WP_Post Object ( [ID] => 3847 [post_author] => 3534 [post_date] => 2008-11-19 11:59:09 [post_date_gmt] => 2008-11-19 10:59:09 [post_content] => Aunque gran parte del contenido del texto acordado este fin de semana en Washington era esperable, el énfasis puesto en la defensa del libre comercio y del libre mercado es en cierto modo una novedad y una buena noticia. Es una novedad porque lo normal en crisis económicas de esta magnitud es un viraje hacia el proteccionismo y el intervencionismo. Es una buena noticia porque, ciclos económicos aparte, la expansión del comercio internacional ha sido durante las últimas tres décadas el motor principal del crecimiento económico mundial. Sin embargo, esta declaración del principio de defensa del libre mercado puede quedar muy alejada de la realidad, y es que la ambigüedad del texto acordado este fin de semana no se limita a los asuntos más estrechamente relacionados con los mercados financieros, sino que ese extiende al papel de los gobiernos en la economía en general. Por un lado se enuncia el principio general de defensa del libre mercado, pero por otro lado se insta a los gobiernos de los países a intensificar su participación en la economía real mediante el uso de estímulos fiscales. Aunque se presupone la temporalidad de este intervencionismo (hasta que la situación económica mejore), existe siempre el peligro de que las distorsiones y los intereses creados por la acción del gobierno perduren en el futuro y creen la necesidad artificial de mantener las ayudas. No hay nada en la declaración de principios de este fin de semana que permita asegurar que esto no va a ocurrir. Estamos ya viendo como las arcas públicas acuden o se plantean acudir al rescate no sólo de bancos sino también de empresas en otros sectores ‘estratégicos’ como el del automóvil. De momento las autoridades de la competencia a uno y otro lado del Atlántico se mantienen silenciosas y relegadas a un segundo plano. Pero lo cierto es que muchos de los planes aprobados o en discusión no difieren mucho de los paquetes de ayudas públicas que en otro tiempo hubiesen sido rechazados por anticompetitivos. El sector agrícola de medio mundo vive dependiente de unas ayudas públicas que lo han convertido en ineficiente. Esperemos que esta crisis no añada a la lista de dependientes de la ayuda pública a otros sectores de la economía. Quizás el apartado más positivo del acuerdo firmado el pasado fin de semana es el que se refiere a la defensa del libre comercio. Si en 1929 la mayoría de países desarrollados reaccionaron a la crisis cerrando sus mercados nacionales (lo que contribuyó a convertir la crisis en la Gran Depresión), hoy los países desarrollados y en vías de desarrollo afirman tener la intención de acelerar la liberalización del comercio internacional. Por si solo, esto es una excelente noticia, pero de nuevo existe el peligro de que la realidad acabe alejándose mucho de los principios generales. Y aquí entran de nuevo las ayudas públicas antes mencionadas. El nacionalismo económico es la antítesis del libre comercio y, por tanto, no existe mayor peligro para la liberalización del comercio internacional que un proceso de creciente intervencionismo estatal mediante ayudas públicas a empresas y sectores en ‘peligro’. En mi opinión, que la defensa del libre mercado enunciada el fin de semana pasado sea una realidad dependerá en gran medida de la evolución de la crisis económica. Si la crisis se intensifica y se alarga más de lo esperado, la tentación de aplicar políticas oportunistas prevalecerá. Si en cambio, la crisis no se intensifica y las economías empiezan a recuperarse, como se espera, dentro de año y medio, volveremos a la normalidad con una rapidez sorprendente. En este escenario optimista, la crisis puede incluso aportar un impulso muy positivo a una ronda de Doha que lleva fracasando desde 2001. Esto sería un estímulo fabuloso para el crecimiento económico mundial, que haría olvidar la crisis actual en un abrir y cerrar de ojos. Mantengamos los dedos cruzados. [post_title] => Cumbre G-20 y libre mercado: una de cal y otra de arena [post_excerpt] => [post_status] => publish [comment_status] => open [ping_status] => closed [post_password] => [post_name] => cumbre_g20_y_li [to_ping] => [pinged] => [post_modified] => 2023-12-13 13:55:16 [post_modified_gmt] => 2023-12-13 12:55:16 [post_content_filtered] => [post_parent] => 0 [guid] => https://economy.blogs.ie.edu/archives/2008/11/cumbre_g20_y_li.php [menu_order] => 0 [post_type] => post [post_mime_type] => [comment_count] => 2 [filter] => raw )
Aunque gran parte del contenido del texto acordado este fin de semana en Washington era esperable, el énfasis puesto en la defensa del libre comercio y del libre mercado es en cierto modo una novedad y una buena noticia. Es una novedad porque lo normal en crisis económicas de esta magnitud es un viraje hacia el proteccionismo y el intervencionismo. Es una buena noticia porque, ciclos económicos aparte, la expansión del comercio internacional ha sido durante las últimas tres décadas el motor principal del crecimiento económico mundial.
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