Archivo de noviembre/2015

27
Nov
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    [post_content] => La pasada semana el portal VoxEU.org, del Centre for Economic Policy Research (CEPR), publicó el consenso alcanzado por un grupo de destacados economistas en cuanto a la “narrativa” de la reciente crisis del euro. La idea fuerza tras este consenso es sencilla: “es imposible acordar los pasos a dar sin un acuerdo sobre lo que fue mal.”

No hay grandes sorpresas en el informe; buena parte de lo que allí se recoge es sobradamente conocido y ya ha sido tratado en diferentes ocasiones en este blog (1, 2, 3, 4, 5). Quizás destacar como su mensaje principal el que la explosión de la deuda soberana europea fue un síntoma, más que una causa de la crisis. Prueba de ello, dice el informe, es que, aparte de Grecia, los países rescatados no eran los que tenían antes de la crisis los mayores ratios de deuda sobre PIB, como Irlanda y España, por debajo del 40%. Por el contrario, Bélgica o Italia, por encima del 100%, capearon el temporal. Concluye el análisis que el culpable real de la crisis fueron los importantes flujos de capitales intra-Eurozona durante la década previa, y que alcanzaron a países con déficits por cuenta corriente (como España). Ningún país con superávit sufrió aquel embate, cuya auténtica causa fue el repentino parón en los préstamos transfronterizos, derivado de las dudas sobre la viabilidad de bancos y gobiernos, y expresado en el contexto de una unión monetaria imperfecta a través de los incrementos de las primas de riesgo. La caída en el crecimiento elevó los déficits y los ratios de deuda, alimentada además por la asunción pública de parte de la deuda bancaria.

En conclusión, el consenso de estos economistas es que una crisis de balanza de pagos se convirtió en una crisis de deuda pública. La falta de infraestructuras y respuestas institucionales adecuadas, las rigideces estructurales, y los fuertes vínculos entre gobiernos y bancos europeos amplificaron y extendieron la crisis. El foco de las políticas en el síntoma en lugar de en la causa, llevó a fijar la “solución” en el control de la deuda pública y en la austeridad fiscal, condicionando la trayectoria y profundidad de la crisis. La apertura del “grifo” por parte de Draghi cambió las expectativas de una ruptura de la unión monetaria y devolvió los costes de financiación al nivel pre-crisis, pero los desequilibrios que la originaron permanecen ocultos, paradójicamente bajo la abundancia de liquidez que la provocó.
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La pasada semana el portal VoxEU.org, del Centre for Economic Policy Research (CEPR), publicó el consenso alcanzado por un grupo de destacados economistas en cuanto a la “narrativa” de la reciente crisis del euro. La idea fuerza tras este consenso es sencilla: “es imposible acordar los pasos a dar sin un acuerdo sobre lo que fue mal.”

No hay grandes sorpresas en el informe; buena parte de lo que allí se recoge es sobradamente conocido y ya ha sido tratado en diferentes ocasiones en este blog (1, 2, 3, 4, 5). Quizás destacar como su mensaje principal el que la explosión de la deuda soberana europea fue un síntoma, más que una causa de la crisis. Prueba de ello, dice el informe, es que, aparte de Grecia, los países rescatados no eran los que tenían antes de la crisis los mayores ratios de deuda sobre PIB, como Irlanda y España, por debajo del 40%. Por el contrario, Bélgica o Italia, por encima del 100%, capearon el temporal. Concluye el análisis que el culpable real de la crisis fueron los importantes flujos de capitales intra-Eurozona durante la década previa, y que alcanzaron a países con déficits por cuenta corriente (como España). Ningún país con superávit sufrió aquel embate, cuya auténtica causa fue el repentino parón en los préstamos transfronterizos, derivado de las dudas sobre la viabilidad de bancos y gobiernos, y expresado en el contexto de una unión monetaria imperfecta a través de los incrementos de las primas de riesgo. La caída en el crecimiento elevó los déficits y los ratios de deuda, alimentada además por la asunción pública de parte de la deuda bancaria.

En conclusión, el consenso de estos economistas es que una crisis de balanza de pagos se convirtió en una crisis de deuda pública. La falta de infraestructuras y respuestas institucionales adecuadas, las rigideces estructurales, y los fuertes vínculos entre gobiernos y bancos europeos amplificaron y extendieron la crisis. El foco de las políticas en el síntoma en lugar de en la causa, llevó a fijar la “solución” en el control de la deuda pública y en la austeridad fiscal, condicionando la trayectoria y profundidad de la crisis. La apertura del “grifo” por parte de Draghi cambió las expectativas de una ruptura de la unión monetaria y devolvió los costes de financiación al nivel pre-crisis, pero los desequilibrios que la originaron permanecen ocultos, paradójicamente bajo la abundancia de liquidez que la provocó.

22
Nov
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    [post_content] => Hoy, habrá elecciones en Argentina, en las que se decidirá quién será el nuevo presidente de la república. Tras una campaña electoral que no ha dejado a nadie indiferente las encuestas dan como favorito a Mauricio Macri, de la formación Cambiemos. El otro candidato a la Presidencia, el oficialista Daniel Scioli, tiene menos posibilidades de ganar: la desastrosa gestión económica de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner le pasará factura en las urnas.

Efectivamente, a partir del año  2011, el populismo de Cristina Fernández fue desmoronando poco a poco la estructura económica del país. Las causas se pueden encontrar en el deterioro de las instituciones y las malas políticas aplicadas, como fueron: el aumento de impuestos y de controles de precios, las restricciones aduaneras, los mayores aranceles a los productos importados, la prohibición a las exportaciones de carne, los subsidios a los precios de la energía, una política monetaria excesivamente laxa, un gasto público desbordado, la nacionalización del sistema de pensiones privadas, el elevado déficit público, la falta de seguridad jurídica, la hostilidad del Gobierno hacia la inversión extranjera, la intromisión política en la Justicia y la corrupción generalizada.

Argentina 2

El resultado de estas medidas heterodoxas ha sido un desastre económico importante:

1) El crecimiento económico es muy bajo: este año será del 0,7% y en 2016 un 0,5%. Un crecimiento que está muy por debajo del de otros países de su entorno. Así, Chile crecerá este año un 2,8% y el año que viene un 3,7%, México 2,3% y un 2,9%, Colombia al 3,3% y 3,9% y Perú al 3,9% y 4,8%.

2) La inflación argentina está disparada. Este año la subida de los precios cerrará en diciembre en el 28%, frente al 24%, en 2014. Para el año que viene se estima una inflación mayor: el 32%. Es la consecuencia de: a) una política monetaria expansiva, b) un tejido empresarial estrangulado e intervenido que genera una producción insuficiente para abastecer la demanda y c) el aumento del déficit público, que este año podría estar cerca del 6% del PIB.

3) El estancamiento económico y la elevada inflación están reduciendo el bienestar de la población. Está empeorando el nivel de vida de los ciudadanos. Desde el año pasado la renta per cápita ha seguido disminuyendo. El resultado ha sido una caída en el consumo de las familias. Además, la pérdida de poder adquisitivo del peso está incentivando a los argentinos a lanzarse a la compra de dólares como refugio; lo que a su vez fortalece la economía sumergida, especialmente la que se refiere al mercado cambiario. Una práctica ilegal que genera incertidumbre e incomodidad en la población y que, por tanto, es también una fuente de descontento.

4) Desde el año 2010 el déficit exterior ha ido aumentando. En los dos últimos años este desequilibrio se ha agravado por la caída del valor de las exportaciones como consecuencia del desplome de los precios de los productos agrícolas y del petróleo; pero también porque el gobierno saliente se ha empeñado en mantener un tipo de cambio real apreciado, es decir, poco competitivo, que está provocando una reducción de las ventas al exterior de productos manufacturados. El peso cotiza en el mercado negro por encima de 15 pesos/dólar mientras en el oficial se intercambia a 9,7 pesos/dólar.

¿Qué política económica se debe aplicar?

Por tanto el nuevo presidente deberá cambiar las políticas. La solución a los problemas económicos de Argentina pasa por hacer una política económica que consiga aumentar el tejido empresarial, que genere crecimiento económico y empleo, que estabilice los precios, que equilibre la balanza de pagos y que mejore el bienestar de los ciudadanos.

Se trata de políticas económicas ortodoxas, que suponen la eliminación de los controles de precios, de las restricciones aduaneras a los productos importados y de los impuestos a la exportación. También se debería reducir las subvenciones para controlar el déficit público, aplicar una política monetaria menos expansiva y unificar el tipo de cambio del peso oficial con el del mercado paralelo.

Pero los retos del nuevo gobierno no se circunscriben a los cambios y ajustes en las políticas macroeconómicas. Debería, también, fortalecer las instituciones para dar mayor confianza a la iniciativa empresarial y a la inversión extranjera. Desgraciadamente los organismos internacionales y los “think tanks” citan permanentemente a la Argentina como uno de los peores países para hacer negocios. Además, la situación ha empeorado en el último año. Tres informes publicados recientemente así lo señalan.

Pérdida de posiciones en la economía global

En el “Índice de libertad económica” que elabora The Heritage Foundation, Argentina sale muy mal parada. Ocupa puestos de cola. En 2015 está en la posición 169, de un total de 178 países, y lo que es peor pierde 3 puestos con respecto al año 2014.

Esta falta de libertad económica, que va en aumento, está estrechamente relacionada con la dificultad para hacer negocios, tal como muestra el informe “Doing Business 2016” del Banco Mundial. Argentina ocupa una mala posición, la 121, lo que supone un descenso de 4 puestos respecto al informe del año 2015, en el que se clasificó en el 117.

También ha empeorado su posición en el último ranking del “Índice de Percepción de la Corrupción” que publica Transparencia Internacional. Argentina ha obtenido 34 puntos (donde cero significa altos niveles de corrupción y 100 muy bajos niveles de corrupción). Con esa puntuación pierde dos puestos y se sitúa en el número 107, de los 174 países del ranking de corrupción gubernamental.

En definitiva, ni los ciudadanos argentinos, ni sus empresas, ni los organismos económicos internacionales, ni el capital extranjero confían en los políticos que gobiernan hoy la Argentina, ni en sus jueces, ni en los organismos reguladores. Al final, los 12 años de gobierno de la familia Kirchner han terminado empobreciendo a la población, estrangulando el sistema productivo, ahuyentando a la inversión extranjera y desprestigiando a las instituciones.

Cambios institucionales

De ahí que el nuevo presidente tendrá que poner orden en muchos ámbitos relacionados con las instituciones económicas. Tendría que: a) mejorar el funcionamiento de los mercados, restableciendo la competencia, y abandonar el Programa de Precios Cuidados aplicado desde 2013 por el ministro Axel Kicillof; b) dar mayor seguridad jurídica a las empresas, respetando, en mayor medida, los derechos de propiedad y haciendo que se cumplan los contratos; c) reducir la corrupción en todos los niveles de la Administración Pública y d) dotar de mayor independencia al poder judicial, al banco central y a los organismos reguladores (no se debe olvidar que la existencia de instituciones creíbles, transparentes e independientes son factores clave para el éxito económico de los países y el buen funcionamiento de las empresas).

Tanto Daniel Schioli y Mauricio Macri han manifestado su deseo de recomponer la economía, dar mayor confianza a las empresas, atraer a la inversión extranjera y recuperar las relaciones económicas con Estados Unidos (deterioradas por la decisión de la Corte Suprema americana de rechazar la apelación de Argentina frente a los fondos buitres).

También parece probable que se fortalezcan los lazos económicos y políticos de Argentina con la  Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y con Europa. Una buena noticia para las empresas españolas que todavía trabajan en ese país: Banco Santander, BBVA, Mapfre, Telefónica, Gas Natural-Fenosa, Endesa, Indra, Inditex, OHL, ACS, entre otras. Además, sobre todo si ganase Macri, Argentina tenderá a distanciarse de los gobiernos populistas de Venezuela, Ecuador, Cuba y Bolivia.

Pero independientemente de quien gane hoy, resulta deseable, y hasta necesario, un profundo cambio en el país.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "Argentina necesita un cambio profundo." Expansión. 21 de Noviembre de 2015.

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Hoy, habrá elecciones en Argentina, en las que se decidirá quién será el nuevo presidente de la república. Tras una campaña electoral que no ha dejado a nadie indiferente las encuestas dan como favorito a Mauricio Macri, de la formación Cambiemos. El otro candidato a la Presidencia, el oficialista Daniel Scioli, tiene menos posibilidades de ganar: la desastrosa gestión económica de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner le pasará factura en las urnas.

Efectivamente, a partir del año  2011, el populismo de Cristina Fernández fue desmoronando poco a poco la estructura económica del país. Las causas se pueden encontrar en el deterioro de las instituciones y las malas políticas aplicadas, como fueron: el aumento de impuestos y de controles de precios, las restricciones aduaneras, los mayores aranceles a los productos importados, la prohibición a las exportaciones de carne, los subsidios a los precios de la energía, una política monetaria excesivamente laxa, un gasto público desbordado, la nacionalización del sistema de pensiones privadas, el elevado déficit público, la falta de seguridad jurídica, la hostilidad del Gobierno hacia la inversión extranjera, la intromisión política en la Justicia y la corrupción generalizada.

Argentina 2

El resultado de estas medidas heterodoxas ha sido un desastre económico importante:

1) El crecimiento económico es muy bajo: este año será del 0,7% y en 2016 un 0,5%. Un crecimiento que está muy por debajo del de otros países de su entorno. Así, Chile crecerá este año un 2,8% y el año que viene un 3,7%, México 2,3% y un 2,9%, Colombia al 3,3% y 3,9% y Perú al 3,9% y 4,8%.

2) La inflación argentina está disparada. Este año la subida de los precios cerrará en diciembre en el 28%, frente al 24%, en 2014. Para el año que viene se estima una inflación mayor: el 32%. Es la consecuencia de: a) una política monetaria expansiva, b) un tejido empresarial estrangulado e intervenido que genera una producción insuficiente para abastecer la demanda y c) el aumento del déficit público, que este año podría estar cerca del 6% del PIB.

3) El estancamiento económico y la elevada inflación están reduciendo el bienestar de la población. Está empeorando el nivel de vida de los ciudadanos. Desde el año pasado la renta per cápita ha seguido disminuyendo. El resultado ha sido una caída en el consumo de las familias. Además, la pérdida de poder adquisitivo del peso está incentivando a los argentinos a lanzarse a la compra de dólares como refugio; lo que a su vez fortalece la economía sumergida, especialmente la que se refiere al mercado cambiario. Una práctica ilegal que genera incertidumbre e incomodidad en la población y que, por tanto, es también una fuente de descontento.

4) Desde el año 2010 el déficit exterior ha ido aumentando. En los dos últimos años este desequilibrio se ha agravado por la caída del valor de las exportaciones como consecuencia del desplome de los precios de los productos agrícolas y del petróleo; pero también porque el gobierno saliente se ha empeñado en mantener un tipo de cambio real apreciado, es decir, poco competitivo, que está provocando una reducción de las ventas al exterior de productos manufacturados. El peso cotiza en el mercado negro por encima de 15 pesos/dólar mientras en el oficial se intercambia a 9,7 pesos/dólar.

¿Qué política económica se debe aplicar?

Por tanto el nuevo presidente deberá cambiar las políticas. La solución a los problemas económicos de Argentina pasa por hacer una política económica que consiga aumentar el tejido empresarial, que genere crecimiento económico y empleo, que estabilice los precios, que equilibre la balanza de pagos y que mejore el bienestar de los ciudadanos.

Se trata de políticas económicas ortodoxas, que suponen la eliminación de los controles de precios, de las restricciones aduaneras a los productos importados y de los impuestos a la exportación. También se debería reducir las subvenciones para controlar el déficit público, aplicar una política monetaria menos expansiva y unificar el tipo de cambio del peso oficial con el del mercado paralelo.

Pero los retos del nuevo gobierno no se circunscriben a los cambios y ajustes en las políticas macroeconómicas. Debería, también, fortalecer las instituciones para dar mayor confianza a la iniciativa empresarial y a la inversión extranjera. Desgraciadamente los organismos internacionales y los “think tanks” citan permanentemente a la Argentina como uno de los peores países para hacer negocios. Además, la situación ha empeorado en el último año. Tres informes publicados recientemente así lo señalan.

Pérdida de posiciones en la economía global

En el “Índice de libertad económica” que elabora The Heritage Foundation, Argentina sale muy mal parada. Ocupa puestos de cola. En 2015 está en la posición 169, de un total de 178 países, y lo que es peor pierde 3 puestos con respecto al año 2014.

Esta falta de libertad económica, que va en aumento, está estrechamente relacionada con la dificultad para hacer negocios, tal como muestra el informe “Doing Business 2016” del Banco Mundial. Argentina ocupa una mala posición, la 121, lo que supone un descenso de 4 puestos respecto al informe del año 2015, en el que se clasificó en el 117.

También ha empeorado su posición en el último ranking del “Índice de Percepción de la Corrupción” que publica Transparencia Internacional. Argentina ha obtenido 34 puntos (donde cero significa altos niveles de corrupción y 100 muy bajos niveles de corrupción). Con esa puntuación pierde dos puestos y se sitúa en el número 107, de los 174 países del ranking de corrupción gubernamental.

En definitiva, ni los ciudadanos argentinos, ni sus empresas, ni los organismos económicos internacionales, ni el capital extranjero confían en los políticos que gobiernan hoy la Argentina, ni en sus jueces, ni en los organismos reguladores. Al final, los 12 años de gobierno de la familia Kirchner han terminado empobreciendo a la población, estrangulando el sistema productivo, ahuyentando a la inversión extranjera y desprestigiando a las instituciones.

Cambios institucionales

De ahí que el nuevo presidente tendrá que poner orden en muchos ámbitos relacionados con las instituciones económicas. Tendría que: a) mejorar el funcionamiento de los mercados, restableciendo la competencia, y abandonar el Programa de Precios Cuidados aplicado desde 2013 por el ministro Axel Kicillof; b) dar mayor seguridad jurídica a las empresas, respetando, en mayor medida, los derechos de propiedad y haciendo que se cumplan los contratos; c) reducir la corrupción en todos los niveles de la Administración Pública y d) dotar de mayor independencia al poder judicial, al banco central y a los organismos reguladores (no se debe olvidar que la existencia de instituciones creíbles, transparentes e independientes son factores clave para el éxito económico de los países y el buen funcionamiento de las empresas).

Tanto Daniel Schioli y Mauricio Macri han manifestado su deseo de recomponer la economía, dar mayor confianza a las empresas, atraer a la inversión extranjera y recuperar las relaciones económicas con Estados Unidos (deterioradas por la decisión de la Corte Suprema americana de rechazar la apelación de Argentina frente a los fondos buitres).

También parece probable que se fortalezcan los lazos económicos y políticos de Argentina con la  Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y con Europa. Una buena noticia para las empresas españolas que todavía trabajan en ese país: Banco Santander, BBVA, Mapfre, Telefónica, Gas Natural-Fenosa, Endesa, Indra, Inditex, OHL, ACS, entre otras. Además, sobre todo si ganase Macri, Argentina tenderá a distanciarse de los gobiernos populistas de Venezuela, Ecuador, Cuba y Bolivia.

Pero independientemente de quien gane hoy, resulta deseable, y hasta necesario, un profundo cambio en el país.

Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «Argentina necesita un cambio profundo.» Expansión. 21 de Noviembre de 2015.

14
Nov

¿Cómo está Alemania?

Escrito el 14 noviembre 2015 por Miguel Aguirre Uzquiano en Unión Europea

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    [post_content] => Cuando hablamos de Alemania, pensamos en un gran país, con el cuarto PIB en tamaño del mundo (Sólo por detrás de EEUU, China y Japón) , el tercero con mayor volumen de exportación de bienes del mundo (Tras el gigante asiático y Norteamérica)  o uno de los pocos países cuyas cuentas públicas no tienen déficit sino superávit (+0,7% en el 2015).  A mí siempre me ha llamado la atención la tremenda evolución positiva que han tenido en 70 años , teniendo en cuenta que en 1945 estaba arrasado , hasta 1989 tenía su capital dividida por un muro y finalmente tuvo que integrar, en una situación única  en el mundo, 17 M de ciudadanos , que si bien hablaban el mismo idioma venían de una galaxia económica muy lejana.

La cuestión es que si en el 2015 a muchos países del mundo no les va excesivamente bien en el plano económico ¿le puede ir bien a otro con tantas vinculaciones con los mercados exteriores?

En los últimos días hemos dos datos no muy positivos de la economía alemana: Con datos de Septiembre del año en curso, la demanda  y la producción de bienes industriales ha decrecido por tercer mes consecutivo ¿Es esto algo puntual o no?

Por un lado se puede observar como los sectores más orientados al mercado doméstico, como la energía o la construcción han incrementado su producción intertrimestral mientras que todos los sectores exportadores orientados a mercados emergentes han decrecido en el Q3 en un 2,8%.  La principal razón para esta situación es la caída continuada de los mercados fuera de la eurozona.  Sectores fundamentales de la economía germana como el sector eléctrico, el farmacéutico o la automoción están sufriendo la caída de la demanda en las economías emergentes, señalando como éste último ha retrocedido un 19% frente a los datos del segundo trimestre del año en curso.

¿Qué puede suceder en los próximos meses?bradenburgertor

China supone el 9% de las exportaciones alemanas extracomunitarias.  El Banco Central alemán calcula que una reducción de la actividad en China del 3%puede reducir el PIB de su país de un 0,3% al año.

En el sector de la automoción se va a juntar una caída en la demanda de vehículos de lujo alemanes con un impacto todavía desconocido del escándalo Volkswagen

Es decir el 2016 será una interesante prueba para ver si Alemania mantiene su fortaleza en el escenario internacional, incrementando sus ventas a clientes tradicionales como EEUU o Reino Unido o si se ve afectado por la falta de demanda global.  Para el autor de estas líneas, aunque el sector de producción industrial no pueda mantener el dinamismo del 2014 , Alemania volverá a demostrar que puede mantener una senda de crecimiento
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Cuando hablamos de Alemania, pensamos en un gran país, con el cuarto PIB en tamaño del mundo (Sólo por detrás de EEUU, China y Japón) , el tercero con mayor volumen de exportación de bienes del mundo (Tras el gigante asiático y Norteamérica)  o uno de los pocos países cuyas cuentas públicas no tienen déficit sino superávit (+0,7% en el 2015).  A mí siempre me ha llamado la atención la tremenda evolución positiva que han tenido en 70 años , teniendo en cuenta que en 1945 estaba arrasado , hasta 1989 tenía su capital dividida por un muro y finalmente tuvo que integrar, en una situación única  en el mundo, 17 M de ciudadanos , que si bien hablaban el mismo idioma venían de una galaxia económica muy lejana.

La cuestión es que si en el 2015 a muchos países del mundo no les va excesivamente bien en el plano económico ¿le puede ir bien a otro con tantas vinculaciones con los mercados exteriores?

En los últimos días hemos dos datos no muy positivos de la economía alemana: Con datos de Septiembre del año en curso, la demanda  y la producción de bienes industriales ha decrecido por tercer mes consecutivo ¿Es esto algo puntual o no?

Por un lado se puede observar como los sectores más orientados al mercado doméstico, como la energía o la construcción han incrementado su producción intertrimestral mientras que todos los sectores exportadores orientados a mercados emergentes han decrecido en el Q3 en un 2,8%.  La principal razón para esta situación es la caída continuada de los mercados fuera de la eurozona.  Sectores fundamentales de la economía germana como el sector eléctrico, el farmacéutico o la automoción están sufriendo la caída de la demanda en las economías emergentes, señalando como éste último ha retrocedido un 19% frente a los datos del segundo trimestre del año en curso.

¿Qué puede suceder en los próximos meses?bradenburgertor

China supone el 9% de las exportaciones alemanas extracomunitarias.  El Banco Central alemán calcula que una reducción de la actividad en China del 3%puede reducir el PIB de su país de un 0,3% al año.

En el sector de la automoción se va a juntar una caída en la demanda de vehículos de lujo alemanes con un impacto todavía desconocido del escándalo Volkswagen

Es decir el 2016 será una interesante prueba para ver si Alemania mantiene su fortaleza en el escenario internacional, incrementando sus ventas a clientes tradicionales como EEUU o Reino Unido o si se ve afectado por la falta de demanda global.  Para el autor de estas líneas, aunque el sector de producción industrial no pueda mantener el dinamismo del 2014 , Alemania volverá a demostrar que puede mantener una senda de crecimiento

12
Nov

Presencia de PYMES en España

Escrito el 12 noviembre 2015 por Patricia Gabaldón en Uncategorized

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    [post_content] => Ayer, Jeffrey Franks, director de la oficina de Europa del FMI, propuso que era el momento para España de aumentar la productividad sin bajar los salarios, a través de cambios y políticas estructurales que hagan la economía "más flexible y más ágil".

Según el informe de la misma institución el FMI sobre España de Julio de 2015 (IMF Country Report No. 15/233) uno de los principales problemas de la productividad de la economía española procede de la gran cantidad de pequeñas empresas, que por tener acceso limitado a recursos presentan una baja productividad. Para estas empresas pequeñas es complicado innovar, exportar y disponer de economías de escala, por lo que muestran niveles de productividad menores.

¿Cuál es el panorama de las empresas españolas? Según el RETRATO DE LAS PYME 2015 elaborado por la Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa, el tamaño medio de las empresas españolas es menor que en otras empresas pequeñas en otros países desarrollados, y estas ocupan una mayor parte del empleo en el país.

Por un lado, la presencia de PYMES en España es muy similar a la del resto de Europa, alrededor del 99,9% de las empresas. Sin embargo, la principal diferencia de las empresas españolas es la importante presencia de micro-empresas (empresas con menos de 9 trabajadores) que componen el 95,8% del total de empresas españolas, cuando esta cifra es del 92,4% para la media de los países de la UE. Y un dato muy relevante, es que las empresas sin asalariados representan el 53’6% del total de las empresas españolas (1.670.329 empresas de un total de 3.114.361 compañías españolas). Por otro lado, solo el 0,1% de las compañías españolas eran consideradas grandes en el 2014 (3.839 empresas).

Este mismo informe muestra como las micro-empresas españolas mantuvieron en 2014 una importante contribución a la generación de empleo, ocupando al 66% del total de trabajadores, tasa muy similar a la media europea (66’6%). Las micro-empresas representan el 32,6% del empleo total (4.330.718 trabajadores) frente al 28’6% en la media de la UE. Esta cifra de creación de empleo la asimila a los trabajadores en las grandes empresas, ocupados en un 34% en empresas de más de 250 trabajadores (4.514.676 empleados).

Al menos hasta el año 2013, las empresas españolas han experimentado crecimiento en su productividad, situándola por encima de la media europea. Sin embargo, este crecimiento ha procedido de una reducción en el número de ocupados mayor que la disminución en la creación de valor añadido bruto. En 2013, el valor añadido bruto (VAB) por ocupado de la economía española es de 58.619 euros, por encima de la media de la UE-28 (47.485 euros).
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Ayer, Jeffrey Franks, director de la oficina de Europa del FMI, propuso que era el momento para España de aumentar la productividad sin bajar los salarios, a través de cambios y políticas estructurales que hagan la economía «más flexible y más ágil».

Según el informe de la misma institución el FMI sobre España de Julio de 2015 (IMF Country Report No. 15/233) uno de los principales problemas de la productividad de la economía española procede de la gran cantidad de pequeñas empresas, que por tener acceso limitado a recursos presentan una baja productividad. Para estas empresas pequeñas es complicado innovar, exportar y disponer de economías de escala, por lo que muestran niveles de productividad menores.

¿Cuál es el panorama de las empresas españolas? Según el RETRATO DE LAS PYME 2015 elaborado por la Dirección General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa, el tamaño medio de las empresas españolas es menor que en otras empresas pequeñas en otros países desarrollados, y estas ocupan una mayor parte del empleo en el país.

Por un lado, la presencia de PYMES en España es muy similar a la del resto de Europa, alrededor del 99,9% de las empresas. Sin embargo, la principal diferencia de las empresas españolas es la importante presencia de micro-empresas (empresas con menos de 9 trabajadores) que componen el 95,8% del total de empresas españolas, cuando esta cifra es del 92,4% para la media de los países de la UE. Y un dato muy relevante, es que las empresas sin asalariados representan el 53’6% del total de las empresas españolas (1.670.329 empresas de un total de 3.114.361 compañías españolas). Por otro lado, solo el 0,1% de las compañías españolas eran consideradas grandes en el 2014 (3.839 empresas).

Este mismo informe muestra como las micro-empresas españolas mantuvieron en 2014 una importante contribución a la generación de empleo, ocupando al 66% del total de trabajadores, tasa muy similar a la media europea (66’6%). Las micro-empresas representan el 32,6% del empleo total (4.330.718 trabajadores) frente al 28’6% en la media de la UE. Esta cifra de creación de empleo la asimila a los trabajadores en las grandes empresas, ocupados en un 34% en empresas de más de 250 trabajadores (4.514.676 empleados).

Al menos hasta el año 2013, las empresas españolas han experimentado crecimiento en su productividad, situándola por encima de la media europea. Sin embargo, este crecimiento ha procedido de una reducción en el número de ocupados mayor que la disminución en la creación de valor añadido bruto. En 2013, el valor añadido bruto (VAB) por ocupado de la economía española es de 58.619 euros, por encima de la media de la UE-28 (47.485 euros).

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