Archivo de la Categoría ‘Diccionario de Economía’

12
Mar

La Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre de 2019 muestra que durante el conjunto del año pasado se produjo una reducción en el número de desempleados en solo 16.200: el peor dato en siete años. España tiene ahora 3,2 millones de parados, que es el volumen más bajo de los últimos doce años. Es muy posible que a partir de ahora esa cifra se mantenga o que, desgraciadamente, empiece a subir.

La desaceleración de la economía española, junto con la incertidumbre internacional, subida del salario mínimo y el aumento de las cotizaciones sociales están debilitando el ritmo de creación de empleo. Además, se ha encendido una luz roja, una señal de alarma: el paro, en España en términos desestacionalizados, lleva tres trimestres creciendo.

A continuación, vamos a analizar los diferentes tipos de desempleo. Se trata de un análisis pedagógico cuya única finalidad es informar al público en general y de forma sencilla a que responde el fenómeno del desempleo. Comprender porque se produce el desempleo ayuda a combatirlo.

El paro cíclico

No es coincidencia que estas espectaculares cifras de desempleados se produzcan en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión. El desempleo está muy supeditado a la actividad económica; de hecho, parece lógico que cuando la Demanda Agregada es vigorosa, la producción global aumenta y se necesita más gente para generar más bienes y servicios. En cambio, cuando la Demanda Agregada decae, las empresas suprimen empleos y la desocupación sube. Este tipo de desempleo se denomina de varias maneras: cíclico, coyuntural, por insuficiencia de demanda agregada o keynesiano. Es un paro involuntario e imprevisible que aumenta cuando retrocede la demanda agregada, y viceversa.

Pero este paro cíclico no se reduce inmediatamente que aumenta la Demanda Agregada y la producción. Lo normal es que las empresas primero intenten recuperarse de una desaceleración haciendo que el mismo grupo de empleados trabaje o produzca más, y que contraten solo a medida que la recuperación se afiance. Por tanto, es posible que el desempleo cíclico tarde en comenzar a bajar, hasta mucho después de que la economía se fortalezca. Lo contrario sucede cuando una economía empieza a enfriarse: las empresas prefieren recortar las horas de trabajo o los sueldos antes de despedir empleados. La desocupación toma ímpetu únicamente si la desaceleración se prolonga. Por ese motivo, el desempleo por insuficiencia de demanda agregada es un indicador retrasado de la actividad económica.

La sensibilidad de la tasa de paro al crecimiento económico depende de varios factores, sobre todo de las condiciones del mercado de trabajo y de su regulación. Por ejemplo, la ley de Okun postula que en España un aumento del PIB del 2% no reduce el desempleo.

Gráfico: Ley de Okun para España

El desempleo estructural y friccional

Cabe preguntarse si, en caso de que las economías se expandieran indefinidamente, el desempleo desaparecería. La respuesta es negativa incluso. ¿Alguna vez dejará de haber desempleo?

Según la teoría económica clásica, todos los mercados —incluso el laboral— deberían alcanzar un punto de equilibrio entre la oferta y la demanda. Pero la existencia misma del desempleo parece implicar que eso no ocurre en ningún mercado laboral del mundo. ¿Sufren acaso el mercado laboral un fallo permanente?

Lo que impide el equilibrio en el mercado laboral son varios factores que generan el paro estructural: 1) la falta de formación profesional que puede generar una inadecuación de la oferta de trabajo a lo que demandan las empresas, 2) las regulaciones laborales como es la legislación sobre el salario mínimo, la negociación colectiva, los subsidios de desempleo o las indemnizaciones por despido,  3) los sindicatos cuando piden aumentos de sueldos superiores a los que pueden pagar las  empresas, 4) los impuestos sobre el trabajo (en España se llaman cotizaciones a la Seguridad Social) y 5) los salarios de eficiencia. Cuando esas rigideces del mercado laboral producen un exceso de oferta, se habla de desempleo estructural, y la población estructuralmente desempleada en promedio sufre períodos de desocupación más prolongados.

Sin embargo, aunque haya pleno empleo siempre habrá cierto desempleo, en EEUU, en febrero de 2020, solo es de un 3,5% de la fuerza laboral (población activa), aunque solo sea porque siempre habrá gente que deja un trabajo para encontrar otro o está al comienzo de su vida laboral. No están desempleados porque escasee el empleo en el mercado, sino porque encontrar un trabajo lleva tiempo. Esa desocupación de corta duración y voluntaria se denomina desempleo friccional.

 La tasa natural de desempleo (NAIRU)

 La combinación de estos dos factores desempleo friccional y desempleo estructural produce un promedio a largo plazo en torno al cual suele rondar la tasa de desocupación y que se denomina tasa natural de desempleo (TND) en España este tipo de paro ronda el 10%. El término “natural” no denota ni que sea natural ni siquiera una constante inalterable; al contrario, implica que esa tasa es un suelo que se forma por las propias características del mercado laboral. Y el mercado laboral responde a las políticas vigentes. Por ejemplo, el nivel relativamente elevado de la desocupación europea, en comparación slot server thailand con la estadounidense, se debe en parte a que en Europa los sindicatos son más poderosos y las regulaciones laborales, más rígidas y estrictas. Gracias a estas instituciones laborales, los trabajadores europeos tienen en teoría más poder de negociación, pero también pueden resultar demasiado costosos para los empleadores. En Estados Unidos, los sindicatos son más débiles y los mercados laborales, más flexibles; por eso la tasa de empleo de EEUU suele ser más baja que en Europa.

La tasa natural de desempleo a veces se denomina tasa de desempleo no aceleradora de los precios (NAIRU, por sus siglas en inglés), porque refleja una economía que está creciendo de acuerdo con su potencial a largo plazo, sin presiones alcistas o bajistas sobre la inflación. El problema es que, si el desempleo se desvía provisionalmente de la NAIRU, la inflación se vería afectada. Tomemos el ejemplo de una recesión, cuando la actividad económica está apocada. Ante la caída de la demanda de bienes y servicios (Demanda Agregada), las empresas comienzan a despedir personal y suben menos los precios. Lo que cabría esperar entonces durante una recesión es un aumento del desempleo y una caída de la inflación. Sin embargo, esa relación entre el desempleo y la inflación —curva de Phillips— es cada vez es más débil tal como muestra el gráfico en el periodo 2010-19. Quizá la globalización, que lleva años estancado los precios, sea la causa de este aplanamiento de la curva.

Comprender qué genera desempleo y cuáles son los tipos de paro, las autoridades saben lo que pueden hacer —o no— para reducirlo. Por ejemplo, las políticas que intentan reducir el desempleo estimulando la demanda de los consumidores (y fomentando así la producción) surten efectos cuando hay un exceso de capacidad productiva ociosa. Si hay pleno empleo expandir la Demanda Agregada solo tendrá efectos pasajeros, y a expensas de hacer subir la inflación más adelante. En cambio, las políticas que buscan aliviar el desempleo friccional o estructural pueden promover el empleo sin afectar necesariamente a la inflación.

No obstante, la NAIRU también puede cambiar a lo largo del tiempo sin que medien políticas explícitas: los cambios estructurales, como los avances tecnológicos, la mejora en la formación o la evolución demográfica pueden tener consecuencias duraderas y positivas para las tendencias del desempleo. Por ejemplo, muchos economistas convienen en que el boom tecnológico de los años noventa incrementó la productividad de la mano de obra, realzando el “atractivo” de cada trabajador para los empleadores, y por ende redujo la NAIRU, si bien inicialmente el desempleo dio un salto porque los trabajadores que no estaban preparados para usar las nuevas tecnologías se vieron desplazados. El rápido envejecimiento de la población —que está ocurriendo en muchas economías avanzadas— es otro factor importante que reduce el número de personas en el mercado laboral y hace bajar el desempleo.

 La medición del desempleo

No todo el que no trabaja es un desempleado. Para que las estadísticas del gobierno consideren a una persona desempleada, no solo debe estar sin trabajo, sino que también debe estar buscando empleo activamente. En casi todos los países que cuentan con un sistema estadístico organizado la desocupación se mide mediante una encuesta trimestral o mensual que se pasa en los hogares y que abarca una muestra representativa de la población. La fuerza laboral (población activa) incluye tanto a las personas con trabajo como a quienes lo están buscando. La tasa de desempleo es el porcentaje de la fuerza laboral que no tiene trabajo pero que busca activamente obtener un empleo. La relación entre la fuerza laboral y la población en edad activa se denomina tasa de actividad.

La población activa no incluye a las personas de edad activa que ni están empleadas ni están buscando trabajo —por ejemplo, pensionistas, estudiantes y amas de casa—, pero tampoco a las personas que buscaron empleo durante un tiempo pero que abandonaron la búsqueda. Cayeron en el intento y son trabajadores desanimados (paro encubierto) y es una de las razones por las cuales las estadísticas pueden subestimar la verdadera demanda de empleo en una economía.

Fuente: Ceyda Oner “Back to Basics: What Constitutes Unemployment?” Finance & Development, September 2010, Vol. 47, No. 3

29
Oct

La Encuesta de Población Activa (EPA) del tercer trimestre de 2019 muestra que durante el tercer trimestre se produjo una reducción en el número de desempleados en solo 16.200: el peor dato en siete años. España tiene ahora 3,21 millones de parados, que es el volumen más bajo de los últimos once años. Es muy posible que a partir de ahora esa cifra se mantenga o que, desgraciadamente, empiece a subir.

La desaceleración de la economía española, junto con la incertidumbre internacional, subida del salario mínimo y el aumento de las cotizaciones sociales están debilitando el ritmo de creación de empleo. Además, se ha encendido una luz roja, una señal de alarma: el paro, en España en términos desestacionalizados, lleva dos trimestres creciendo.

A continuación, vamos a analizar los diferentes tipos de desempleo. Se trata de un análisis pedagógico cuya única finalidad es informar al público en general y de forma sencilla a que responde el fenómeno del desempleo. Comprender porque se produce el desempleo ayuda a combatirlo.

El paro cíclico

No es coincidencia que estas espectaculares cifras de desempleados se produzcan en medio de la peor crisis económica desde la Gran Depresión. El desempleo está muy supeditado a la actividad económica; de hecho, parece lógico que cuando la Demanda Agregada es vigorosa, la producción global aumenta y se necesita más gente para generar más bienes y servicios. En cambio, cuando la Demanda Agregada decae, las empresas suprimen empleos y la desocupación sube. Este tipo de desempleo se denomina de varias maneras: cíclico, coyuntural, por insuficiencia de demanda agregada o keynesiano. Es un paro involuntario e imprevisible que aumenta cuando retrocede la demanda agregada, y viceversa.

Pero este paro cíclico no se reduce inmediatamente que aumenta la Demanda Agregada y la producción. Lo normal es que las empresas primero intenten recuperarse de una desaceleración haciendo que el mismo grupo de empleados trabaje o produzca más, y que contraten solo a medida que la recuperación se afiance. Por tanto, es posible que el desempleo cíclico tarde en comenzar a bajar, hasta mucho después de que la economía se fortalezca. Lo contrario sucede cuando una economía empieza a enfriarse: las empresas prefieren recortar las horas de trabajo o los sueldos antes de despedir empleados. La desocupación toma ímpetu únicamente si la desaceleración se prolonga. Por ese motivo, el desempleo por insuficiencia de demanda agregada es un indicador retrasado de la actividad económica.

La sensibilidad de la tasa de paro al crecimiento económico depende de varios factores, sobre todo de las condiciones del mercado de trabajo y de su regulación. Por ejemplo, la ley de Okun postula que en España un aumento del PIB del 2% no reduce el desempleo.

 El desempleo estructural y friccional

Cabe preguntarse si, en caso de que las economías se expandieran indefinidamente, el desempleo desaparecería. La respuesta es negativa incluso. ¿Alguna vez dejará de haber desempleo?

Según la teoría económica clásica, todos los mercados —incluso el laboral— deberían alcanzar un punto de equilibrio entre la oferta y la demanda. Pero la existencia misma del desempleo parece implicar que eso no ocurre en ningún mercado laboral del mundo. ¿Sufren acaso el mercado laboral un fallo permanente?

Lo que impide el equilibrio en el mercado laboral son varios factores que generan el paro estructural: 1) la falta de formación profesional que puede generar una inadecuación de la oferta de trabajo a lo que demandan las empresas, 2) las regulaciones laborales como es la legislación sobre el salario mínimo, la negociación colectiva, los subsidios de desempleo o las indemnizaciones por despido,  3) los sindicatos cuando piden aumentos de sueldos superiores a los que pueden pagar las  empresas, 4) los impuestos sobre el trabajo (en España se llaman cotizaciones a la Seguridad Social) y 5) los salarios de eficiencia. Cuando esas rigideces del mercado laboral producen un exceso de oferta, se habla de desempleo estructural, y la población estructuralmente desempleada en promedio sufre períodos de desocupación más prolongados.

Sin embargo, aunque haya pleno empleo siempre habrá cierto desempleo, en EEUU es un 4,5% de la fuerza laboral, aunque solo sea porque siempre habrá gente que deja un trabajo para encontrar otro o está al comienzo de su vida laboral. No están desempleados porque escasee el empleo en el mercado, sino porque encontrar un trabajo lleva tiempo. Esa desocupación de corta duración y voluntaria se denomina desempleo friccional.

 La tasa natural de desempleo (NAIRU)

 La combinación de estos dos factores desempleo friccional y desempleo estructural produce un promedio a largo plazo en torno al cual suele rondar la tasa de desocupación y que se denomina tasa natural de desempleo (TND) en España este tipo de paro ronda el 10%. El término “natural” no denota ni que sea natural ni siquiera una constante inalterable; al contrario, implica que esa tasa es un suelo que se forma por las propias características del mercado laboral. Y el mercado laboral responde a las políticas vigentes. Por ejemplo, el nivel relativamente elevado de la desocupación europea, en comparación con la estadounidense, se debe en parte a que en Europa los sindicatos son más poderosos y las regulaciones laborales, más rígidas y estrictas. Gracias a estas instituciones laborales, los trabajadores europeos tienen en teoría más poder de negociación, pero también pueden resultar demasiado costosos para los empleadores. En Estados Unidos, los sindicatos son más débiles y los mercados laborales, más flexibles; por eso la tasa de empleo de EEUU suele ser más baja que en Europa.

La tasa natural de desempleo a veces se denomina tasa de desempleo no aceleradora de los precios (NAIRU, por sus siglas en inglés), porque refleja una economía que está creciendo de acuerdo con su potencial a largo plazo, sin presiones alcistas o bajistas sobre la inflación. El problema es que, si el desempleo se desvía provisionalmente de la NAIRU, la inflación se vería afectada. Tomemos el ejemplo de una recesión, cuando la actividad económica está apocada. Ante la caída de la demanda de bienes y servicios (Demanda Agregada), las empresas comienzan a despedir personal y suben menos los precios. Lo que cabría esperar entonces durante una recesión es un aumento del desempleo y una caída de la inflación. Sin embargo, esa relación entre el desempleo y la inflación —curva de Phillips— es pasajera: una vez que los precios llegan a un nuevo equilibrio en el mercado de bienes y servicios, las empresas retoman la producción a plena capacidad y el desempleo vuelve a bajar, hasta llegar a la NAIRU.

Comprender qué genera desempleo y cuáles son los tipos de paro, las autoridades saben lo que pueden hacer —o no— para reducirlo. Por ejemplo, las políticas que intentan reducir el desempleo estimulando la demanda de los consumidores (y fomentando así la producción) surten efectos cuando hay un exceso de capacidad productiva ociosa. Si hay pleno empleo expandir la Demanda Agregada solo tendrá slot server thailand efectos pasajeros, y a expensas de hacer subir la inflación más adelante. En cambio, las políticas que buscan aliviar el desempleo friccional o estructural pueden promover el empleo sin afectar necesariamente a la inflación.

No obstante, la NAIRU también puede cambiar a lo largo del tiempo sin que medien políticas explícitas: los cambios estructurales, como los avances tecnológicos, la mejora en la formación o la evolución demográfica pueden tener consecuencias duraderas y positivas para las tendencias del desempleo. Por ejemplo, muchos economistas convienen en que el boom tecnológico de los años noventa incrementó la productividad de la mano de obra, realzando el “atractivo” de cada trabajador para los empleadores, y por ende redujo la NAIRU, si bien inicialmente el desempleo dio un salto porque los trabajadores que no estaban preparados para usar las nuevas tecnologías se vieron desplazados. El rápido envejecimiento de la población —que está ocurriendo en muchas economías avanzadas— es otro factor importante que reduce el número de personas en el mercado laboral y hace bajar el desempleo.

 La medición del desempleo

No todo el que no trabaja es un desempleado. Para que las estadísticas del gobierno consideren a una persona desempleada, no solo debe estar sin trabajo, sino que también debe estar buscando empleo activamente. En casi todos los países que cuentan con un sistema estadístico organizado la desocupación se mide mediante una encuesta trimestral o mensual que se pasa en los hogares y que abarca una muestra representativa de la población. La fuerza laboral (población activa) incluye tanto a las personas con trabajo como a quienes lo están buscando. La tasa de desempleo es el porcentaje de la fuerza laboral que no tiene trabajo pero que busca activamente obtener un empleo. La relación entre la fuerza laboral y la población en edad activa se denomina tasa de actividad.

La población activa no incluye a las personas de edad activa que ni están empleadas ni están buscando trabajo —por ejemplo, pensionistas, estudiantes y amas de casa—, pero tampoco a las personas que buscaron empleo durante un tiempo pero que abandonaron la búsqueda. Cayeron en el intento y son trabajadores desanimados (paro encubierto) y es una de las razones por las cuales las estadísticas pueden subestimar la verdadera demanda de empleo en una economía.

Fuente: Ceyda Oner “Back to Basics: What Constitutes Unemployment?” Finance & Development, September 2010, Vol. 47, No. 3

 

8
Feb

Ante los actuales retos globales del desarrollo sostenible y la mitigación del cambio climático, existe un creciente consenso político, empresarial y académico sobre la necesidad de una transición desde la economía lineal actualmente dominante hacia una economía circular (EC), que logre el equilibrio entre las actividades humanas y los recursos de nuestro planeta teniendo en cuenta el bienestar de las generaciones futuras. Aunque no existe una definición universalmente aceptada de EC, una de las más frecuentemente citadas es la proporcionada por la Ellen MacArthur Foundation (EMF, 2013): “A circular economy is an industrial system that is restorative or regenerative by intention and design. It replaces the ‘end-of-life’ concept with restoration, shifts towards the use of renewable energy, eliminates the use of toxic chemicals, which impair reuse, and aims for the elimination of waste through the superior design of materials, products, systems, and, within this, business models.» Entre las iniciativas legislativas internacionales que están favoreciendo la implementación de la EC destaca el Plan de Acción de la Unión Europea (UE) para la Economía Circular de 2015 (EC, 2015), que define un mandato para implantar una EC en Europa que incluya la colaboración y el compromiso gubernamental a escala nacional, regional y local, con la contribución de todas las partes interesadas.

Aunque el concepto ha ganado una enorme atención por parte de las autoridades y de la sociedad en los últimos años, y podría parecer novedoso, en realidad sus bases se establecieron hace tiempo. Cabría remontarse a los años 1980, cuando R. Frosch[1] y otros formularon los principios de la “Ecología Industrial”, desarrollados posteriormente en los años 1990 por autores como T.E. Gradel y B.R. Allenby[2]. También en los ochenta, W.R. Stahel y G. Reday establecen las bases de la llamada “Economía del Rendimiento”[3]. Aquella concepción de Stahel sobre “Cradle to Cradle” (C2C) o “de la Cuna a la Cuna” fue posteriormente retomada por el arquitecto W. McDonough y el químico M. Braungart en los años 1990[4]. También cabría alinear la construcción del concepto de EC con otros como el “diseño regenerativo” de J. T. Lyle[5], o el “biomimetismo” introducido por J. M. Benyus[6].

Partiendo de estas y otras bases conceptuales, y como entonces se recogió en este blog, desde nuestro equipo (www.innogreen.net) planteamos hace ya casi una década[7] en el libro “Eco-innovation: When Sustainability and Competitiveness Shake Hands” la necesidad de (y las vías para) alcanzar la “eco-eficacia”. Entonces argumentamos que una solución eco-eficaz maximiza a la vez la biocompatibilidad y la utilidad de un bien o servicio. En la eco-eficacia, el principio fundamental del diseño se centra en que «un residuo es un alimento» (waste equals food). Dentro de esta concepción, dividimos el enfoque sistémico del diseño medioambiental en dos vías alternativas: 1) la de “ciclos cerrados”, que busca diseñar la manera de volver a introducir los productos que han terminado su vida útil en nuevos procesos productivos para obtener otros productos nuevos con el mismo o mayor valor, y 2) la de “ciclos abiertos”, enfocada a diseñar productos que sean biodegradables y se transformen en nutrientes para otros ciclos del ecosistema. La eco-eficacia implica una nueva perspectiva que consiste en diseñar productos que puedan volver a la industria y cuyos materiales puedan utilizarse para fabricar nuevos productos, tan valiosos o más que los primeros.

Construir una visión compartida entre los agentes sociales para abordar la eco-eficacia y las futuras necesidades de la sociedad es un punto de partida ambicioso pero muy importante para la economía circular. Sin embargo, como exponíamos en nuestro libro (ver figura adjunta), para alcanzar la eco-eficacia (y la circularidad de la economía) necesitamos eco-innovaciones que se desarrollen y se difundan a distintas escalas temporales. Algunas medidas más accesibles e incrementales, como las soluciones “end-of-pipe” o la ecoeficiencia, se pueden adoptar de modo más inmediato, mientras que los cambios más sistémicos exigen muchos esfuerzos conjuntos y tiempo para alcanzar el éxito. Por eso, argumentábamos en aquel libro, vale la pena explorar enfoques duales tanto en política como en gestión para garantizar una mejora incremental y resultados positivos a corto plazo, además de cambios sistémicos más radicales, que son a largo plazo. Esto exige un equilibrio razonable entre la estandarización, que permite una reducción de costes mediante economías de escala, y el mantenimiento de un cierto grado de diversidad, que puede resultar caro a corto plazo, pero más barato si se contempla desde esa perspectiva a largo plazo. Esto es lo que sucede cuando el apoyo a las eco-innovaciones permite explotar su potencial de reducción de costes y hacer mejoras cualitativas, subiendo un peldaño en la curva de aprendizaje. Los ejemplos analizados en nuestro libro mostraron que la diversidad caracteriza la eco-innovación, y que esa diversidad puede desempeñar un papel importante en la transición hacia una economía más sostenible y competitiva.

En conclusión, la economía circular no es un concepto nuevo, sino que viene construyéndose desde hace décadas sobre diferentes contribuciones, que convendría tener presentes a la hora de administrar del modo más conveniente el apoyo público y privado a su implantación, no exenta de dificultades.

 

[1] Frosch, R.A. y Gallopoulos, N.E., 1989. Strategies for manufacturing. Scientific American, 261(3), pp. 144-152.

[2] Graedel, T.E. y Allenby, B.R., 1995. Industrial Ecology. Prentice Hall, New Jersey.

[3] Stahel, W.R. y Reday-Mulvey, G., 1981. Jobs for tomorrow: the potential for substituting manpower for energy. Vantage Press.

[4] McDonough, W. y Braungart, M., 2003. Cradle to Cradle. Ed. McGraw-Hill, New York.

[5] Lyle, J.T., 1996. Regenerative design for sustainable development. John Wiley & Sons.

[6] Benyus, J.M., 1997. Biomimicry, Innovation Inspired by Nature. William Morrow & Co., New York.

[7] Nuestros trabajos más actuales en la materia pueden ser encontrados en https://www.researchgate.net/project/Competitiveness-and-Sustainability-through-Eco-innovation-Characterization-Barriers-Policies-and-Business-Strategies

21
Ene
Desde 1986, la revista The Economist publica periódicamente el índice Big Mac, un indicador que toma como base el precio de una hamburguesa consumida en los establecimientos McDonald’s de diferentes países del mundo. El índice Big Mac sirve para saber si los tipos de cambio de las monedas están bien valorados o si, por el contrario, están infravalorados o sobrevalorados. Es decir, el índice ofrece una guía para saber si una divisa se encuentra en una paridad razonable.

Ayer, The Economist publicó este índice tal como lo viene haciendo de forma regular a comienzos de cada año. El enfoque teórico del índice Big-Mac se deriva de la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), que establece que productos iguales, situados en diferentes países, deben tener el mismo precio. La hamburguesa Big-Mac de los establecimientos McDonald’s es una cesta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional; como es sabido, se compone de los siguientes ingredientes: dos piezas de carne vacuna, salsa especial, lechuga, queso, pepinillos, cebollas y un panecillo con semillas de ajonjolí. El índice Big Mac supone, por tanto, que esa hamburguesa es una cesta de bienes representativos, ya que mantiene unas características similares a nivel internacional.

Además, el hecho de que se comercialice en 3.000 establecimientos de 120 países usando los mismos ingredientes, hace posible comparar los precios a nivel mundial. El índice toma como referencia el precio de la hamburguesa en Estados Unidos (EEUU) que se obtiene como promedio de cuatro ciudades americanas (Atlanta, Chicago, Nueva York y San Francisco).

Tipo de cambio correcto:
1,33 euros/dólar

Pero, aparte de comparar los niveles de precios entre países, quizá la función más importante que tiene este indicador es la de conocer si los tipos de cambio de las monedas están bien valorados. El indicador funciona razonablemente bien a largo plazo, pero, a veces, también acierta en el corto plazo. Así, desde la última revisión del índice Big Mac, en julio 2017, las monedas que estaban infravaloradas con respecto al dólar (que eran la mayoría) se han ido apreciando. Lo que confirma que, al menos en este periodo, los fundamentos económicos han tenido cierta influencia en el mercado de divisas. También porque la creciente globalización de la economía permite reducir las diferencias entre los tipos de cambios vigentes y los que se consideran correctos.

Un ejemplo es el cruce de paridad del euro con el dólar. El Índice publicado ayer muestra que el euro sigue infravalorado con respecto al dólar. Ayer, el tipo de cambio cotizaba a 1,23 dólares/euro cuando, según el índice la paridad razonable sería de 1,33. Efectivamente, en su última versión, nada más comenzar 2018, el precio medio de un Big Mac en EEUU era de 5,28 dólares y en la media de los países miembros de la zona del euro de 4,84 dólares (3,95 euros). Por lo tanto, el índice Big Mac indica que hoy el euro está depreciado en un 8,3%.

Hace dos años, al comenzar 2016, el precio medio de un Big Mac en EEUU era 4,93 dólares y en la zona del euro 4 dólares. Lo que significaba que el euro estaba infravalorado en un 19%. Desde entonces, el tipo de cambio del euro se ha ido apreciando poco a poco, tal como habían pronosticado el índice y los economistas (reconforta ver que alguna vez acertamos en nuestras predicciones). Un ejemplo, de esta progresiva apreciación es que en julio de 2017, el euro, según The Economist, estaba infravalorado en un 16% y ahora solo lo está en un 8%. Aunque sigue acortándose la distancia hasta el punto de equilibrio, el euro sigue depreciado, y un tipo cambio depreciado mejora la competitividad. No es casualidad que ayer, el Banco Central Europeo informara que el superávit en cuenta corriente de la zona del euro aumentase en noviembre gracias al superávit en el comercio de mercancías.

Algunos pueden pensar que este índice es una frivolidad pero, además de que se han escrito libros y se han hecho varias tesis doctorales sobre él, ha sabido predecir las tendencias de los tipos de cambio mejor que muchos modelos econométricos. Así, por ejemplo, cuando el 1 de enero de 1999 se lanzó el euro, pese a que la mayor parte de los expertos pronosticaban que se apreciaría frente al dólar, el índice indicaba que el euro estaba sobrevalorado en un 10% con relación al dólar y, por tanto se depreciaría, como así fue.

Sin embargo, el 17 de este mes, la sobrevaloración del franco suizo (moneda que continúa jugando el papel de moneda refugio) es del 28%. Lo mismo les sucede a las coronas noruega y sueca (18% y 16% de apreciación respectivamente). La hamburguesa más barata de las publicadas ayer por The Economist es la de Rusia (2,29 dólares) lo que quiere decir que el rublo está depreciado en un 57%, incluso después de la fuerte entrada de divisas provocada por la recuperación en el precio del petróleo. Polonia y la República Checa tienen fuertes vínculos con la zona del euro y un fuerte crecimiento del PIB. Sin embargo, el zloty polaco está infravalorado en un 44% frente al dólar, y la corona checa en un 28%.

Estos datos muestran que en los mercados emergentes, donde la renta per cápita es más baja que en los países avanzados, los costes en dólares, como pueden ser los de los alquileres o los de los salarios, también son más bajos. De ahí que muchas monedas de mercados emergentes estén depreciadas. En general, los indicadores de divisas basados en la PPA funcionan mejor cuando se comparan países con niveles de renta por habitantes similares.

Perspectivas para España

Para 2018 las perspectivas de las exportaciones españolas seguirán siendo muy favorables debido al esfuerzo que hacen los empresarios en reducir costes y precios y también por la depreciación del euro. El 17 de enero un Big Mac en España costaba 3,95 euros, el mismo precio que la media de la zona del euro. Lo que podría significar que nuestra economía tiene el mismo nivel de costes medios que la eurozona: somos tan competitivos como ellos y como ellos tenemos también una inflación muy baja. Esta estabilidad de los precios tiene efectos muy positivos, ya que al mantener el poder adquisitivo del dinero permite una mayor moderación salarial. De ahí que para 2018, las perspectivas de las exportaciones tanto de la zona del euro como las españolas sigan siendo muy favorables.

Este buen comportamiento de las exportaciones señala que las perspectivas para la economía española siguen siendo buenas. Una prueba de ello es que la OCDE a través de los indicadores adelantados, publicados esta semana, aprecia signos de aceleración para España. Este índice, diseñado para anticipar la tendencia de la actividad económica en un periodo de seis a nueve meses, pasó de un valor de 100,01 en el mes octubre a 100,1 en noviembre siendo el cuarto ascenso mensual consecutivo y la mejor lectura desde diciembre de 2016.

En definitiva, en 2018, el tipo de cambio del euro va a permitir un aumento de nuestras exportaciones lo que va suponer, según la OCDE, mantener también un crecimiento económico estable con el consiguiente aumento en el empleo.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «El índice Big Mac: el euro sigue depreciado». Expansión. 20/01/2018. Página 43.

21
Oct

¿Qué es un banco?

Escrito el 21 octubre 2016 por en Diccionario de Economía

Los bancos desempeñan un papel crucial en la determinación de los niveles de vida de las economías modernas. Tienen la capacidad de recoger una parte muy importante del ahorro de la sociedad y distribuirlo entre las empresas y las familias que demandan fondos prestables para financiar sus actividades económicas. Mediante este proceso, el sector bancario puede mejorar la trayectoria del crecimiento económico, sobre todo en países que no cuentan con fuentes alternativas de financiación como son los mercados de capitales desarrollados (mercados de deuda, bolsa, fondos de inversión, etc.).

banco

Un banco se define como una institución cuyas principales operaciones consisten en recibir depósitos del público (comprar dinero) y otorgar préstamos (vender dinero). En este proceso de intermediación financiera, los bancos comerciales financian la mayoría de sus préstamos con depósitos por lo que mantienen altos niveles de apalancamiento. La naturaleza de esta operación implica transformar los pasivos (depósitos) en activos (créditos) de tal manera que se corren diferentes tipos de riesgos simultáneamente. Los bancos, al conceder préstamos, afrontan lo que se conoce como riesgo crediticio (el riesgo de que no se recupere el crédito), riesgo de liquidez (vinculado a las diferencias de vencimientos entre los pasivos, que son más a corto plazo, y los activos, que suelen ser créditos a más de un año), riesgo de tipos de interés y otros riesgos que surgen del mercado como los riesgos relacionados con la fluctuación del tipo de cambio. La combinación de estos riesgos imprime una fragilidad inherente a la actividad bancaria, que se ve exacerbada por desequilibrios macroeconómicos globales.

¿Por qué es importante el crédito bancario?

La mayoría de las actividades de los bancos están relacionadas con la distribución eficiente de los recursos financieros, función esencial para el desarrollo económico. Los bancos son agentes fundamentales en la financiación del capital y, por tanto, favorecen el desarrollo económico. De hecho, existe una alta correlación entre el crédito bancario/PIB y el producto interno bruto (PIB) per cápita. Los países con sectores bancarios proporcionalmente pequeños tienen niveles más bajos de desarrollo. Esta fuerte correlación es una clara señal del vínculo existente entre el desarrollo financiero y el económico.

Desde el punto de vista teórico, no queda claro en qué dirección opera la causalidad de este vínculo. El desarrollo financiero puede dar lugar al desarrollo económico al mejorar la distribución del ahorro en la economía, pero también el desarrollo económico, mediante la creación de buenas instituciones, puede promover el crecimiento del sistema financiero. No obstante, estudios empíricos demuestran que un desarrollo financiero inicial más alto da lugar posteriormente a un mayor crecimiento del PIB, concluyendo que el desarrollo financiero realmente induce el crecimiento económico. Los bancos sólidos que proporcionan crédito de manera estable y poco costoso revisten gran importancia para el desarrollo.

Los mercados de capitales

El desarrollo económico no solo se relaciona con el del sistema bancario, sino también con el de otros intermediarios financieros como los mercados bursátiles y de bonos y otras instituciones no bancarias que ofrecen crédito. Los países desarrollados cuentan con los mercados financieros más desarrollados en todas sus dimensiones y poseen mercados de capital que pueden complementar y en algunos casos incluso sustituir al crédito bancario.

El crédito bancario en términos relativos reviste mucha mayor importancia en los países en desarrollo que en los países desarrollados. Es perfectamente natural que los países con un sistema bancario subdesarrollado tengan un mercado de capital subdesarrollado. La experiencia internacional sugiere que un sector financiero basado en operaciones bursátiles y emisiones de deuda pública y privada debe apoyarse en un sector bancario maduro. Esto quiere decir que existe una secuencia en el proceso de desarrollo de los mercados bancarios y de capitales y estos últimos se desarrollan una vez que esté plenamente establecido el primero. Para funcionar adecuadamente, los mercados de capitales necesitan bancos, y los bancos también necesitan mercados de capital para protegerse contra ciertos tipos de riesgos y también para poder crecer. Por lo general, al final de toda transacción en un mercado de capital, existe un banco que aporta la liquidez necesaria para completar la transacción. Más aún, los bancos crean mercados, como se ha visto en el desarrollo de los mercados de deuda pública.

La concesión de crédito

Habida cuenta de que son pocas las fuentes alternativas de financiación, el desarrollo y la estabilidad del sector bancario resultan cruciales para lograr una senda estable de crecimiento económico. Cuando los mercados de capitales están poco desarrollados, son los bancos los que absorben casi toda la responsabilidad de identificar proyectos de inversión seguros y rentables que necesiten capital financiero, y de suministrarles ese capital. Pero si se carece de una tecnología eficiente de distribución del capital financiero, no se emprenderán proyectos rentables y se verá impedido el crecimiento económico.

La estabilidad del proceso de suministro de crédito también es fundamental para el desarrollo porque los proyectos rentables a largo plazo exigen un acceso continuo a fuentes de financiación. Si se interrumpe la oferta de crédito puede obstaculizarse la inversión, el crecimiento y de ahí la prosperidad de la economía. No es de sorprender que los países con mercados de crédito más desarrollados registren tasas más elevadas de crecimiento económico y una menor volatilidad de todo tipo en respuesta a diversos tipos de shocks. Desde esta perspectiva, las políticas que dan mayor capacidad a los bancos para suministrar crédito y manejar adecuadamente los riesgos resultan primordiales para aprovechar los beneficios potenciales de los mercados crediticios a fin de asegurar la distribución eficiente del crédito y el crecimiento económico.

En España, las entidades financieras sufrieron mucho las consecuencias de la crisis y esto tuvo mucho que ver con el aumento de la morosidad. Este aumento les exigía mucha prudencia en la concesión de créditos, analizando cuidadosamente el nivel de riesgo. Ya no pueden dar crédito con la misma alegría que tenían antes de la crisis. La fuerte expansión del crédito estuvo entonces acompañada por un relajamiento de los estándares de riesgos. Ahora, en cambio, antes de conceder un crédito se evalúa detalladamente las posibilidades de que sea devuelto. O lo que es lo mismo, los elevados niveles de morosidad no es otra cosa que los bancos tienen todavía en sus balances algunos créditos tóxicos que valen menos de lo que figura en su contabilidad, como consecuencia están teniendo menos beneficios y están teniendo mucha más precaución en las concesiones.

Algunos problemas actuales para la banca

Por eso el Banco Central Europeo, que es el supervisor bancario de la Unión Económica y Monetaria, debe seguir manteniendo bajo estrecha vigilancia al sistema bancario europeo que están pasando por un momento de debilidad como consecuencia de:

a) la mayor regulación para aumentar su solvencia (conocida como Basilea III),

b) los tipos de interés negativos,

c) las necesarias reformas estructurales para adaptarse a las nuevas tecnologías y a la digitalización,

d) el necesario cambio de sus operaciones de negocio en un contexto de enfriamiento económico y

e) la competencia de otros intermediarios financieros poco regulados y que trabajan con costes más bajos como es el caso del shadow banking (hedge funds y otros).

Como consecuencia el precio de las acciones de los bancos están en niveles muy bajos. Además el sector financiero europeo se encuentra en alerta debido a la crisis que está viviendo el Deutsche Bank uno de los bancos más importantes a nivel mundial y el más importante de Alemania, cuyos efectos podrían propagarse por el resto del sector bancario. El Deutsche Bank exhibe malos resultados financieros, falta de liquidez y enfrenta una multa descomunal por parte del gobierno de EEUU al haber sido uno de los causantes de la crisis de 2008; además, se encuentra bajo investigación por haber escondido y lavado activos en su sede de Rusia, factores que en conjunto han llevado a que el precio de sus acciones se encuentre en mínimos históricos.

http://www.bis.org/publ/bppdf/bispap36a_es.pdf

Fuente: José Luis Pelejero Romero. “El papel que desempeña el sector bancario en las economías modernas”

 

24
Jul

The Executive Guide to Corporate Restructuring. Francisco J. López Lubián. Palgrave Mcmillan Publishers. London, 2014.

Paco lo`pez lubian

El libro The Executive Guide to Corporate Restructuring es una guía práctica para entender el proceso de reestructuración de una empresa, tanto en sus aspectos operativos como financieros. Dirigido a gestores y directivos interesados en conocer los aspectos empresariales y financieros de este tipo de procesos, el libro presenta numerosos ejemplos reales para comprender las particularidades de la reestructuración corporativa (desde los diferentes tipos de reestructuración y el papel de la dirección en la recuperación, a la ejecución y sus resultados). Es una herramienta fundamental para cualquier directivo que quiera entender los mecanismos de la restructuración corporativa.

El autor es Director del Area de Finanzas y profesor del IE Business School.

 

16
Jun

El secretario de Estado de Economía, Fernando Jiménez Latorre, ha considerado en declaraciones recientes que bajar los impuestos es compatible con la consecución de los objetivos de déficit, porque “el coste de la rebaja fiscal se compensará estimulando la actividad, el empleo y el crecimiento”. Por su parte, el Banco de España apoya el informe Lagares que descansa en la necesidad de aumentar el peso de la imposición indirecta (el IVA es la principal figura) para acometer “reducciones de magnitud equivalente en las cotizaciones y los impuestos directos”.

Pero, ¿cabe esperar que esta reducción de los impuestos directos sobre las rentas de las familias se traslade a su consumo, estimulando efectivamente la actividad económica?

De acuerdo con nuestro Diccionario de Economía, se define la “paradoja del ahorro” (o “de la frugalidad”), como  “aquella situación en la que los hogares y las empresas están preocupadas porque existe la posibilidad de que llegue una época de vacas flacas, es decir, de menor crecimiento económico y aumento del paro y, como consecuencia, se preparan para esa eventualidad ahorrando más y  reduciendo el gasto. Esta reducción deprime la economía: las familias gastan menos y las empresas venden y producen menos, así que despiden trabajadores para compensar la bajada de las ventas y la producción. Al final, es posible que tanto los hogares como las empresas acaben peor, es decir, con menos rentas que si no hubieran intentado actuar de forma responsable aumentando el ahorro y reduciendo sus gastos.”

Fuente: INE

Fuente: INE

Tal situación de incertidumbre se ha mantenido sin duda desde el inicio de la crisis, llevando a la tasa de ahorro de las familias, como porcentaje de su renta disponible, desde un promedio del 11% durante la mayor parte del anterior ciclo expansivo hasta alcanzar el 17,8% en el año 2009.

Sin embargo, desde 2010 se ha producido una pronunciada caída en dicha tasa, hasta situarse en el 2013 en el 10,4% de su renta disponible, igualando el nivel que alcanzó en 2012, el más bajo en trece años.No cabe atribuir esta reducción en el ahorro de la familias a una mejora en su confianza sobre la situación económica, sino más bien  a que la necesidad de desapalancamiento, el alto nivel de desempleo y la debilidad del ciclo económico dificultan el crecimiento de la renta disponible y fuerzan el desahorro de los hogares. Durante 2014, se espera que el consumo privado se revitalice, para aumentar en mayor medida en 2015 y 2016 de la mano del crecimiento de la renta real disponible, al tiempo que se mantendrá el nivel de la tasa de ahorro.

Podríamos concluir por tanto que nada garantiza que la reducción en los impuestos sobre las familias, o al menos toda ella, se convierta en mayor consumo. No está garantizado en consecuencia, como espera el Gobierno, que “el coste de esta rebaja fiscal se compensará estimulando la actividad, el empleo y el crecimiento.”

Frente a los estímulos fiscales vía reducción de impuestos, la evidencia empírica muestra que, al menos en el corto plazo, el efecto multiplicador sobre la renta de un incremento del gasto público puede ser mayor (de 2 a 3 veces) que el de una reducción equivalente de impuestos, en la medida que parte de esta última podría ser ahorrada y no llegar a convertirse en más consumo. Cabe precisar sin embargo que no es igualmente eficaz cualquier tipo de gasto público, siendo el multiplicador en torno a 2 para el gasto inversor y 0 para el corriente, ni en cualquier plazo, ya que como es sabido un gasto público sostenido en el tiempo acaba expulsando a la inversión privada. Por otro lado, parte de la eficacia de ese estímulo vía gasto público se pierde cuando el endeudamiento del país es elevado, como es el caso de España.

Cabe concluir que la rebaja impositiva en España será bien recibida por las maltrechas economías familiares, pero que es cuando menos dudosa su potencial contribución al crecimiento y a la consolidación fiscal.

9
Abr
28
Mar

Hace unos días, la OCDE publicó la última edición de su estudio Society at a Glance, 2014 (http://www.oecd.org/els/societyataglance.htm). En este informe, además de comentar las últimas cifras de desigualdad, ingresos por familias y pobreza, entre muchos otros, la OCDE dedica el último capítulo a la confianza en las instituciones dentro de los países de la organización. No se trata de un tema baladí: la confianza en las instituciones es la base para la cohesión y el crecimiento sostenido y sostenible. Seguir leyendo…

13
Mar

El riesgo de la deflación.

Escrito el 13 marzo 2014 por Jose Maria O´kean Alonso en Diccionario de Economía, Economía española

Nuevamente volvemos a hablar del riesgo de la deflación y volvemos a sentir el pánico de una crisis a la japonesa. Desde el acuerdo del Hotel Plaza del G5, que revaluó el Yen un 50% en 1985, la economía japonesa no ha vuelto a levantar cabeza y en estos casi 30 años ha mantenido prácticamente el nivel de su PIB, mientras USA ha duplicado el suyo.  Han sido años de estancamiento con tasas de crecimiento erráticas y muchos años de deflación a pesar de políticas monetarias y fiscales ultraexpansivas. Veremos los resultados de las políticas de Shinzo Abe si consiguen sacar a esta economía de esta situación de estancamiento a largo plazo o de estado estacionario.

¿Existe el riesgo de deflación en la economía europea y en la española? Es normal que una economía estancada vea moderar la subida de precios. También que una economía que incremente su productividad pueda aumentar sus costes laborales, sin que suban sus Costes Laborales Unitarios y por tanto la presión a subir los precios se atenúe, como puede ser el caso de Alemania. También es lógico que una economía con una tasa de paro por encima del 25% y un crecimiento tenue, vea al fin que sus precios se moderan después de varios años en crisis profunda y con subida de salarios y precios poco razonables.

¿Pero existe ese riesgo?

Al final hay dos maneras de crecer. Una de ellas con políticas de Demanda expansivas (fiscal, monetaria o comercial) que permite crecer con inflación y otra con moderación de salarios y costes e incrementos de la productividad, que permite crecer con moderación de precios. Creo que si se sigue el primer modelo, como ha hecho la economía norteamericana o la economía británica, y los precios bajan, el riesgo de la deflación existe y es debido a que las políticas expansivas de Demanda no son suficientes para paliar la caída del Consumo y la Inversión por una caída de las expectativas de familias y empresas, que fue el caso de la economía japonesa. Pero si el modelo es el segundo, como ocurre en la UM, que se moderen los precios es lo que cabría esperar ante una falta de estímulo en las políticas de Demanda y es la manera de ganar competitividad ante la imposibilidad de alterar los tipos de cambio con la política comercial. Es cierto que la deflación mantiene los porcentajes de la deuda y quizás es poco aconsejable en este momento,  pero es el modelo de la UM.

¿Es correcto el modelo keynesiano?

Cuando tu tejido productivo es flexible y competitivo, el primer modelo, que podemos denominar keynesiano, puede ser correcto, aunque origina déficit público y aumento de la deuda, además de la subida de precios, pero evita el paro masivo. Pero cuando el tejido productivo es rígido y poco eficiente y competitivo, el segundo es el que obliga a cambiar este tejido y es lo que deberíamos hacer entre todos con política de rentas y política estructural que son las que actúan en la Oferta Agregada. Y si no lo hacemos con un pacto social entonces el funcionamiento de la economía lo hace muy lentamente y con grandes sacrificios. Y en ello estamos en España.

27
Feb

Bitcoins

Escrito el 27 febrero 2014 por Patricia Gabaldón en Diccionario de Economía

bitcoinLlevamos varias semanas viendo en las noticias que Bitcoin, la nueva moneda virtual, está teniendo problemas de convertibilidad. Incluso ayer, Mt.Gox, la principal casa de cambio de Bitcoins, anunció la suspensión de transacciones con Bitcoins, y por tanto, los ahorradores que tenían sus Bitcoins en él, no tendrán acceso a los mismos, al menos de momento.

Seguir leyendo…

1 2 3 19

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios y mostrarle contenido relacionado con sus preferencias mediante el análisis de sus hábitos de navegación. Si continua navegando, consideramos que acepta su uso. Puede cambiar la configuración u obtener más información aquí. Aceptar