Archivo de junio/2018

30
Jun

El primer problema de México tiene nombre: Donald Trump. El muro de Trump va más allá de los asuntos meramente migratorios. El muro también se expande a los ámbitos comerciales, productivos e institucionales. La posible salida de Estados Unidos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría situar a la economía de México en una posición dramática: el 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EEUU.

El segundo problema se materializará mañana, 1 de julio, cuando el populista Andrés Manuel López Obrador (AMLO) salga elegido presidente. Mañana, 89 millones de mexicanos están llamados a las urnas para votar. Se da como segura la victoria de AMLO que tiene el liderazgo en las encuestas con un 51% de la intención de voto (23 puntos por encima de su principal contrincante, Ricardo Anaya del PAN). El panorama económico es incierto: por primera vez en su historia, México tendrá un presidente de la izquierda radical. De ahí que muchos empresarios con inversiones en México estén asustados y una buena parte de la población mexicana tenga un sentimiento de incertidumbre sobre su futuro.

Foto: Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y Donald Trump

El tercer problema es la grave situación social que atraviesa el país y que AMLO quiere solucionar: 1) el elevado nivel de pobreza (el 44% de la población es pobre); 2) la inseguridad ciudadana (32.000 homicidios en el último año, lo que supone un récord histórico); 3) el aumento de la corrupción (según Transparencia Internacional empeora y en el ránking ha caído 30 puestos situándose en el lugar 135 del mundo); 4) la elevada desigualdad (es el décimo país con mayor desigualdad del mundo) y 5 la enorme burocracia en los ámbitos locales y regionales.

A pesar de este conjunto de debilidades, que AMLO pretende corregir, en los últimos años, los anteriores gobiernos de México han sabido llevar a cabo políticas dirigidas a fomentar el crecimiento de la economía, como son: 1) mejorar los marcos regulatorios (tiene, por ejemplo, una de las regulaciones más sofisticadas del mundo en banca y finanzas a través de internet); 2) reducir las cargas y los trámites administrativos para la creación de nuevas empresas y 3) liberalizar el mercado de las telecomunicaciones.

Queda todavía mucho por hacer para seguir aumentando la innovación, la competencia y la productividad del tejido empresarial mexicano. Sin embargo, AMLO parece que, por ahora, ha elegido un camino muy diferente. Sus ideas sobre cómo funciona una economía moderna son muy escasas y simples (en esto se parece a Trump). Así, en su programa electoral promete reducir a la mitad los salarios de los altos funcionarios, incluido el del presidente. Además, quiere que México sea autosuficiente en la producción de alimentos y gasolina (algo que huele a proteccionismo). A ello hay que unir un importante aumento del gasto público: estímulos al sector agropecuario; aumentos de ayuda financiera para estudiantes de familias de ingresos bajos, ancianos y discapacitados; acceso universal a las universidades públicas, y aumentar la instalación de agua corriente y de infraestructura de transporte en el sur del país, donde el 70% de la población es pobre. Pretende, además, cancelar la obra en construcción del nuevo aeropuerto internacional de la Ciudad de México.

De poner en marcha este conjunto de medidas, su Presidencia sería un experimento arriesgado que está alarmando a los inversores, por sus semejanzas con los gobiernos bolivarianos de Venezuela.

No es tan fiero el león

Sin embargo, no se debe olvidar que AMLO tuvo una actuación económica responsable cuando gobernó la Ciudad de México, lo que permite entrever algunas semejanzas con el expresidente brasileño Lula da Silva, que también fue temido por los mercados cuando ganó la presidencia en 2003. Sin embargo, desde el comienzo de su mandato, adoptó una política económica más ortodoxa que el discurso populista que tiñó su campaña electoral.

Habrá que esperar al discurso de toma de posesión del nuevo presidente para tener una idea mejor de las políticas que se van a aplicar. AMLO, al igual que Lula, es una caja de sorpresas. Sin embargo junto a sus gestos populistas, el candidato a ocupar Los Pinos se ha mostrado muy partidario de renegociar el TLCAN rechazando entablar una guerra comercial con EEUU. De ganar la presidencia, Obrador buscaría la apreciación del peso, al que considera depreciado, y lo haría generando un marco de confianza que incentive las inversiones extranjeras, tal como señaló en una reciente entrevista Alfonso Romo, uno de sus asesores económicos y futuro jefe de gabinete.

Romo también adelantó que AMLO buscará fortalecer el Estado de derecho, crear condiciones comerciales que den confianza a los inversores, permitir que el peso cotice libremente (es decir, sin intervenciones) en el mercado cambiario y respetar la autonomía del Banco de México. Como consecuencia de estas declaraciones el peso mexicano, que venía cayendo con fuerza desde finales de marzo, en los últimos 15 días se ha apreciado un 5,5% con respecto al dólar y también al euro. Una alegría para los accionistas de las empresas españolas con presencia en México que tal vez perciban los efectos positivos de la apreciación del peso en el valor de sus acciones.

El futuro del Tratado

Donald Trump, desde que es presidente, está creando enormes tensiones con México en varios campos, incluidos los asuntos económicos. AMLO no lo va a tener fácil. Si Estados Unidos abandonase el TLCAN, Trump provocaría un desastre en la economía mexicana. El 80% de las exportaciones mexicanas se dirigen a EEUU y la mayor parte de la inversión directa exterior que recibe México también procede de su vecino del norte. El crecimiento económico de México se frenaría y la balanza comercial alcanzaría un déficit impresionante. Además el tipo de cambio del peso se derrumbaría por dos razones: a) por las menores exportaciones y b) por la huida de capitales hacia EEUU por tres motivos: 1º) porque la incertidumbre que se ha instalado en México no favorece la entrada de capitales y, en cambio, sí su salida; 2º) por los mayores tipos de interés aplicados por la Reserva Federal y 3º) por las bajas expectativas de crecimiento económico que tendría México.

En cualquier otra situación una depreciación de la moneda incrementaría las exportaciones. En este caso es más difícil. Con la salida de EEUU del TLCAN y la consiguiente subida de aranceles, México quedaría encerrado en un corral, donde sus exportaciones se verían muy afectadas. La buena noticia es que se crearía una situación que obligaría a México a diversificar geográficamente sus exportaciones hacia los países con los que tiene otros acuerdos comerciales. México, desde hace muchos años, ha venido explorado nuevos mercados, lo cual también se ve reflejado en el reciente acuerdo de libre comercio firmado con la Unión Europea.
Además, ha empezado a subir aranceles a productos americanos, como el queso, con el fin de que EEUU sienta las consecuencias que tendría romper los acuerdos comerciales con México. Un dato: el 80% de las exportaciones de queso de Estados Unidos se envían a México.

Por ahora la salida de EEUU de la TLCAN es solo una posibilidad y probablemente una estrategia de Trump para renegociar el actual acuerdo comercial con Canadá y México. No se debe olvidar que gran parte de la cadena de valor de muchas empresas norteamericanas se encuentra detrás de las fronteras mexicanas. Trump sabe, o debería saber, que si quiere aumentar el bienestar de los ciudadanos americanos y la productividad de las empresas de EEUU hay que poner aceite para que funcione la cadena de valor y la logística. Si, por el contrario, pone palos en la rueda de los intercambios comerciales se reducirá la asignación eficiente de los recursos y con ello el crecimiento económico y empleo.

Donald Trump está creando enormes tensiones políticas y económicas con México

El TLCAN va a ser un reto muy importante para el nuevo presidente que necesita salvar ese acuerdo con dignidad para poder sostener su economía. México no puede perder a su mejor cliente. Si bien es cierto que tampoco puede ceder en todo: los chantajes arancelarios tienen un límite. En cualquier caso el gobierno de AMLO no entrará en una guerra frontal en la que es fácil que pierda.

Aumentar la economía

Si bien AMLO, durante la campaña, ha ido poniendo el foco en repartir la tarta, no debe olvidar que también se necesita que aumente su tamaño. Es cierto, como comentamos al principio, que en los últimos años los gobiernos de México han hecho un esfuerzo por aumentar el crecimiento de su economía, reduciendo las cargas regulatorias con el fin de aumentar el nivel tecnológico y la competitividad de sus empresas. Sin embargo, está todavía muy lejos de diversificar adecuadamente su canasta exportadora. México es todavía un país cuyo desarrollo industrial, productividad y capacidad de innovación están en niveles muy bajos. La carencia de innovación y de capital humano son dos grandes retos que impiden el camino de su desarrollo.

Entre 2008 y 2016, México ha aumentado su presupuesto en investigación y desarrollo (I+D). Desgraciadamente, hasta ahora la inversión en I+D se ha hecho principalmente en el sector público, algo que no ha permitido avances significativos en la productividad y la competencia. Afortunadamente, en 2018 se aumentó la desgravación fiscal en las empresas en las áreas de investigación y tecnología, pudiéndose deducir ahora el 30% de esas inversiones.

Pero la baja productividad se debe también a la falta de capacitación del capital humano. El aumento de capital humano, fortalecería la innovación empresarial y con esto también aumentaría la competitividad. En este sentido el sistema educativo mexicano también tiene que valorar la importancia de formar personal cualificado slot server thailand para ayudar a mejorar la productividad del país. La apuesta por la transformación digital y la innovación en el sector de la Inteligencia Artificial pasa por contar con personal cualificado para realizar ese tipo de trabajos.

Una posibilidad es otorgar apoyos para formar estudiantes de master y doctorados en las empresas: un sistema dual que combine trabajo y estudio. Además, el nuevo gobierno debe aprovechar los logros que ha tenido hasta ahora el fomento del emprendimiento, asegurando más oportunidades para todos los ciudadanos para crear empresas de manera que el nuevo tejido productivo se distribuya de forma más equitativa a lo largo y a lo ancho de todo el país.

Tejido empresarial

En resumen, México, hasta el día de hoy, ha tenido una estrecha y potente conexión con los EEUU, beneficiándose de los éxitos empresariales de los americanos y a la vez, perjudicado en las épocas de crisis económicas. Aunque México ha podido ir desarrollando un mejor, y cada vez mayor, tejido empresarial dentro de su territorio, sigue teniendo una amplía necesidad de estar conectado con los Estados Unidos.

De hecho el país azteca sigue estando muy bien posicionado para exportar servicios y bienes a las empresas norteamericanas. Una realidad que exige que el nuevo gobierno de México ponga la negociación del TLCAN en la parte alta de su lista de prioridades. Para continuar creciendo, México debe seguir manteniendo su buena relación con EEUU.

A su vez, el nuevo gobierno debe priorizar la necesidad de diversificar el tejido empresarial, incorporando las ventajas que presenta la transformación digital para estimular la productividad, asegurando así un mayor desarrollo económico futuro. Si, además, quiere hacer reformas sociales con aumentos de gasto público, tiene que conseguir aumentar los ingresos fiscales. Para ello, se precisa una reforma fiscal y una tarta económica más grande.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «México está entre la espada y la pared». Expansión 30 de junio de 2018. Páginas 26 y 27 

23
Jun

Los aceituneros españoles están sufriendo los elevados aranceles que sobre la aceituna de mesa les está imponiendo la administración americana. Es una medida que se dirige a proteger la producción americana de aceitunas frente a la competencia española. A partir de ahora los americanos tendrán que comer aceitunas de peor calidad y más caras.

Es solo un ejemplo del cambio brusco y profundo que se está produciendo en la política de comercio exterior de Estados Unidos (EEUU). Se trata de la mayor escalada arancelaria que se ha producido desde la Segunda Guerra Mundial. Donald Trump ha iniciado una batalla comercial que no parece que vaya a terminar bien. Las hostilidades comenzaron el 1 de junio cuando la Administración de EEUU aprobó aranceles del 25% y el 10% a la importación de acero y de aluminio procedentes de Europa, China, México y Canadá.  La respuesta de los países afectados no se hizo esperar. Ayer, viernes, los países de la Unión Europea (UE) comenzaron a aplicar aranceles del 25% a unos 200 productos norteamericanos (zumo, tabaco, motos, whisky, cartas, vaqueros o acero) por valor de 2.800 millones de euros. Prudentemente y en aras de que cese la contienda, Bruselas anunció el compromiso de retirar estas medidas si EEUU hace lo propio con el acero y el aluminio.

China, también ha iniciado un proceso de duras represalias a las medidas proteccionistas de la Administración americana. La respuesta de Trump tampoco se ha hecho esperar, y ya está estudiando gravar con más aranceles a la economía de China. Se trata ahora de tarifas del 10% a un total de 200.000 millones de dólares de importaciones chinas (que van desde las lavadoras a los paneles solares). Aunque la Casa Blanca aseveró que estos aranceles se aprobarán, a no ser que Pekín cambie su política económica exterior para exportar menos a EEUU. Sin embargo, parece que China no está por la labor de reducir drásticamente su superávit comercial con EEUU, motivo por el que ha amenazado con tomar medidas cuantitativas y cualitativas contra la entrada de productos americanos.

Cerca de la recesión

Donald Trump es el único responsable de una guerra comercial que, si no se detiene, provocará una crisis que se extenderá por el resto del mundo, lo que provocaría una recesión que se prevé en 2020-2021. El motivo resulta claro: se está destruyendo el sistema internacional de Libre Comercio que creó Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. El presidente norteamericano no cree que arruinar un sistema de comercio global y abierto y perder a sus aliados políticos y comerciales (Europa, México y Canadá) vaya a perjudicar los intereses estadounidenses. Nada más falso.

Se olvida que la Gran Depresión americana de los años treinta (del siglo XX), se produjo en unas circunstancias similares: el dólar estaba apreciado, se derrumbó la bolsa de nueva York con el famoso Crack de 1929, los tipos de interés eran elevados y la política comercial también tenía un sesgo proteccionista. Efectivamente la introducción de la Smoot-Hawley Tariff Act en 1930 -una subida considerable de los aranceles a la importación para proteger a los agricultores americanos-  redujo el comercio internacional y ayudó a hundir la economía americana. Por otra parte, el esquema cambiario de tipos de cambio fijos basado en el “patrón oro” entrañaba una apreciación del dólar, sobre todo cuando otros países como el Reino Unido decidieron salirse y devaluar su moneda.

Ahora las condiciones son parecidas: el dólar está apreciado, los tipos de interés de la Reserva Federal aumentan, el Dow Jones lleva diez días cayendo desde máximos y la Casa Blanca impone aranceles a los productos importados. Estas malas señales presagian una crisis que va a tener consecuencias negativas sobre la productividad de EEUU, su industria manufacturera, la inflación y los tipos de interés. No obstante, es muy poco probable una depresión, como la que siguió a crisis bursátil de 1929; ahora la situación es diferente por la contundencia y velocidad con que se producen las respuestas de la política económica.

España: estrategia exportadora

Estamos ante una guerra comercial en la que España también participa: la aceituna de mesa es solo un ejemplo. Desgraciadamente es una batalla de la que ningún país permanecerá al margen y que afectará también al crecimiento económico de Europa.

De momento esta guerra se nota poco en España porque nuestros productos siguen siendo percibidos por su calidad y precio, lo que nos permite estar en las mejores condiciones para llegar a los mercados internacionales. Así, los datos publicados esta semana sobre el comercio exterior español señalan que continúan creciendo las exportaciones. Éstas han alcanzado el récord histórico de 94.883 millones de euros, en el período enero-abril de 2018, cifra que supuso un alza del 3,7% con respecto al mismo periodo del año anterior. Las exportaciones se afianzan así como motor de nuestra economía. Solo en el mes de abril, las ventas al exterior aumentaron un 9,5% con respecto al mismo mes de 2017. Estos incrementos permiten a España continuar por encima de sus principales competidores europeos.

España mantiene su peso en las exportaciones mundiales de bienes

El crecimiento de las exportaciones se observa también en el alza de la cuota exportadora de nuestro país. Así, según acaba de publicar la Organización Mundial de Comercio (OMC), España mantiene su peso en las exportaciones mundiales de bienes. Es más, es el único país de la tabla que en 2017 sostiene su participación. Los demás pierden en favor de otros países, más pequeños económicamente, que ganan cuota (Corea del Sur, Holanda, Indonesia, Vietnam, Malasia o Polonia). Además, en el periodo 2003-2017 solo España y China ganan participación en las exportaciones mundiales de mercancías. El resto de los países (Estados Unidos, Japón, Alemania y Francia) redujeron su participación.    

                                 Participación (%) en exportaciones mundiales de mercancías

2003 2012 2014 2015 2016 2017 Diferencial 2003-2017
China 5,9 11,4 12,4 14,0 13.1 12,8 +6,9
Estados Unidos 9,8 8,6 8,6 9,1 9,1 8,7 -1,1
Alemania 10,2 7,8 8 8,1 8,4 8,2 -2
Japón 6,4 4,5 3,6 3,4 4,0 3,9 -2,5
Francia 5,3 3,2 3,1 3,1 3,1 3,0 -2,3
España 1,6 1,6 1,7 1,7 1,8 1,8 +0,2

Fuente: OMC (2018)

Una de las razones por las que la economía española crece a ritmos tan elevados es por la competitividad de nuestras exportaciones de bienes y servicios. Conviene recordar que exportar más exige una mayor inversión en infraestructuras y bienes de equipo, algo que mejora el empleo, lo que a su vez da paso a un aumento del consumo.

La guerra de Trump nos perjudica

A pesar de las malas noticias económicas que aparecen estos días, y que van a seguir en los próximos meses como consecuencia de las actuales políticas comerciales en EEUU, España, gracias a las exportaciones, mantiene un elevado ritmo de crecimiento. Por eso la guerra de Trump a España no le interesa: nos slot server thailand perjudica. Producirá, además, una recesión económica en EEUU, China y Europa. Sin embargo, gracias a la Gran Recesión aprendimos que las políticas económicas deben aplicarse con rapidez, intensidad y coordinación. Como consecuencia si se entra en una recesión sabremos salir  pronto de ella lo que debiera llevarnos a tener una visión más optimista del futuro.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «La guerra arancelaria: un perjuicio global». Expansión 23 de junio de 2018. Página 27.

22
Jun

TOO BUSY BEING FABULOUS: POLITICAS MONETARIAS Y FISCALES

Escrito el 22 junio 2018 por Miguel Aguirre Uzquiano en Economía española

Se ha producido un cierto revuelo ante el potencial anuncio de una subida impositiva por el nuevo gobierno en España.

Los gobernantes tienen dos políticas económicas que pueden seguir, ni una más: Políticas Monetarias y/o Fiscales

La primera es aquella en la que los gobernantes  pueden actuar subiendo y bajando los tipos de interés y la masa monetaria en circulación para incrementar o reducir la demanda y oferta agregada.   Por ejemplo, una política monetaria expansiva como la llevada en la UE en los últimos años  con tipos de interés a la baja ha tenido como objetivo el incremento del Consumo y La Inversión

Si en el 2019 se produce un cambio a la cabeza del Banco Central Europeo y la política monetaria pasa a ser restrictiva, los tipos de interés se ajustarán al alza y los particulares y las empresas lo sufrían

Señalar además que para los 19 países de la zona euro, incluyendo España, las políticas nos vendrán dadas teniendo escaso margen de actuación

¿Qué margen les queda a los países de la zona Euro?

La política fiscal, que es simplemente reducir o incrementar impuestos sobre ciudadanos y empresas, ya que los impuestos que soporta el sector público lo acaban pagando los dos primeros, y las exportaciones en casi todos los países del mundo (exceptuando Argentina) están exentos de gravamen

Si el plan para los próximos meses en España es basarse en  un incremento de tipos –que como he señalado nos vendrá dado- más un incremento del Gasto Público el impacto que tendrá en el sector privado será una caída del consumo y la inversión.  Además  una potencial subida de tipos de interés probablemente tendrá consigo una apreciación de la moneda local, pérdida de competitividad de las exportaciones e incremento de las importaciones

¿Cuál será la consecuencia de esto? Un desplazamiento de la demanda agregada a la izquierda, que quiere decir menor crecimiento económico

Es sorprendente que no aprendamos mucho de lo que sucedió hace muy poco pero se debe pensar que igual que las olas las crisis son inevitables.

10
Jun

Cuando muchos pensaban que el Gobierno que surgiera de la moción de censura podía arruinar la economía española, la moderación exhibida por el Presidente Sánchez en sus declaraciones y en la elección de ministros invita a un relativo optimismo. Por el momento, la impresión es que el apoyo recibido de los partidos que mantienen una postura de aumento del gasto público no se va a traducir en cesiones que rompan la senda del crecimiento económico. Sánchez ha despertado, en el comienzo de su mandato, una gran confianza. Si esa expectativa logra acreditarla con hechos, su credibilidad mejorará, lo que le favorecería para continuar en la Moncloa en 2020.

Foto: La Ministra de Economía, Nadia Calviño.

Conviene recordar los temores que generaron los imprescindibles apoyos nacionalistas y del partido de Pablo Iglesias a la investidura de Sánchez: más gasto público para pagar los peajes que exigió la aprobación de la moción de censura, mayor incertidumbre en el mercado laboral, aumento del déficit y de la deuda pública, una mayor presión fiscal, etc. Si esas aprensiones hubieran tomado cuerpo, España tendería a perder la senda del crecimiento por la que camina, porque la confianza que necesitan los empresarios e inversores se malograría. Afortunadamente, parece que el nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez seguirá una política económica más ortodoxa de lo que se esperaba.

Cuidar de las cuentas públicas

Así, en política fiscal se propone cumplir con el acuerdo con Bruselas que implica un objetivo de déficit público del 2,2% del PIB en este año 2018 y del 1,3% para el que viene, según el Programa de Estabilidad 2018-2021. Sin embargo, los Presupuestos Generales del Estado de 2018, que están en trámite de aprobación en el Senado, apuntan a un saldo negativo de las Administraciones Públicas del 2,7% para 2018, lo que supone sobrepasar el objetivo. Es precisamente esta política fiscal expansiva la que incrementaría la deuda pública lo que en un contexto de subida de tipos de interés, podría deteriorar la solvencia y el actual crecimiento del reino de España.
Con apenas 84 escaños socialistas en el Parlamento, muy lejos de conseguir mayorías estables, el nuevo Gobierno tiene que ser muy cuidadoso con las cuentas públicas. La gran trampa en la que puede caer Sánchez es permitir elevados costes laborales y una subida de tributos que perjudique la competitividad de las empresas.

Como, más vale prevenir que curar, conviene tener en cuenta que a partir de 2019 la situación puede empeorar por la mencionada subida de los tipos de interés, lo que podría acarrear mayores gastos financieros para la Hacienda Pública, con el consiguiente aumento de la deuda. El remedio para evitar esa posible contracción de la economía es dejar que el propio crecimiento económico aumente los ingresos fiscales y reduzca el gasto público (a través de los denominados “estabilizadores fiscales automáticos”) tal como ha sucedido en los cuatro primeros meses del año, al reducirse en un 22,2% el déficit del Estado. Además, en el largo plazo, esta disminución del déficit público tiene un efecto expansivo: disminuye la deuda pública, lo que presiona a la baja los tipos de interés y da margen para reducir los impuestos, impulsando así la inversión.

Foto: la Ministra de Hacienda María Jesús Montero

Sin embargo, hay que tener presente que, debido al alto grado de descentralización territorial, los Presupuestos suponen menos del 50% del gasto total. Por ese motivo, el control del déficit exige poner en marcha instrumentos para obligar a las Comunidades Autónomas a que, como mínimo, cumplan sus compromisos de estabilidad fiscal. Es ahí donde hay margen para seguir haciendo el ajuste, fundamentalmente por la vía de los gastos, lo que a su vez daría a los inversores más credibilidad y confianza en España. El nuevo Gobierno tendría que afrontar de una vez por todas la reforma de las administraciones y, en cualquier caso, no financiar a ninguna región o ayuntamiento que no cumpla la requerida contención presupuestaria. En este sentido, y con una economía en plena fase expansiva, todas las administraciones deben presentar equilibrio o superávit fiscal y ninguna podría incurrir en déficit estructural, salvo situaciones excepcionales.

Un gobierno “modernizador y europeísta”, como lo denominó el presidente Sánchez, debe reforzar esta solvencia del Estado y reforzar la confianza de los mercados. En cualquier caso, deberían ir acompañados de reformas estructurales que permitan elevar el crecimiento potencial y dar respuesta a los retos a los que se enfrenta nuestra economía, y –en particular–, el envejecimiento demográfico.

Aumentar el bienestar

El nuevo equipo económico de Sánchez tendrá que hacer pedagogía y comunicar a los ciudadanos que la política económica necesaria (también la fiscal) se debe dirigir a aumentar el bienestar de los españoles en el largo plazo. Debe explicar que una política fiscal más ortodoxa permitiría mejorar la buena marcha de la economía e infundir confianza en los acreedores, es decir, a los poseedores de deuda pública española que está cifrada en el 98% del PIB, una de las más altas de Europa.

España necesita, por tanto, políticas que consigan que la economía continúe por el buen camino de la estabilidad y el crecimiento, por el que llevamos ya transitando cuatro años; reforzando el círculo virtuoso de altos niveles de confianza, buenos resultados económicos y aumento del bienestar. El elevado crecimiento del PIB en los últimos años ha venido de la mano de la mejora del empleo, del crecimiento del consumo, la producción de bienes de equipo, de la compra de viviendas y de una mayor recaudación. Un crecimiento más rápido que ha significado también ingresos fiscales más elevados, lo que debería permitir reducir el elevado nivel de deuda pública en manos de los acreedores (incluido el Banco Central Europeo).

Reformas estructurales

Por eso si el Partido Socialista quiere ganar las elecciones dentro de dos años tiene que afrontar las reformas necesarias: facilitar a nuestras empresas la obtención de mayor innovación, favorecer la inversión directa extranjera, hacer sostenible el sistema de pensiones, revitalizar la vida política y, por último, buscar un nuevo equilibrio con todas las comunidades autónomas donde prevalezca el dialogo, se alcance una mayor unidad de mercado y se reduzca el gasto público que no sea estrictamente necesario.

En definitiva, hace ya más de dos años que la recuperación económica de España avanza más rápido de lo que habían pronosticado los economistas. Pocos previeron que el país repuntaría a un ritmo tan fuerte y a medida que el tiempo pasaba se han ido revisando al alza las predicciones de crecimiento. A su vez las empresas aumentaban las contrataciones y se iba reduciendo el nivel de desempleo de forma gradual. Ahora, con un gobierno que mantenga las reformas, aplique políticas económicas ortodoxas y genere confianza, la salud de la economía española seguirá mejorando.

Las políticas públicas del Partido Popular en el ámbito económico se han caracterizado siempre por su responsabilidad. Sería deseable que esa sensatez prevaleciera también ahora que están en la oposición, sin dejarse tentar por electoralismos oportunistas. Nunca como ahora, el largo plazo fue tan importante para consolidar nuestra economía. Esperemos que, al menos, los partidos constitucionalistas sepan estar a la altura del entorno internacional, que nos ha tocado vivir, para seguir aumentando la competitividad de la economía española.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo: «Generar buenas expectativas». Expansión 9 de junio de 2018, página 22

2
Jun

Las cesiones políticas y económicas a las que se puede ver obligado el nuevo Gobierno de España, por los apoyos que ha recibido de los partidos independentistas y anti-sistema, pueden ser negativas para el conjunto de la nación. Unos y otros pueden someter a Pedro Sánchez a un chantaje que causaría un deterioro histórico en la cohesión de España.

Cada respaldo al nuevo presidente puede ir precedido de una exigencia cada vez mayor. Remendar este ´roto´ en la vieja piel de toro española podría costar tiempo y esfuerzo. Hay quien piensa que el descontrol autonómico se arreglará cuando la fragmentación sea tan dañina que la economía no lo soporte. Esperemos que no se llegue a este escenario, de lo contario nuestra economía quedará destrozada, lo mismo que la convivencia.

La coyuntura económica

Pero es que además a los problemas políticos se unen ahora algunas incertidumbres económicas. Por ejemplo, la alarma que puede generar el nuevo Gobierno de España, fruto de las políticas que exijan los nacionalistas y populistas, pueden aumentar la aversión al riesgo hacia nuestra deuda y hacia la renta variable. Ayer, los mercados reaccionaron bien. El IBEX 35 subió un poco (+1,56%), desde cotas muy bajas, alcanzando los 9.632 puntos, pero sigue lejos de los 10.300 puntos de primeros de mayo o del máximo del año (10.643). También ayer la prima de riesgo de España se redujo hasta tocar los 103 puntos básicos, pero sigue por encima de los 74 que cotizaba hace un mes.

Se reduce el consumo

Las caídas de la bolsa generan un efecto pobreza, que pueden debilitar el consumo durante este segundo trimestre del año. Así, el Índice de Comercio Minorista (ICM) publicado esta semana creció en abril, en tasa anual, solamente un 0,2% (sin contar las estaciones de servicio), habría que retroceder hasta octubre de 2017 para encontrar un avance tan reducido. El consumo también se paralizó en mayo por el impacto negativo que sobre la renta disponible de las familias está teniendo la incertidumbre política, el efecto pobreza y la pérdida de poder adquisitivo del dinero (por la mayor inflación). Efectivamente, el INE publicó esta semana que en mayo el crecimiento del IPC fue de un 2%, nueve décimas superior al registrado en abril. Este aumento de la inflación es el resultado, en parte, del aumento de los costes energéticos. La subida de los precios y la mayor inflación anual supone que el poder adquisitivo de las familias se reduce y con él la demanda de bienes de consumo en el mes de mayo.

También disminuyen las exportaciones.

Según publicó el jueves el Banco de España, en el mes de marzo las exportaciones de bienes y servicios se redujeron (-2,3%). Desgraciadamente, esta caída en las exportaciones puede continuar por la pérdida de competitividad que supone la mayor inflación y también por el menor crecimiento de la Unión Económica y Monetaria (UEM) a quien le vendemos el 50% de nuestros productos. En abril, el Índice de Gestores de Compras (PMI, por sus siglas en inglés) de la UEM se ralentizó a su nivel más bajo desde enero de 2017. Descendió desde los 55,2 del mes marzo a 55,1 puntos en abril y parece que en mayo continuará el descenso. También por la incertidumbre de política económica que puede haber en Italia con la constitución de un nuevo gobierno, del que se desconoce todavía, al igual que en España, cual puede ser su política económica. A lo que hay que añadir el problema de crecimiento, para la UEM, que puede generar la política comercial proteccionista de Estados Unidos.

El crecimiento económico de España se enfría.

Por tanto, el cambio de gobierno llega con unos decepcionantes datos del segundo trimestre por un enfriamiento mayor del esperado de nuestra economía. Se paraliza el consumo, aumenta la inflación, la producción de bienes de equipo apenas crece y las exportaciones se reducen. En España el PMI compuesto de abril también bajó a 55,4 puntos, su peor lectura en cuatro meses. Por su parte el PMI de industriales (la actividad de las fábricas españolas) también se moderó en el mes de abril hasta su nivel más bajo de los nueve últimos meses: se situó en 53,4 puntos desde 54,4 del mes de marzo, sugiriendo que la expansión de la economía española tocó techo durante los primeros meses de 2018.

¿Se paralizarán las reformas?

La incertidumbre económica surge también al temor de que el nuevo Presidente del Gobierno tenga que pactar con otros partidos de izquierda menos proclives al equilibrio de las cuentas públicas que Rajoy. La clave, por tanto, es si el nuevo gobierno seguirá la línea reformista orientada a estimular la competitividad, sostener el sistema de pensiones, aumentar el empleo, equilibrar las cuentas públicas, reducir la deuda, y mejorar la productividad.

En definitiva, los indicadores de coyuntura de la economía española de los últimos meses de este año están por debajo del extraordinario ritmo alcanzado durante los últimos años. La actividad se desacelera corriendo el peligro de sumergirse en bajos ritmos de crecimiento potencial. El crecimiento económico va madurando, con registros que, en los próximos trimestres, serán ligeramente inferiores a los observados durante los últimos años.

Sería deseable que Sánchez asumiera su responsabilidad y continuara unas reformas que, aunque las puso Rajoy, resultan ineludibles para la fortaleza económica que España necesita.

1
Jun

La Italianización de la Política Española

Escrito el 1 junio 2018 por Miguel Aguirre Uzquiano en Economía Global

Dos países están de actualidad en Europa estos días, España e Italia.  En el país transalpino hemos visto como el candidato Giuseppe Conte era presentado por la coalición de la Liga Norte y el Partido Cinco Estrellas, rechazado por el Presidente de la República Sergio Mattarella, que encargo formar a Carlo Cottarelli el 28 de mayo,  que tres días después renunció al cargo,  presentándose  nuevamente la candidatura de Conte que se convertiría el 01 de junio  en el Presidente del Consejo de Ministros o Primer Ministro de Italia nº 86 desde que en 1861 se creó el Reino de Italia bajo la monarquía del Rey Emanuel II.

Italia tiene en la actualidad un PIB per cápita (USD 38.000)  muy similar al que tenía hace dos décadas mientras  sus empresas  de maquinaria o ingeniería, una vez líderes mundiales también han dejado de tener el brillo de antaño.  La deuda pública no ha dejado de crecer desde el 2017 alcanzando diez años después el 131% del PIB.  Este gran país es conocido hoy en día en el ámbito económico más por ser su escaso crecimiento, su alta tasa de paro juvenil y femenino  y las disparidades económicas entre el norte y el sur. Finalmente hay estimaciones que cifran la economía informal del país en un porcentaje no menor del 17% del PIB, principalmente en los sectores agrícolas, de la construcción y de servicios.

¿Cuántos primeros ministros ha tenido la durante muchos años la tercera economía  europea desde el fin de la segunda guerra mundial? Ni más ni menos que 68 en 73 años… y eso que nos puede parecer que Silvio Berlusconi estuvo muchos años ejerciendo ese puesto.

Desde el segundo semestre del 2013 España salió de la recesión y ha crecido de forma ininterrumpida por encima de la eurozona destacando el incremento de dos millones de ocupados-EPA reduciendo la tasa de paro más de 10 puntos porcentuales hasta el 16,7%. Se ha pasado de un déficit a un superávit por cuenta corriente y de capital (capacidad de financiación) en torno a 20.000 millones de euros desde 2014.

¿Cómo ha sobrevivido la sociedad italiana a un modelo político en el que un primer ministro dura menos de dos años?  La principal razón ha sido que la política va por un lado y la economía y la sociedad va por otro. 

¿Qué sucederá con la economía española a partir de hoy?

La Italianización de la política española es una idea que ha surgido en el interesante debate que he tenido hoy con Gonzalo Bernados en las Conferencia de Riesgo País COFACE CAIXA en Madrid.  Hay que trabajar y confiar en que  España no siga el camino de Italia pero seguro que los ciudadanos de este último país tampoco veían hace diez años cual iba ser su situación una vez entrados en el siglo XXI

El próximo martes en Valencia seguiremos con esta interesante conversación

http://www.riesgopaiscoface.com/conferences/valencia/

 

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