Históricamente, muchas especies animales han estado o están amenazadas por la extinción. Antes de que llegaran los europeos a América del Norte, había más de 60 millones de búfalos errando por el continente. Sin embargo y debido a la caza indiscriminada en 1900 la población de este animal descendió a alrededor de 400 ejemplares. Actualmente, en algunos países africanos los elefantes corren un peligro similar, ya que los cazadores furtivos los matan por el marfil de sus colmillos. Los defensores del medio ambiente se manifiestan un día sí y otro también para protestar por la pesca abusiva que está llevando al borde de la extinción a las ballenas.
Sin embargo, no todos los animales que tienen un valor comercial corren este peligro. Por ejemplo, los animales de caza (ciervos, gamos, muflones, perdices, jabalíes, etc.) nadie teme, en la actualidad, que se extinga rápidamente. De hecho, la proliferación de cazadores y la cada vez mayor afición a la caza parece garantizar que estas especies continuarán existiendo. Por eso no hay manifestaciones para pedir que se protejan a los animales de caza ¿Por qué los animales de caza no están en peligro de extinción?
Le pregunté a mi amigo Ignacio Pérez Avendaño (que tiene una empresa de GESTIÓN Y DESARROLLO AGROCINEGÉTICO) y me contestó que las poblaciones de ballenas han ido disminuyendo porque no pertenecen a nadie (son un recurso común). Viven en aguas internacionales y, si bien existen tratados que intentan protegerlas, varios países se han negado a cumplirlos. Los balleneros japoneses y noruegos se dan perfecta cuenta de lo que están haciendo: poner en peligro la supervivencia de las ballenas y, por tanto, su propio sustento. Pero cada ballenero sabe también que, si él no captura una ballena, otro se encargará de hacerlo. Por tanto, a ningún ballenero le interesa controlar la población de ballenas. La ciencia económica ha bautizado este fenómeno como “la tragedia de los bienes comunales (comunes)”.
Según Ignacio, al menos en España, la mayoría de los animales de caza están en fincas bajo el dominio de algún propietario. De alguna manera se puede decir que los animales de caza pertenecen a alguien, son bienes privados. Si el propietario se gana la vida dando cacerías, o disfruta de su finca cazando, le interesa mucho mantener un equilibrio ecológico. Es decir, debe cuidar que haya un balance entre el número de animalers que caza y el número de los que nacen todos los años para evitar agresiones al medio ambiente. El dueño está interesado en mantener en la finca una carga de animales que resulte óptima con el tamaño de la propiedad. En este sentido, en España, los propietarios de las fincas de caza tienen un incentivo para preservar las especies cinegéticas, pero también y gracias a esos esfuerzos cuidan de otras especies protegidas o en peligro de extinción que se encuentran en sus propiedades.
En definitiva, al estar los animales circunscritos a una propiedad hace que esos animales estén a salvo de la extinción. Tanto los animales que se cazan, en los campos y montes españoles, como las ballenas del mar poseen un valor económico. El hecho de que las personas disfruten de derechos de propiedad sobre los primeros (bienes privados), pero no sobre las segundas (recursos comunes), explica por qué aquéllos están a salvo y éstas en peligro de extinción. O al menos eso es lo que me ha explicado mi amigo Ignacio.
Fuente: GESTIÓN Y DESARROLLO AGROCINEGÉTICO
El Economista naturalista, página 158 (¿Por qué las ballenas y no los pollos están en peligro de extinción? )
Principios de Economía de Gregory Mankiw, página 164 (“¿Por qué no se han extinguido las vacas?”)
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