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Ene

Hace dos meses, el 18 de noviembre, escribí en este blog un post titulado “El coste político de las crisis económicas” el post fue un éxito de entradas y de comentarios (32). Desde entonces se han ido cumpliendo más o menos mis predicciones: Los socialistas catalanes perdieron las elecciones; la derecha griega que había perdido las elecciones generales por su mala gestión de la crisis volvió a perder las municipales; probablemente el partido socialista gobernate en Portugal perderá las elecciones generales adelantadas y el Fianna Fáil irlandés (liberales) ha convocado elecciones anticipadas, que también perderá. En aquel post concluíamos que los electores quieren otra cosa, aunque no sepan bien qué. Por tanto Sarkozy, Obama, Zapatero y Berlusconi tienen los días contados. Y la Historia muestra que los políticos que salen elegidos en las crisis económicas -caso de Roosevelt, Reagan, Thatcher, Felipe González en 1982, José María Aznar en 1996, Cameron- cambian la política económica del Gobierno anterior. Y con esas transformaciones profundas, la Historia muestra también que se sale de las crisis y que la economía mejora.

Roosevelt (sentado a la derecha en la foto) no pactó con Hoover (de pie a la izquierda)

Acabo de terminar de leer el libro “Los señores de las finanzas (Los cuatro hombres que arruinaron el mundo)” escrito por Liaquat Ahamed. En él se cuenta que Hoover intentó pactar en varias ocasiones con Roosevelt. El último intento de pacto fue el último día de Hoover en la Presidencia de Estados Unidos (EEUU). Ahmed cuenta la siguiente anécdota en la página 518. Era el 3 de marzo de 1.933,y aquella tarde y como es tradición, Roosevelt y algunos  miembros de su familia -Aleanor, su hijo James y su nuera Betsy- le hicieron una visita de cortesía. Tras una recepción para tomar el té, charlando amigablemente de temas intrascendentes, Hoover pidió ver a Roosevelt a solas. Se retiraron al estudio de Hoover, donde se les unió Mayer; el secretario del Tesoro, Mills, y el asistente de Roosevelt, Raymond Moley. Meyer y Mills trataron una vez más de persuadir al nuevo presidente, que empezaría a gobernar al día siguiente, de que colaborase con la administración republicana saliente en alguna clase de acción bilateral. Roosevelt se negó. Roosevelt aseveró que el presidente en ejercicio, todavía Hoover, debería hacer lo que debía;  no haría nada hasta después de su investidura al día siguiente. Eleanor oía fragmentos de la conversación a través de la puerta abierta. En un momento dado, Hoover preguntó: <<¿Firmarás conmigo una declaración conjunta esta noche para cerrar los bancos?>>. Roosevelt respondió: <<¡Ni hablar!>>.  ¡Si no tienes agallas para hacerlo tú solo, esperaré a ser presidente para hacerlo yo!>>. Estaba muy claro que la estrategia de Roosevelt consistía en negarse a cooperar con la esperanza de atribuirse cualquier mejora que viniese a continuación.

Si lo que Hoover intentaba era que Roosevelt apoyara una acción preventiva bipartidista, no lo consiguió. Al día siguiente,  nada tomar posesión como presidente de EEUU, Roosevelt mandó cerrar los bancos y organizó el plan de rescate bancario.  Aquél fue otro trago amargo para Hoover. Un plan de rescate bancario introducido por Roosevelt, un hombre al que despreciaba, redactado por la gente de Hoover basándose en principios propuestos originalmente por él, había restablecido en una semana la confianza que le había sido esquiva a Hoover durante tres años de lucha contra la Depresión.

Roosevelt tenía un programa económico deficiente e incoherente

El programa económico de Roosevelt estaba poco elaborado. Pocos elementos habían sido meditados, algunos eran contradictorios y en gran medida ineficaces. Si bien gran parte de la legislación era loable (mejorar la justicia social) tenía muy poco que ver con impulsar la economía. No obstante, oculta entre aquella miscelánea, incluida en el último minuto como una enmienda a la Agricultural Adjustment Act, había una medida que tuvo un éxito que fue más allá de las expectativas más descabelladas a la hora de reactivar la economía. Se trataba del abandono temporal del patrón oro y la devaluación del dólar (página 521).

¿Tiene Rajoy un programa económico elaborado? Probablemente no; ¿Lo tenía Roosevelt? Parece que no. Liaquat Ahame viene a decir en su libro que Roosevelt no ganó las elecciones del año 1932 por su programa económico. Efectivamente, en el campo económico Roosevelt tenía la desconcertante habilidad de proponer medidas contradictorias sin el menor rubor. Así, al mismo tiempo que prometía aumentar las prestaciones federales por desempleo, defendía el aumento de los aranceles, el desarrollo de proyectos  energéticos por parte del gobierno, una mayor regulación de los mercados de valores u la separación de la banca comercial u de inversión, criticaba a Hoover por su extravagancia fiscal, le acusaba de fomentar la inflación y prometía equilibrar el presupuesto comprometiéndose personalmente a lograr una moneda fuerte.

No obstante a los votantes americanos no les importaba la coherencia del programa, lo que querían era una acción audaz. En noviembre de 1932, Roosevelt obtuvo la victoria electoral más amplia de la historia de los EEUU.

Una lección que se podría extraer del libro de Liaquat Ahame es que no importaba si el que iba a suceder a Hoover tenía un plan económico bueno, malo, coherente o incoherente. Lo importante era que alguien sucediese a Hoover un Presidente que había metido a EEUU en la Gran Depresión de los años Treinta. Desgraciadamente desde 1929 (crack bursátil de 1929) hasta 1933 se perdieron 4 años. Afortunadamente, el presidente Roosevelt acertó, entre otros motivos porque utilizó medidas ya previstas por Hoover pero que su desgaste político le impidió aplicar. Pero también porque exploró nuevos caminos y logró sepultar la obstinada adhesión a antiguas ideas económicas.

Roosevelt no pactó con Hoover, tampoco lo hizo Margaret Thatcher con James Callaghan, ni Reagan pactó con Carter, Felipe González tampoco lo hizo con Calvo Sotelo, Cameron no pactó on Gordon Brown, etc. ¿Debe pactar Mariano Rajoy con el gobierno socialista?

Por el contrario ¿Debe dimitir Rodríguez Zapatero y dejar paso a alguien que nos saque de la crisis económica? Mientras tanto ¿se está perdiendo un tiempo precioso?

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