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    [post_content] => El Banco de España confirmaba ayer lo que todo el mundo sabía. España está oficialmente en recesión, tras registrar dos trimestres consecutivos con caídas del PIB, que han dejado el crecimiento real de nuestra economía durante 2008 en el 1,1%. Pero lo peor está por venir. El FMI alertaba ayer de que la economía española podría permanecer en recesión no sólo durante 2009, sino también en 2010.




Buscando salidas

¿Qué podemos hacer ante este sombrío panorama? ¿Tenemos alternativas a las medidas que se han ido proponiendo? Creo que sí; y me parece que van en la línea de lo que proponía Patricia Gabaldón en su entrada del martes: el aumento de la productividad y la competitividad.

Pero, ¿cómo potenciar productividad y competitividad? No es, desde luego, una tarea sencilla que vayamos a resolver de la noche a la mañana. Es más bien un esfuerzo que tendremos que realizar de forma sostenida en el tiempo para cambiar nuestro modelo económico. Un esfuerzo para cuyo éxito serán fundamentales el espíritu y la iniciativa de las personas emprendedoras. En este sentido, la semana pasada, el Círculo de Empresarios presentó un documento con el título: El espíritu emprendedor: elemento esencial para afrontar la crisis económica española en el que se trataban algunas de las ideas que se exponen en estas líneas.

Los emprendedores significan mejora, innovación, flexibilidad y, por tanto, creación de riqueza y empleo. Los emprendedores son quienes se lanzan a la transformación de sus ideas en actividades generadoras de valor, ya sea mediante nuevas iniciativas empresariales, ya con mejoras en el funcionamiento de organizaciones existentes. Si queremos dotar a nuestra economía del dinamismo necesario para hacerla competitiva y capaz de un crecimiento sólido, necesitamos cuidar de nuestros emprendedores.

Pero, desgraciadamente, en España hay circunstancias que juegan en contra del espíritu y la iniciativa emprendedora. Las más preocupantes me parecen las de carácter sociocultural. Nuestra sociedad parece más temerosa que otras ante los riesgos de las actividades emprendedoras. A diferencia de otros países más emprendedores, en España se percibe cierta estigmatización del fracaso, que se suma a los recelos con que en muchas ocasiones se mira la actividad del empresariado.

La educación, otra vez la clave

Como en otros muchos de los problemas que padecemos, una parte importante de la solución habría que buscarla en la educación. Nos iría mucho mejor como sociedad y como economía si fuésemos capaces de integrar el espíritu emprendedor en los objetivos, los métodos didácticos, la organización y los contenidos docentes de nuestro sistema educativo. Porque en la raíz de un sano espíritu emprendedor están el esfuerzo, la responsabilidad, el reconocimiento del mérito, la creatividad, la responsabilidad, la iniciativa,... y estoy segura de que coincidirán conmigo que estos son valores muy deseables para nuestro sistema educativo.


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29
Ene

Emprendedores para salir de la crisis

Escrito el 29 enero 2009 por María Jesús Valdemoros en Diccionario de Economía, Economía española, Miscelánea

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Buscando salidas

¿Qué podemos hacer ante este sombrío panorama? ¿Tenemos alternativas a las medidas que se han ido proponiendo? Creo que sí; y me parece que van en la línea de lo que proponía Patricia Gabaldón en su entrada del martes: el aumento de la productividad y la competitividad.

Pero, ¿cómo potenciar productividad y competitividad? No es, desde luego, una tarea sencilla que vayamos a resolver de la noche a la mañana. Es más bien un esfuerzo que tendremos que realizar de forma sostenida en el tiempo para cambiar nuestro modelo económico. Un esfuerzo para cuyo éxito serán fundamentales el espíritu y la iniciativa de las personas emprendedoras. En este sentido, la semana pasada, el Círculo de Empresarios presentó un documento con el título: El espíritu emprendedor: elemento esencial para afrontar la crisis económica española en el que se trataban algunas de las ideas que se exponen en estas líneas.

Los emprendedores significan mejora, innovación, flexibilidad y, por tanto, creación de riqueza y empleo. Los emprendedores son quienes se lanzan a la transformación de sus ideas en actividades generadoras de valor, ya sea mediante nuevas iniciativas empresariales, ya con mejoras en el funcionamiento de organizaciones existentes. Si queremos dotar a nuestra economía del dinamismo necesario para hacerla competitiva y capaz de un crecimiento sólido, necesitamos cuidar de nuestros emprendedores.

Pero, desgraciadamente, en España hay circunstancias que juegan en contra del espíritu y la iniciativa emprendedora. Las más preocupantes me parecen las de carácter sociocultural. Nuestra sociedad parece más temerosa que otras ante los riesgos de las actividades emprendedoras. A diferencia de otros países más emprendedores, en España se percibe cierta estigmatización del fracaso, que se suma a los recelos con que en muchas ocasiones se mira la actividad del empresariado.

La educación, otra vez la clave

Como en otros muchos de los problemas que padecemos, una parte importante de la solución habría que buscarla en la educación. Nos iría mucho mejor como sociedad y como economía si fuésemos capaces de integrar el espíritu emprendedor en los objetivos, los métodos didácticos, la organización y los contenidos docentes de nuestro sistema educativo. Porque en la raíz de un sano espíritu emprendedor están el esfuerzo, la responsabilidad, el reconocimiento del mérito, la creatividad, la responsabilidad, la iniciativa,... y estoy segura de que coincidirán conmigo que estos son valores muy deseables para nuestro sistema educativo.


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Buscando salidas

¿Qué podemos hacer ante este sombrío panorama? ¿Tenemos alternativas a las medidas que se han ido proponiendo? Creo que sí; y me parece que van en la línea de lo que proponía Patricia Gabaldón en su entrada del martes: el aumento de la productividad y la competitividad.

Pero, ¿cómo potenciar productividad y competitividad? No es, desde luego, una tarea sencilla que vayamos a resolver de la noche a la mañana. Es más bien un esfuerzo que tendremos que realizar de forma sostenida en el tiempo para cambiar nuestro modelo económico. Un esfuerzo para cuyo éxito serán fundamentales el espíritu y la iniciativa de las personas emprendedoras. En este sentido, la semana pasada, el Círculo de Empresarios presentó un documento con el título: El espíritu emprendedor: elemento esencial para afrontar la crisis económica española en el que se trataban algunas de las ideas que se exponen en estas líneas.

Los emprendedores significan mejora, innovación, flexibilidad y, por tanto, creación de riqueza y empleo. Los emprendedores son quienes se lanzan a la transformación de sus ideas en actividades generadoras de valor, ya sea mediante nuevas iniciativas empresariales, ya con mejoras en el funcionamiento de organizaciones existentes. Si queremos dotar a nuestra economía del dinamismo necesario para hacerla competitiva y capaz de un crecimiento sólido, necesitamos cuidar de nuestros emprendedores.

Pero, desgraciadamente, en España hay circunstancias que juegan en contra del espíritu y la iniciativa emprendedora. Las más preocupantes me parecen las de carácter sociocultural. Nuestra sociedad parece más temerosa que otras ante los riesgos de las actividades emprendedoras. A diferencia de otros países más emprendedores, en España se percibe cierta estigmatización del fracaso, que se suma a los recelos con que en muchas ocasiones se mira la actividad del empresariado.

La educación, otra vez la clave

Como en otros muchos de los problemas que padecemos, una parte importante de la solución habría que buscarla en la educación. Nos iría mucho mejor como sociedad y como economía si fuésemos capaces de integrar el espíritu emprendedor en los objetivos, los métodos didácticos, la organización y los contenidos docentes de nuestro sistema educativo. Porque en la raíz de un sano espíritu emprendedor están el esfuerzo, la responsabilidad, el reconocimiento del mérito, la creatividad, la responsabilidad, la iniciativa,… y estoy segura de que coincidirán conmigo que estos son valores muy deseables para nuestro sistema educativo.

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