13
Abr

Las remesas que envían los inmigrantes son un mecanismo muy importante para el desarrollo de los países pobres. Sin embargo las remesas de los emigrantes, ubicados en España, están disminuyendo. Si esta tendencia se confirma América Latina y el resto del mundo sufrirán las consecuencias de la crisis económica española al recibir menos dinero de sus emigrantes.


En el 2007, las remesas migratorias enviadas desde España batieron todos los records: 8.135 millones de euros, casi un 30% más que en 2006. Estas remesas tienen, como es sabido, un efecto macroeconómico muy positivo en los países de destino de los emigrantes. Es más si sumamos todas las remesas recibidas, por ejemplo, por América Latina nos da una cantidad mayor que la suma de las inversiones extranjeras y la ayuda al desarrollo juntas. Además estas remesas tienen la ventaja de que no tienen que cumplir las condiciones que en muchos casos tiene la ayuda al desarrollo ni deben pagar los intereses y dividendos que exigen las inversiones extranjeras.

Sin embargo, y según datos facilitados por el Banco de España, se observa, en los últimos meses, una reducción en los envíos de remesas como consecuencia de la desaceleración de la actividad económica en España que está generando un aumento en el número de parados, sobre todo entre la población inmigrante. Esta es una primera razón po la que la tendencia al alza de las remesas que se venía produciendo hasta octubre de 2007 se invirtió a partir de octubre, coincidiendo con la crisis española de los sectores de la construcción e inmobiliaria.

Efectivamente, en octubre de 2007, se enviaron, desde España, remesas por valor de 770 millones de euros (record histórico mensual), pero en noviembre cayeron los envíos en un 6% (se remesaron 724 millones) y en diciembre volvieron a caer un 4% con respecto a noviembre (se enviaron 698 millones de euros). En enero de 2008, según datos publicados por el Banco de España, se han vuelto a reducir, un 4,5%, con respecto a diciembre situándose los envíos en 667 millones.

Parece que si el nivel de actividad económica baja las remesas también caen, sobretodo en sectores que emplean muchos inmigrantes como es la construcción y los servicios. Al problema del mayor paro en España y especialmente entre los inmigrantes, se une que la fuerte subida de la inflación y los elevados tipos de interés están afectando negativamente a la capacidad de gasto de consumo de los hogares. Si los inmigrantes ubicados en España deben gastar más en alimentos y en combustibles (por la subida de los precios de los mismos) y además deben pagar más por sus hipotecas, por la subida del Euribor, lo lógico es que a los inmigrantes, tanto parados como los que tienen trabajo, les quede menos dinero disponible para enviar a sus países de origen.

En definitiva, la desaceleración de la economía española está frenando la llegada de remesas a América Latina y al resto del mundo lo que podría afectar negativamente a la capacidad de los hogares receptores de esos países para manejar su propia crisis económica y pagar la subida de los precios de los alimentos y combustibles.

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