más perjudicadas, al igual que los asalariados sujetos a una nómina si finalmente se sube todo el IRPF.

Hay que esperar a que termine hoy el Consejo de Ministros para ver qué frontera se pone para decidir quién es rico y quién es pobre, pero una cosa es segura los ricos son los que destinan más parte de su renta al ahorro. Y en estos momentos el ahorro en España es imprescindible para que el sector privado se "desendeude" y la economía se financie con recursos nacionales . Es una lástima que Zapatero emborrone su aparente conversión a la ortodoxia y su determinación para cortar el gasto –a nadie se le oculta que ha sido obligado por sus socios europeos– con una populista subida de impuestos, subordinada a la apremiante necesidad del Partido Socialista de reconstruir, con el engañoso discurso de la justicia redistributiva y el azote de los ricos, un proyecto político que saltó por los aires la semana pasada cuando el secretario general del partido anunció, ante el estupor de sus bases, que funcionarios, pensionistas, dependientes y futuras madres serían las víctimas del ajuste.

¿Cuándo se ha salido de una recesión subiendo impuestos? Nunca

Fuente: Juan José Garrido. “El acoso fiscal de Zapatero” Expansión.
    [post_title] => Para reducir el déficit público no hay que subir los impuestos.
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Los libros de economía, la Teoría Económica y la Política Económica como disciplina científica demuestran que cualquier subida de impuestos va a reducir el crecimiento económico. Además, para reducir el déficit público es preferible reducir el gasto público que aumentar los impuestos. Estudios recientes muestran que por cada dólar de reducción de gasto que realice el gobierno el PIB disminuye 1,4 dólares. Mientras que con una subida de impuestos, también de un dólar, el PIB disminuye en 3 dólares. La subida de impuestos contrae la economía el doble que la reducción del gasto público. Seguir leyendo…

3
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    [post_content] => El gobierno griego, el FMI y la UE han acordado poner a disposición de Grecia asistencia financiera por importe de 110.000 millones de euros en los próximos tres años. De esa cantidad, 80.000 millones serán aportados por los miembros de la UEM, en forma de créditos bilaterales en proporción a su peso en el capital del BCE (España aportará unos 9.800 millones de euros), y los 30.000 millones restantes serán facilitados por el FMI a través de un acuerdo stand-by.

 Como condición previa para la concesión de la ayuda, el gobierno griego ha anunciado un duro programa de ajuste para los próximos tres años. Las medidas del plan, junto con las anunciadas entre enero y marzo, deberían traducirse en una reducción del déficit público de más de 11 p.p. de PIB (13,6% del PIB en 2009). Las medidas más destacadas son:

▪       Por el lado de los ingresos, se elevará el tipo de gravamen del IVA (hasta el 23%, desde el actual 21% vigente desde marzo) y de los impuestos especiales. Además, se reforzará la lucha contra la evasión fiscal.

▪       Por el lado del gasto, se volverá a recortar el salario de los funcionarios (la bajada podría alcanzar el 16% al considerar los ajustes ya aprobados) y se reducirán las pensiones.

▪       Además, el gobierno griego pondrá en marcha una serie de reformas estructurales que afectarán a la seguridad social (retraso de la edad de jubilación), al mercado de trabajo y al sector público (reforma de la Administración y privatizaciones).

 La ayuda podría empezar a llegar la semana próxima: el Parlamento griego aprobará el plan de austeridad esta semana, al igual que hará el FMI con el acuerdo stand-by, mientras que los créditos bilaterales europeos se activarán en una cumbre a finales de esta semana.

Por otro lado, los bancos griegos han recibido dos importantes balones de oxígeno:

▪       El BCE ha suspendido el umbral mínimo de rating exigido a los colaterales utilizados en sus operaciones de política monetaria, sólo para los instrumentos de deuda negociables emitidos o garantizados por el gobierno griego.

▪       Además, parte de la asistencia financiera recibida –unos 10.000 millones– servirá para dotar un fondo de estabilidad financiera para recapitalizar bancos en caso de que sea necesario.

 Por tanto, la activación de la asistencia financiera, incluyendo la concreción de los fondos disponibles para los próximos tres años, llega tarde, pero es positiva:

▪       Contiene el riesgo de contagio y podría dar a Grecia la tranquilidad necesaria para poner en marcha los programas de ajuste y las reformas estructurales necesarias.

▪       Las medidas de ajuste pactadas son radicales, se basan en un escenario macro creíble y pueden convencer a los mercados del compromiso de Grecia con la austeridad.

▪       La supervisión del FMI otorga la suficiente credibilidad al programa.

▪       A corto plazo, evita el impago y elimina las expectativas de reestructuración: al menos los plazos más cortos de la deuda griega se verán beneficiados.

 No obstante:

▪       El impacto sobre la solvencia de Grecia es limitado: el problema puede sólo haberse pospuesto. El país debe poner en marcha un duro ajuste fiscal, acometer dolorosas reformas estructurales y recuperar la senda de crecimiento. Realmente se trata de un gran desafío para cualquier economía.

▪       Las draconianas medidas de austeridad encontrarán una fuerte contestación social y harán que la economía griega caiga temporalmente en depresión –con una contracción del PIB del -4,0% este año y del -2,6% en 2011–.

 La intención es ganar al menos dos años, para que la situación macroeconómica mejore –tanto en Grecia, como en el conjunto de la UEM–, y el sistema financiero se reforme y sanee. Si esto se logra, el riesgo de contagio en caso de una hipotética reestructuración sería muy inferior al actual.
    [post_title] => Grecia recibirá 110.000 millones de euros a cambio de un durísimo ajuste
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El gobierno griego, el FMI y la UE han acordado poner a disposición de Grecia asistencia financiera por importe de 110.000 millones de euros en los próximos tres años. De esa cantidad, 80.000 millones serán aportados por los miembros de la UEM, en forma de créditos bilaterales en proporción a su peso en el capital del BCE (España aportará unos 9.800 millones de euros), y los 30.000 millones restantes serán facilitados por el FMI a través de un acuerdo stand-by. Seguir leyendo…

7
Abr
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    [post_content] => Hace ahora 10 años, en el año 2000, el gobierno de Argentina pidió prestado 40 mil millones de dólares a instituciones financieras internacionales y nacionales, comprometiéndose, a cambio, a implantar reformas económicas conducentes a reducir su gasto público.  Este préstamo no generó los resultados esperados, por lo que fue necesario realizar renovaciones de la deuda a través de nuevas negociaciones que permitieran extender los plazos de vencimiento y los pagos de sus tipos de interés, al mismo tiempo que recibían la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder hacer frente a algunos pagos. 

Sin embargo, la crisis seguía hundiendo la economía  argentina y el FMI decidió suspender los desembolsos debido al incumplimiento, del gobierno, de las condiciones que había pactado con el FMI. Como respuesta a dichos acontecimientos, el 1 de Diciembre de 2001, el gobierno decidió restringir el acceso de los ciudadanos a sus depósitos bancarios con el fin de evitar la salida de dinero del país; este proceso fue denominado “el corralito”. 

La deuda de Argentina, al igual que ocurre ahora con la griega, fue calificada por las agencias de rating a la baja, lo que hacía que el precio de los bonos argentinos cayeran y los tipos de interés aumentaran considerablemente. A principios del 2002, Argentina incumple con el pago de una serie de bonos, ocasionando un gran desconcierto entre los acreedores de todo el mundo y el consecuente desplome del valor de su deuda. Al gobierno no le quedó otra posibilidad que tomar ciertas medidas de emergencia, entre las que destacó la ruptura del tipo de cambio fijo y dejar a la moneda depreciarse drásticamente. 

En este escenario gana las elecciones Néstor Kirchner que se da cuenta de que no contaba con los recursos suficientes para pagar la deuda, por lo cual decidió, en 2005, hacer una “quita”, un recorte de la deuda, del 65%. E mpago más alto de la historia reciente. Fue una imposición, no una negociación. Obligó a los acreedores a una reestructuración leonina, en vez de acudir a los cauces tradicionales como el Club de París o el Club de Londres para reprogramar las deudas a menores tipos de interés o con vencimientos superiores. Sin embargo, la decisión unilateral de Kirchner de recortar el 65% del valor nominal de la deuda vulneró estos procesos de negociación y de devolución de la deuda de forma ordenada. No todos los acreedores aceptaron la reestructuración, es decir, la pérdida de valor del 65%, y el gobierno repudió la deuda de los inconformistas que no aceptaron sus condiciones. 

Ahora, en 2010, la presidenta Cristina Fernández, está utilizando las reservas de divisas del Banco Central para pagar pareçte de la deuda del país, y convencer a los mercados que tras la severa reestructuración de 2005 (una quita, que como hemos dicho fue del 65%) se desbloquee el regreso de Argentina al mercado de bonos y que acepten nuevos títulos. Para ello el gobierno ha decidido proponer un nuevo canje para "los inconformistas" que no aceptaron en 2005 el canje. El objetivo es eliminar del mercado de títulos impagados para mejorar la calificación de riego país y normalizar la relación de Argentina con los mercados financieros internacionales. Todavía no se sabe ni qué condiciones ofrecerá el gobierno ni cuál será la disposición de negociación de los inconformistas que tienen los bonos repudiados por lo que es imposible anticipar si la operación será exitosa. 

¿Conseguirá Argentina hacer las paces con los mercados financieros internacionales? ¿Podrá Cristina Fernández colocar nueva deuda en los mercados? Grecia también soporta elevados niveles de endeudamiento, 115% del PIB, que exigirá un crédito del FMI y una negociación con los acreedores.  El gobierno heleno tiene que reducir su deuda para no hundir su economía ¿Lo conseguirá? ¿Cómo? ¿Tendrá que hacer una “quita”?
    [post_title] => ¿Hay algún parecido entre los problemas de la deuda argentina y los problemas de la deuda griega? 
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Hace ahora 10 años, en el año 2000, el gobierno de Argentina pidió prestado 40 mil millones de dólares a instituciones financieras internacionales y nacionales, comprometiéndose, a cambio, a implantar reformas económicas conducentes a reducir su gasto público.  Este préstamo no generó los resultados esperados, por lo que fue necesario realizar renovaciones de la deuda a través de nuevas negociaciones que permitieran extender los plazos de vencimiento y los pagos de sus tipos de interés, al mismo tiempo que recibían la ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI) para poder hacer frente a algunos pagos.  Seguir leyendo…

18
Mar

FME y otros debates europeos

Escrito el 18 marzo 2010 por José Ramón Diez Guijarro en Economía Mundial, Política fiscal, Unión Europea

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    [post_content] => La discriminación y segmentación que están realizando los mercados financieros desde finales del año pasado está teniendo importantes implicaciones macroeconómicas. La primera de todas ellas es un viraje completo en la percepción de los inversores sobre el estado de las finanzas públicas. De un aparente desprecio por el tremendo coste de los programas fiscales puestos en marcha durante los dos últimos años, hemos pasado en poco más de un semestre a la exigencia de señales de consolidación de las cuentas públicas y no sólo en el medio plazo. Esto ha provocado un cambio de orden en las ya famosas estrategias de salida. Ahora lo urgente es buscar la reducción de los déficits públicos y, por tanto, diferenciarse positivamente de los vecinos, mientras el buen comportamiento de la inflación y la debilidad del mercado de trabajo parece que retrasarán las subidas de tipos de los principales bancos centrales hasta el año próximo.

En este contexto, el castigo a los países periféricos de Europa y, especialmente a Grecia, ha vuelto a poner de manifiesto algunas debilidades del proceso de construcción europea, al no ser la UEM un área monetaria óptima. Siendo la mayor de todas las debilidades, la ausencia de un verdadero presupuesto europeo para responder a shocks de oferta o acontecimientos extraordinarios. Esta política fiscal comunitaria debería disponer de un mecanismo bien diseñado para limitar los problemas de “moral-hazard” y, por tanto, contar con la capacidad de imponer los programas adecuados de consolidación fiscal a los países incumplidores. E, incluso, los alemanes defienden la capacidad de suspender fondos de cohesión o derechos de voto.

Por tanto, sería algo parecido a la creación de un Fondo Monetario Europeo. Este debate se ha abierto en las últimas semanas, con posiciones enfrentadas, tanto en el ámbito académico, como político. Los que se oponen defienden que si ya existe un FMI, que además ya ha concedido fondos a países de la UE (aunque no de la UEM) como Letonia, Hungría y Rumanía y, tiene las capacidades técnicas para poner en marcha programas de estabilización: para qué duplicar esas funciones en Europa. Además, probablemente la creación de un Fondo Monetario Europeo conllevaría cambio en los Tratados y ya sabemos lo que cuesta aprobarlos. Los que apoyan la creación de un FME, aluden a que serviría para cubrir una ineficiencia en el proceso de construcción europea y, por tanto, para dar un paso adelante en el mismo. Además, si está bien diseñado serviría para complementar y/o sustituir un Pacto de Estabilidad y Crecimiento que se ha saltado demasiadas veces a la torera en los últimos años (y no sólo por los países periféricos). Por último, los defensores de este mecanismo aluden a que Europa debe ser capaz de lavar sus trapos sucios y no tener que recurrir al FMI en caso de problemas, algo que sería impensable si, por ejemplo, Florida entrase en crisis.

Pero todavía más interesante en las últimas semanas es el debate entre las autoridades alemanas y francesas sobre los modelos de crecimiento en Europa. Algo que se puede aplicar perfectamente a la economía mundial, cuando hablamos de las últimas disputas entre las autoridades económicas chinas y las americanas. La pregunta es si modelos de crecimiento como el alemán (o como el chino), casi exclusivamente centrados en la exportación, van a facilitar el reequilibrio de los balances y, por tanto, la recuperación de los países a los que exportan. Es decir, si estos países no estimulan su demanda interna y ayudan a equilibrar los déficits externos de sus vecinos, estos últimos van a tener que reducir su dependencia externa vía ajustes muy importantes de la actividad y el empleo. O, lo que es lo mismo, probablemente esta crisis no finalizará del todo, mientras la demanda interna alemana no aporte más crecimiento o China ajuste de una vez por todas su divisa. Temas importantes para discutir en las próximas semanas.
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La discriminación y segmentación que están realizando los mercados financieros desde finales del año pasado está teniendo importantes implicaciones macroeconómicas. La primera de todas ellas es un viraje completo en la percepción de los inversores sobre el estado de las finanzas públicas. De un aparente desprecio por el tremendo coste de los programas fiscales puestos en marcha durante los dos últimos años, hemos pasado en poco más de un semestre a la exigencia de señales de consolidación de las cuentas públicas y no sólo en el medio plazo. Esto ha provocado un cambio de orden en las ya famosas estrategias de salida. Ahora lo urgente es buscar la reducción de los déficits públicos y, por tanto, diferenciarse positivamente de los vecinos, mientras el buen comportamiento de la inflación y la debilidad del mercado de trabajo parece que retrasarán las subidas de tipos de los principales bancos centrales hasta el año próximo. Seguir leyendo…

5
Feb

España en el ojo del huracán

Escrito el 5 febrero 2010 por José Ramón Diez Guijarro en Economía española, Economía Mundial, Política fiscal

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    [post_content] => Las primeras semanas del año han sido duras para los países que están tardando más en salir de la crisis. Ese grupo del que hablaba Olivier Blanchard –economista jefe del FMI- hace dos semanas, constituido por  economías con fuertes ajustes del sector de la vivienda, elevado endeudamiento de los agentes y claro empeoramiento de las finanzas públicas en el medio plazo. Es decir, naciones candidatas a una rebaja en las calificaciones de “rating”, a lo que se están adelantando los mercados financieros exigiendo mayores spreads a la hora de comprar sus títulos de renta fija. Entre este grupo de países se encuentra España, con una subida de la prima de riesgo este año de 40 puntos básicos, hasta casi los 100 puntos básicos que debemos pagar por encima de los alemanes (rentabilidad del 4,15% del bono español a 10 años).

Es bien conocido, que mientras los bancos centrales tienen influencia sobre la parte corta de la curva de tipos de interés, los tipos en los plazos más largos vienen determinados por un conjunto de factores macroeconómicos que podemos resumir en expectativas de inflación, crecimiento potencial y credibilidad de la política económica en el medio plazo. Día tras día, miles de inversores de todo el mundo con sus decisiones de compra y venta de bonos, emiten su veredicto sobre la probabilidad de pago de ese país y eso se refleja en la prima de riesgo o diferencial que se debe pagar respecto al emisor de la máxima calidad en cada divisa (EEUU en dólares o Alemania en euros). Y, entre esos agentes, hay fondos con un carácter más especulativo (“hedge-funds”), pero asimismo fondos de pensiones, etc. Es decir, es demasiado simple achacar el ajuste de los mercados europeos a un mero movimiento especulativo, aunque es cierto que los mercados financieros pueden apostar en un determinado momento contra una divisa o una región económica. En el caso de nuestro país (y del resto de periféricos de la UEM), las dudas se están centrando en la consolidación de las finanzas públicas en el medio plazo y, en la capacidad de cambiar el modelo productivo y aumentar nuestra competitividad, es decir, en el comportamiento futuro del crecimiento potencial.

Convencer a los mercados

Cuando aumenta el riesgo país, se encarece el coste de financiación del Estado (lo que a su vez aumenta el déficit público), pero además, este incremento se traslada automáticamente a los tipos de interés que pagan las empresas en sus emisiones. Por tanto, lleven o no razón los mercados en sus a veces dudosas opiniones (“herd behaviour” y demás), así como sus economistas y medios de comunicación de cabecera, lo cierto es que resulta fundamental convencerles de la viabilidad y bondad de los escenarios macroeconómicos futuros. Es decir, entre las cuestiones de las que se tienen que ocupar la política económica también está el comportamiento y las expectativas de los mercados. No en vano, Bill Clinton, después de que a los dos meses de su primera presidencia, una crisis en los mercados de bonos le obligará a cambiar el rumbo de su política fiscal, afirmó que le gustaría reencarnarse en “trader” de los mercados de renta fija, teniendo en cuenta el poder que acumulan.

¿Qué debe hacer España?

Todo esto está obligando a cambiar el paso a las autoridades económicas de los países más castigados por la crisis. En teoría, estos países deberían retirar más tarde los estímulos públicos, pero las presiones de los inversores internacionales están obligando a adelantar las señales y, sobre todo, a intentar que esas señales sean más contundentes que las de los demás. El anuncio del gobierno español del viernes pasado de un recorte del gasto de 50.000 millones de euros hasta 2013 y de un posible retraso en la edad de jubilación hasta los 67 años, va en la dirección correcta, pero no se han presentado de manera adecuada, más bien de manera desordenada y de forma dubitativa por miedo a herir algunas sensibilidades. El resultado ha sido que cinco días después de que se anunciaran, prácticamente estas decisiones han sido amortizadas por el mercado y tenemos la prima de riesgo otra vez en 100 puntos básicos, además de importantes retrocesos en los mercados bursátiles. La idea de que la política económica española da bandazos y busca acciones de “marketing” con resultados inmediatos, pero sin realizar un diagnóstico adecuado y, por tanto, sin formular una estrategia de medio plazo creíble, se está imponiendo entre inversores y economistas internacionales. Y hay que cambiar esa idea lo más rápidamente posible. Después de dos años y medio desde el inicio de la crisis, ahora sí que estamos en tiempo de prórroga. Sin reformas, por ejemplo, será muy difícil cumplir las previsiones de crecimiento del Programa de Estabilidad (2,9% en 2012 y 3,1% en 2013).
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Las primeras semanas del año han sido duras para los países que están tardando más en salir de la crisis. Ese grupo del que hablaba Olivier Blanchard –economista jefe del FMI- hace dos semanas, constituido por  economías con fuertes ajustes del sector de la vivienda, elevado endeudamiento de los agentes y claro empeoramiento de las finanzas públicas en el medio plazo. Es decir, naciones candidatas a una rebaja en las calificaciones de “rating”, a lo que se están adelantando los mercados financieros exigiendo mayores spreads a la hora de comprar sus títulos de renta fija. Entre este grupo de países se encuentra España, con una subida de la prima de riesgo este año de 40 puntos básicos, hasta casi los 100 puntos básicos que debemos pagar por encima de los alemanes (rentabilidad del 4,15% del bono español a 10 años). Seguir leyendo…

15
Dic
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    [post_content] => Hace poco más de 15 años se hablaba con insistencia del peligroso círculo vicioso del déficit público - deuda pública. En esos momentos, cuando los tipos de interés eran aún altos, se señalaba que el no poder controlar el déficit público a niveles razonables llevaba a una necesidad de seguir endeudándose, lo que incrementaba casi sin control el ratio de deuda sobre PIB en varios países. Tener un nivel de deuda pública alto significaba que una parte importante de los gastos del sector público del año siguiente ya estuviera comprometida sólo en el pago de intereses de esa misma deuda, con lo cual un nuevo déficit era casi asegurado. Y, por supuesto, ese déficit debía ser financiado, lo que a su vez incrementaba el nivel de deuda pública. 

En aquellos momentos algunos países europeos, como Italia, Bélgica o Grecia tenían ratios de deuda sobre PIB cercanos o mayores al 100% y se pensaba que o se hacía algo drástico para reducir los déficits públicos o sería imposible reducir estos ratios dado que los altos pagos de intereses llevaban a nuevos déficits que aumentaban la deuda y así sucesivamente, sin salida aparente en el círculo vicioso. En esos momentos, quizás algunos lo recuerden, el nivel de deuda sobre PIB era todavía relativamente bajo en Japón.

Reducción de los déficit fiscales en Europa

A medida que la década de los años 90 iba avanzando, el problema de este círculo vicioso se volvió menos relevante en Europa, en particular por la rápida caída de los tipos de interés (lo que reducía la presión por un mayor pago de intereses), a la vez que por un mayor esfuerzo de los países por reducir sus déficits fiscales de manera tal que se pudiera cumplir con las condiciones establecidas en el Tratado de Maastricht para acceder a la moneda única.

Aumento de los déficit fiscales en Japón

Por el contrario, y a pesar de los bajísimos tipos de interés, Japón empezó a enfrentar problemas en la contención de los déficits y la deuda debido a las constantes entradas y salidas de la recesión que ese país vivió durante la "década pérdida", con las consiguientes variaciones en los ingresos fiscales y los programas de estímulo a través de la expansión del gasto. Pero en Europa y también en los Estados Unidos, el problema parecía haber desaparecido y con los tipos de interés bajos, no parecía existir un peligro de que este problema fuera a resurgir. Hasta hace poco.

La crisis económica actual y el aumento del déficit público

La magnitud de la reciente crisis, ya llamada por muchos la "Gran Recesión", ha sido tal que ha obligado a respuestas fiscales extraordinarias. No son pocos los países que han visto sus déficits públicos subir por encima del 10% del PIB, entre ellos Estados Unidos, Gran Bretaña, España o Grecia. Y por supuesto esto tiene un impacto significativo sobre el nivel de deuda como porcantaje del PIB. 

Los problemas de Grecia

Grecia, con un déficit que el Financial Times señala mayor a un 12% del PIB y con un ratio de deuda sobre PIB que se proyecta alcanzará un 113%, se enfrenta al peligro real de entrar nuevamente en un círculo vicioso de déficit-deuda. Y este peligro es aún más real si no se percibe que hay un plan convincente de reducción de ese nivel de déficit hasta acercarlo al 3% que debe cumplir. Por esta razón no debe sorprender la incertidumbre que genera la deuda del país y que se extiende a otros sectores de la economía. El de Grecia es uno de los primeros avisos de que es necesaria una estrategia clara y creíble de cómo se va evitar que este círculo vicioso del pasado sea nuevamente un problema en muchos países industrializados. Esto es una señal más de que la salida de la crisis será complicada y que aún hay que seguir con un ajuste fino en las politicas monetarias y fiscales.
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Hace poco más de 15 años se hablaba con insistencia del peligroso círculo vicioso del déficit público – deuda pública. En esos momentos, cuando los tipos de interés eran aún altos, se señalaba que el no poder controlar el déficit público a niveles razonables llevaba a una necesidad de seguir endeudándose, lo que incrementaba casi sin control el ratio de deuda sobre PIB en varios países. Tener un nivel de deuda pública alto significaba que una parte importante de los gastos del sector público del año siguiente ya estuviera comprometida sólo en el pago de intereses de esa misma deuda, con lo cual un nuevo déficit era casi asegurado. Y, por supuesto, ese déficit debía ser financiado, lo que a su vez incrementaba el nivel de deuda pública. Seguir leyendo…

14
Dic

Irlanda: un ejemplo para Grecia

Escrito el 14 diciembre 2009 por José Ramón Diez Guijarro en Política fiscal, Unión Europea

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    [post_content] => Aunque hoy las aguas bajan algo más calmadas, tras el anuncio de que Abu Dhabi concederá una línea de financiación de 10.000 millones de dólares a Dubai que, entre otras cosas, permitirá pagar los 4.100 millones de dólares del bono islámico que vencía el lunes próximo; sigue existiendo una elevada tensión en los mercados de deuda de todo el mundo. Mientras no se clarifiquen temas como los mecanismos de actuación en caso de que un país no haga frente a sus pagos dentro de la UEM o, la calidad de algunas garantías públicas, los inversores van a seguir discriminando entre emisores. 

El caso más claro es el de la UEM, donde se están formando varios grupos de países con diferentes niveles de riesgo. El primero estaría formado por los países centrales de Europa, como Francia, Holanda o Finlandia que estarían pagando una prima de riesgo con respecto al bono alemán inferior a los 30 puntos básicos (riesgo muy bajo). Luego estarían los países que estarían pagando entre 40 y 65 puntos básicos, es decir, con un riesgo medio-bajo como Austria, Bélgica, o España. Algo más alejado estaría el bono italiano (82 puntos básicos) y, finalmente, tanto Irlanda (164 p.b.), como Grecia (230 p.b.) se considerarían como los países con el riesgo más elevado desde la UEM. Desde el viernes pasado, sin embargo, sólo el bono griego se ha visto castigado (se ha ampliado la prima de riesgo en 20 puntos básicos), mientras el resto de los “spreads” se han reducido.

Esta semana será crucial para Grecia, pues el gobierno deberá presentar un plan creíble de consolidación de las cuentas públicas a medio plazo. Pues como recordaba Almunia este fin de semana, el resto de países europeos puede ayudar a Grecia, pero no resolver sus problemas. De hecho, el Tratado de Maastricht contienen una claúsula de no “bail-out”. Un ejemplo que debería seguir es el de Irlanda, cuyas medidas de austeridad anunciadas el pasado viernes van en la dirección correcta. Hay que recordar que Irlanda fue el primer país de la OCDE en dar un viraje a la política fiscal, centrándose en la consolidación de las finanzas públicas en el medio plazo y, reconociendo que los grados de libertad se habían agotado.

Irlanda lo está haciendo bien

El presupuesto elaborado por el Gobierno de Irlanda para el año 2010 prevé un recorte del gasto público de 4.051 millones de euros, equivalentes al 2,2% del PIB. Los gastos de capital se reducirán en 961 millones de euros. El gobierno ha revisado su programa de inversiones, priorizando los proyectos que aceleren la recuperación y mejoren la competitividad de la economía. Los gastos corrientes sufrirán un recorte de 3.090 millones de euros, de los cuales 1.005 corresponden a retribuciones del personal de las AA.PP. y 760 a gasto social. En materia de fiscalidad, el presupuesto incluye algunos cambios menores, como un recorte del tipo de gravamen del IVA del 21,5% al 21%, un nuevo “impuesto verde” sobre los combustibles fósiles o la eliminación de la deducción por intereses de hipotecas a partir de 2017.

Reducción del gasto público y aumento de impuestos

El gobierno irlandés ya aprobó en abril un presupuesto de emergencia que contemplaba recortes de gastos por valor de 1.500 millones de euros, y un endurecimiento de la fiscalidad personal que permitiría recaudar 1.800 millones. Irlanda ha sido el país de la UEM más golpeado por la crisis, como consecuencia del colapso de su mercado inmobiliario y del sobredimensionamiento de su sistema bancario: el PIB encadenará tres años de contracción: -3,0% en 2008, -7,5% en 2009, y -1,4% en 2010. El impacto de la crisis sobre las finanzas públicas está siendo demoledor: el déficit se situará en torno al 13% del PIB en el trienio 2009-11. Este deterioro de la posición presupuestaria, unido a los rescates bancarios llevados a cabo por el gobierno y a la creación de un “banco malo”, llevarán la deuda pública a niveles próximos al 95% del PIB en 2011 (casi cuatro veces más que antes de la crisis).

La necesidad del ajuste

Por tanto, la situación de los déficits estructurales -más de 5 puntos de PIB en países como España, EEUU, Gran Bretaña o Japón- y el aumento del ratio de la deuda de 2006 a 2010 –alrededor de 35 puntos de PIB en los países AAA- ya están obligando a priorizar la estabilización de las finanzas públicas sobre la consolidación de la recuperación, en buen número de países. Los avisos de las últimas semanas (Dubai, Grecia) ponen de manifiesto la enorme sensibilidad que van a tener los mercados a partir de ahora. En este contexto, la credibilidad de las estrategias de consolidación fiscal va a ser fundamental, teniendo en cuenta el proceso de segmentación y discriminación en el riesgo soberano que ya se está produciendo. Las cuentas públicas deberán mostrar flexibilidad para adaptarse a la nueva coyuntura, manteniendo la capacidad de pago.
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Aunque hoy las aguas bajan algo más calmadas, tras el anuncio de que Abu Dhabi concederá una línea de financiación de 10.000 millones de dólares a Dubai que, entre otras cosas, permitirá pagar los 4.100 millones de dólares del bono islámico que vencía el lunes próximo; sigue existiendo una elevada tensión en los mercados de deuda de todo el mundo. Mientras no se clarifiquen temas como los mecanismos de actuación en caso de que un país no haga frente a sus pagos dentro de la UEM o, la calidad de algunas garantías públicas, los inversores van a seguir discriminando entre emisores. Seguir leyendo…

25
Nov
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    [post_content] => La última Encuesta de Población Activa (tercer trimestre de 2009) refleja la existencia de 3.102.000 empleados públicos, son 50.000 más que en el 2º trimestre de este año y 112.000 más que hace un año. En este sentido España va en dirección contraria a otros países. Efectivamente, en otros países europeos se está intentando reducir, o al menos no aumentar, el número de empleados públicos como un instrumento necesario para reducir el gasto público y reducir el déficit público. Sin embargo, en España y a pesar de la menor actividad constructora e inmobiliaria en ayuntamientos y Comunidades Autónomas, el número de funcionarios sigue aumentando y los impuestos para poder pagarles también

Niveles de empleo público en España (en miles de personas)             

        Año

Empleados en el Sector Publico

1.977

1.350

1.997

2.270

2007

2.932

2008

2.990

2009

3.102

Fuente: INE, Encuesta de Población Activa (III trimestre, 2009) 
El imparable poder de los burócratas Este aumento (ver cuadro) se debe, entre otros motivos, a que un objetivo fundamental del burócrata es aumentar su poder e influencia, lo que le lleva a aumentar el empleo y el gasto públicos.  Diferentes estudios muestran que la función objetivo del burócrata es maximizar la dimensión de su agencia o departamento, y ello lo consigue a través del aumento de los créditos presupuestarios a su disposición y del número de expertos adscritos a los servicios que él dirige, iniciando así un círculo vicioso que se autoalimenta, por cuanto a medida que el sector público crece, aumenta la propensión de los individuos a ingresar en él.  Los funcionarios y la política Parece, pues, necesaria una reforma de la Administración (estatal, autonómica y local) que entre otras soluciones, apueste por la reducción del empleo público como mecanismo para aumentar su eficiencia (productividad). Sin embargo, tal reforma parece condenada al fracaso, ya que no existe una firme voluntad de cooperación en el propio funcionariado. Además, la incorporación de empleados públicos a la política activa dificulta dicha reforma. No se debe olvidar que el estatuto de la función pública permite a los funcionarios conseguir la excedencia por motivos políticos, garantizándoles la vuelta a su puesto si son víctimas de la inconstancia de los electores. En España la incorporación de los burócratas a la vida política activa es muy notable; aproximadamente el 40% de los representantes del pueblo en el Congreso y en el Senado son empleados públicos. Desde posiciones tan estratégicas se podrían aprobar propuestas concretas de ajuste y reforma de la Administración Pública que reduzcan el gasto público y, por tanto, el coste fiscal que tienen que pagar los ciudadanos y las empresas. Los más interesados en ese ajuste deberían ser los propios funcionarios, porque una racionalización de la Administración conduciría a una mejor asignación de los recursos humanos, que se traduciría en un aumento de la contratación de funcionarios necesarios (jueces, por ejemplo, para evitar atascos judiciales) pero también en una reducción selectiva de puestos de trabajo por duplicidad de funciones, aplicación de nuevas tecnologías, etc. Todo ello redundaría en una mayor productividad del Sector Público y, por tanto, en mejores salarios, dejando para la historia las congelaciones salariales. [post_title] => En España tenemos más de 3'1 millones de funcionarios. [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => open [post_password] => [post_name] => en-espana-ya-tenemos-mas-de-31-millones-de-funcionarios [to_ping] => [pinged] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2009/09/estamos-en-contra-de-la-subida-del-iva-que-prpone-el-gobierno-de-espana.php [post_modified] => 2009-11-27 20:19:49 [post_modified_gmt] => 2009-11-27 19:19:49 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/?p=5865 [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 7 [filter] => raw )

La última Encuesta de Población Activa (tercer trimestre de 2009) refleja la existencia de 3.102.000 empleados públicos, son 50.000 más que en el 2º trimestre de este año y 112.000 más que hace un año. En este sentido España va en dirección contraria a otros países. Efectivamente, en otros países europeos se está intentando reducir, o al menos no aumentar, el número de empleados públicos como un instrumento necesario para reducir el gasto público y reducir el déficit público. Sin embargo, en España y a pesar de la menor actividad constructora e inmobiliaria en ayuntamientos y Comunidades Autónomas, el número de funcionarios sigue aumentando y los impuestos para poder pagarles tambiénSeguir leyendo…

26
Oct
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                       El que escribe este post es un español un poco "tacaño" que no suele cambiar de coche. Suelo cambiar de barco con relativa frecuencia pero, en cambio, no cambio de coche. Tengo un coche que tiene 14 años que funciona estupendamente. Sin embargo, gracias a los estímulos fiscales del gobierno, y que han prorrogado hasta final de año, estoy pensando en comprarme un coche nuevo y dejaré el cambio de barco para mejor ocasión.

En España un barco de vela, como el que es el que ves en la foto (27 pies), tiene un coste de matriculación del 12% a lo que hay que añadir, además, un 16% de IVA. A partir de junio del año que viene el IVA será del 18%. El objetivo de estos impuestos (30% sobre el precio del barco) es recaudar ingresos de las personas que fácilmente pueden pagarlos: los ricos. Como los ricos (si se puede llamar rico al que puede comprarse un velero como el de la foto) son los únicos que pueden comprar este tipo de divertimento, gravar los barcos de vela (también los de motor) parece una manera lógica de gravar a los que más tienen.

La crisis económica y la navegación a vela

Como consecuencia lógica de la crisis la compra de barcos de recreo ha caído un 40%. Los productores, agrupados en la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (ANEN) hicieron saber a las Cortes Generales que el paro n el sector aumentaría, como consecuencia de los expedientes de regulación de empleo. Para evitar que las empresas se fueran “a pique” (nunca mejor dicho) el 19 de junio de este año se propuso a los legisladores  españoles derogar el impuesto de matriculación de los yates. Como no podía ser de otra manera se montó una bronca monumental. El populismo imperante y la ignorancia en temas económicos de sus señorías rechazaron el proyecto de ley. Sin embargo, cuando se analiza económicamente esa posible rebaja fiscal a través del juego de la oferta y la demanda, el resultado es muy diferente al que dicta el sentido común.

Elasticidad de la oferta y la demanda

Conviene señalar que la demanda de este tipo de barcos es bastante elástica. Un ciudadano con capacidad de comprar un barco de recreo puede fácilmente no comprarlo; puede utilizar el dinero para otras cosas: adquirir una casa mayor, irse de vacaciones al Caribe o dejar una herencia mayor a sus herederos (en las fotos puede ver el lector una parte de mis posibles herederos). En cambio, la oferta (producción) de yates es relativamente inelástica, al menos a corto plazo. Las fábricas de yates no pueden utilizarse fácilmente para otros fines, por ejemplo, producir coches, y los trabajadores que  fabrican barcos de vela no tienen fácil recolocación y menos en épocas de crisis. Para corroborar esta afirmación se puede consultar ¿Quien paga los impuestos?.

¿Quien paga los impuestos el consumidor o el productor?

Las leyes económicas son inapelables: la carga del impuesto recae sobre la parte más inelástica.  Como en el caso que nos ocupa la demanda es elástica y la oferta es inelástica, la carga del impuesto recae principalmente sobre los oferentes. Y su contrario también es inapelable: una rebaja del impuesto beneficia principalmente a los oferentes. Es decir, un impuesto sobre los barcos deportivos recae principalmente en las empresas y en los trabajadores que los fabrican, ya que acaban percibiendo un precio más bajo por su producto. Sin embargo, los trabajadores que hacen estos barcos no son ricos. Por lo tanto, la carga de un impuesto sobre los yates  recae más en la clase media (trabajadores) que en los ricos. Los supuestos populistas acerca de la incidencia del impuesto  sobre los yates (lo pagan los ricos) son refutados por los hechos: se hunde ese sector y los trabajadores se van al paro (lo pagan los trabajadores).

Los estímulos fiscales hacen que cambie de coche pero no de barco. ¿Por qué se estimula la compra de coches y en cambio se castiga la compra de barcos? Que te parece: ¿Subirías impuestos sobre los barcos? ¿Bajarías esos impuestos? ¿No  modificarías esos impuestos?

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                       El que escribe este post es un español un poco «tacaño» que no suele cambiar de coche. Suelo cambiar de barco con relativa frecuencia pero, en cambio, no cambio de coche. Tengo un coche que tiene 14 años que funciona estupendamente. Sin embargo, gracias a los estímulos fiscales del gobierno, y que han prorrogado hasta final de año, estoy pensando en comprarme un coche nuevo y dejaré el cambio de barco para mejor ocasión. Seguir leyendo…

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