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Dic

El presidente del gobierno de España, José Luis Rodríguez Zapatero, acaba de contratar como asesor para temas económicos a Jeremy Rifkin: Un americano ludita que profetizó el paro tecnológico en el siglo XXI. ¿Qué es un ludita? La ciencia económica ha bautizado con el nombre de ludita a aquellos que piensan que el avance tecnológico provoca un paro insufrible, es decir, una desocupación tecnológica creciente con la extinción de muchos puestos de trabajo. El término ludita también se aplica los tecnófobos.

A lo largo de la Historia la aparición de nuevas tecnologías han producido situaciones de inestabilidad y crisis. De hecho, y tal como sostuvo Schumpeter, aunque el progreso técnico es un factor dinamizador de la economía, es también un factor de desestabilización del sistema capitalista. Es decir, si bien, por un lado, las nuevas tecnologías generan importantes posibilidades de inversión, crecimiento y beneficios, por otro la innovación tecnológica es uno de los posibles elementos generadores de paro y por tanto de crisis económica, pudiendo provocar serios problemas sociales.


Quizá sea oportuno recordar los actos de violencia acaecidos en Nottingham a comienzos del siglo XIX. Los obreros, al observar que los telares recientemente introducidos necesitaban muy poca mano de obra para la producción textil, decidieron destrozarlos para no quedarse en la calle expuestos a morir de hambre (con un solo telar un hombre producía lo mismo que muchos trabajadores). Este movimiento obrero fue liderado por un personaje, real o imaginario, que se llamaba Ludd (de ahí que a sus seguidores se les denomine “luditas”) y alcanzó su máxima virulencia en 1811 y 1812 que fueron años de grave penuria para la clase trabajadora británica por la escasez de alimentos y las alzas de precios provocados por la guerra con la Francia napoleónica. Desde entonces se llaman luditas a los que piensan que el progreso tecnológico (la introducción de nuevas máquinas) reduce la demanda global de trabajo y que, por tanto, genera un paro masivo; el denominado paro tecnológico.

Sin embargo, la innovación, tal como se ha demostrado a lo largo de la historia, es un factor decisivo para conseguir incrementos de la competitividad y aumentos en el empleo duradero a largo plazo. De todos es sabido que la aparición de nuevas tecnologías tiene un primer efecto de destrucción de empleo como consecuencia del cambio tecnológico. Sin embargo y al contrario de lo que predice Rifkin esas nuevas tecnologías producen, en segundo lugar, un efecto compensación consistente en mejorar la competividad creando más nuevos puestos de trabajo con carácter duradero, con mejoras en la productividad y con mayor estabilidad de precios.

En su libro “El fin del trabajo” (End of Work, 1995), Jeremy Rifkin, el nuevo consejero del presidente del gobierno español, predijo que en el siglo XXI, los países ricos no tendrán casi necesidad de trabajadores. En ese libro Rifkin explica como las nuevas tecnologías de los ordenadores y de las comunicaciones destruirían más puestos de trabajo que los que crearín. El resultado de este cambio tecnológico sería una paro brutal, de consecuencias terribles e insospechadas. Jeremy Rifkin como profeta no tiene precio. Esperemos, por la cuenta que nos tiene, que sea un buen asesor.

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