Como continuación al post que publicó ayer José Ramón sobre la coyuntura de China me gustaría añadir algo referente al cambio estructural. Parece que las repetidas promesas de China de adoptar más medidas para apoyar el consumo interno y reducir su superávit comercial están recibiendo ahora más atención. En esta línea el gobierno chino podría acelerar la apreciación del yuan lo que permitiría abaratar las importaciones chinas, aumentando el consumo de los chinos y mejorando así el nivel de vida de su población. En este sentido, y desde mi punto de vista, el aparato productivo chino debería ir reemplazando poco a poco la producción volcada y dedicada a las exportaciones, como motor de su crecimiento económico, por producción dirigida a satisfacer la demanda interna.
Un artículo publicado el 21 de octubre, en Wall Street Journal titulado “China Shifts Attitude on Growth” ponía de manifiesto un cambio, en la estrategia interna de la política económica de China, que podría ser muy beneficioso para Occidente. Parece que el Partido Comunista acordó conceder prioridad a la “transformación” económica del país en los próximos cinco años. El Partido Comunista alcanzó un consenso sobre las prioridades económicas y la sucesión política en los próximos años, y muchos observadores consideran que existe un nuevo enfoque.
¿Cuál es el nuevo enfoque? Acelerar la transformación del modelo de desarrollo económico del país y poner más énfasis en garantizar y mejorar el bienestar de la población para promover la igualdad y justicia social. La planeada “transformación” se refiere a los esfuerzos para lograr que el crecimiento económico chino esté menos vinculado a las exportaciones hacia los países occidentales.
G-20
A unas semanas de la próxima cumbre del Grupo de los 20 en Seúl, China se está viendo presionada para que aprecie más su moneda aumente sus importaciones y reduzca sus exportaciones, favoreciendo de esta forma la recuperación económica en otras regiones y países.
Los funcionarios chinos confían en que el gasto de la creciente clase media proporcione una fuente más sostenible de crecimiento. Una economía china propulsada por el consumo tendría probablemente un menor crecimiento pero estaría menos expuesta a los ciclos de auge y contracción y a las crisis internacionales, un intercambio que para muchos merece la pena. La nueva dirección de China también reconoce que es difícil que mantenga sus recientes tasas de expansión de al menos 10% ya que la demanda de sus exportaciones probablemente no crezca tan robustamente como en el pasado.
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