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Mar

Tal como hemos señalado reiteradamente en este blog de economía, el comercio internacional es un factor que contribuye poderosamente a aumentar la renta y la riqueza de los países. Esta insistencia no se debe a una especie de manía o filia que tenemos los escritores del blog por defender la libertad de comercio sino a que la teoría económica se ha encargado de demostrar, desde hace 200 años, con modelos cada vez más sofisticados, los grandes beneficios que genera el comercio internacional para el conjunto de la humanidad. De ahí que la mayoría de los economistas, también los que escribimos en este blog, defendamos la libertad de comercio como un instrumento que mejora las condiciones de vida y de trabajo de la población mundial.

Los políticos han seguido, aunque no siempre, los consejos de los economistas. Sin embargo, parece que ahora el gobierno de España, aprovechando que ostenta la presidencia de turno de la Unión Europea (UE), quiere que se firmen acuerdos de libre comercio de la UE con el Mercosur, Centroamérica y Panamá, así como con varios países andinos, en una cumbre UE-Latinoamérica y Caribe que tendrá lugar este mes de mayo en Madrid.

La política agraria proteccionista de la UE

Desgraciadamente, el acuerdo no es fácil. En las últimas décadas la UE ha protegido excesivamente su agricultura a través de la Política Agraria Común (PAC). La PAC es, como hemos señalado reiteradamente en este blog, una de las aberraciones mayores de la UE y ha impedido a muchos países de América Latina (a los que ahora se les pide un acuerdo de libe comercio) exportar alimentos y otros productos agrarios a Europa y conseguir así las divisas que necesitaban y necesitan para financiar su desarrollo económico. 

En este sentido, la PAC ha provocado repulsas, no sólo por parte de los países latinoamericanos, sino también, por parte de los propios ciudadanos de la UE para quienes los elevados precios de los productos agrícolas no están justificados. Una reflexión sobre la política de subvenciones agrarias y de compra de excedentes de la UE muestra la irracionalidad de ciertas intervenciones y complicaciones en el mercado, que impiden acuerdos de libre comercio  entre la UE y América Latina. De ahí que los acuerdos que ahora la UE negocia con América Latina, para la cumbre que se celebrará en España el próximo mes de mayo, van a costar un esfuerzo muy considerable.

¿Saldrán adelante los acuerdos de mayo?

No se debe olvidar, por ejemplo, que la Unión Europea y Mercosur negocian desde hace diez años un acuerdo de asociación que todavía no ha llegado a buen puerto. Las conversaciones se frenaron en 2006 por las discrepancias en los apartados del comercio de bienes industriales, en el que la UE quiere mayor acceso, y en la agricultura, en la que los países del Mercosur quieren mayores facilidades para poder exportar a la UE. Una posibilidad, que beneficiaría la negociación y de paso a los agricultores europeos, es que el apartado agrícola se deje de momento fuera del acuerdo en la cumbre de mayo. ¿Aceptarán los países de América Latina que el capítulo agrícola quede fuera de las negociaciones? A mi me parece que no.

Los países de América del Sur y de Centroamérica ya han demostrado una gran capacidad para enfrentarse con los países de la Unión Europea por temas comerciales. Así, por ejemplo, el pasado 15 de diciembre los países de América Latina y de la UE firmaron un acuerdo que puso fin a 15 años de disputas por el irracional e injustificado arancel que la UE imponía a las importaciones del banano latinoamericano. Sin duda, el liderazgo ejercido por el presidente de Brasil Lula en Sudamérica obligará a los países europeos a negociar en mayo en Madrid también la reducción de los subsidios con los que protegemos nuestros mercados agrícolas. Es cierto que la UE ya ha hecho una reforma radical de la política de subsidios agrícolas. La reforma de la política agraria común ha desvinculado las subvenciones agrarias con la producción, es decir, aunque se mantienen las ayudas, la distorsión sobre el comercio agrícola es menor, lo que evita que se produzcan levados excedentes. Sin embargo, para los intereses de América Latina esta reforma de la PAC ha sido insuficiente. 

Los países de la UE, antes o después, tendrán que abrir sus mercados a las importaciones agrícolas procedentes de América Latina. Esto daría un fuerte impulso a sus economías (el sector agrícola representa en América Latina un 30% de su PIB). La reunión de este mes de mayo de Madrid debería tener por objeto el aumento del comercio internacional (también el agrario), entre ambas áreas geográficas, lo que permitirá aumentar, tal como predice la teoría económica, el crecimiento y el empleo tanto de la UE como de América Latina.

¿Habrá, en mayo, en Madrid, acuerdos de libre comercio entre la UE y América Latina?

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