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Jul

Al igual que las bacterias y los virus se transmiten entre los seres humanos, las crisis económicas también se transmiten entre los países. En ambos casos, para que se produzca el contagio, es necesario un mecanismo que transporte la enfermedad, como son la falta de higiene o la cercanía física con alguien infectado. En el caso de los países ricos de Europa está ocurriendo algo parecido. La actual crisis financiera que sufrimos se ha trasmitido y se está transmitiendo a través de la banca. Los bancos internacionales actúan como puentes y obviamente la cercanía (geográfica, económica o cultural) entre los países también genera contagio. Los bancos entonces, facilitan y aceleran el contagio entre las economías. Para explicar cómo funciona veremos el caso de los Países Bálticos.

Crecimiento insostenible

Una vez que cayó el Muro de Berlín y los países de la antigua Unión Soviética y del este y centro de Europa se transforman en economías de mercado contaban con un potencial de crecimiento muy alto como consecuencia del bajo coste de su mano de obra y de su buena dotación de capital humano. Los bancos extranjeros acuden a la zona en busca de negocio. Sin embargo, como consecuencia de su fuerte crecimiento y de una política fiscal inadecuada por ser expansiva en la fase álgida del ciclo, la mayoría de estas nuevas economías sufren déficit gemelos: déficit externo (importan más de lo que exportan) y déficit público (gasto público mayor que los ingresos fiscales). Consecuencia: necesitan financiación exterior para cubrir esos déficit y poder crecer. Si la financiación exterior es razonable no debería preocupar, si la financiación es enorme puede generar una especie de obesidad en el paciente que le haga más propenso a contraer enfermedades.

La financiación exterior del desarrollo económico

Sin embargo, los bancos extranjeros, sin medir bien las consecuencias y viendo oportunidades claras de negocio en los países del Este de Europa colocaron grandes sumas de dinero en esto países en forma de préstamos, pero se intentan proteger del riesgo cambiario prestando en moneda fuerte: euros o francos suizos. Como consecuencia de la inflación los países bálticos y otros países de la zona pierden competitividad con el exterior. Además la crisis económica hace que caiga su producción y aumente el desempleo por lo que muchas empresas y familias dejan de pagar los créditos, generando grandes pérdidas a las casas matrices de los bancos extranjeros, muchos de los cuales se encuentran en Suiza, Austria, Bélgica, Alemania o Suecia.

Estas pérdidas debilitan la posición de los bancos extranjeros en sus países de origen, particularmente aquellos que tienen una alta exposición al riesgo en países del centro y del este de Europa. Lógicamente el banco austriaco, alemán, suizo o sueco, comienza a tambalearse, empieza la desconfianza, aparece un escenario de insolvencia y de baja liquidez lo que puede terminar en una crisis bancaria y un colapso del sistema financiero. Por lo tanto, el problema ya no es sólo en Letonia, Lituania, Hungría o Polonia, el problema es que el virus cruzó las fronteras e infectó a otros países. 

¿Se debe devaluar?

Muchos de estos países del Este tienen sistemas de tipos de cambio fijos y, por tanto, la forma más rápida e incruenta de recuperar la competitividad perdida por su mayor inflación es devaluar. Hay sin embargo, una corriente de opinión que dice que la devaluación no es la solución. Devaluar sería dramático ya que al debilitarse la moneda local y estar las deudas en moneda fuerte las posibilidades de devolución de los créditos es mucho menor. Piensan que como siempre ante esta contaminación viral la mejor solución, o la mejor medicina para este caso, es la preventiva. Evitando el contagio, se evita la enfermedad. ¿Cómo hacerlo? En este caso, el apoyo internacional debe dirigirse a países como Letonia o Lituania para evitar que colapsen, y evitando que devalúen su moneda. Este apoyo debe ir asociado con estrictas medidas por parte de los médicos (FMI, BERD, BEI, Comisión de la UE, etc.) que exijan al enfermo rápidos y eficientes ajustes económicos para que restablezcan los desequilibrios internos y externo, es decir, se debe cambiar la política económica (también la fiscal) para reducir los déficit que generan el endeudamiento. 

Sin embargo, se devalúe o no, algunos bancos de Austria, Suecia o Bélgica ya están atravesando una difícil situación puesto que las pérdidas que pueden generar las filiales de estos bancos en los países del Este pueden ser superiores a las que la matriz del país de origen pueda soportar. De ahí que no sería extraño ver como algunas de estas entidades de los países ricos tienen que ser ayudadas por sus gobiernos o nacionalizadas, si los países del Este de Europa no pueden hacer frente al pago de su deuda.

En conclusión, la experiencia de muchos países a lo largo de la historia señala que cuando las políticas son procíclicas en las fases expansivas del ciclo generan fuertes desequilibrios cuya corrección tiene elevados costes en términos de crecimiento y empleo. Ya lo dice la sabiduría popular: de los grandes abusos vienen las grandes restricciones  o bien de aquellos polvos vienen estos lodos. Si el crecimiento es armónico, sostenible y equilibrado no habrá problemas, si el crecimiento es volátil, desequilibrado e insostenible habrá problemas y los problemas, como hemos visto, se transmiten a otros países.

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