Estos días se está discutiendo la posible reforma de nuestro mercado de trabajo, un tema en el que por fin parece existir cierto consenso –hay que actuar en este mercado-, aunque siguen dándose grandes desencuentros –no existe unanimidad en qué debe hacerse-. El Gobierno está liderando el debate, a través del documento que ha presentado a los interlocutores sociales para su discusión y mejora posterior, tal y como ya se trató en una entrada reciente de este blog.
En la propuesta gubernamental no se incluye la posibilidad por la que han abogado distintos organismos, como el BBVA, el llamado grupo de 100 economistas o el Círculo de Empresarios : la creación de un contrato de trabajo único. Un contrato de carácter indefinido, cuyos costes de extinción aumentarían conforme aumentara la antigüedad del trabajador en la empresa. Por ejemplo, con 8 días de salario por año trabajado para el primer año, 10 días de salario por año para el segundo y así progresivamente hasta un máximo que caería por debajo de los actuales 45 o 33 días.
El FMI se ha sumado a este debate con una propuesta en la misma línea de las anteriores. En su último World Economic Outlook, el FMI dedica un capítulo íntegro al problema del desempleo y a su dinámica, tanto en épocas de recesión como de expansión económica. Uno de los países cuyo caso sirve para ilustrar la discusión es precisamente España, dadas dos características de su mercado laboral: una tasa de desempleo y un nivel de temporalidad (dualidad del mercado de trabajo) superiores a los del resto del mundo desarrollado.
El FMI subraya que es necesario terminar con la dualidad del mercado laboral y previene contra los intentos que, para lograrlo, suponen un aumento de los costes de la contratación temporal. Una solución como ésa no lo es, ya que amenaza con producir mayor caída del empleo en la recesión sin el efecto compensatorio de un aumento de la contratación en la fase positiva del ciclo. Esto no significa que haya que incentivar la contratación temporal, pues la misma tiene nefastas consecuencias, como la escasa formación de los trabajadores, la limitada cobertura del desempleo o la incertidumbre que supone para las decisiones vitales del trabajador (compra de vivienda, movilidad, constitución de una familia).
En opinión del FMI la solución podría ser un contrato indefinido único como el comentado. Ese contrato podría mantener los incentivos para contratar trabajadores, a la vez que supondría incentivos para formar al trabajador y una mayor protección del empleo que con contratos temporales. Eso sí, como advierte el FMI es necesario un estudio serio de esta posibilidad para superar los desafíos de su puesta en marcha. En cualquier caso, es un debate de interés sobre todo en una situación como la actual, donde la gravedad de las circunstancias obliga a medidas decididas.
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