WP_Post Object ( [ID] => 20944 [post_author] => 115 [post_date] => 2014-11-24 15:50:37 [post_date_gmt] => 2014-11-24 14:50:37 [post_content] => Desde el jueves ya podemos leer en español el famosísimo libro de Thomas Piketty “El capital en el siglo XXI” que aunque se publicó en francés el año pasado, no tuvo un éxito rotundo hasta que fue traducido al inglés en el mes de marzo. Precisamente pasada semana fue elegido “libro del año” por el Financial Times, una decisión controvertida ya que fue esta publicación una de las que más duramente criticó la metodología del autor francés calificándola de poco exacta y sesgada. En su libro Piketty estudia la distribución de la riqueza y la renta en algunos países desarrollados (EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia y Suecia) y afirma que si el crecimiento de la riqueza es superior al de la producción las desigualdades aumentan. Es decir, quienes tengan la capacidad de acumular capital serán cada vez más ricos y el resto serán relativamente más pobres. Y así continuará indefinidamente. Para limitar este efecto y conseguir que la desigualdad se suavice Piketty propone aumentar la imposición a los más ricos algo que, en su opinión, no afectaría al crecimiento económico. Es preciso recordar que el crecimiento económico viene determinado por cuatro factores productivos: mano de obra, tecnología, capital (entendido como maquinaria, edificios e infraestructuras que se utilizan para producir bienes y servicios) y recursos naturales. Si los aumentos de la producción generasen un mayor crecimiento del factor capital que de la mano de obra empleada, entonces es probable que la riqueza de los ricos aumentase más rápidamente que la del resto de los ciudadanos. Si fuera así, la tesis de Piketty podría parecer adecuada: gravemos el capital para que una parte de él se recaude y luego se distribuya para favorecer una mayor igualdad. Sin embargo, esta tesis plantea algunos puntos débiles: 1º) Mucha gente cree que el capital es aquel que está invertido en el sistema financiero (capital financiero). Sin embargo, el auténtico capital es el productivo: el que permite que las actividades económicas tengan lugar y generen crecimiento. Piketty no distingue entre capital financiero y capital físico. Y al no diferenciar entre estos dos tipos de capital los impuestos pueden tener importantes efectos negativos sobre el crecimiento económico y el empleo. 2º) Además, y lo que parece más importante al gravar el capital este se encarecería. Como consecuencia las empresas tendrían más complicado realizar inversiones en nuevas tecnologías que les permitiesen mejorar sus sistemas productivos o satisfacer las necesidades de los consumidores, es decir, tendrían mayores restricciones para generar bienestar. Algo que no es deseable en ningún caso. 3º) El aumento de los impuestos, que recomienda el autor francés, podría, desgraciadamente, ser un incentivo a la salida de capitales del país de forma que la economía perdería parte de los ingresos impositivos de los que capitales que se van, sean éstos muchos o pocos. El Mundo está mejor 4º) Es bien sabido que los países desarrollados han alcanzado un nivel de vida mayor que los países en desarrollo, debido a que en las economías más avanzadas llevan muchos años aumentado su stock de capital. Lo importante es resaltar que el incremento de ese capital ha ido incorporando innovaciones tecnológicas que han permitido impulsar el crecimiento económico. Por su parte, los países emergentes se han beneficiado de esas innovaciones lo que les ha permitido obtener los beneficios del cambio tecnológico a mucha más velocidad que los países desarrollados. En definitiva, muchos países emergentes han podido aplicar las innovaciones sin necesidad del largo y costoso proceso de investigación. Como consecuencia gran parte de la población mundial (no olvidemos que únicamente China e India ya representan más de un tercio del total mundial) se encuentra ahora en una situación mejor que hace cuarenta años porque, entre otros motivos, han sabido aprovecharse de la Tercera Revolución Industrial. Algo que se ha visto reflejado en el aumento de su esperanza de vida, la menor mortalidad infantil y la reducción de su pobreza de muchos países en desarrollo. Un proceso de erradicación de la pobreza que no se había visto antes en la historia del mundo. 5º) Afortunadamente, la desigualdad a nivel mundial se ha ido reduciendo. La explicación es muy simple: como consecuencia del espectacular progreso económico de los países emergentes se ha producido un proceso de convergencia de las rentas personales en el mundo. Lo que significa que más de la mitad de la humanidad lleva décadas en un proceso de acercamiento (catch-up) a los niveles de bienestar de los países ricos. La mejora de las instituciones Por tanto, el crecimiento económico nos ha llevado a niveles de producción que son los mayores de la historia. Los valores de la producción de los países son cada vez más asombrosos y las rentas per cápita no dejan de aumentar. Este aumento del bienestar y de la igualdad a nivel mundial no se ha conseguido aumentando los impuestos sobre el capital como propone Piketty. Las causas de la mejora del bienestar hay que encontrarlas, una vez más, en la buena calidad de las instituciones; es decir, en la estabilidad política, los bajos niveles de corrupción, la igualdad de oportunidades, la seguridad jurídica, el buen funcionamiento de los mercados y las garantías a la propiedad industrial que son los mejores incentivos a la inversión nacional y extranjera y al desarrollo tecnológico. En definitiva, el crecimiento económico y la reducción de la desigualdad a nivel mundial no se consiguen aumentando los impuestos como propone Piketty. Lo que hay que hacer es generar instituciones inclusivas e incentivos que favorezcan los aumentos de la productividad y de la actividad empresarial que son, al fin y al cabo, las que generan el crecimiento económico, el empleo y el bienestar de los ciudadanos. Fuente: Rafael Pampillón y Cristina Mª de Haro. "La desigualdad mundial se reduce". Expansión 22 de noviembre de 214. 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Desde el jueves ya podemos leer en español el famosísimo libro de Thomas Piketty “El capital en el siglo XXI” que aunque se publicó en francés el año pasado, no tuvo un éxito rotundo hasta que fue traducido al inglés en el mes de marzo. Precisamente pasada semana fue elegido “libro del año” por el Financial Times, una decisión controvertida ya que fue esta publicación una de las que más duramente criticó la metodología del autor francés calificándola de poco exacta y sesgada.
En su libro Piketty estudia la distribución de la riqueza y la renta en algunos países desarrollados (EEUU, Reino Unido, Alemania, Francia y Suecia) y afirma que si el crecimiento de la riqueza es superior al de la producción las desigualdades aumentan. Es decir, quienes tengan la capacidad de acumular capital serán cada vez más ricos y el resto serán relativamente más pobres. Y así continuará indefinidamente. Para limitar este efecto y conseguir que la desigualdad se suavice Piketty propone aumentar la imposición a los más ricos algo que, en su opinión, no afectaría al crecimiento económico.
Es preciso recordar que el crecimiento económico viene determinado por cuatro factores productivos: mano de obra, tecnología, capital (entendido como maquinaria, edificios e infraestructuras que se utilizan para producir bienes y servicios) y recursos naturales. Si los aumentos de la producción generasen un mayor crecimiento del factor capital que de la mano de obra empleada, entonces es probable que la riqueza de los ricos aumentase más rápidamente que la del resto de los ciudadanos.
Si fuera así, la tesis de Piketty podría parecer adecuada: gravemos el capital para que una parte de él se recaude y luego se distribuya para favorecer una mayor igualdad. Sin embargo, esta tesis plantea algunos puntos débiles:
1º) Mucha gente cree que el capital es aquel que está invertido en el sistema financiero (capital financiero). Sin embargo, el auténtico capital es el productivo: el que permite que las actividades económicas tengan lugar y generen crecimiento. Piketty no distingue entre capital financiero y capital físico. Y al no diferenciar entre estos dos tipos de capital los impuestos pueden tener importantes efectos negativos sobre el crecimiento económico y el empleo.
2º) Además, y lo que parece más importante al gravar el capital este se encarecería. Como consecuencia las empresas tendrían más complicado realizar inversiones en nuevas tecnologías que les permitiesen mejorar sus sistemas productivos o satisfacer las necesidades de los consumidores, es decir, tendrían mayores restricciones para generar bienestar. Algo que no es deseable en ningún caso.
3º) El aumento de los impuestos, que recomienda el autor francés, podría, desgraciadamente, ser un incentivo a la salida de capitales del país de forma que la economía perdería parte de los ingresos impositivos de los que capitales que se van, sean éstos muchos o pocos.
El Mundo está mejor
4º) Es bien sabido que los países desarrollados han alcanzado un nivel de vida mayor que los países en desarrollo, debido a que en las economías más avanzadas llevan muchos años aumentado su stock de capital. Lo importante es resaltar que el incremento de ese capital ha ido incorporando innovaciones tecnológicas que han permitido impulsar el crecimiento económico. Por su parte, los países emergentes se han beneficiado de esas innovaciones lo que les ha permitido obtener los beneficios del cambio tecnológico a mucha más velocidad que los países desarrollados. En definitiva, muchos países emergentes han podido aplicar las innovaciones sin necesidad del largo y costoso proceso de investigación. Como consecuencia gran parte de la población mundial (no olvidemos que únicamente China e India ya representan más de un tercio del total mundial) se encuentra ahora en una situación mejor que hace cuarenta años porque, entre otros motivos, han sabido aprovecharse de la Tercera Revolución Industrial. Algo que se ha visto reflejado en el aumento de su esperanza de vida, la menor mortalidad infantil y la reducción de su pobreza de muchos países en desarrollo. Un proceso de erradicación de la pobreza que no se había visto antes en la historia del mundo.
5º) Afortunadamente, la desigualdad a nivel mundial se ha ido reduciendo. La explicación es muy simple: como consecuencia del espectacular progreso económico de los países emergentes se ha producido un proceso de convergencia de las rentas personales en el mundo. Lo que significa que más de la mitad de la humanidad lleva décadas en un proceso de acercamiento (catch-up) a los niveles de bienestar de los países ricos.
La mejora de las instituciones
Por tanto, el crecimiento económico nos ha llevado a niveles de producción que son los mayores de la historia. Los valores de la producción de los países son cada vez más asombrosos y las rentas per cápita no dejan de aumentar. Este aumento del bienestar y de la igualdad a nivel mundial no se ha conseguido aumentando los impuestos sobre el capital como propone Piketty. Las causas de la mejora del bienestar hay que encontrarlas, una vez más, en la buena calidad de las instituciones; es decir, en la estabilidad política, los bajos niveles de corrupción, la igualdad de oportunidades, la seguridad jurídica, el buen funcionamiento de los mercados y las garantías a la propiedad industrial que son los mejores incentivos a la inversión nacional y extranjera y al desarrollo tecnológico.
En definitiva, el crecimiento económico y la reducción de la desigualdad a nivel mundial no se consiguen aumentando los impuestos como propone Piketty. Lo que hay que hacer es generar instituciones inclusivas e incentivos que favorezcan los aumentos de la productividad y de la actividad empresarial que son, al fin y al cabo, las que generan el crecimiento económico, el empleo y el bienestar de los ciudadanos.
Fuente: Rafael Pampillón y Cristina Mª de Haro. «La desigualdad mundial se reduce». Expansión 22 de noviembre de 214. Página 50
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