La crisis de la deuda soberana en Europa sigue dando quebraderos de cabeza. Ayer la prima de riesgo para los bonos españoles a diez años se fue hasta los 260 puntos. Varias causas provocaron ese repunte. Por un lado, las persistentes dudas sobre Grecia (ahora acerca de su programa de privatizaciones), a las que se sumaron las negativas perspectivas que se ciernen sobre Italia. De otra parte, las incertidumbres que en nuestro país surgen como resultado del vuelco que las elecciones han provocado en el mapa político. Los mercados temen que el gobierno, debilitado por los malos resultados del PSOE, afloje en sus esfuerzos reformistas y pierda capacidad de disciplinar el comportamiento fiscal de las Administraciones Públicas. Asimismo, existe el temor de que en las autonomías afloren ahora déficit más abultados, cuando entre a gobernar otro partido.
No hay duda de que lo que sucede en las autonomías será determinante en el proceso de consolidación fiscal y, por tanto, en la capacidad de nuestra política para aplacar los temores de los mercados. Al respecto hay que insistir en que necesitamos de mecanismos que disciplinen la política presupuestaria/fiscal de las Comunidades Autónomas, pues en ausencia de un control adecuado los problemas serán recurrentes. Hace unas semanas tratábamos, desde el Círculo de Empresarios, esta cuestión que ahora las elecciones y los mercados devuelven una vez al primer plano. Me gustaría recuperar de aquel documento el siguiente diagnóstico acerca de las deficiencias estructurales que minan la disciplina fiscal de los gobiernos regionales. ¿Creéis que es acertado? ¿Será posible poner remedio a esta situación en el futuro próximo?
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