Archivo de febrero/2007

7
Feb
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    [post_content] => La curva de Lorenz y el índice de Gini: Son dos indicadores relacionados entre si que miden el grado de distribución de la reenta en un país. Adjunto presentación.

La curva de Lorenz es una forma gráfica de mostrar la distribución de la renta en una población. En ella se relacionan los porcentajes de población (abscisas) con porcentajes de la renta (ordenadas) que esta población recibe. En la curva de Lorenz en el eje de abscisas, por tanto, se representa la población "ordenada" de forma que los percentiles de renta más baja quedan a la izquierda y los de renta más alta quedan a la derecha. El eje de ordenadas representa las rentas.

El índice de Gini: mide el grado de la distribución de la renta (o del consumo) entre los individuos de un país con respecto a una distribución con perfecta igualdad. El índice de Gini mide la concentración de la renta. Su valor puede estar entre cero y uno. Cuanto más próximo a uno sea el índice Gini, mayor será la concentración de la riqueza; cuanto más próximo a cero, más equitativa es la distribución de la renta en ese país. El valor 0 representa la igualdad perfecta y el 1, la desigualdad total.  Adjunto presentación clarificadora
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La curva de Lorenz y el índice de Gini: Son dos indicadores relacionados entre si que miden el grado de distribución de la reenta en un país. Adjunto presentación.

La curva de Lorenz es una forma gráfica de mostrar la distribución de la renta en una población. En ella se relacionan los porcentajes de población (abscisas) con porcentajes de la renta (ordenadas) que esta población recibe. En la curva de Lorenz en el eje de abscisas, por tanto, se representa la población «ordenada» de forma que los percentiles de renta más baja quedan a la izquierda y los de renta más alta quedan a la derecha. El eje de ordenadas representa las rentas.

El índice de Gini: mide el grado de la distribución de la renta (o del consumo) entre los individuos de un país con respecto a una distribución con perfecta igualdad. El índice de Gini mide la concentración de la renta. Su valor puede estar entre cero y uno. Cuanto más próximo a uno sea el índice Gini, mayor será la concentración de la riqueza; cuanto más próximo a cero, más equitativa es la distribución de la renta en ese país. El valor 0 representa la igualdad perfecta y el 1, la desigualdad total.  Adjunto presentación clarificadora

6
Feb

Turistas asiáticos

Escrito el 6 febrero 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en Economía española

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    [post_content] => Ayer tuvo lugar en el Instituto un interesante desayuno-coloquio, organizado por Asia Empresarial, sobre las oportunidades que ofrece España como destino del turismo asiático. Hasta hace poco, los únicos asiáticos que de forma masiva hacían turismo eran los japoneses, pero en los últimos años, como consecuencia del crecimiento económico que experimenta la región, se empiezan a añadir los nacionales de otros países a este fenómeno.  Concretamente, se analizaron las características de tres mercados emisores: el ya mencionado Japón, China e India, es decir, la mayor economía de Asia y los dos colosos emergentes.

A pesar de ser radicalmente distintos, estos tres mercados presentan ciertas características comunes. Es un turismo con un poder adquisitivo elevado, que viaja mayoritariamente en grupos organizados, interesado en destinos  urbanos (difícilmente veremos a un asiático en la playa), con cierto interés cultural (los japoneses sí que destacan en esta parcela) y al que le gusta mucho “hacer compras”, a lo que dedica una parte sustancial del presupuesto de su viaje.

Pero mientras en Japón el turismo es una actividad extendida socialmente, en China e India, de momento sólo está al alcance de una clase emergente. Por otra parte, en China la salida de turistas está fuertemente regulada por las autoridades, lo que unido a los escasos periodos vacacionales de los que gozan los chinos, limita bastante sus posibilidades,  a pesar de lo que se viene hablando últimamente en ese sentido. Por último, está la cuestión del destino. La mayor parte del turismo que hacen los asiáticos  tiene como destino los países limítrofes y sólo una pequeña proporción elige Estados Unidos o Europa como destino.



En lo referido a nuestro país, lo primero que hay que indicar es que, aunque están aumentando las llegadas,  no somos uno de sus destinos favoritos, puesto que no existe una clara identificación de la marca España como destino turístico, salvo para los japoneses. Éstos  si que valoran la valoran (Barcelona y la arquitectura de Gaudí son dos poderosos reclamos), pero en cambio para los chinos, París es su icono y para los indios, Londres es su imán en Europa. De ahí que haya que aumentar los esfuerzos para mejorar el conocimiento de España en esos mercados. Otro problema al que nos enfrentamos es a la ausencia de vuelos directos entre España, Japón, India y China lo que limita notablemente la capacidad de llegada de turistas.

Pero lo último y más grave, es que a veces las restricciones las ponemos nosotros mismos. Aunque ahora lleva dos años recuperándose, tras las medidas adoptadas (en 2006 nos visitaron casi 270.000), aún no ha alcanzado los casi 400.000 turistas japoneses que llegaron en 1998. ¿Las razones del descenso? La inseguridad ciudadana. Durante años, los japoneses de visita en España eran el bocado favorito de los atracadores. ¿La consecuencia? El Ministerio de Asuntos Exteriores japonés incluyó a España como destino no recomendado por su peligrosidad.
Otro ejemplo. En China sólo hay dos consulados españoles: Pekín y Shanghai. Ambos están desbordados, pues deben tramitar las solicitudes de adopción   de niñas chinas por parejas españolas, las más numerosas tras las estadounidenses. Eso limita la posibilidad de emitir los correspondientes visados a los turistas chinos, redundando en un menor número de visitantes.

Queda por tanto una inmensa tarea por realizar para poder ser un referente del turismo asiático, al igual que se es del turismo europeo. No hay que  olvidar que el turista asiático es radicalmente distinto del europeo (mucho más centrado en el sol y playa), lo que implica una profunda adaptación de la industria y de la administración a esos nuevos y emergentes mercados.  Por cierto, para aquellos que os intereses el tema, en las Comunidades del Instituto existe un magnífico blog dedicado al sector turístico.


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Ayer tuvo lugar en el Instituto un interesante desayuno-coloquio, organizado por Asia Empresarial, sobre las oportunidades que ofrece España como destino del turismo asiático. Hasta hace poco, los únicos asiáticos que de forma masiva hacían turismo eran los japoneses, pero en los últimos años, como consecuencia del crecimiento económico que experimenta la región, se empiezan a añadir los nacionales de otros países a este fenómeno. Concretamente, se analizaron las características de tres mercados emisores: el ya mencionado Japón, China e India, es decir, la mayor economía de Asia y los dos colosos emergentes.

A pesar de ser radicalmente distintos, estos tres mercados presentan ciertas características comunes. Es un turismo con un poder adquisitivo elevado, que viaja mayoritariamente en grupos organizados, interesado en destinos urbanos (difícilmente veremos a un asiático en la playa), con cierto interés cultural (los japoneses sí que destacan en esta parcela) y al que le gusta mucho “hacer compras”, a lo que dedica una parte sustancial del presupuesto de su viaje.

Pero mientras en Japón el turismo es una actividad extendida socialmente, en China e India, de momento sólo está al alcance de una clase emergente. Por otra parte, en China la salida de turistas está fuertemente regulada por las autoridades, lo que unido a los escasos periodos vacacionales de los que gozan los chinos, limita bastante sus posibilidades, a pesar de lo que se viene hablando últimamente en ese sentido. Por último, está la cuestión del destino. La mayor parte del turismo que hacen los asiáticos tiene como destino los países limítrofes y sólo una pequeña proporción elige Estados Unidos o Europa como destino.

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5
Feb
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    [post_content] => Un reciente discurso pronunciado por Gonzalo Anes en el Banco de España (con motivo de la entrega PREMIO DE ECONOMÍA REY JUAN CARLOS) afirma lo siguiente: 1) Que la época colonial española fue mejor, más rica y más respetuosa con los indígenas que la colonización inglesa en América y 2) Que es un error (y una tergiversación de la historia) culpar al reino de España, durante los siglos XVI al XIX, de los fracasos que América Latina viene cosechando durante los dos últimos siglos (siglos XX y XXI); además, asevera Gonzalo Anes que no hubo por parte de España una explotación colonial mayor en América que la realizada por Inglaterra en lo que luego fueron los EEUU. Vamos a desarrollar brevemente estas 2 afirmaciones de Anes.

Para la primera afirmación Anes compara el grado de urbanización en los virreinatos de El Perú y de la Nueva España con la franja occidental de lo que son hoy los Estados Unidos de América (la ocupada por las que habían sido las trece colonias antes de su independencia). En aquella franja atlántica, a finales del siglo XVIII, solo había seis ciudades con más de 8.000 habitantes, en las que vivía el tres por ciento de la población total del país. De esas ciudades, las más pobladas eran Nueva York y Filadelfia, con alrededor de 30.000 habitantes cada una. Ninguna de ellas podía equipararse en carácter urbano y en monumentalidad a ciudades como México, la Puebla de los Ángeles, Veracruz, Zacatecas, Guanajuato, La Habana, o Lima, Quito, Santa Fe y Buenos Aires, porque el desarrollo económico alcanzado era menor en los ya independientes Estados Unidos.

Para la segunda afirmación, más importante que la primera, Gonzalo Anes señala que las grandes diferencias de hoy, entre EEUU e Hispanoamérica no se generaron en la llamada «época de la colonia» (en las Indias jamás se organizó un régimen colonial, sino virreinal, análogo al de otros territorios de las Coronas de Castilla y de Aragón). Esas diferencias se generaron desde que se desintegraron los virreinatos en las naciones de hoy, ya que, desde entonces y muy gravemente en el siglo XX, no gozaron de regímenes parlamentarios estables, ni se respetaron preceptos constitucionales que, como en Estados Unidos, asegurasen el respeto a la propiedad privada y que hubiera una justicia independiente que garantizara el cumplimiento de los contratos. La diferencia es que EEUU goza de un alto nivel de vida y América Latina tiene una buena parte de la población que sufre.

¿Es cierto o falso lo que dice Anes? ¿Se admite como cierto que España es la culpable de los problemas de Hispanoamérica, cuando parece que es falso? ¿Los movimientos revolucionarios e independentistas en la América Hispana desde finales del siglo XVIII hasta los actuales que lideran Fidel Castro, Rafael Correa, Hugo Chavez, Evo Morales, se fundaron y se fundan en versiones del pasado que no se corresponden con la realidad histórica? ¿Fue la colonización inglesa en América mejor que la española? ¿Debe España pedir perdón por la colonización como pretende Fray Bartolomé de las Casas?
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Un reciente discurso pronunciado por Gonzalo Anes en el Banco de España (con motivo de la entrega PREMIO DE ECONOMÍA REY JUAN CARLOS) afirma lo siguiente: 1) Que la época colonial española fue mejor, más rica y más respetuosa con los indígenas que la colonización inglesa en América y 2) Que es un error (y una tergiversación de la historia) culpar al reino de España, durante los siglos XVI al XIX, de los fracasos que América Latina viene cosechando durante los dos últimos siglos (siglos XX y XXI); además, asevera Gonzalo Anes que no hubo por parte de España una explotación colonial mayor en América que la realizada por Inglaterra en lo que luego fueron los EEUU. Vamos a desarrollar brevemente estas 2 afirmaciones de Anes.

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4
Feb

¿ Qué es un sindicato ?

Escrito el 4 febrero 2007 por en Diccionario de Economía

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    [post_content] => Un sindicato es una asociación permanente de trabajadores cuya finalidad es defenderlos y negociar con los empresarios sobre salarios y otras condiciones laborales. También podría definirse sindicato como un cártel o monopolio destinado a obtener los máximos beneficios para sus miembros. Cuando existe pleno empleo y los trabajadores pueden encontrar trabajo con facilidad, es decir, pueden defenderse por sí mismos, la necesidad de formar parte de un sindicato (sindicación) es menor. La experiencia señala que en etapas de mayor crecimiento económico y mayor demanda de empleo (por parte de las empresas) los trabajadores y sindicatos aprovechan la favorable coyuntura para exigir mayores aumentos salariales. En cambio, en una situación de desempleo los sindicatos moderan sus demandas salariales y trasladan sus reivindicaciones a otros campos. Para poder mantener económicamente la actividad de los sindicatos, los afiliados deben estar dispuestos a pagar, como contrapartida, una cuota y aceptar la disciplina necesaria para respaldar las movilizaciones o huelgas organizadas por los sindicatos.


Un aspecto importante de las reivindicaciones de un sindicato (sindicalismo) es el nivel salarial relativo de sus miembros. Los estudios estadísticos señalan que, en un mismo sector, los trabajadores que forman parte de un sindicato (sindicados) ganan bastante más que los trabajadores no sindicados con la misma calificación. Lo que mejora la situación de los trabajadores organizados en sindicatos frente a los no organizados. Sin embargo, el poder sindical está limitado por la resistencia de los empresarios. Estos pueden modificar los procesos productivos para ahorrar mano de obra, subcontratar el trabajo a otras empresas menos sindicalizadas o importar los componentes de otros países. En casos extremos, los empresarios incluso pueden trasladar toda la producción a un lugar no controlado por los sindicatos o a países menos sindicalizados.

El marco legislativo que delimita la actividad de lo sindicatos ha permitido que éstos presionen a los gobiernos. Los sindicatos británicos se han convertido en el principal apoyo económico del Partido Laborista y en Norteamérica se han asociado al Partido Demócrata. Una de las principales razones de este tipo de asociaciones entre los sindicatos y los partidos políticos es el hecho de compartir los mismos principios e ideales sociales. En Francia, España e Italia, existen sindicatos que están más o menos vinculados a diferentes partidos políticos. En las democracias occidentales, la proporción de trabajadores sindicados ha variado mucho a lo largo del tiempo y según el país. En los últimos años la sindicación ha ido disminuyendo en los países de la OCDE a medida que mejoraba el nivel de bienestar económico. Por ello, en algunos países, los sindicatos han optado por una actitud diferente, apostando por el consenso con la patronal y gobierno y abandonando la confrontación. Así, por ejemplo, en algunos países europeos, especialmente Alemania, los sindicatos tienen representantes en los consejos de administración donde tienen voz y voto. Resulta muy representativo el caso de los sindicatos ingleses; sus ingresos están disminuyendo, al igual que el número de sindicados y parece existir un creciente escepticismo entre los trabajadores sobre los posibles beneficios de afiliarse a un sindicato. Para evitar la fuga de afiliados los sindicatos se están viendo obligados a introducir cambios, convirtiéndose en organizaciones más profesionales.

Desde que Margaret Thatcher llegó al poder en 1979, año en el que había un 60% de afiliación, el número de miembros en los sindicatos ha caído de forma alarmante, llegando en la actualidad a un nivel de sindicación del 31%. Sin embargo, no es sólo un problema británico. Con las transformaciones de la economía, la tasa de afiliación a nivel mundial se ha reducido a un 10%; aún es alta en los países escandinavos (más del 70%), pero ha descendido en Alemania, donde los sindicatos fueron muy influyentes hasta situarse en un 25%. En EEUU el nivel de afiliación a los sindicatos ha descendido hasta el 13%. Esto ha repercutido gravemente en las finanzas de los sindicatos y en su poder de negociación.

Probablemente el futuro de los sindicatos radique en los servicios individuales como seguros, préstamos a tipo de interés reducido, construcción de viviendas baratas y sistemas de pensiones complementarios para satisfacer las necesidades de sus miembros. Y a buscar nuevos afiliados en grupos hasta ahora poco representados como mujeres, jóvenes e inmigrantes (aunque los inmigrantes que van a los países ricos son vistos a menudo como competidores por los trabajadores nacionales). Los procesos de privatización y desregulación han contribuido a reducir el poder de los sindicatos, hoy escasamente implantados en el sector privado mientras siguen teniendo su bastión en el sector público. Sin embargo, los sindicatos seguirán jugando un papel fundamental en el diseño de los convenios colectivos, en la configuración y organización del trabajo y en mejorar las condiciones económicas y sociales de los trabajadores

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Un sindicato es una asociación permanente de trabajadores cuya finalidad es defenderlos y negociar con los empresarios sobre salarios y otras condiciones laborales. También podría definirse sindicato como un cártel o monopolio destinado a obtener los máximos beneficios para sus miembros. Cuando existe pleno empleo y los trabajadores pueden encontrar trabajo con facilidad, es decir, pueden defenderse por sí mismos, la necesidad de formar parte de un sindicato (sindicación) es menor. La experiencia señala que en etapas de mayor crecimiento económico y mayor demanda de empleo (por parte de las empresas) los trabajadores y sindicatos aprovechan la favorable coyuntura para exigir mayores aumentos salariales. En cambio, en una situación de desempleo los sindicatos moderan sus demandas salariales y trasladan sus reivindicaciones a otros campos. Para poder mantener económicamente la actividad de los sindicatos, los afiliados deben estar dispuestos a pagar, como contrapartida, una cuota y aceptar la disciplina necesaria para respaldar las movilizaciones o huelgas organizadas por los sindicatos.

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3
Feb
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    [post_content] => Pedro Morales preguntaba, el 21 de enero, en este mismo blog, como podía obtener el índice Big Mag, actualizado. Acaba de publicarse. Apareció el 1 de febrero en The Economist ¿Alguna novedad sobre lo indicado en  este mismo blog ¿Qué es el índice Big-Mac? Pues si. El índice Big-Mac que acaba de salir avala la opinión de muchos analistas que consideran que el euro está apreciado y el dólar depreciado. La sobrevaloración del euro ha sido cuantificada  por el índice Big-Mac en el 19%. Es decir, que el tipo de cambio en vez de estar, como está ahora en 1,30 dólares/euro debería estar en 1,10 dólares/euro. Sin embargo, la sobrevaloración de la corona noruega es muchísimo mayor: 106% con respecto al dólar. Y la del franco suizo también es brutal: el 57%. Parece que la moneda helvética continúa jugando el papel de moneda refugio en los momentos de incertidumbre. La hamburguesa más barata del mundo se vende en China (1,41 dólares) lo que implica que el yuan está muy infravalorado (56% depreciado con respecto al dólar) y le hace ser una economía muy competitiva (de ahí el deseo de la Administración de EEUU para que se revalúe). Y en América Latina, la más barata es la de Venezuela, con 1,58 dólares, que pone de manifiesto el control de cambios del gobierno y la fuerte crisis cambiaria que atraviesa el bolívar.


Los economistas nos tomamos más en serio de lo que parece el índice Big-Mac  y sobre él se han hecho una docena de estudios y tesis doctorales. Hace poco se publicó un libro dedicado al índice. Su autora, Li Lian Ong del Fondo Monetario Internacional, señala que el índice ha sido sorprendentemente exacto a la hora de prever la evolución de los tipos de cambio a largo plazo, aunque haya algunas desviaciones que nunca se corrijan, como es el caso de las monedas de los mercados emergentes que aparecen siempre infravaloradas. ¿Se apreciará el dólar frente al euro tal como indica el índice? ¿Apreciará China su moneda desde los 7,77 yuanes/dólar actual hasta el 3,5 que señasla el ïndice Big-Mac?


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Pedro Morales preguntaba, el 21 de enero, en este mismo blog, como podía obtener el índice Big Mag, actualizado. Acaba de publicarse. Apareció el 1 de febrero en The Economist ¿Alguna novedad sobre lo indicado en este mismo blog ¿Qué es el índice Big-Mac? Pues si. El índice Big-Mac que acaba de salir avala la opinión de muchos analistas que consideran que el euro está apreciado y el dólar depreciado. La sobrevaloración del euro ha sido cuantificada por el índice Big-Mac en el 19%. Es decir, que el tipo de cambio en vez de estar, como está ahora en 1,30 dólares/euro debería estar en 1,10 dólares/euro. Sin embargo, la sobrevaloración de la corona noruega es muchísimo mayor: 106% con respecto al dólar. Y la del franco suizo también es brutal: el 57%. Parece que la moneda helvética continúa jugando el papel de moneda refugio en los momentos de incertidumbre. La hamburguesa más barata del mundo se vende en China (1,41 dólares) lo que implica que el yuan está muy infravalorado (56% depreciado con respecto al dólar) y le hace ser una economía muy competitiva (de ahí el deseo de la Administración de EEUU para que se revalúe). Y en América Latina, la más barata es la de Venezuela, con 1,58 dólares, que pone de manifiesto el control de cambios del gobierno y la fuerte crisis cambiaria que atraviesa el bolívar.

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2
Feb

España se convierte en la 8º economía mundial

Escrito el 2 febrero 2007 por JUAN CARLOS MARTINEZ en Economía española, Economía Mundial

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    [post_content] => Hace unos días, el Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, anunciaba en una  conferencia pronunciada en Barcelona que el PIB español podía haberse situado por delante del canadiense, lo que convertiría a  España en la octava economía mundial, tras las de Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Reino Unido, Francia e Italia.  La noticia no es nueva. La agencia de calificación Standard&Poors, certificaba en un reciente informe lo mismo, e incluso el Banco Mundial en sus estadísticas referidas al año 2005,  situaba el GNI español levemente por encima del de Canadá.

Según las estimaciones provisionales, el PIB español en 2006 fue de 972.200 millones de euros y, en  2007,  se espera que alcance 1.037.600 de euros. Con estos datos, se ha vuelto a abrir el debate sobre si España debería ocupar el puesto de Canadá en el G-8, el grupo que forman las 7 mayores economías del mundo, excepto China, y al que asiste Rusia por su importancia geopolítica y que supone el 45% del PIB mundial. La presencia en dicho club ya fue planteada a nivel informal por el anterior gobierno español, encontrando más receptividad en Estados Unidos que en Europa (el canciller alemán Schroeder ironizó sobre el hecho de que un país que recibía subsidios de sus socios comunitarios quisiera formar parte del club de las naciones más ricas del mundo),  aunque sin que llegara a concretarse nada. Recientemente, diversos sectores económicos y empresariales españoles han vuelto  a plantear la conveniencia de solicitar la incorporación, aunque la postura del actual gobierno pasa por no considerarlo un asunto prioritario, sino algo que sucederá más tarde o más temprano.



Lo que está claro es que España no podrá mantenerse como octava economía mundial durante mucho tiempo. Parece difícil que Canadá (que cuenta con algo más de 32 millones de habitantes, frente a los casi 45 que tiene España), recupere la posición que ocupaba, salvo que se produjera una fuerte debacle en nuestra economía. Pero en cambio India, cuyo PIB es aproximadamente dos tercios del español  y  que crece a tasas reales del 8%, no parece que vaya a tardar mucho tiempo en superar el tamaño de la economía española.  Hasta que eso ocurra, ¿sería bueno que España formase parte de un hipotético G-9?


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Hace unos días, el Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, anunciaba en una conferencia pronunciada en Barcelona que el PIB español podía haberse situado por delante del canadiense, lo que convertiría a España en la octava economía mundial, tras las de Estados Unidos, Japón, Alemania, China, Reino Unido, Francia e Italia. La noticia no es nueva. La agencia de calificación Standard&Poors, certificaba en un reciente informe lo mismo, e incluso el Banco Mundial en sus estadísticas referidas al año 2005, situaba el GNI español levemente por encima del de Canadá.

Según las estimaciones provisionales, el PIB español en 2006 fue de 972.200 millones de euros y, en 2007, se espera que alcance 1.037.600 de euros. Con estos datos, se ha vuelto a abrir el debate sobre si España debería ocupar el puesto de Canadá en el G-8, el grupo que forman las 7 mayores economías del mundo, excepto China, y al que asiste Rusia por su importancia geopolítica y que supone el 45% del PIB mundial. La presencia en dicho club ya fue planteada a nivel informal por el anterior gobierno español, encontrando más receptividad en Estados Unidos que en Europa (el canciller alemán Schroeder ironizó sobre el hecho de que un país que recibía subsidios de sus socios comunitarios quisiera formar parte del club de las naciones más ricas del mundo), aunque sin que llegara a concretarse nada. Recientemente, diversos sectores económicos y empresariales españoles han vuelto a plantear la conveniencia de solicitar la incorporación, aunque la postura del actual gobierno pasa por no considerarlo un asunto prioritario, sino algo que sucederá más tarde o más temprano.

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Empobrecer al vecino

Escrito el 1 febrero 2007 por Javier Carrillo en Economía española, Política Monetaria, Unión Europea

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    [post_content] => Las políticas de “empobrecer al vecino” (beggar thy neighbour) pretenden la solución de los problemas económicos domésticos, habitualmente la falta de crecimiento y el desempleo, a través de medidas que pueden implicar un perjuicio a otros países, como el uso de devaluaciones competitivas o el establecimiento de barreras a la importación.

Éste es precisamente el título de un artículo publicado la semana pasada en The Economist, que a su vez hace referencia a un informe de la OCDE publicado en esos mismos días. El estudio, firmado por Olivier Blanchard, del MIT, señala a España como la siguiente víctima, tras la recuperación de Alemania, de lo que llama “las depresiones por turnos bajo el euro”. De acuerdo con esta visión, las características de nuestra área monetaria (lejos del óptimo señalado por Mundell: movilidad de los factores, flexibilidad en los precios y transferibilidad presupuestaria) predisponen a los Estados miembros a sufrir indefectiblemente una sucesión de expansiones y depresiones, cada vez en un país. Todo se inicia con una expansión de la demanda localizada en una economía, que lleva a incrementos salariales, pérdida de competitividad relativa frente al resto del área y, finalmente, a una contracción que no puede ser mitigada por la carencia de políticas monetarias nacionales y la imposibilidad del recurso a la devaluación. De acuerdo con Blanchard, la depresión “migra” a través de nuestra área monetaria respondiendo a los cambios en los costes laborales relativos entre países. Un crecimiento sostenido de los salarios de uno de los miembros por encima de la media, no compensado por incrementos equivalentes de productividad, sitúa al país como firme candidato en la ruleta del choque asimétrico.

El artículo advierte sobre la moderación salarial y las recientes ganancias en la productividad de la economía alemana, tras su salida del “purgatorio” de atonía y desempleo que por fin parece abandonar. Por oposición, The Economist llama la atención sobre el punto del ciclo en que se encuentran los costes laborales relativos de sus socios comerciales del Sur, y en particular de España. El comportamiento relativo de los tipos de cambio reales de ambos países con base en sus costes laborales unitarios habla por sí solo. La evolución de nuestra cuenta corriente apunta en la misma dirección. ¿Será España la siguiente economía en la ruleta?


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Las políticas de “empobrecer al vecino” (beggar thy neighbour) pretenden la solución de los problemas económicos domésticos, habitualmente la falta de crecimiento y el desempleo, a través de medidas que pueden implicar un perjuicio a otros países, como el uso de devaluaciones competitivas o el establecimiento de barreras a la importación.

Éste es precisamente el título de un artículo publicado la semana pasada en The Economist, que a su vez hace referencia a un informe de la OCDE publicado en esos mismos días. El estudio, firmado por Olivier Blanchard, del MIT, señala a España como la siguiente víctima, tras la recuperación de Alemania, de lo que llama “las depresiones por turnos bajo el euro”. De acuerdo con esta visión, las características de nuestra área monetaria (lejos del óptimo señalado por Mundell: movilidad de los factores, flexibilidad en los precios y transferibilidad presupuestaria) predisponen a los Estados miembros a sufrir indefectiblemente una sucesión de expansiones y depresiones, cada vez en un país. Todo se inicia con una expansión de la demanda localizada en una economía, que lleva a incrementos salariales, pérdida de competitividad relativa frente al resto del área y, finalmente, a una contracción que no puede ser mitigada por la carencia de políticas monetarias nacionales y la imposibilidad del recurso a la devaluación. De acuerdo con Blanchard, la depresión “migra” a través de nuestra área monetaria respondiendo a los cambios en los costes laborales relativos entre países. Un crecimiento sostenido de los salarios de uno de los miembros por encima de la media, no compensado por incrementos equivalentes de productividad, sitúa al país como firme candidato en la ruleta del choque asimétrico.

El artículo advierte sobre la moderación salarial y las recientes ganancias en la productividad de la economía alemana, tras su salida del “purgatorio” de atonía y desempleo que por fin parece abandonar. Por oposición, The Economist llama la atención sobre el punto del ciclo en que se encuentran los costes laborales relativos de sus socios comerciales del Sur, y en particular de España. El comportamiento relativo de los tipos de cambio reales de ambos países con base en sus costes laborales unitarios habla por sí solo. La evolución de nuestra cuenta corriente apunta en la misma dirección. ¿Será España la siguiente economía en la ruleta?

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