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Sep

(Una versión actualizada y un poco de la que puedes leer en este post la puedes encontrar aquí)

La competitividad de un país se define como el grado en el que éste puede, bajo condiciones de libre mercado, producir bienes y servicios que superan la prueba de los mercados internacionales, al mismo tiempo que mantiene y expande el nivel de vida de su población en el largo plazo. Un indicador relevante de competitividad es el que realiza el Informe Competitividad Mundial (2012-2013) y que publicó ayer el Foro Económico Mundial (World Economic Forum). España conserva su posición ocupando por segundo año consecutivo el puesto 36 en el ranking que compara el grado de competitividad de 144 economías.

Por cuarto año consecutivo, Suiza ocupa el primer puesto del ranking del Informe de Competitividad Global (2012-2013). Singapur se mantiene en el segundo puesto y Finlandia, en tercer puesto. Después se ubican Suecia (4), Holanda (5), Alemania (6), EEUU (7) y Gran Bretaña (8). Hong Kong (nº 9) y Japón (nº 10) completan la clasificación de las diez economías más competitivas del mundo. Destaca la pérdida de dos posiciones de EEUU, frente a una ganancia de cuatro posiciones del Reino Unido. Entre los emergentes, los más destacable es la subida de Panamá (9 posiciones) y, sobre todo, la de Turquía (16 posiciones hasta la posición 43).

Cuadro: RANKING DE COMPETITIVIDAD

PAÍSES / AÑO 1995 2002 2007 2009  2010 2012
Estados   Unidos 1 1 1 2    4  7
Alemania 6 14 7 7   5 6
Francia 17 30 16 16 15 21
Reino Unido 18 11 12 13 12 8
España 28 22 29 33 42 36
Italia 30 39 49 48  48 42

Fuente: WEF The Global Competitiveness Report 2012-2013.

España

Factores positivos

Entre los elementos que favorecen la competitividad española, los autores señalan la calidad de sus infraestructuras de transporte, que ocupan el décimo puesto absoluto, el tamaño de su mercado (14), así como las altas tasas de matriculación en educación superior (18), lo que proporciona una amplia fuente de trabajadores cualificados, que si se moviliza apropiadamente, ayudaría en la muy necesaria transición de España hacia actividades de mayor valor añadido. Esta transición de la estructura productiva española hacia actividades mas exportadoras y competitivas puede venir facilitada por el buen nivel de España en términos de implantación de tecnologías de la información y comunicación (posición 24 del ranking mundial).

Debilidades

A pesar de estas fortalezas, la competitividad española se ve perjudicada por sus desequilibrios macroeconómicos, la dificultad de controlar la deuda pública, la evasión fiscal, el comportamiento de los sindicatos, la corrupción de los ayuntamientos y de los partidos políticos, insuficiente gasto en inversiones en investigación, desarrollo e innovación, la mala conexión entre la investigación pública y las empresas y las dificultades de encontrar crédito.  De hecho, España ocupa en el análisis elaborado por el Foro Económico Mundial el puesto 122 en lo que se refiere al grado de asequibilidad del acceso de sus empresas a financiación, circunstancia que queda reflejada por los cada vez mayores diferenciales de los bonos españoles en relación a las economías más sólidas.

Por otro lado, el informe apunta que, a pesar de haberse registrado una ligera mejoría, el mercado laboral español continúa siendo muy rígido ( puesto 123), aunque destaca que las recientes reformas estructurales, tanto en el sistema bancario como en el mercado laboral, deberían contribuir a afrontar estas debilidades una vez que se implementen.

Sin embargo, el Foro Económico Mundial advierte, tal como señalamos hace poco en este blog, de que los recientes recortes en el gasto público destinado a investigación e innovación, unidos a las crecientes dificultades del sector privado a la hora de captar financiación para estas actividades, podría lastrar la capacidad de innovar de las empresas españolas (44), algo “crucial” para facilitar la transformación económica de España.

¿De qué depende la competitividad?

La competitividad está estrechamente relacionada con los factores del entorno de las empresas como son unas sólidas políticas económicas, un sistema judicial eficiente y transparente, un conjunto estable de instituciones democráticas, y el progreso en las condiciones sociales. Pero como dice Michael Porter esos factores contribuyen enormemente a una economía saludable pero la verdadera competitividad se mide por la productividad. La productividad permite a un país soportar salarios altos y una rentabilidad atractiva del capital. Y con ello, un alto nivel de vida. Por tanto, lo que más importa para la competitividad es la productividad de las actividades económicas que se desarrollan en un país determinado.

¿De qué depende la productividad?

La productividad depende del nivel educativo, de la calidad de la mano de obra, del nivel tecnológico, del funcionamiento de los mercados, del sistema financiero, de las infraestructuras, etc. Como dice Porter mejorar la competitividad es un maratón, no una carrera de 100 metros lisos. Uno de los mayores retos a los que se enfrentan los países es cómo mantener el ritmo de avance de su competitividad. No existe ninguna política o medida que por sí sola pueda crear la competitividad, sino que deben haber muchas mejoras en muchos ámbitos distintos, mejoras que inevitablemente tardan en dar fruto.

(Una versión actualizada y un poco de la que puedes leer en este post la puedes encontrar aquí)

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