El FMI mejora sus previsiones de crecimiento y sobre todo, reduce los riesgos bajistas sobre el escenario. Es como si la bajada de los precios del petróleo y el reequilibrio en los ritmos de crecimiento que están propiciando los ajustes de los tipos de cambio hubieran llegado en el momento adecuado para frenar el deterioro en la coyuntura internacional que se percibía el pasado verano. La situación no es para tirar cohetes, como reflejan las advertencias sobre el exiguo crecimiento potencial, pero los focos de inestabilidad parecen haberse reducido.
Cuadro: resumen de previsiones del FMI
Por tanto, el FMI es relativamente optimista sobre el escenario de medio plazo para la economía mundial: sugiere que, por primera vez desde 2011, están superándose las secuelas de la crisis financiera, percibe un descenso en los riesgos respecto a su informe de octubre (considera que están más equilibrados), aunque mantiene prácticamente estables sus previsiones de crecimiento respecto al mes de enero. Prevé que lo más probable es que la economía mundial disfrute de una modesta mejora durante los dos próximos años, beneficiándose de la caída del precio del crudo (sumará entre 0,5 p.p. y 1 p.p. al crecimiento global en 2016), de unos tipos de interés de largo plazo en niveles extremadamente bajos y de los movimientos de los tipos de cambio.
Estima un crecimiento mundial del 3,5% este año (3,4% en 2014) y del 3,8% en 2016. Por países, entre las principales revisiones al alza, destacan India, Japón y UEM; mientras que las principales revisiones a la baja se centran en EEUU, Rusia y Brasil. La apreciación del dólar y del yuan chino frente al euro y el yen, y la caída de los precios del petróleo son factores de distribución de crecimiento (hay ganadores y perdedores). No obstante, en este caso, el balance parece positivo para la economía mundial, dado que, mayoritariamente, pierden fuelle economías fuertes y ganan otras más débiles, lo que aumentará levemente el crecimiento mundial. Además, considera que el crecimiento tendrá una evolución divergente: ira a más en las desarrolladas y a menos en las emergentes.
Para las economías desarrolladas, 2015 y 2016 serán algo mejores que 2014. EEUU sufre un recorte significativo en sus previsiones, pero seguirá liderando el crecimiento (3,1% estimado para 2015 y 2016) y, de las grandes economías europeas, Reino Unido y España serán las más dinámicas. UEM podría crecer un 1,5% en 2015 tras un 0,9% en 2014; y la probabilidad de que recaiga en recesión este año se ha reducido hasta un 25% desde un 40% estimado en octubre.
El FMI sitúa en los dos próximos años a España como la economía más dinámica de la UEM y la segunda de la UE, sólo por detrás de Reino Unido, y revisa nuevamente al alza su previsión de PIB para 2015 (medio punto hasta 2,5%) y 2016 (dos décimas hasta 2%). Estas favorables perspectivas se siguen apoyando en el fuerte aumento de la competitividad, derivada de la intensa moderación de precios (la inflación cerrará este año con un -0,7% de media), lo que se traducirá, a su vez, en nuevos superávits por cuenta corriente. El FMI destaca, además, que España es uno de los pocos países europeos donde ya se está reactivando el crédito y la inversión. Con las sucesivas mejoras de sus previsiones, el FMI se aproxima al consenso de los analistas, aunque sigue algo rezagado, ya que las más recientes apuntarían ya a un crecimiento del PIB más próximo al 3%. Por otro lado, esta senda expansiva de la economía se trasladará al mercado laboral. No obstante, a pesar de la intensa creación de empleo prevista (más de 600.000 puestos de trabajo entre 2015 y 2016) y la consiguiente reducción de la tasa de paro (3,3 puntos), ésta se mantendrá en niveles muy elevados y no bajará del 20% de la población activa hasta 2017. En cambio, el FMI es optimista en cuanto a los objetivos fiscales, ya que prevé que, en línea con lo establecido en el Programa de Estabilidad, el déficit de las AA.PP. se sitúe por debajo del 3% del PIB el próximo año.
Los riesgos están más equilibrados que en octubre, pero considera que siguen dominando los riesgos a la baja: los puramente macro son menores (recesión y deflación), pero los financieros y geopolíticos han aumentado. Entre los riesgos a la baja destaca el debilitamiento de China, los financieros asociados a la divergencia de las políticas monetarias, una intensificación de la crisis griega y los geopolíticos. No obstante, considera que, esta vez, ninguno de ellos parece tener potencial sistémico.
A largo plazo, el FMI sí continúa siendo relativamente pesimista, reafirmándose en sus expectativas de que la economía mundial no recuperará los ritmos de crecimiento previos a la crisis, que se consideraban normales. El envejecimiento de la población y el débil crecimiento de la productividad suponen importantes lastres. Por ello, activar políticas para incrementar el crecimiento potencial es fundamental. En las economías desarrolladas recomienda mantener los estímulos monetarios para apoyar el crecimiento y aumentar las expectativas de inflación, así como incrementar la inversión en infraestructuras en algunas economías donde se observan necesidades.
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