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[post_date] => 2013-06-14 14:49:00
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[post_content] => A estas alturas del año y, con el verano por delante, los mercados financieros empiezan a dar síntomas de nerviosismo, algo muy normal en esta época, sobre todo, si se acumulan elevadas rentabilidades desde principios de año. Esta vez, frente a 2011 y 2012, las dudas no se centran en la posibilidad de una fuerte desaceleración en la OCDE en la segunda parte del año, sino en los efectos que tendrá un cambio en la política monetaria americana, aunque sólo implique una reducción en la cantidad de compras de activos que realiza cada mes la FED, ya que no se esperan subidas de tipos al menos hasta 2015.
Nada, por otra parte, diferente al comportamiento que, tradicionalmente, han desarrollado los mercados financieros en los periodos de “tránsito” entre ciclos de política monetaria. Primero impera el nerviosismo y la volatilidad ante el cambio de régimen monetario, pero luego la situación tiende a normalizarse -aunque dentro de un proceso de rotación de activos- una vez que se perciben las mejoras en actividad que han provocado la respuesta del banco central.
Sin embargo, la situación ahora es excepcional por la sobrevaloración de los bonos refugio y porque las condiciones monetarias actuales son las más expansivas de la historia. Por tanto, no se puede descartar que en ese tránsito veamos más tensiones que otras veces, es decir, la “vuelta a la normalidad” va a ser complicada; pero, con una visión de medio plazo, al final los activos ganadores deben ser renta variable, materias primas y, quizás, deuda periférica. Mientras, en el lado negativo se situarán los bonos refugio y la renta fija privada de los segmentos de menor calidad.
Depreciación de los tipos de cambio de los emergentes
Lo que más ha sorprendido en este movimiento ha sido el comportamiento de los mercados emergentes, con fuertes depreciaciones de los tipos de cambio desde principios de mayo (-10% rand de Sudáfrica, -6,7% real brasileño, etc) e intensas caídas acumuladas en los precios de los activos financieros, tanto de renta variable (-16% bolsa de Brasil, etc), como de renta fija, por el aumento de las primas de riesgo (+55 puntos básicos el EMBI).
Se vuelve a poner de manifiesto la vulnerabilidad que implica la financiación a través de inversiones en cartera y, de hecho, bancos centrales como el de Indonesia están empezando a subir los tipos de interés para frenar la salida de capitales. Así que, paradojas de los mercados, sólo algunos meses después de las quejas de los emergentes por la sobreapreciación de sus divisas, ahora están intentando frenar la sangría provocada por el cierre de posiciones de inversores internacionales, aunque la fuga de capitales está siendo menor que las registradas en 2008 o en otoño de 2011.
Lo normal es que, a partir de ahora, los mercados vayan discriminando entre países, utilizando indicadores clásicos de riesgo país como déficit de balanza por cuenta corriente, deuda externa neta o servicio de la deuda. Es decir, se pondrán de manifiesto las diferencias entre países con buenos fundamentos económicos, frente a los que meramente se aprovecharon de la ola provocada por la abundante liquidez.
[post_title] => Los activos de riesgo se anticipan a un escenario con menos liquidez
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Nada, por otra parte, diferente al comportamiento que, tradicionalmente, han desarrollado los mercados financieros en los periodos de “tránsito” entre ciclos de política monetaria. Primero impera el nerviosismo y la volatilidad ante el cambio de régimen monetario, pero luego la situación tiende a normalizarse -aunque dentro de un proceso de rotación de activos- una vez que se perciben las mejoras en actividad que han provocado la respuesta del banco central.
Sin embargo, la situación ahora es excepcional por la sobrevaloración de los bonos refugio y porque las condiciones monetarias actuales son las más expansivas de la historia. Por tanto, no se puede descartar que en ese tránsito veamos más tensiones que otras veces, es decir, la “vuelta a la normalidad” va a ser complicada; pero, con una visión de medio plazo, al final los activos ganadores deben ser renta variable, materias primas y, quizás, deuda periférica. Mientras, en el lado negativo se situarán los bonos refugio y la renta fija privada de los segmentos de menor calidad.
Depreciación de los tipos de cambio de los emergentes
Lo que más ha sorprendido en este movimiento ha sido el comportamiento de los mercados emergentes, con fuertes depreciaciones de los tipos de cambio desde principios de mayo (-10% rand de Sudáfrica, -6,7% real brasileño, etc) e intensas caídas acumuladas en los precios de los activos financieros, tanto de renta variable (-16% bolsa de Brasil, etc), como de renta fija, por el aumento de las primas de riesgo (+55 puntos básicos el EMBI).
Se vuelve a poner de manifiesto la vulnerabilidad que implica la financiación a través de inversiones en cartera y, de hecho, bancos centrales como el de Indonesia están empezando a subir los tipos de interés para frenar la salida de capitales. Así que, paradojas de los mercados, sólo algunos meses después de las quejas de los emergentes por la sobreapreciación de sus divisas, ahora están intentando frenar la sangría provocada por el cierre de posiciones de inversores internacionales, aunque la fuga de capitales está siendo menor que las registradas en 2008 o en otoño de 2011.
Lo normal es que, a partir de ahora, los mercados vayan discriminando entre países, utilizando indicadores clásicos de riesgo país como déficit de balanza por cuenta corriente, deuda externa neta o servicio de la deuda. Es decir, se pondrán de manifiesto las diferencias entre países con buenos fundamentos económicos, frente a los que meramente se aprovecharon de la ola provocada por la abundante liquidez.
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