La estanflación, castellanización de la voz inglesa «stagflation», es una combinación de las palabras inflación y estancamiento. Es una combinación muy peligrosa de bajo crecimiento económico en la que hay a la vez una inflación sostenida. El término estanflación se puso de moda en los años setenta, cuando la OPEP cuadruplicó el precio del petróleo. Fue una época en la que la inflación, los tipos de interés y la tasa de paro eran de dos dígitos. El aumento de precios fue muy superior a la inflación que actualmente vemos en Estados Unidos o en España.
¿Cómo se corrigió la situación, en aquel momento?
Los gobiernos de muchos países, incluido España, optaron por aplicar políticas keynesianas, en concreto una política fiscal expansiva, mediante un incremento del gasto, que impulsara la demanda de forma que desapareciera el desempleo, pero eso sí, a costa de una mayor inflación; que provocó que los trabajadores ejerciesen presiones al alza sobre los salarios alimentando aún más la espiral inflacionista. Además, los gobiernos subieron los tipos de interés para combatir el aumento de precios. Las consecuencias no pudieron ser peores, con efectos no deseados que agravaron la ya de por sí mala situación. Esa política fiscal expansiva trajo además consigo un empeoramiento de las finanzas del Estado, lo que supuso un incremento en la carga impositiva que a su vez desalentó todavía más la inversión. Y algunas economías se enfrentaron a lo peor de ambos mundos: la estanflación [estancamiento e inflación].
Sin embargo, no todo fueron errores. La devaluación de 1977 fue un acierto. Efectivamente, las fuertes alzas de precios que se produjeron de 1973 a 1977, como consecuencia de la primera crisis del petróleo, generaron pérdidas de competitividad que se manifestaron en fuertes déficit de la economía española frente al exterior en 1974, 1975 y 1976. La citada devaluación permitió recuperar la competitividad perdida, obteniendo en los años siguientes superávit en las balanzas por cuenta corriente. Posteriormente a la devaluación de la peseta, en 1977, se firmaron los Pactos de la Moncloa consistentes en una política monetaria restrictiva, una política presupuestaria que limitó la cuantía del déficit público, un menor crecimiento del gasto público corriente y definió un nuevo marco de relaciones laborales mediante el Estatuto de los Trabajadores, que flexibilizó el mercado de trabajo.
¿Es comparable la actual situación económica que vive España con la que se vivió en los años setenta?
Es comparable, aunque en menor medida, con la situación que vivió España en la crisis de los setenta. En aquella crisis se produjeron tres hechos diferenciales de España con respecto a otros países: una persistente y aguda tasa de inflación (duplicaba la media de los países de la OCDE), una caída del ahorro privado y de la inversión que se manifestaban en una reducción del crecimiento del PIB, una elevada y creciente tasa de paro y un fuerte desequilibrio de la balanza de pagos. En la actualidad los problemas son los mismos que entonces pero de menor cuantía. Ahora al igual que entonces tenemos una persistente tasa de inflación (que es superior a la media de los países de la zona euro), una caída del ahorro privado y de la inversión que se manifiesta en una reducción del crecimiento del PIB, una creciente tasa de paro (tal como mostró ayer la Encuesta de Población Activa) y un tremendo desequilibrio de la balanza de pagos cuantificado en el 10% del PIB.
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