La economía española registró un crecimiento del 0,2% en el último trimestre del año (0,6% en tasa interanual), cerrando 2010 con un crecimiento medio del -0,1%, lejos del -3,6% del año anterior. En momentos como los actuales, de cambio de fase en el ciclo, las tasas más importantes para valorar el pulso de la actividad son las trimestrales y, en este sentido, después del parón del tercer trimestre (efecto compensación a las decisiones de gasto e inversión anticipadas en el segundo trimestre ante la subida del IVA), el crecimiento de la actividad vuelve a territorio positivo. Aunque el ritmo de avance es menor que el registrado en la primera mitad del año 2010, es el resultado de un patrón mucho más equilibrado y sostenible que aquél, ya que se apoya más en la demanda externa y no tanto en una vigorosa demanda interna financiada con sobreendeudamiento, que fue, precisamente, lo que condujo a la actual crisis. Este patrón es el más aconsejable para reducir desequilibrios como el déficit de la balanza por cuenta corriente, déficit público o inflación.
El crecimiento trimestral fue algo inferior a la media de la UEM (+0,3%) y al de países como Alemania (+0,4%) y Francia (+0,3%), pero mucho mejor que el del resto de periféricos: Grecia (-1,4%) y Portugal (-0,3%). Aunque en tasa interanual la distancia es mayor (+0,6% España frente al +2% de la UEM). Por tanto, dentro de esas tres velocidades a las que se está recuperando Europa, empezaríamos a distanciarnos del grupo de países rezagados, algo fundamental teniendo en cuenta que una vez que terminen de perfilarse las reformas, los inversores internacionales van a discriminar entre países por la capacidad de crecimiento a medio plazo.
Lo más positivo en la información conocida esta mañana es el buen comportamiento de las exportaciones (+10,5%) que crecen por encima del comercio mundial, lo que mostraría una creciente capacidad de penetración y diversificación geográfica de nuestras ventas al exterior, cada vez más enfocadas a productos y destinos con mayor potencial de crecimiento. Como además, el comportamiento de los costes laborales unitarios está siendo muy positivo (-2,3% en tasa interanual) parece que podremos seguir aprovechándonos esta año del dinamismo de nuestros socios comunitarios y de un contexto geopolítico mundial bastante favorable para nuestro sector turístico.
En el lado negativo, el empleo, en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo (PTETC), suma dos años y medio de retrocesos (-1,4% interanual vs -1,6% anterior), lo que supone la destrucción de 238.300 empleos en el último año: la construcción es el sector más afectado, con el 80% de los puestos de trabajo perdidos (-11%). De la misma forma, la inversión en construcción sigue comportándose muy negativamente (-3,1% vs -2,9% anterior), lastrada por sus dos componentes: vivienda (-2,4%), que continúa su ajuste, y el resto de construcciones, que registra la mayor caída en 11 años (-3,5%), como consecuencia del recorte de las inversiones públicas en infraestructuras.
Por tanto, después de tocar fondo, la economía española estaría empezando a recuperarse, aunque todavía a ritmos muy suaves, insuficientes para crear empleo. Queda todavía mucho para recuperar el terreno perdido pues desde niveles máximos el PIB ha caído un 4,3% y el empleo (PTETC) un 10,5%. En 2011 el patrón de crecimiento será muy similar al del pasado ejercicio, con una demanda interna muy debilitada y una relevante aportación positiva de la demanda externa. La digestión de los desequilibrios acumulados, la política fiscal contractiva y las restricciones financieras continuarán obstaculizando unos ritmos dinámicos de la demanda interna. Por su parte, la demanda externa mantendrá una aportación positiva similar a la del año anterior, fruto del dinamismo de las exportaciones, impulsadas por la recuperación de nuestros socios comerciales, en contraste con el comportamiento más débil de las importaciones, en línea con la atonía de la demanda nacional. Además, el complicado entorno geopolítico podría favorecer a uno de nuestros principales sectores, el turístico, con un relevante efecto arrastre sobre el resto de la economía.
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