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Ene

El martes, 20 de enero, Barack Obama tomará posesión como Presidente de los Estados Unidos. Alertado sobre la gravedad de la crisis, y con el fin de evitar otra Gran Depresión, el nuevo Presidente ve necesario actuar con medidas de política económica más urgentes, contundentes y profundas que las tomadas hasta la fecha por su antecesor. Efectivamente, el PIB de EEUU disminuyó 0,5% en el tercer trimestre de 2008 y las previsiones para el cuarto trimestre, que se publicarán este mes, muestran una caída todavía mayor. Los analistas proyectan una caída de 3,3% del PIB en este primer trimestre de 2009, seguida por un descenso de 0,8% en el segundo. Habría que esperar hasta el tercer trimestre de 2009 para ver un lento crecimiento, que dependerá de las medidas de política económica que tome la nueva Administración.

¿Cuáles son los planes que tiene Obama para conseguir la pronta recuperación de la economía americana?

Se puede resumir su plan de acción en cinco puntos:

(1) Reducir drásticamente los impuestos, para que empresas y familias tengan más recursos y decida cómo utilizarlos, consumiendo o emprendiendo nuevos proyectos;

(2) Dedicar una cantidad mayor al gasto público: dos veces más que el ahoro fiscal. Un gasto que se va a destinar al plan de rescate de los bancos, inversión pública (infraestructuras), sanidad, educación y medidas de ahorro energético y energías alternativas.

(3) Cambiar la regulación financiera con urgencia, antes de marzo, especialmente en lo concerniente al tratamiento del capital de los bancos y resto de agentes financieros, evitando el arbitraje regulatorio que es parte importante del origen de esta crisis.

(4) Proteccionismo comercial que favorezca la producción de EEUU frente a la competencia internacional.

(5) Consensuar las medidas con los Republicanos, incluyendo también sus propuestas, como la de Ben Bernanke de comprar los activos tóxicos a los bancos a cambio de parte de su capital, como forma de recapitalizarlos más agresivamente.

La política fiscal

Ciñéndonos a la política fiscal, es decir, solo a los dos primeros puntos (1 y 2), Obama implementará un paquete de 825.000 millones de dólares, que incluye rebaja de impuestos y un aumento del gasto público. Desde hace décadas los economistas discrepamos sobre cuál es la mejor manera de estimular el crecimiento a largo plazo: ¿Es preferible dar prioridad al aumento del gasto o a la reducción de impuestos? ¿Se debe dividir el dinero aprobado de forma equitativa entre recortes impositivos y gastos gubernamentales? Un sondeo de The Wall Street obtuvo una relación de casi dos a uno a favor de la inversión gubernamental para crear empleos frente a los recortes tributarios.

En la misma línea que el sondeo, la propuesta de Obama es dedicar un tercio aproximadamente del dinero a exenciones de impuestos, mientras que el resto, 2/3, sería dedicado a la inversión gubernamental: proyectos de infraestructura, fomento de servicios médicos, energía, tecnologías de la información, etc. Desgraciadamente, para Obama, no existen proyectos de infraestructura listos para comenzar que permitan un fuerte impacto sobre el crecimiento. Eso requeriría mucho tiempo. En cambio los recortes tributarios dan un beneficio inmediato.

¿Qué es más adecuado, aumentar el gasto público o reducir los impuestos?

Recientemente, Gregory Mankiw, publicó un artículo en The New York Times (Is Government Spending Too Easy an Answer?)hablando sobre las medidas que se deben tomar. En ese artículo señala 2 estudios. Uno fue realizado por Valerie Ramey, profesora de la Universidad de California, San Diego y el otro por Christina D. Romer y David H. Romer, economistas de la Universidad de California, Berkley. Ramey dice que por cada dólar (US$1.00) de gasto que realice el gobierno de Estados Unidos, el PIB aumenta 1,4 dólares. Los Romer dicen que reducir los impuestos por dólar (US$1.00) aumenta el PIB en 3 dólares (we find that a tax increase of one percent of GDP lowers real GDP by about 3 percent). Según estos estudios el multiplicador keynesiano de los impuestos es mayor, el doble, que el multiplicador del gasto público (en clara confrontación con otros estudios y con el teorema de Haavelmo de 1944).

Aunque ambas medidas son importantes, porque ambas fomentan el desarrollo de la economía, parecería que el próximo gobierno de Barack Obama, debería hacer más hincapié en reducir los impuestos y menos en aumentar el gasto público. Ambas medidas pueden ser utilizadas con el propósito de animar la economía: El gasto público para incentivar el consumo y la competitividad de la economía, y la reducción de los impuestos, a) para aumentar la capacidad de ahorro y de consumo para las familias y b) para facilitar a las empresas mayor liquidez y financiación y reduciendo así su coste financiero.

Desde aquí a Obama le deseamos lo mejor, que la suerte le acompañe y que acierte. Es imporante que acierte porque no se debe olvidar que la salida de la crisis a nivel mundial depende de que EEUU salga de su crisis económica. Veremos la luz al final del túnel cuando se comience a generar empleo.

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