Archivo de la Categoría ‘China’

18
Feb
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    [post_content] => A finales de enero (26 de enero) Juan Carlos Martínez Lázaro nos explicaba en una entrada porque la economía china se acelera. El 29 de enero Javier Carrillo hablaba de China como un gigante con pies de barro Hace unos días (el 12 de febrero) discutimos bastante, en este blog, sobre los motivos por los qué hay países que son pobres y otros que son ricos. La respuesta que dimos fue: la existencia de buenas y creíbles instituciones hace que los países sean ricos. Por eso discutimos ampliamente sobre lo qué son las instituciones.


¿Que son las instituciones? A lo que ya dijimos entonces podemos añadir ahora que las instituciones son la manera en que estructuramos la interacción humana (política, social y económica) y están compuestas de reglas formales (constituciones, leyes y reglas) y restricciones informales (normas, convenios y códigos de conducta). Juntas definen las reglas de juego. Las sociedades pobres tienen reglas que no proporcionan los incentivos adecuados, les falta normas formales e informales que fomenten la productividad. Las instituciones esenciales son sistemas de confianza que proporcionan nuestro entendimiento del mundo y, por lo tanto, los incentivos. Crear instituciones que actúen afectivamente es una tarea difícil.

Para que los países sean ricos y sus economías funcionen bien, Adam Smith aconsejaba que, basta con que el gobierno evite dañar excesivamente la economía. Smith decía que los seres humanos son inventivos y productivos por naturaleza, además de estar siempre dispuestos a incrementar su riqueza, y si se les permite hacerlo, florecerá la nación en su conjunto. Por el contrario, si quienes tienen el poder actúan de forma poco sensata -ahogando las iniciativas, no tolerando la disidencia, impidiendo la libertad de expresión, imponiendo impuestos arbitrarios, confiscando los bienes privados, dañando a las empresas y enredándose en los asuntos de otras naciones-, el país en cuestión podría caer rápidamente en un estado de infelicidad, confusión y descrédito. Smith abominaba sobre todo de la falta de previsión de los gobiernos, es decir, de la inseguridad jurídica; los mercados libres necesitan la garantía de que lo que se invierte hoy no se va a desbaratar mañana.

China estuvo durante treinta años de maoísmo promoviendo la organización colectiva, con resultados desastrosos (entre otras cosas aproximadamente 30 millones de personas murieron de hambre). A la muerte de Mao, Deng Xiaoping buscó de forma gradual, y a tientas, la manera de salir del desastre económico que se había creado durante la época maoísta, estableciendo un sistema de libertad, el cual daba incentivos a los campesinos para producir más. Este sistema condujo a la formación de las town-village enterprises y la producción de alimentos aumentó de forma increíble. Pero China todavía no tiene buenas instituciones (al estilo occidental) ni siquiera tiene bien especificado los derechos de propiedad. Sin embargo, China se ha enfrentado a nuevos problemas y ha intentado pragmáticamente nuevas soluciones. China ha sabido crear una estructura organizacional derivada de su cultura particular, con instituciones que proporcionan los incentivos adecuados aunque evidentemente no son imitaciones de instituciones occidentales. El secreto del éxito chino es la creación de instituciones eficientes desde el punto de vista de la adaptación (instituciones que se adapten fácilmente a sus circunstancias).

¿Qué pasa con China? ¿Se debe su éxito a que ha abierto su economía al exterior o más bien a que ha introducido reglas de mercado en su interior? ¿Tiene consecuencias negativas para la economía el que su sociedad esté todavía dominada por una dictadura marxista y policial? ¿Cómo evolucionará China? ¿Podría continuar evolucionando hacia una economía de libre mercado, sobre instituciones informales, a la vez que se disuelve gradualmente su dictadura política? ¿La dictadura marxista podría percibir la evolución de la sociedad y cambiar hacia la democracia?
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A finales de enero (26 de enero) Juan Carlos Martínez Lázaro nos explicaba en una entrada porque la economía china se acelera. El 29 de enero Javier Carrillo hablaba de China como un gigante con pies de barro Hace unos días (el 12 de febrero) discutimos bastante, en este blog, sobre los motivos por los qué hay países que son pobres y otros que son ricos. La respuesta que dimos fue: la existencia de buenas y creíbles instituciones hace que los países sean ricos. Por eso discutimos ampliamente sobre lo qué son las instituciones.

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16
Feb

¡¡Bienvenido Mister Hu!!

Escrito el 16 febrero 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en China, Economía Mundial

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    [post_content] => Si ayer utilizábamos la excusa de la visita del presidente Roh Moo Hyun a España, para comentar el éxito de Corea del Sur, hoy quiero tocar un tema con ciertas similitudes: las relaciones comerciales y económicas de China con África. La excusa: la gira de doce días que el presidente Hu Jintao acaba de realizar por ocho países africanos: Camerún, Liberia, Sudán, Zambia, Namibia, Sudáfrica, Mozambique y las islas Seychelles. Es un asunto sobre el que ya escribí en este mismo blog a raíz de la celebración, el pasado mes de noviembre, de la cumbre sino-africana de Pekín. 

El mayor paralelismo que podemos encontrar a la gira africana de Hu (la segunda en menos de un año), es la excelente película de Berlanga “Bienvenido Mr. Marshall”. Si en aquella, los habitantes del castellano pueblo de Villar del Río, preparaban un colosal recibimiento a los americanos (de los que esperaban una lluvia de dólares para acabar con sus penalidades), algo parecido ocurre con las visitas que el presidente chino hace a África. Sólo que en este caso, no se trata de sueños, sino de realidades. Porque lo primero que hace el gobierno chino es rascarse generosamente la cartera. Así, durante la gira, China ha anunciado entre otras muchas medidas, la concesión de 300 millones de dólares en créditos preferenciales, la condonación de la deuda a 33 de países del continente, la duplicación de la ayuda humanitaria, y ayudas para la construcción de escuelas, hospitales, infraestructuras, un nuevo centro de convenciones para la Unión Africana y hasta un estadio de fútbol en Maputo, la capital de Mozambique.

Y todo esto ¿a cambio de qué? Pues de garantizarse el suministro de las abundantes materias primas africanas: petróleo (30% de las importaciones chinas de crudo proceden de África), metales como cobalto, manganeso y hierro, maderas etc…. Y para ello nada mejor que invertir en infraestructuras y en procesos extractivos: se calcula que en África operan 800 empresas chinas con un volumen de inversión acumulada superior a los 6.000 millones de dólares.


Por tanto, el interés es mutuo. China se abastece de materias primas y coloca sus manufacturas en el continente y los países africanos reciben ayuda y tienen un nuevo socio comercial (en 2006, el comercio bilateral creció un 40% hasta los 55.500 millones de dólares y se espera duplicarlo para 2010), que además actúa sin condicionamientos políticos o injerencias internas. Aunque precisamente, es por esta política de no injerencia, por lo que China recibe las mayores críticas por parte de los gobiernos occidentales y por las organizaciones defensoras de los derechos humanos. El mejor ejemplo lo encontramos en el conflicto de Darfur: China ha vetado en el Consejo de Seguridad de la ONU el envío de cascos azules a la región sudanesa de Darfur (donde se calcula que 200.000 personas han muerto a manos de las milicias armadas progubernamentales), puesto que el gobierno islamista de Sudán es un fiel aliado y su creciente industria petrolera está controlada por los chinos. Además, y aunque de forma tímida, empiezan a surgir algunas críticas en la propia África, por la forma en que las empresas chinas gestionan los recursos minerales o forestales o por como tratan a sus trabajadores. Dicho de otra manera, ¿China tiene una verdadera voluntad de ayudar a los países africanos en su camino hacia el desarrollo, o estamos ante una nueva forma de colonialismo económico?
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Si ayer utilizábamos la excusa de la visita del presidente Roh Moo Hyun a España, para comentar el éxito de Corea del Sur, hoy quiero tocar un tema con ciertas similitudes: las relaciones comerciales y económicas de China con África. La excusa: la gira de doce días que el presidente Hu Jintao acaba de realizar por ocho países africanos: Camerún, Liberia, Sudán, Zambia, Namibia, Sudáfrica, Mozambique y las islas Seychelles. Es un asunto sobre el que ya escribí en este mismo blog a raíz de la celebración, el pasado mes de noviembre, de la cumbre sino-africana de Pekín.

El mayor paralelismo que podemos encontrar a la gira africana de Hu (la segunda en menos de un año), es la excelente película de Berlanga “Bienvenido Mr. Marshall”. Si en aquella, los habitantes del castellano pueblo de Villar del Río, preparaban un colosal recibimiento a los americanos (de los que esperaban una lluvia de dólares para acabar con sus penalidades), algo parecido ocurre con las visitas que el presidente chino hace a África. Sólo que en este caso, no se trata de sueños, sino de realidades. Porque lo primero que hace el gobierno chino es rascarse generosamente la cartera. Así, durante la gira, China ha anunciado entre otras muchas medidas, la concesión de 300 millones de dólares en créditos preferenciales, la condonación de la deuda a 33 de países del continente, la duplicación de la ayuda humanitaria, y ayudas para la construcción de escuelas, hospitales, infraestructuras, un nuevo centro de convenciones para la Unión Africana y hasta un estadio de fútbol en Maputo, la capital de Mozambique.

Y todo esto ¿a cambio de qué? Pues de garantizarse el suministro de las abundantes materias primas africanas: petróleo (30% de las importaciones chinas de crudo proceden de África), metales como cobalto, manganeso y hierro, maderas etc…. Y para ello nada mejor que invertir en infraestructuras y en procesos extractivos: se calcula que en África operan 800 empresas chinas con un volumen de inversión acumulada superior a los 6.000 millones de dólares.

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26
Ene

China, ¿un gigante con pies de barro?

Escrito el 26 enero 2007 por Javier Carrillo en China, Economía Mundial

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    [post_content] => Como recogía Juan Carlos en su post de ayer, China ha registrado en el año 2006 su mayor tasa de crecimiento desde 1995. En los últimos cincuenta años ningún país del mundo ha experimentado un crecimiento tan rápido y sostenido como el de China. Sin embargo, gran parte de la población de este país vive una realidad bien distinta en aspectos fundamentales para la estabilidad social y la futura sostenibilidad de ese crecimiento, como la equidad en la distribución de la renta, la propiedad de la tierra, la migración interna, la búsqueda de empleo, y, evidentemente, la libertad de expresión.

Cuando China se adhirió a la OMC en el año 2001, no hubo demasiada oposición pública a los efectos que podría traer la globalización a la nación. Pero con el transcurrir del tiempo se ha podido asistir a una división entre los intelectuales chinos, incluyendo a los dirigentes del Partido, con respecto a los méritos del modelo capitalista adquirido. Este cambio se debe en buena medida al crecimiento de la desigualdad entre la población rural y la urbana, principalmente en el acceso a la salud y a los servicios públicos. En 1970 China presentaba la mayor equidad en la distribución de la riqueza en el mundo, pero en poco más de veinte años se había situado entre las peores del planeta, superando incluso la inequidad existente en países como Rusia. En 2006, las familias de más bajos ingresos (10% inferior) poseían menos de 2% de los activos del país, mientras que las familias de mayores ingresos (10% superior) poseían más del 40% de los activos totales.

Con frecuencia, la expansión y el crecimiento urbano han llevado a la adhesión de las pequeñas aldeas adyacentes a las ciudades. Los campesinos asisten impotentes a la expropiación de “sus” tierras por los gobiernos locales y a su posterior venta a desarrolladores urbanísticos y constructoras, quienes obtienen importantes plusvalías. Alrededor de cien millones de personas han perdido sus tierras, total o parcialmente, en los últimos quince años, muchas veces sin ninguna compensación o recompensados tan sólo por su valor agrícola, equivalente a la décima parte de su valor en el mercado inmobiliario. Al tiempo, de entre las cincuenta personas más ricas del país más de la mitad ha hecho su fortuna en negocios de bienes raíces.


Hasta hace poco tiempo, las limitaciones en el sistema migratorio habían mantenido a la China rural y la urbana radicalmente separadas. En los últimos años, la incorporación de la mano de obra rural a los empleos urbanos ha reducido esa división. Pero los inmigrantes de los pueblos suelen recibir los trabajos peor pagados, y generalmente les es negada la entrada al sistema subsidiado de salud y a las superpobladas escuelas públicas. A pesar del enorme número de desplazados, estimado en unos 300 millones de personas en las próximas dos décadas, todavía resulta difícil para los trabajadores y sus familias el emigrar desde las zonas rurales. Más aún si se tiene en cuenta que si se mudan de modo permanente a la ciudad dan permiso implícito al gobierno local para que sus tierras sean tomadas sin ninguna compensación.

Sin duda, el acelerado crecimiento ha traído progreso económico a buena parte de China, pero también ha planteado grandes desafíos sociales al país, poniendo a prueba el liderazgo del Partido Comunista. Aún así, las reformas políticas que necesita y espera la población menos favorecida no parecen encontrarse en la agenda inmediata del Gobierno. De hecho, es poco probable que éste sea un tema relevante hasta después de las Olimpiadas del año 2008 o incluso del cambio de líderes políticos en 2012. A pesar de las crecientes manifestaciones y del desencanto de la población, el Gobierno central se mantiene firme en el poder y lo seguiría estando mientras continúe obteniendo cifras de dos dígitos en el crecimiento. Sin embargo, el “milagro chino” no durará indefinidamente, y esta forma de legitimación con base en un crecimiento que no ha llegado a toda la población es tan sólo una solución a corto plazo. Consciente de esto, el Partido parece empezar a apoyar más sus discursos en el nacionalismo que en los resultados económicos. Por suerte para las autoridades nacionales, los frustrados campesinos dirigen buena parte de sus críticas a las autoridades locales y regionales, en lugar de hacerlo hacia el Gobierno central.

A pesar de haber registrado un desarrollo considerable en los últimos años, con más de 700 millones de ciudadanos viviendo en la pobreza China sigue siendo una economía en desarrollo. Resulta difícil encontrar otro país con un futuro más incierto. La continuidad de ese desarrollo no depende tan sólo de variables económicas, sino también de potenciales crisis sociales y políticas que podrían quebrar la larga trayectoria de crecimiento económico de esta nación. El sistema político y las instituciones chinas muestran una resistencia al cambio que no acompaña a la rapidez del crecimiento económico. La paciencia de los campesinos debería ser motivo de preocupación, sobre todo si se tiene presente que la historia moderna de China es el producto de una rebelión del campesinado, la que llevó al Partido Comunista al poder.
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Como recogía Juan Carlos en su post de ayer, China ha registrado en el año 2006 su mayor tasa de crecimiento desde 1995. En los últimos cincuenta años ningún país del mundo ha experimentado un crecimiento tan rápido y sostenido como el de China. Sin embargo, gran parte de la población de este país vive una realidad bien distinta en aspectos fundamentales para la estabilidad social y la futura sostenibilidad de ese crecimiento, como la equidad en la distribución de la renta, la propiedad de la tierra, la migración interna, la búsqueda de empleo, y, evidentemente, la libertad de expresión.

Cuando China se adhirió a la OMC en el año 2001, no hubo demasiada oposición pública a los efectos que podría traer la globalización a la nación. Pero con el transcurrir del tiempo se ha podido asistir a una división entre los intelectuales chinos, incluyendo a los dirigentes del Partido, con respecto a los méritos del modelo capitalista adquirido. Este cambio se debe en buena medida al crecimiento de la desigualdad entre la población rural y la urbana, principalmente en el acceso a la salud y a los servicios públicos. En 1970 China presentaba la mayor equidad en la distribución de la riqueza en el mundo, pero en poco más de veinte años se había situado entre las peores del planeta, superando incluso la inequidad existente en países como Rusia. En 2006, las familias de más bajos ingresos (10% inferior) poseían menos de 2% de los activos del país, mientras que las familias de mayores ingresos (10% superior) poseían más del 40% de los activos totales.

Con frecuencia, la expansión y el crecimiento urbano han llevado a la adhesión de las pequeñas aldeas adyacentes a las ciudades. Los campesinos asisten impotentes a la expropiación de “sus” tierras por los gobiernos locales y a su posterior venta a desarrolladores urbanísticos y constructoras, quienes obtienen importantes plusvalías. Alrededor de cien millones de personas han perdido sus tierras, total o parcialmente, en los últimos quince años, muchas veces sin ninguna compensación o recompensados tan sólo por su valor agrícola, equivalente a la décima parte de su valor en el mercado inmobiliario. Al tiempo, de entre las cincuenta personas más ricas del país más de la mitad ha hecho su fortuna en negocios de bienes raíces.

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25
Ene

La economía china se acelera

Escrito el 25 enero 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en China, Economía Mundial

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    [post_content] => Hoy se ha conocido que la economía china creció en 2006 un 10,7%, lo que supone la tasa más elevada desde 1995 y el cuarto año consecutivo con un crecimiento de dos dígitos. Si este elevado ritmo continúa (para este año las autoridades chinas prevén un 10,5%), en 2008 China superará a Alemania, convirtiéndose en la tercera mayor economía del planeta, sólo por detrás de Estados Unidos y Japón. Al igual que en años anteriores, el patrón de crecimiento se sustenta en el fuerte incremento de la inversión en activos fijos, un 24% con respecto a 2005 (a pesar de las políticas monetarias levemente restrictivas que viene aplicando el Banco Central), y en el sector exterior. En este último campo, China obtuvo un superávit comercial de 177.500 millones de dólares y, tal y como ha declarado hoy mismo Angela Merkel en Davos el gigante asiático puede convertirse en el mayor exportador mundial en 2008, desplazando a Alemania y a Estados Unidos.

grafico1.jpg


Pero si las cifras de crecimiento son espectaculares, aún más espectacular es que el resto de variables macroeconómicas se encuentren bastante ajustadas: la inflación ha sido del 1,5%, el desempleo urbano alcanza el 4,1% (del desempleo rural, mejor no hablar), el déficit público ronda el 2% del PIB y la deuda pública pendiente de pago apenas supera el 25% del PIB. También es verdad que las estadísticas chinas no son tan fiables como debieran y, sobre todo, que hay dos chinas: la que nos asombra con datos como los publicados hoy y la desconocida, inmensa y atrasada china rural que nos asombraría aún más, si la conociésemos mejor.

Ante estos magníficos datos cabe preguntarse si el gobierno chino introducirá cambios en su política económica, especialmente en lo referente a la cotización de su moneda. El abultado superávit comercial obtenido, será el argumento esgrimido por la Casa Blanca para reclamar por enésima vez una apreciación del yuan, al objeto de reducir el gigantesco déficit comercial que tiene con Pekín. Pero no creo que en ese ámbito vayan a producirse grandes cambios. Una apreciación del yuan que no fuese puramente testimonial, podría dañar seriamente al sector exportador chino, lo que equivaldría a tirarse piedras en el propio tejado. Por tanto, todo apunta a que este año, y al menos hasta que pasen los Juegos Olímpicos de 2008, las cosas seguirán como hasta ahora.
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Hoy se ha conocido que la economía china creció en 2006 un 10,7%, lo que supone la tasa más elevada desde 1995 y el cuarto año consecutivo con un crecimiento de dos dígitos. Si este elevado ritmo continúa (para este año las autoridades chinas prevén un 10,5%), en 2008 China superará a Alemania, convirtiéndose en la tercera mayor economía del planeta, sólo por detrás de Estados Unidos y Japón. Al igual que en años anteriores, el patrón de crecimiento se sustenta en el fuerte incremento de la inversión en activos fijos, un 24% con respecto a 2005 (a pesar de las políticas monetarias levemente restrictivas que viene aplicando el Banco Central), y en el sector exterior. En este último campo, China obtuvo un superávit comercial de 177.500 millones de dólares y, tal y como ha declarado hoy mismo Angela Merkel en Davos el gigante asiático puede convertirse en el mayor exportador mundial en 2008, desplazando a Alemania y a Estados Unidos.

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21
Nov

La aproximación entre China e India

Escrito el 21 noviembre 2006 por JUAN CARLOS MARTINEZ en China, Economía Mundial

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    [post_content] => Tras asistir el pasado fin de semana a la Cumbre de Países de Asia y Pacífico (APEC), ayer llegó a India el presidente de China, Hu Jintao. Con esta visita, busca normalizar las relaciones entre ambos colosos emergentes e incrementar la cooperación económica y comercial. Históricamente, las relaciones entre los dos países han sido difíciles, debido a litigios fronterizos: China e India se reclaman mutuamente territorios, lo que les llevó incluso a un enfrentamiento armado en 1962. Además, India es el refugio del Dalai Lama y de más de 100.000 exiliados tibetanos que no aceptan la anexión que Pekín hizo del Tibet en 1959. Y por último, China ha sido siempre un buen aliado de Pakistán, el tradicional enemigo de India, y ha colaborado decisivamente en el desarrollo del programa nuclear de Islamabad.

Pero parece que ha llegado la hora de poner fin a las disputas. Ambos países, que comparten más de tres mil kilómetros de frontera, y reúnen a casi 2.500 millones de personas (un 40% de la población mundial), tienen intereses comunes. En primer lugar, comerciales: si en el año 2000 los intercambios bilaterales apenas alcanzaron los 3.000 millones de dólares, este año superarán los 20.000 millones, y el objetivo es duplicarlos en 2010. China se ha convertido en el principal proveedor de India, por delante de Estados Unidos, y su mercado ya es tercer destino de las exportaciones indias. Además, Nueva Delhi vería con buenos ojos que las inversiones chinas le ayudaran a mejorar sus desastrosas infraestructuras.

Incluso la distinta orientación que están siguiendo sus modelos de desarrollo (fundamentalmente basado en la industria el chino y más orientado en los servicios, el indio), puede ser complementaria. Y por otra parte, ambos países comparten idéntica problemática derivada de su acelerado desarrollo: crecientes desigualdades sociales y territoriales, desbocado crecimiento urbano por la emigración rural, desequilibrios medioambientales, dependencia energética, necesidad de mejorar sus infraestructuras… De alguna manera, China e India están pensando que es mejor ser socios que rivales, en el camino que les lleva al liderazgo de la economía mundial. ¿Deberíamos preocuparnos por ello?
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Tras asistir el pasado fin de semana a la Cumbre de Países de Asia y Pacífico (APEC), ayer llegó a India el presidente de China, Hu Jintao. Con esta visita, busca normalizar las relaciones entre ambos colosos emergentes e incrementar la cooperación económica y comercial. Históricamente, las relaciones entre los dos países han sido difíciles, debido a litigios fronterizos: China e India se reclaman mutuamente territorios, lo que les llevó incluso a un enfrentamiento armado en 1962. Además, India es el refugio del Dalai Lama y de más de 100.000 exiliados tibetanos que no aceptan la anexión que Pekín hizo del Tibet en 1959. Y por último, China ha sido siempre un buen aliado de Pakistán, el tradicional enemigo de India, y ha colaborado decisivamente en el desarrollo del programa nuclear de Islamabad.

Pero parece que ha llegado la hora de poner fin a las disputas. Ambos países, que comparten más de tres mil kilómetros de frontera, y reúnen a casi 2.500 millones de personas (un 40% de la población mundial), tienen intereses comunes. En primer lugar, comerciales: si en el año 2000 los intercambios bilaterales apenas alcanzaron los 3.000 millones de dólares, este año superarán los 20.000 millones, y el objetivo es duplicarlos en 2010. China se ha convertido en el principal proveedor de India, por delante de Estados Unidos, y su mercado ya es tercer destino de las exportaciones indias. Además, Nueva Delhi vería con buenos ojos que las inversiones chinas le ayudaran a mejorar sus desastrosas infraestructuras.

Incluso la distinta orientación que están siguiendo sus modelos de desarrollo (fundamentalmente basado en la industria el chino y más orientado en los servicios, el indio), puede ser complementaria. Y por otra parte, ambos países comparten idéntica problemática derivada de su acelerado desarrollo: crecientes desigualdades sociales y territoriales, desbocado crecimiento urbano por la emigración rural, desequilibrios medioambientales, dependencia energética, necesidad de mejorar sus infraestructuras… De alguna manera, China e India están pensando que es mejor ser socios que rivales, en el camino que les lleva al liderazgo de la economía mundial. ¿Deberíamos preocuparnos por ello?

14
Nov

La atractiva economía india

Escrito el 14 noviembre 2006 por JUAN CARLOS MARTINEZ en China, Economía Mundial

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    [post_content] => Esta mañana ha dado una conferencia en el Instituto, el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores de India, Mr. Anand Sharma. En ella ha desgranado los atractivos y las oportunidades que ofrece su país como destino de inversiones. En este caso de inversiones españolas, por cierto, muy escasas hasta la fecha.

En los últimos tiempos, India se está configurando como el otro gran gigante emergente del continente asiático y de la economía mundial. La mayor democracia del planeta, con unos 1.100 millones de personas, superará en población a China dentro de 25 ó 30 años. Su crecimiento económico se ha acelerado desde 2003, y actualmente supera el 8%, gracias a la demanda interna, a las exportaciones, y a la entrada de capitales extranjeros. Aunque lo que distingue a India, es que su patrón de crecimiento está basado fundamentalmente en desarrollo de los servicios, frente al modelo industrial de los tigres y dragones del sudeste asiático. Gracias al alto grado de cualificación y al dominio del inglés que tiene una parte significativa de su población, el país se está convirtiendo en un centro de desarrollo de servicios y de tecnologías de la información. Actualmente es la décima potencia económica mundial, y su economía es aproximadamente un tercio de la china, pero las previsiones indican que India podría convertirse en la tercera economía del planeta hacia el año 2035.

A pesar de sus altas tasas de crecimiento, la economía no presenta grandes desajustes macroeconómicos, salvo en el ámbito fiscal: la inflación viene rondando el 5% y el déficit por cuenta corriente, aunque aumentando, no alcanza el 3% de su PIB. Pero su talón de Aquiles, (obviando por supuesto los dramáticos niveles de pobreza y de desigualdades sociales), son sus infraestructuras. Si India quiere mantener sus ritmos de crecimientos necesitará fortísimas inversiones para mejorarlas. Y debido a que el déficit público, supera el 7% del PIB, y a que la deuda pública acumulada, ronda el 80% del PIB, resulta difícil pensar que el país podrá acometer en solitario las inversiones necesarias, lo que abre una ventana de oportunidades a las grandes constructoras españolas.

La cuestión a dilucidar es si en India, al igual que en China, se darán las condiciones necesarias para poder seguir creciendo a tasas superiores al 8% durante mucho tiempo.
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Esta mañana ha dado una conferencia en el Instituto, el Secretario de Estado de Asuntos Exteriores de India, Mr. Anand Sharma. En ella ha desgranado los atractivos y las oportunidades que ofrece su país como destino de inversiones. En este caso de inversiones españolas, por cierto, muy escasas hasta la fecha.

En los últimos tiempos, India se está configurando como el otro gran gigante emergente del continente asiático y de la economía mundial. La mayor democracia del planeta, con unos 1.100 millones de personas, superará en población a China dentro de 25 ó 30 años. Su crecimiento económico se ha acelerado desde 2003, y actualmente supera el 8%, gracias a la demanda interna, a las exportaciones, y a la entrada de capitales extranjeros. Aunque lo que distingue a India, es que su patrón de crecimiento está basado fundamentalmente en desarrollo de los servicios, frente al modelo industrial de los tigres y dragones del sudeste asiático. Gracias al alto grado de cualificación y al dominio del inglés que tiene una parte significativa de su población, el país se está convirtiendo en un centro de desarrollo de servicios y de tecnologías de la información. Actualmente es la décima potencia económica mundial, y su economía es aproximadamente un tercio de la china, pero las previsiones indican que India podría convertirse en la tercera economía del planeta hacia el año 2035.

A pesar de sus altas tasas de crecimiento, la economía no presenta grandes desajustes macroeconómicos, salvo en el ámbito fiscal: la inflación viene rondando el 5% y el déficit por cuenta corriente, aunque aumentando, no alcanza el 3% de su PIB. Pero su talón de Aquiles, (obviando por supuesto los dramáticos niveles de pobreza y de desigualdades sociales), son sus infraestructuras. Si India quiere mantener sus ritmos de crecimientos necesitará fortísimas inversiones para mejorarlas. Y debido a que el déficit público, supera el 7% del PIB, y a que la deuda pública acumulada, ronda el 80% del PIB, resulta difícil pensar que el país podrá acometer en solitario las inversiones necesarias, lo que abre una ventana de oportunidades a las grandes constructoras españolas.

La cuestión a dilucidar es si en India, al igual que en China, se darán las condiciones necesarias para poder seguir creciendo a tasas superiores al 8% durante mucho tiempo.

30
Sep

Cuba después de la muerte de Fidel Castro

Escrito el 30 septiembre 2006 por en América Latina, China, Cuba

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1) Transformación cubana a la española: La muerte de Fidel produciría dentro del partido comunista un cambio hacia la democracia. Se produciría dentro de la Isla un frente común, donde podría haber algunos exiliados, pero siempre de forma minoritaria, para hacer la transición de la dictadura a la democracia. Se abriría un periodo de incertidumbre hasta llegar a una transición pacífica, durante el que se podrían producir tensiones sociales temporales.
2) Transformación cubana a la china: Reformas económicas con partido comunista único. Raúl Castro optaría por un sistema de libertad económica con represión política, como el existente en China. Más que por convencimiento que tuviera Raúl de las virtudes del mercado y de la competencia sería por una necesidad derivada de compensar con mejoras económicas la falta del líder máximo, Fidel, cuyo carisma entre los cubanos es innegable.
3) Transformación cubana a la venezolana: Generar un nuevo liderazgo carismático, tipo Chávez, que transforme el castrismo en chavismo. En otro orden de cosas no se debe olvidar que el presidente venezolano, Hugo Chávez, controla el petróleo que recibe Cuba, y al final él puede tener mucho que decir sobre quién va a mandar en La Habana, de ahí que algunos lo hayan empezado a incluir en sus análisis sobre el futuro.
4) Transformación cubana a la rumana: Muere Fidel y el pueblo se levanta en armas contra el Gobierno y el partido comunista cuyos principales líderes se exilian a Venezuela. Entra en la Isla el exilio cubano de Miami y se produce un frente común de oposición al castrismo interno y externo para transformar la dictadura en democracia. En este proceso se podría producir violencia e incluso sería posible una guerra civil abierta.
5) Transformación cubana a la soviética: Sustituir a Fidel Castro por la nomenclatura. ¿Quienes formarían la nomenclatura? además de Raúl Castro estarían José Ramón Machado Ventura, José Ramón Balaguer, Esteban Lazo y, el más joven de todos, Carlos Lage. Los tres primeros, figuras hieráticas del aparato provincial y nacional del Partido Comunista; el cuarto, un primer ministro en funciones desde hace quince años. A ellos se podrían unir, otro líder muy visible de la nomenclatura de la isla, el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, y otro más, el joven ministro de exteriores Felipe Pérez Roque y por último podría estar también el presidente del Banco Central, Francisco Soberón Valdés. ¿Podría haber una guerra abierta entre las diferentes facciones del partido Comunista? ¿Cuánta cohesión habrá dentro de esta nomenclatura y, sobre todo, cuánta tranquilidad social logrará preservar este equipo sucesor, en medio de la múltiple presión de tantos cubanos ansiosos de democracia y de un mejor nivel de vida?

¿Te inclinas por alguna alternativa? O quizá se te ocurre una distinta a estas 5.
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A Cuba después de la muerte de Fidel se le abren varias alternativas:
1) Transformación cubana a la española: La muerte de Fidel produciría dentro del partido comunista un cambio hacia la democracia. Se produciría dentro de la Isla un frente común, donde podría haber algunos exiliados, pero siempre de forma minoritaria, para hacer la transición de la dictadura a la democracia. Se abriría un periodo de incertidumbre hasta llegar a una transición pacífica, durante el que se podrían producir tensiones sociales temporales.
2) Transformación cubana a la china: Reformas económicas con partido comunista único. Raúl Castro optaría por un sistema de libertad económica con represión política, como el existente en China. Más que por convencimiento que tuviera Raúl de las virtudes del mercado y de la competencia sería por una necesidad derivada de compensar con mejoras económicas la falta del líder máximo, Fidel, cuyo carisma entre los cubanos es innegable.
3) Transformación cubana a la venezolana: Generar un nuevo liderazgo carismático, tipo Chávez, que transforme el castrismo en chavismo. En otro orden de cosas no se debe olvidar que el presidente venezolano, Hugo Chávez, controla el petróleo que recibe Cuba, y al final él puede tener mucho que decir sobre quién va a mandar en La Habana, de ahí que algunos lo hayan empezado a incluir en sus análisis sobre el futuro.
4) Transformación cubana a la rumana: Muere Fidel y el pueblo se levanta en armas contra el Gobierno y el partido comunista cuyos principales líderes se exilian a Venezuela. Entra en la Isla el exilio cubano de Miami y se produce un frente común de oposición al castrismo interno y externo para transformar la dictadura en democracia. En este proceso se podría producir violencia e incluso sería posible una guerra civil abierta.
5) Transformación cubana a la soviética: Sustituir a Fidel Castro por la nomenclatura. ¿Quienes formarían la nomenclatura? además de Raúl Castro estarían José Ramón Machado Ventura, José Ramón Balaguer, Esteban Lazo y, el más joven de todos, Carlos Lage. Los tres primeros, figuras hieráticas del aparato provincial y nacional del Partido Comunista; el cuarto, un primer ministro en funciones desde hace quince años. A ellos se podrían unir, otro líder muy visible de la nomenclatura de la isla, el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón, y otro más, el joven ministro de exteriores Felipe Pérez Roque y por último podría estar también el presidente del Banco Central, Francisco Soberón Valdés. ¿Podría haber una guerra abierta entre las diferentes facciones del partido Comunista? ¿Cuánta cohesión habrá dentro de esta nomenclatura y, sobre todo, cuánta tranquilidad social logrará preservar este equipo sucesor, en medio de la múltiple presión de tantos cubanos ansiosos de democracia y de un mejor nivel de vida?

¿Te inclinas por alguna alternativa? O quizá se te ocurre una distinta a estas 5.

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