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A raíz del proceso secesionista, Cataluña ha dejado de ser la región española con mayor Producto Interior Bruto (PIB). La fuga de varias empresas importantes en los últimos días, le ha hecho perder unos 4.000 millones de euros a ellas imputadas. Como consecuencia, la Comunidad de Madrid ha pasado a estar en cabeza de la clasificación del PIB regional. Es una muestra de que actuaciones secesionistas, promovidas por el Gobierno de la Generalitat, han generado un escenario que abre muchas dudas sobre el presente y futuro económico de Cataluña. Las grandes empresas, unas 40, que ya han cambiado su sede social tienen un valor de mercado equivalente al 50% del PIB catalán. Si hace un mes, Cataluña, contaba con 7 empresas dentro del índice IBEX 35, ahora cuenta solo con una.
¿Por qué se van las empresas?
En primer lugar, porque la independencia de Cataluña supone la salida del euro, y con ella la pérdida de la protección de la Unión Europea (UE) y de su Sistema de Bancos Centrales. El riesgo de este aislamiento supondría un deterioro para sus empresas: a) por el recargo de aranceles a los bienes exportados desde Cataluña y b) en el caso de los bancos por dos motivos: 1) porque fuera del euro perderían el acceso al crédito del Banco Central Europeo que tiene tipo de interés 0% y que actúa como último recurso cuando a los bancos les falta liquidez y 2) porque para sus depositantes supondría automáticamente, perder el seguro que ofrece el Fondo de Garantía de Depósitos.
Segundo, porque los empresarios se asustan ante la posibilidad de que los partidos políticos que gobiernen Cataluña, a partir de ahora, puedan comprometer su libertad económica y la seguridad jurídica. Sin ellas, la competitividad de las empresas en un mundo globalizado puede perderse.
Tercero, si los empresarios tienen miedo a la secesión, también la temerán sus trabajadores y, especialmente, los más cualificados. Esta es la razón de las solicitudes de traslado para salir de Cataluña que se están registrando estos días.
Por último, las empresas temen también que se boicoteen sus productos si sus empresas tienen su sede social en Cataluña. El 40% de los productos catalanes tienen como destino el resto de España, y otro 40% la UE.
¿Tiene importancia que la sede central de una empresa esté en Cataluña o en otra parte de España? Sí la tiene. Es cierto que a corto plazo el cambio de domicilio social desde Cataluña hacia otras regiones de España es un acto administrativo que no tiene que implicar necesariamente un movimiento de plantillas o deslocalización de la producción de bienes o servicios.
Sin embargo, a medio y largo plazo si se produce la independencia o aumentan las tensiones sociales la situación sería diferente. De forma gradual las empresas acabarían arrastrando actividades a su nuevo domicilio fiscal. Este traspaso tiene lógica, porque lo habitual es que sea en las sedes centrales donde se desarrollen las actividades de mayor valor añadido, esas que utilizan las tecnologías más avanzadas, y crean una red de empleos y servicios mejor remunerados. Desde un punto de vista de imagen, esas tareas son consideradas como más emblemáticas porque forjan la marca de un país. Entre estas actividades ligadas a las sedes centrales pueden citarse: las financieras, las de marketing, el asesoramiento legal, la investigación, el diseño y desarrollo, la ingeniería avanzada y la política de directivos. Es cierto que algunas compañías tienen centros de investigación en ciudades alejadas de la sede central, pero lo frecuente es que los departamentos clave de la investigación más prometedora estén cerca de la sede central.
Cambio de domicilio fiscal
En definitiva, esta disminución de grandes empresas en Cataluña podría terminar generando un colapso económico, tanto por la reducción de actividades, la fuga de su capital humano y la menor recaudación fiscal. Así, la deslocalización de empresas tendrá efectos fiscales negativos. Xavier Sala i Marti, el economista de referencia del independentismo catalán, aseguró la semana pasada que la huida de empresas es poco relevante ya que el impuesto del beneficio es de carácter estatal. Afirmación que es cierta sólo en el caso de que Cataluña siguiese formando parte de España. Sin embargo, en el caso de secesión las empresas que se hayan deslocalizado pagarán el impuesto de Sociedades al Estado español y no a la hacienda catalana. Además, las empresas que se han ido dejarán de tributar por los impuestos autonómicos y locales, y, en cambio, deberán pagar los impuestos correspondientes a la comunidad autónoma y ayuntamiento donde tengan su nuevo domicilio fiscal.
Esto supondría menores ingresos fiscales a la vez que aumentaría el gasto público, ya que el Gobierno de Cataluña tendría que financiar la constitución del nuevo Estado (incluyendo pensiones, Ejército, representación exterior, la parte proporcional que le corresponda de la deuda española y sus consiguientes intereses, etc.).
En definitiva, la razón de fondo por la que los empresarios huyen de Cataluña es su convencimiento de que el gobierno de España defiende mejor sus intereses. Para que las empresas vuelvan a Cataluña las instituciones políticas catalanas deben renunciar a una independencia ya que esta provocaría un descenso generalizado de su nivel de vida, quizá irreversible tal como sucedió en la provincia de Quebec (Canadá).
Conviene recordar que en Canadá, cuando el partido separatista de Quebec convocó un referéndum de independencia en 1980 las empresas huyeron de esa provincia autónoma canadiense asustadas por la inseguridad jurídica que conllevaba ese proceso. Este movimiento empresarial marcó un antes y un después. De los ocho bancos de Quebec, sólo uno mantuvo su sede en la provincia francesa. En cambio el Banco de Montreal, que fue uno de los que se fue todavía hoy no está domiciliado en la ciudad que lleva su nombre. Lo mismo hizo el Royal Bank de Canadá. Y eso que Quebec no logró la independencia.
En resumen, se confirma una vez más que la actividad empresarial no le gusta la inestabilidad y que tampoco se mueve por sentimientos nacionalistas, sino por razones económicas y sociales. Por último añadir que a la salida de las grandes empresas de Cataluña les están siguiendo otras medianas y pequeñas porque fuera del paraguas de la UE exportar puede ser menos rentable y también porque aquellas que estaban suministrando componentes y servicios a las grandes tenderán a aproximarse geográficamente a ellas. No es casualidad, como comentaba ayer EXPANSIÓN en su editorial, que los notarios y registradores estén desbordados por la avalancha de peticiones de traslados de sedes sociales de empresas desde Cataluña al resto de España.
Fuente: Rafael Pampillón. “¿Por qué las empresas huyen de Cataluña?” Expansión, 14 de octubre de 2017, página 18.
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¿Por qué se van las empresas?
En primer lugar, porque la independencia de Cataluña supone la salida del euro, y con ella la pérdida de la protección de la Unión Europea (UE) y de su Sistema de Bancos Centrales. El riesgo de este aislamiento supondría un deterioro para sus empresas: a) por el recargo de aranceles a los bienes exportados desde Cataluña y b) en el caso de los bancos por dos motivos: 1) porque fuera del euro perderían el acceso al crédito del Banco Central Europeo que tiene tipo de interés 0% y que actúa como último recurso cuando a los bancos les falta liquidez y 2) porque para sus depositantes supondría automáticamente, perder el seguro que ofrece el Fondo de Garantía de Depósitos.
Segundo, porque los empresarios se asustan ante la posibilidad de que los partidos políticos que gobiernen Cataluña, a partir de ahora, puedan comprometer su libertad económica y la seguridad jurídica. Sin ellas, la competitividad de las empresas en un mundo globalizado puede perderse.
Tercero, si los empresarios tienen miedo a la secesión, también la temerán sus trabajadores y, especialmente, los más cualificados. Esta es la razón de las solicitudes de traslado para salir de Cataluña que se están registrando estos días.
Por último, las empresas temen también que se boicoteen sus productos si sus empresas tienen su sede social en Cataluña. El 40% de los productos catalanes tienen como destino el resto de España, y otro 40% la UE.
¿Tiene importancia que la sede central de una empresa esté en Cataluña o en otra parte de España? Sí la tiene. Es cierto que a corto plazo el cambio de domicilio social desde Cataluña hacia otras regiones de España es un acto administrativo que no tiene que implicar necesariamente un movimiento de plantillas o deslocalización de la producción de bienes o servicios.
Sin embargo, a medio y largo plazo si se produce la independencia o aumentan las tensiones sociales la situación sería diferente. De forma gradual las empresas acabarían arrastrando actividades a su nuevo domicilio fiscal. Este traspaso tiene lógica, porque lo habitual es que sea en las sedes centrales donde se desarrollen las actividades de mayor valor añadido, esas que utilizan las tecnologías más avanzadas, y crean una red de empleos y servicios mejor remunerados. Desde un punto de vista de imagen, esas tareas son consideradas como más emblemáticas porque forjan la marca de un país. Entre estas actividades ligadas a las sedes centrales pueden citarse: las financieras, las de marketing, el asesoramiento legal, la investigación, el diseño y desarrollo, la ingeniería avanzada y la política de directivos. Es cierto que algunas compañías tienen centros de investigación en ciudades alejadas de la sede central, pero lo frecuente es que los departamentos clave de la investigación más prometedora estén cerca de la sede central.
Cambio de domicilio fiscal
En definitiva, esta disminución de grandes empresas en Cataluña podría terminar generando un colapso económico, tanto por la reducción de actividades, la fuga de su capital humano y la menor recaudación fiscal. Así, la deslocalización de empresas tendrá efectos fiscales negativos. Xavier Sala i Marti, el economista de referencia del independentismo catalán, aseguró la semana pasada que la huida de empresas es poco relevante ya que el impuesto del beneficio es de carácter estatal. Afirmación que es cierta sólo en el caso de que Cataluña siguiese formando parte de España. Sin embargo, en el caso de secesión las empresas que se hayan deslocalizado pagarán el impuesto de Sociedades al Estado español y no a la hacienda catalana. Además, las empresas que se han ido dejarán de tributar por los impuestos autonómicos y locales, y, en cambio, deberán pagar los impuestos correspondientes a la comunidad autónoma y ayuntamiento donde tengan su nuevo domicilio fiscal.
Esto supondría menores ingresos fiscales a la vez que aumentaría el gasto público, ya que el Gobierno de Cataluña tendría que financiar la constitución del nuevo Estado (incluyendo pensiones, Ejército, representación exterior, la parte proporcional que le corresponda de la deuda española y sus consiguientes intereses, etc.).
En definitiva, la razón de fondo por la que los empresarios huyen de Cataluña es su convencimiento de que el gobierno de España defiende mejor sus intereses. Para que las empresas vuelvan a Cataluña las instituciones políticas catalanas deben renunciar a una independencia ya que esta provocaría un descenso generalizado de su nivel de vida, quizá irreversible tal como sucedió en la provincia de Quebec (Canadá).
Conviene recordar que en Canadá, cuando el partido separatista de Quebec convocó un referéndum de independencia en 1980 las empresas huyeron de esa provincia autónoma canadiense asustadas por la inseguridad jurídica que conllevaba ese proceso. Este movimiento empresarial marcó un antes y un después. De los ocho bancos de Quebec, sólo uno mantuvo su sede en la provincia francesa. En cambio el Banco de Montreal, que fue uno de los que se fue todavía hoy no está domiciliado en la ciudad que lleva su nombre. Lo mismo hizo el Royal Bank de Canadá. Y eso que Quebec no logró la independencia.
En resumen, se confirma una vez más que la actividad empresarial no le gusta la inestabilidad y que tampoco se mueve por sentimientos nacionalistas, sino por razones económicas y sociales. Por último añadir que a la salida de las grandes empresas de Cataluña les están siguiendo otras medianas y pequeñas porque fuera del paraguas de la UE exportar puede ser menos rentable y también porque aquellas que estaban suministrando componentes y servicios a las grandes tenderán a aproximarse geográficamente a ellas. No es casualidad, como comentaba ayer EXPANSIÓN en su editorial, que los notarios y registradores estén desbordados por la avalancha de peticiones de traslados de sedes sociales de empresas desde Cataluña al resto de España.
Fuente: Rafael Pampillón. “¿Por qué las empresas huyen de Cataluña?” Expansión, 14 de octubre de 2017, página 18.
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