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En octubre de 2010, Dilma Rousseff, una economista, que estuvo en prisión entre 1970 y 1973 durante el régimen militar, y que ocupó el cargo de Ministra de Energía y Jefe de Gabinete en el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, se convirtió en la primera mujer presidente de Brasil. Rousseff forma parte del Partido de los Trabajadores, el partido liderado por Lula da Silva, a quien sustituyó en el poder.

En su ascenso al poder se vio apoyada por el apoyo incondicional de Lula, que la acompañó durante su campaña y cuya gestión era respaldada por el 83% de los brasileños. Rousseff logró vencer con un mensaje claro: continuar con las políticas de su antecesor en justicia social y en la reducción de la pobreza, pero con un estilo propio para desarrollar lo que denominó «un Brasil con alma y corazón de mujer». Asimismo, el Gobierno de Rousseff reafirmó el compromiso con la estabilidad macroeconómica y el apoyo al crecimiento económico.

Políticas monetaria y fiscal

En gran parte como consecuencia de las medidas restrictivas adoptadas por el Gobierno de Rousseff en 2010, la economía brasileña se desaceleró en 2011, alcanzando una tasa de crecimiento del 2,7%, muy lejana al 7,5% de 2010. A pesar de la ralentización del aumento del PIB, la tasa de desempleo se situó en niveles mínimos (6%). Ante la pérdida de vigor de la actividad económica y el deterioro de la situación económica mundial, en este año 2012, el Gobierno decidió reactivar el crecimiento, mediante la reducción del tipo de interés, la bajada de los impuestos sobre algunos bienes de consumo, y la adopción medidas menos estrictas sobre el control del crédito.

Perspectivas de futuro

Se espera que estas decisiones ayuden a evitar el estancamiento en 2012. Para 2012 se prevé que el PIB aumente un 3%, que la tasa de paro continúe en torno al 6% y que el superávit primario del Gobierno se estabilice. En cuanto al futuro, se ignora por cuánto tiempo podrá mantenerse el crecimiento de la economía brasileña. Destacamos 3 posibles escenarios.

1) Hay quien opina que en Brasil se está generando una burbuja y que tras el Campeonato Mundial de Fútbol de 2014, o tras los Juegos Olímpicos de 2016, ésta puede explotar.

2) Otros creen que se mantiene el crecimiento a largo plazo. Hay quienes  creen que se han sentado las bases para un crecimiento sostenido del 3% o 4% debido a las inversiones en reservas de petróleo, preparación para los Juegos Olímpicos y para la Copa del Mundo, además del crecimiento de la clase media. Eso bastaría para que Brasil crezca durante cinco años.

3) Sin reformas de calado no habrá futuro. Por el contrario hay algunos analistas que piensan que el modelo de crecimiento está agotado y que se deben hacer las reformas estructurales capaces de proporcionar crecimientos duraderos a largo plazo. Brasil necesita mejorar sus infraestructuras para evitar cuellos de botella, una mejora en la calidad de la fuerza de trabajo mejorando su nivel de educación, reducir el coste para hacer negocios y una reforma del sector público altamente deficitario. Según estos analistas el sector público regula en exceso, tributa en exceso, gasta demasiado y gasta mal, ocupando el espacio del sector privado.

El problema, para los que piensan así, es que el congreso brasileño no está interesado en hacer esas reformas. Por tanto, para hacerlas, sería necesaria la movilización de la sociedad civil, lo que, sin duda, requerirá tiempo y esfuerzo.

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