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¿Libre comercio o proteccionismo?

Escrito el 22 mayo 2007 por en Economía Mundial

David Ricardo introdujo hace 200 años la teoría de las ventajas comparativas: las naciones prosperan cuando se concentran en lo que hacen mejor y comercian con naciones que tienen otras ventajas o fortalezas. Desde entonces los economistas hemos argumentado que el libre comercio enriquece a los países, a pesar de los daños que puede generar en algunos trabajadores. Los políticos han seguido, aunque no siempre, los consejos de los economistas. Sin embargo, últimamente están apareciendo, sobretodo en EEUU y más concretamente en el Partido Demócrata, aunque también en le Republicano, políticos y economistas que ven más desventajas que ventajas en el libre comercio. Este replanteamiento ha animado a los proteccionistas y subraya, a la vez, la necesidad de ayudar a aquellos que se ven afectados por la globalización.


Dani Rodrik, un economista proteccionista de la Universidad de Harvard, afirma que como algunos trabajadores de los países ricos no son los ganadores del libre comercio, las negociaciones sobre el comercio global deberían centrarse en construir nuevas barreras en contra de la globalización. Esto ayudaría a los países pobres a desarrollar sus industrias locales y les daría más tiempo a las naciones ricas a reconvertir a sus trabajadores. El daño causado en EEUU cuando miles de puestos de trabajo se trasladan al extranjero es mucho más perjudicial de lo que los defensores del libre comercio quieren reconocer.

Otros economistas americanos, como por ejemplo Greg Mankiw o Jagdish Bhagwati, aceptan la lógica económica del libre comercio que dice que el comercio entre EEUU y países de bajo coste productivo como China e India beneficiará, en algún momento, a todos los involucrados. También reconocen que el comercio puede crear empleos en EEUU y mejorar el crecimiento de la productividad. Es más dicen que los empleos de alto nivel educacional, como medicina, ingeniería, derecho y contabilidad, crean muchos más empleos de los que se pierden.

Los políticos americanos se preguntan: ¿Debería el sistema tributario americano recompensar a las empresas que generan empleos que se quedan en EEUU? ¿Los enormes cambios producidos por las tecnologías (comunicaciones, por ejemplo) cambiará todavía más la manera en que la gente vive y las formas de organizar las empresas? ¿Es el proteccionismo la solución? ¿Debería el gobierno fomentar las fuerzas que impulsan la globalización o debería en cambio tratar de frenarlas? ¿Debería el sistema de educación de EEUU renovarse para crear empleos que no se puedan transferir con facilidad al extranjero?

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