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Sep

Quisiera añadir algunos comentarios al artículo que sale hoy publicado en El Mundo (página 42) y a las aportaciones de la entrada anterior “Los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el 2007”. Es evidente que existen incertidumbres que invitan a la prudencia. Así la economía americana, motor de la economía mundial, se está enfriando debido, a la subida de los tipos de interés, al elevado endeudamiento de las familias y al “efecto pobreza” que está produciendo la disminución real del precio de las viviendas con la consecuente caída del consumo y de la inversión y, por tanto del crecimiento económico. Al agotamiento del proceso de refinanciación de hipotecas se ha unido tipos de interés crecientes que están generando el pinchazo de la burbuja inmobiliaria que puede tener consecuencias más desastrosas que la crisis financiera del año 2000. Es de esperar por eso, que en 2007 la economía norteamericana modere notablemente su ritmo de crecimiento. En estas circunstancias, en las que parece que está cambiando el escenario mundial, cabe preguntarse ¿Seguirá la fase expansiva? Todas las previsiones (FMI, OCDE, Eurostat), señalan que el perfil de actividad de la economía mundial va a ser de menor crecimiento (aunque China y los demás países emergentes asiáticos sigan avanzando con fuerza). ¿Las causas? El enfriamiento de la economía americana, los mayores tipos de interés, la falta de apreciación de las monedas asiáticas y la evolución del precio del crudo. Es verdad que las últimas subidas del precio del barril no han afectado hasta ahora seriamente al crecimiento, pero en 2007 veremos que sí, que tanto las subidas de tipos de interés como las del precio del petróleo van a empeorar los beneficios de las empresas y las cuentas de las familias.

Por tanto, los PGE para el 2007 se enmarcan dentro de un contexto internacional marcado por la debilidad de la economía mundial. Las previsiones sobre la economía española contenidas en los Presupuestos, sobre la base de las cuales se calculan los ingresos y parte de los gastos, son optimistas con respecto a lo esperado por el consenso del mercado y a que sobrevaloran el crecimiento del PIB por lo que al final se puede producir déficit público. Son unos Presupuestos expansivos desde la perspectiva del gasto, lo que constituye el aspecto más negativo del mismo, y supone un indeseable e inoportuno aumento de la presencia del sector público en nuestra economía La política fiscal debería adoptar un sesgo más restrictivo para contener la demanda interna y frenar así tanto la inflación como el déficit por cuenta corriente. Unos presupuesto mucho más contractivos hubieran sido más adecuados.

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