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Más madera para el debate de los multiplicadores fiscales

Escrito el 10 enero 2013 por José Ramón Diez Guijarro en Economía española, Economía Mundial

Sí, el eterno debate que ha centrado las discrepancias entre keynesianos y neoclásicos en las últimas décadas y, que ahora ha recobrado protagonismo con la crisis, vuelve a la palestra con la publicación por parte del FMI del “paper” con el trabajo empírico en el que se basaron las conclusiones del último WEO sobre multiplicadores fiscales -la variable fundamental para estimar los efectos sobre la actividad a corto plazo de los procesos de consolidación/expansión fiscal-.

Este artículo es especialmente relevante porque (i) la mayoría de economías desarrolladas se encuentra en un proceso de consolidación fiscal; (ii) los datos de crecimiento ha decepcionado de forma sistemática las expectativas en estas economías, sugiriendo que los efectos de la austeridad se han infraestimado; y (iii) uno de sus autores es el propio economista jefe de la institución, Olivier Blanchard (en la foto).

El caso de Europa es especialmente significativo, no sólo porque gran parte de sus economías se han embarcado en agresivos ajustes fiscales, sino porque sus condiciones actuales son más propicias para que el multiplicador fiscal sea mayor de lo estimado tradicionalmente.

– El BCE tiene escaso margen de maniobra para compensar los efectos negativos de la consolidación fiscal sobre la actividad.
– La evidencia empírica demuestra que los multiplicadores fiscales son mayores cuanto mayor es el gap entre el crecimiento real y el potencial.

El análisis estudia la relación entre los errores observados en las previsiones de crecimiento del PIB y los planes de consolidación fiscal previstos. Intuitivamente, si los multiplicadores fiscales estuvieran bien estimados (hasta ahora, entre 0,5 y 0,7) no existiría esa relación: el coeficiente de la regresión entre ambas variables no sería significativo en términos estadísticos. En caso contrario, este coeficiente representaría la desviación respecto a los multiplicadores tradicionales.

Los resultados del estudio para 26 economías europeas (usando la base de datos WEO del FMI de 2010), concluyen que, entre 2010-11, un plan de consolidación fiscal equivalente al 1,0% del PIB provocaría una caída media del PIB mayor de 1,0 p.p. respecto a la estimación inicial. De hecho, se habrían infraestimado significativamente los multiplicadores fiscales, sobre todo, en los primeros años de la crisis: se situarían entre 1,5 y 1,7, frente al 0,5, en media, que se manejaba en anteriores estimaciones con datos previos a la crisis.

Los autores también incluyen algunas conclusiones de interés a partir de los análisis de robustez que realizaron para las estimaciones.

– Al extender el estudio al resto de economías avanzadas, se observa que los errores en las estimaciones de crecimiento son menores que para los países europeos y, por tanto, la infraestimación del multiplicador sería menor.
– En el caso concreto de los países emergentes, los autores no encuentran ni infraestimación ni sobreestimación.

En cuanto al horizonte temporal, los autores encuentran evidencias de que los errores de estimación son mayores durante los primeros años de la crisis (2009-11) que para los últimos (periodo 2011-13), sugiriendo que: (i) los analistas han aprendido de sus errores anteriores; o (ii) los multiplicadores se han reducido con el transcurso de la crisis. Las estimaciones para los multiplicadores en el primer periodo se situarían en el rango 1,7-2,0; mientras que para el segundo entre 1,3-1,5.

Por último, los autores advierten que sus resultados deben ser tratados con cuidado:

– En primer lugar, destacan que no existe un único multiplicador para todos los periodos temporales y, sobre todo, para todos los países. De hecho, a medida que una economía se recupera y salen de la situación de “trampa de la liquidez” (como parece ser el caso entre las economías desarrolladas), los multiplicadores deberían volver a sus niveles pre-crisis.
– Además, reconocen que el hecho de que los multiplicadores hayan sido mayores de lo estimado inicialmente no debería tener implicaciones para la dirección actual de la política fiscal. Los autores afirman que los efectos de corto plazo de la política fiscal en la actividad son sólo uno de los muchos factores que necesitan ser considerados para determinar el ritmo apropiado de consolidación fiscal de una economía.

Por tanto, aunque los efectos del ajuste fiscal en t+1 son importantes y, en definitiva, la senda de consolidación debe estar bien planificada, lo cierto es que difícilmente un proceso de desapalancamiento se producirá sin efectos negativos en la actividad. Evidentemente los esfuerzos hay que repartirlos adecuadamente en el tiempo (aunque en este caso hay muchas discrepancias sobre el “timing” correcto) pero lo importante es el crecimiento potencial una vez que se haya realizado el ajuste.

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