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Flujos de capitales a países emergentes

Escrito el 27 enero 2011 por José Ramón Diez Guijarro en América Latina, China, Economía Mundial

El cambio estructural en la economía mundial que está suponiendo el creciente peso económico de los países emergentes -aunque como reconoce Jim O’Neill, el creador del acrónimo BRIC, es un poco patético llamar emergentes a países como Brasil, China, Rusia o la India- se está reflejando en los flujos de capital a estos países. Todos los inversores del mundo quieren estar presentes en estas economías, no sólo para diversificar sus carteras, sino para aprovechar el tremendo potencial de crecimiento y, por tanto, de rentabilidad. Es más, analizando los flujos de capital en los últimos años nos daríamos cuenta de que algo está cambiando de manera definitiva en la percepción de los inversores. Pero vayamos con los datos.

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El informe de enero del IIF (Institute of International Finance) estima que las entradas netas de capital a economías emergentes en 2010 ascendieron a 908.000 millones de dólares, un 50% más que en 2009. Además, ha revisado al alza las entradas estimadas tanto para 2011 como para 2012, sobre todo, por la mayor recuperación que contemplan para el crédito bancario.

Por destino geográfico, Asia emergente sigue siendo la preferida al absorber casi el 40% del total de entradas de capital en economías emergentes. América Latina y Europa emergente se encontrarían bastante igualadas en cuanto a destino de preferencia por los inversores, y recibirían, cada una, más del 20% del total de entradas. Respecto a las entradas de inversión directa, Asia volvería a ser el mayor receptor (unos 150.000 millones al año) destinándose la mitad de ellas a China. De hecho, las inversiones directas en China casi igualarían a las que se registrarían en el conjunto de América Latina.

Las perspectivas para las entradas de capital a las economías emergentes son bastante favorables y no parece factible un cambio brusco de tendencia en el medio plazo. Varios son los factores que avalan esta hipótesis:

– La mejora en los fundamentos económicos es estructural. La aplicación durante la última década de políticas económicas ortodoxas y de reformas ha dotado a las economías emergentes de una mayor resistencia para superar episodios de crisis. La posición de las cuentas públicas es más sólida, en general, que en el mundo desarrollado, y los bancos centrales han ganado una notable credibilidad en su compromiso con el control de la inflación.

– El escenario a corto y medio plazo es muy favorable: estimamos que el crecimiento medio de las economías emergentes superará el 6% en los dos próximos años, mientras que en las economías desarrolladas se mantendrán en torno al 2,0%, en media.

 – Rentabilidades más atractivas. Las políticas monetarias de los países emergentes y de los desarrollados seguirán siendo divergentes a corto plazo. La mayor parte de las economías en desarrollo ya comenzó a tensionar sus condiciones monetarias durante 2010, mientras que las principales desarrolladas siguen abogando por una política monetaria muy laxa. Esto amplía aún más el diferencial de tipos de interés a favor de las economías emergentes, incentivando la entrada de capital extranjero.

Aunque es indudable que las entradas de capital en las economías emergentes son positivas (permiten financiar proyectos de inversión a las economías con bajas tasas de ahorro, favorecen el desarrollo de los mercados financieros, entre otras) también pueden tener un impacto negativo, al apreciar los tipos de cambio por encima de sus niveles de equilibrio y alimentar la formación de burbujas. Para limitar estos efectos negativos, algunas economías emergentes han implantado controles de capital durante 2010 y, dadas las perspectivas que se manejan para las entradas de inversión extranjera en economías emergentes, esta práctica seguirá siendo habitual en el medio plazo.

No obstante, la efectividad en el medio plazo de la mayor parte de los controles de capital para frenar las entradas de capital y limitar la magnitud de la apreciación de las divisas es bastante limitada, sobre todo, cuando las entradas de inversión extranjera vienen condicionadas por el escenario macroeconómico del país receptor. Los controles de capital deben ser una herramienta más y deben combinarse, por ejemplo, con la implementación de una política fiscal contractiva que contribuya a reducir los desequilibrios y a prolongar la fase expansiva, al tiempo que favorece el saneamiento de las cuentas públicas. Esto reduce la presión sobre los tipos de interés y desincentiva la entrada de capital especulativo.

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