Esta semana la muerte de Mandela y su funeral ha puesto a Sudáfrica en los telediarios de todo el mundo. La denominada “nación del arco iris” ha recorrido un largo camino desde el fin del llamado “Apartheid” en 1994, vigente desde 1948.
Económicamente, Sudáfrica supone cerca del 25% del total del continente, con una población de un poco más de 50M de habitantes, estando considerada una economía de renta media alta por el Banco Mundial. Esto es debido principalmente a la minería, siendo uno de los principales productores mundiales de platino, oro, diamantes y carbón. Esta industria emplea a unos 500.000 trabajadores actualmente
Frente a estos datos positivos tenemos una la tasa del desempleo del 24,7% (Q3 2013), está dentro de los 10 países con mayor desigualdad usando el coeficiente de Gini y tiene el mayor porcentaje a nivel mundial, en relación a su población, de afectados de Sida.
Con un crecimiento del PIB previsto en el 2014 superior al 3%, superior en medio punto al del año en curso, unos recursos naturales abundantes apoyados por un sector financiero muy desarrollado, un entorno legal muy seguro para inversores extranjeros y un control del gasto público eficiente, el futuro parece muy prometedor para el país. Pero como ya he señalado el principal reto para el presidente Jacob Zuma es reducir las desigualdades, cuyas principales manifestaciones son el alto índice de criminalidad y de descontento laboral que se plasma en manifestaciones y revueltas; incrementar la calificación de la fuerza laboral que compita con la creciente competencia asiática; mejorar una deficiente red de infraestructuras y reducir la volatilidad de los capitales extranjeros
Se va a cumplir una intensa década desde el fin del apartheid, el reto para la próxima será consolidar la economía del país pero haciendo llegar sus beneficios al mayor número de sudafricanos
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