Esta semana hemos recibido abundante información económica sobre la situación de la economía española. El INE ha publicado el avance del PIB del tercer trimestre del año, la inflación adelantada del mes de octubre y los datos para el mes de septiembre del Índice de Comercio Minorista. Además, el Banco de España ha dado a conocer la balanza de pagos del mes de agosto y el Banco Mundial ha publicado su informe anual sobre la facilidad que tienen los países para hacer negocios (Doing Business).
El INE confirmó lo que ya había adelantado el Banco de España la semana pasada: en el tercer trimestre la economía española creció en tasa interanual un 1,6% frente al 1,3% anterior. En tasa intertrimestral el crecimiento fue del 0,5%, que se debió fundamentalmente al aumento de la inversión (1,5% trimestral) y el consumo (0,5%).
Desgraciadamente la evolución de la productividad de la economía española sigue siendo muy baja: 0,14% en el tercer trimestre. Sin embargo, fue mejor que la del segundo trimestre que presentó una tasa negativa (-0,43%).
Aumentar la productividad
Es importante que la economía crezca, pero también es fundamental que aumente la productividad para que pueda ser más competitiva. Para aumentar la productividad España debería contar, al igual que otros países, con un desarrollo tecnológico importante y con una mayor dotación de trabajadores con la formación necesaria para trabajar en las nuevas tecnologías de la información y el conocimiento. Ciertamente las empresas españolas se están modernizando e incorporando muchos de los cambios técnicos necesarios para posicionarse mejor en el exterior pero, a veces, no encuentran el capital humano necesario para mejorar su productividad. De ahí que el objetivo de la política laboral no debería ser sólo aumentar la ocupación, sino que los nuevos empleados produzcan más y mejor. También se necesitan mayores incentivos a la I+D, créditos baratos para la creación de nuevas empresas tecnológicas y sobre todo la mejora de la formación de la mano de obra, especialmente la de los trabajadores más jóvenes que tienen más flexibilidad y un mayor recorrido en el mercado laboral.
Este bajo crecimiento de la productividad hace que la economía pierda competitividad, lo que se está traduciendo en el escaso crecimiento de las exportaciones y en el aumento imparable de las importaciones. Ayer el Banco de España informó que de enero a agosto de este año las exportaciones de bienes y servicios sólo crecieron un 1,5% con respecto al mismo periodo del año pasado, mientras que las importaciones lo hicieron a un ritmo del 3,75%.
Afortunadamente, la economía española mantiene todavía un nivel de precios muy moderado que puede favorecer que se produzca en el futuro un mayor aumento de las exportaciones y una reducción del déficit comercial. Así, el INE ha publicado que la inflación del mes de septiembre continúa siendo negativa y se situó en el -0,1% anual. Esto también es una buena noticia para las familias, que ganan poder adquisitivo y pueden aumentar su consumo. Precisamente los datos del INE de comercio minorista del mes de septiembre publicados esta semana muestran un crecimiento internanual del consumo del 1,1% medido en términos desestacionalizados, el mayor aumento desde hace diez meses. Ha afectado especialmente al equipamiento del hogar (4,3%), un indicador de que está aumentando la actividad inmobiliaria.
La construcción se recupera
Efectivamente, el sector de la construcción muestra signos de recuperación. Los datos del Banco de España señalan un aumento de ese sector en el tercer trimestre y lo hace por segunda vez consecutiva, algo que no sucedía desde hacía más de cuatro años. También el número de trabajadores de la construcción afiliados a la Seguridad Social y el consumo de cemento siguen una tendencia positiva lo que es un indicador más de que el sector se está recuperando. Por si eso fuera poco, los datos hipotecarios de esta semana señalan que en el mes de agosto se constituyeron 15.040 hipotecas sobre viviendas, lo que supone un importante incremento anual del 24%. Además, quienes financiaron su casa lo hicieron al menor interés medio desde mayo de 2011, un 3,76%.
Una forma de mejorar la productividad y aumentar el tejido empresarial es la facilidad para hacer negocios. Esta semana hemos recibido una buena noticia: el informe “Doing Business” del Banco Mundial para el año 2015 muestra que España ha alcanzado la posición número 33 del mundo. Un avance de 19 puestos en un solo año que ha hecho que sea el país hispanohablante con mayores facilidades para hacer negocios y que se encuentre a un nivel semejante al de los países de la zona del euro. Ello se debe a que se están reduciendo los trámites para abrir nuevos negocios. Hemos progresado mucho pero no lo suficiente, de ahí que haya que seguir insistiendo en la necesidad de reforzar la estabilidad institucional y la seguridad jurídica. Se consigue así mejorar la competitividad de las empresas nacionales y dar incentivos a la inversión extranjera. Precisamente ayer el Banco de España publicó que la inversión extranjera directa en España aumentó un 33% en los ochos primeros meses del año con respecto al mismo periodo del año anterior.
Aumentar las exportaciones
Aunque, España crece, lo está haciendo mediante el fortalecimiento de su demanda interna: aumentando el consumo, la construcción y las importaciones. En cambio las exportaciones, que han sido el motor de la recuperación y que sería deseable que continuaran siéndolo, se debilitan. Las empresas españolas deberían aprovechar los menores precios de sus productos y la mejor situación de la economía internacional para continuar vendiendo al exterior. Aunque ahora el mercado de la zona del euro no está pasando por un buen momento, España podría dirigirse a satisfacer la demanda de los mercados de América Latina que se espera que continúen teniendo un importante crecimiento económico en el futuro.
Este aumento de la demanda externa favorecería que las empresas exportadoras aumentasen su plantilla y, por tanto, se redujera el desempleo. Para poder exportar no basta con producir sino también hay que aumentar la productividad y para ello la tecnología es una pieza clave. De ahí que España se tenga que adaptar definitivamente a la nueva situación tecnológica mundial.
La tendencia a proteger a los trabajadores y a refugiarlos en sectores de baja productividad, como la construcción o los servicios de baja cualificación, ha sido uno de los factores que provocaron la crisis económica y el elevado número de parados. Una reforma del mercado laboral que incentive la formación para aprovechar los nuevos empleos que brinda la Tercera Revolución Tecnológica es una herramienta básica para asegurar en el futuro un crecimiento económico de alta productividad y, por tanto, competitivo.
Así las cosas, esperemos que el año que viene la reforma fiscal con su reducción de impuestos aliente la actividad empresarial. Esto unido a los menores precios de la energía, especialmente del petróleo, disminuirá los costes y aumentará el margen empresarial: es un incentivo para conseguir una mayor producción. Además, el mayor dinamismo de la actividad empresarial junto con las iniciativas en el sistema financiero para agilizar el crédito podrá contribuir también a mejorar el crecimiento económico. España tiene ahora la oportunidad de elegir la vía de un crecimiento económico de alto contenido tecnológico. Es tarea de todos.
Fuente: Rafael Pampillón. «El reto de la productividad». Expansión, 1 de noviembre de 2014. página 47.
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