Entradas Etiquetadas con ‘transferencia de tecnología’

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    [post_content] => ¿Qué ventajas tiene la inversión extranjera directa (IED) para el país que la recibe? Esta cuestión ha generado un intenso debate en las últimas décadas, desde que los flujos de capital extranjero empezaron a tener una influencia decisiva en las economías occidentales. El debate continúa aún en nuestros tiempos, enfocado hacia el impacto que tiene la inversión extranjera directa (IED) en la vida económica y social de los países en vías de desarrollo. Un artículo ya clásico de Ricardo Haussman y Eduardo Fernández-Arias ("Foreign Direct Investment: Good Cholesterol?", IADB, 26 de marzo de 2000) lo plantea de la siguiente manera: "¿Es la inversión extranjera directa colesterol bueno o malo?"

 La investigación académica concluye que, globalmente, la IED es "colesterol bueno" para las economías que la reciben. Las ventajas, a primera vista, son evidentes. La IED ayuda a cubrir las necesidades de financiación que tiene un país (con capital escaso) para sus inversiones productivas. Generalmente, la IED es más estable que otros flujos más especulativos de capital que frecuentan los mercados financieros. Ello se debe a que casi siempre la IED se dirige a proyectos a largo plazo. En principio, más IED supone más crecimiento económico, más exportaciones, más empleo, más divisas y más renta por habitante en el país receptor. Ello se debe a que la IED rompe con el círculo vicioso de la pobreza.

Hay algunas ventajas muy específicas de la IED que fluye de los países más desarrollados hacia los menos desarrollados. Una de ellas es que facilita la transferencia de tecnología. Si la filial extranjera introduce nuevos productos o procesos en el mercado receptor de la IED, los trabajadores de esa empresa adquieren conocimientos que elevan el capital humano del país. A la vez, las empresas que son proveedoras, clientes e incluso competidores de las compañías extranjeras perciben indirectamente los efectos de la difusión tecnológica. Aunque existen casos en los que esta difusión de tecnología no ocurre, la investigación empírica ha demostrado que los "spillovers" tecnológicos se producen y sus efectos son beneficiosos para la economía receptora. Con ello una mayor participación de capitales extranjeros en la economía no sólo mejora el desempeño de la empresa que recibe la inversión, sino también al resto de las empresas, que pueden verse favorecidas por la difusión de conocimientos o nuevas tecnologías incorporadas en estos flujos de capitales. 

Además de aportar nuevas tecnologías, hay evidencias que indican que la IED generalmente eleva la productividad de la economía que la recibe. El argumento es que estas empresas, que cuentan con más experiencia, mejores tecnologías y capital más sofisticado, muestran mayor productividad que sus competidores locales, y su presencia obliga a las otras empresas del sector a elevar sus propios niveles de productividad. Aquí el argumento es más complejo y los resultados menos conclusivos, porque existe un sesgo producido por el hecho de que las multinacionales tenderán, de entrada, a invertir en los sectores más productivos. Asimismo, es posible que este efecto se dé sólo en el mismo sector de la inversión o en los sectores donde operan sus proveedores y clientes.

 Finalmente, y a pesar de los muchos tópicos actuales, hay abundantes datos que  demuestran que las multinacionales por lo general pagan mejores sueldos que las empresas locales, elevando así la renta de la población. Además puede ser un factor muy beneficioso en el proceso de reforma y liberalización económica, ya que la IED ha manifestado una tendencia clara a fluir más hacia países con mercados más abiertos, más transparentes y menos corruptos. Así, la IED puede ejercer una "presión" sana sobre los gobiernos para acometer las reformas que sean beneficiosas para el país y sus ciudadanos.

Los efectos comentados anteriormente se observan con más facilidad en países más pobres o con menores niveles de desarrollo, porque 1) es más facil que esté atrapada en el círculo vicioso de la pobreza y 2) porque lo que puede aportar la empresa inversora extranjera a la economía local es mucho mayor.
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¿Qué ventajas tiene la inversión extranjera directa (IED) para el país que la recibe? Esta cuestión ha generado un intenso debate en las últimas décadas, desde que los flujos de capital extranjero empezaron a tener una influencia decisiva en las economías occidentales. El debate continúa aún en nuestros tiempos, enfocado hacia el impacto que tiene la inversión extranjera directa (IED) en la vida económica y social de los países en vías de desarrollo. Un artículo ya clásico de Ricardo Haussman y Eduardo Fernández-Arias («Foreign Direct Investment: Good Cholesterol?», IADB, 26 de marzo de 2000) lo plantea de la siguiente manera: «¿Es la inversión extranjera directa colesterol bueno o malo?» Seguir leyendo…

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