WP_Post Object ( [ID] => 19971 [post_author] => 115 [post_date] => 2014-02-16 12:40:59 [post_date_gmt] => 2014-02-16 11:40:59 [post_content] => La desinflación en España El INE publicó ayer el comportamiento del Índice de Precios de Consumo (IPC) del mes de enero. En España el crecimiento de los precios en los doce últimos meses (febrero de 2013 a enero de 2014) fue solo del 0,2%, una décima menos que el mes anterior y la tasa más baja registrada por el IPC en un mes de enero. Se encadenan así cinco meses seguidos con tasas interanuales muy bajas: inferiores al 0,4%. Esta situación de estancamiento de los precios, que parece, además, que continuará durante este año, viene favorecida por varios motivos: a) Un crecimiento todavía muy débil en la demanda de bienes de consumo. En ese entorno muy competitivo en que se desenvuelven nuestras empresas una de las maneras que tienen para conseguir más ventas es mantener o reducir los precios. Y es preciso para ello reducir costes, también los energéticos y los laborales. Desde el año 2010, año tras año, los costes laborales por unidad de producto han ido cayendo hasta acumular una caída del 8,5%. b) La caída de los precios del petróleo que afecta directamente a los precios del transporte a través del descenso de los precios de carburantes y lubricantes. c) Los menores precios de los bienes de consumo importados (-1,5% a lo largo de 2013). Tendencia que se mantendrá todavía más en el futuro como consecuencia de las depreciaciones que se están produciendo en las divisas de muchos países emergentes a los que compramos, lo que significa importar a precios más bajos. Foto: Impresora fabricando billetes de 5 euros Eurozona: baja inflación y débil crecimiento La Eurozona (UEM), por su parte, mantiene también una inflación bastante baja (+0,7%) y muy alejada del 2% que es el objetivo del Banco Central Europeo (BCE). Ello se debe a que existe un exceso de capacidad productiva sin utilizar que persiste desde hace bastante tiempo. La señal más clara del exceso de capacidad está en el mercado laboral. La tasa de paro de la Eurozona sigue por encima del 12%. Eurostat informó ayer que la economía europea se recupera: creció un 0,3% en el último trimestre de 2013. Es todavía un crecimiento frágil que es preciso fortalecer; un ejemplo: esta semana hemos conocido que la producción industrial de la zona euro se redujo un 0,7% en diciembre del 2013. De ahí que en los últimos días se hayan producido múltiples especulaciones sobre la posibilidad de que la Eurozona y/o España pudieran entrar en el camino de la deflación. Como ya señalamos en este blog el 16 de noviembre de 2013 (“¿Hay riesgo de deflación?”), la deflación es lo peor que le puede pasar a una economía y casi siempre viene provocada por una contracción de la demanda. Es sabido que muchas empresas europeas y españolas viven en medio de una feroz competencia y bajo la presión de consumidores que quieren comprar cuanto más barato mejor buscando aquel punto de venta que les ofrezca más descuentos. Como consecuencia, a las empresas no les queda más remedio que reducir los precios para intentar aumentar sus ventas. ¿Hay riesgos de deflación en la UEM y/o en España? Para contestar a esta pregunta debemos fijarnos en el núcleo duro de la inflación, es decir, en la subyacente. La inflación subyacente excluye los componentes más volátiles del IPC, como son los alimentos sin elaborar y los productos energéticos, y se queda con los elementos que tienen precios más estables (alimentos elaborados, bienes industriales no energéticos y servicios). En España, en el mes de enero, la tasa anual de la inflación subyacente se mantuvo muy baja en el 0,2%. En la UEM la inflación subyacente, se situó en enero en el 0,8%, frente al 0,7% del mes anterior. Por tanto aunque la componente de inflación subyacente aumenta una décima sigue, sin embargo, en terreno muy bajo. ¿Qué se puede hacer para evitar caer en una espiral deflacionista? Dicen los manuales que ante una situación próxima a la deflación la medicina adecuada es aplicar políticas que aumenten la demanda agregada. Como la política fiscal expansiva no puede actuar, debido a los elevados niveles de endeudamiento público, parece que es ahora el turno para la política monetaria. Desgraciadamente, la semana pasada, el BCE mantuvo sin cambios su política. El BCE parece que está a la espera de que se produzca un mayor crecimiento económico en la UEM en 2014 (estima un crecimiento del PIB del 1.1%) que contrarreste la inquietante debilidad de la inflación. Sin embargo, hay acuerdo entre los analistas de que la inflación puede experimentar niveles bajos durante un prolongado periodo de tiempo. De ahí, que no sería muy arriesgado afirmar, que la evolución de los precios de la UEM, va a ser el principal motivo para que el BCE anuncie en su próxima reunión del 6 de marzo alguna medida de política monetaria más expansiva. Aunque por ahora no se puedan esperar cambios radicales, voy a apuntar algunas de las medidas que se podrían aplicar. La más ortodoxa sería una rebaja de tipos desde el 0,25% actual hasta el 0,15% ó 0,10%; pero a medida que los tipos de intervención se van acercando a cero, al BCE le va quedando menos munición convencional para expandir la economía, por lo que quizá deba aplicar una política monetaria más heterodoxa, tal como ha venido haciendo desde el año 2008 la Reserva Federal de los EEUU (la llamada Gran Expansión Monetaria). Política monetaria heterodoxa En diciembre de 2001, Romano Prodi, entonces presidente de la Comisión Europea, sentenció: “Estoy seguro de que el Euro nos obligará a introducir un nuevo conjunto de instrumentos de política económica. Ahora es políticamente imposible proponerlo, pero algún día habrá una crisis y se crearán nuevos instrumentos”. Quizá haya llegado ese momento. ¿Y cuáles podrían ser esas medidas que debería aplicar el BCE? Primero, el BCE podría poner en marcha programas que activasen el crédito al sector privado. Se trataría de que el BCE concediese crédito al sistema bancario con mecanismos que incentivasen su traslado a las empresas y hogares. Segundo, el BCE podría comprar bonos corporativos y/o títulos ABS (“asset backed securities”), es decir, titulizaciones de préstamos a empresas. Tercero, podría comprar deuda pública, de los Estados miembros de la eurozona de forma proporcional a la participación que cada uno de ellos tenga en el capital del BCE. El BCE cuenta, por tanto, con herramientas adecuadas; solo queda esperar que la respuesta de Draghi sea la misma que la que dio en su discurso de finales de julio de 2012: "lo que haga falta". Insistimos en que esas medidas son necesarias porque a) la economía de la zona euro está bordeando peligrosamente el pantanoso terreno de la deflación y b) el crecimiento económico de la zona es muy débil y lo seguirá siendo durante bastante tiempo como consecuencia de la necesidad de reducir la enorme deuda pública y privada que mantienen sobre todo las economías periféricas. Debilitar el euro Pero es que, además, estas medidas de política monetaria expansivas tendrían la ventaja de que podrían, a su vez, provocar una depreciación del euro que beneficiaría a la economía al favorecer las exportaciones. Y hace falta debilitar el euro, porque sigue estando muy apreciado; quizá una de las consecuencias más relevantes de esa política monetaria expansiva sea precisamente favorecer al sector exportador que es especialmente importante para la recuperación económica de los países de la periferia. En definitiva, el BCE debe ser más contundente para generar un poco más de inflación y más crecimiento. La mayor inflación “licúa” la deuda y el mayor crecimiento aumenta el empleo, el consumo y los ingresos fiscales. Finalmente, se argumenta a veces que la política monetaria pierde su efecto en una situación de deflación o de desinflación porque los tipos de interés de intervención no pueden bajar por debajo de cero (la trampa de la liquidez). Este argumento ignora que la política monetaria no sólo puede influir en el nivel de los tipos de interés sino también en la cantidad de dinero (expansión cuantitativa) y de crédito que se genera en la economía. Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. "Crecimiento y política monetaria en la Eurozona". Expansión. Sábado 15 de febrero de 2014, página 42. 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La desinflación en España
El INE publicó ayer el comportamiento del Índice de Precios de Consumo (IPC) del mes de enero. En España el crecimiento de los precios en los doce últimos meses (febrero de 2013 a enero de 2014) fue solo del 0,2%, una décima menos que el mes anterior y la tasa más baja registrada por el IPC en un mes de enero. Se encadenan así cinco meses seguidos con tasas interanuales muy bajas: inferiores al 0,4%.
Esta situación de estancamiento de los precios, que parece, además, que continuará durante este año, viene favorecida por varios motivos:
a) Un crecimiento todavía muy débil en la demanda de bienes de consumo. En ese entorno muy competitivo en que se desenvuelven nuestras empresas una de las maneras que tienen para conseguir más ventas es mantener o reducir los precios. Y es preciso para ello reducir costes, también los energéticos y los laborales. Desde el año 2010, año tras año, los costes laborales por unidad de producto han ido cayendo hasta acumular una caída del 8,5%.
b) La caída de los precios del petróleo que afecta directamente a los precios del transporte a través del descenso de los precios de carburantes y lubricantes.
c) Los menores precios de los bienes de consumo importados (-1,5% a lo largo de 2013). Tendencia que se mantendrá todavía más en el futuro como consecuencia de las depreciaciones que se están produciendo en las divisas de muchos países emergentes a los que compramos, lo que significa importar a precios más bajos.
Foto: Impresora fabricando billetes de 5 euros
Eurozona: baja inflación y débil crecimiento
La Eurozona (UEM), por su parte, mantiene también una inflación bastante baja (+0,7%) y muy alejada del 2% que es el objetivo del Banco Central Europeo (BCE). Ello se debe a que existe un exceso de capacidad productiva sin utilizar que persiste desde hace bastante tiempo. La señal más clara del exceso de capacidad está en el mercado laboral. La tasa de paro de la Eurozona sigue por encima del 12%. Eurostat informó ayer que la economía europea se recupera: creció un 0,3% en el último trimestre de 2013. Es todavía un crecimiento frágil que es preciso fortalecer; un ejemplo: esta semana hemos conocido que la producción industrial de la zona euro se redujo un 0,7% en diciembre del 2013.
De ahí que en los últimos días se hayan producido múltiples especulaciones sobre la posibilidad de que la Eurozona y/o España pudieran entrar en el camino de la deflación. Como ya señalamos en este blog el 16 de noviembre de 2013 (“¿Hay riesgo de deflación?”), la deflación es lo peor que le puede pasar a una economía y casi siempre viene provocada por una contracción de la demanda. Es sabido que muchas empresas europeas y españolas viven en medio de una feroz competencia y bajo la presión de consumidores que quieren comprar cuanto más barato mejor buscando aquel punto de venta que les ofrezca más descuentos. Como consecuencia, a las empresas no les queda más remedio que reducir los precios para intentar aumentar sus ventas.
¿Hay riesgos de deflación en la UEM y/o en España? Para contestar a esta pregunta debemos fijarnos en el núcleo duro de la inflación, es decir, en la subyacente. La inflación subyacente excluye los componentes más volátiles del IPC, como son los alimentos sin elaborar y los productos energéticos, y se queda con los elementos que tienen precios más estables (alimentos elaborados, bienes industriales no energéticos y servicios). En España, en el mes de enero, la tasa anual de la inflación subyacente se mantuvo muy baja en el 0,2%. En la UEM la inflación subyacente, se situó en enero en el 0,8%, frente al 0,7% del mes anterior. Por tanto aunque la componente de inflación subyacente aumenta una décima sigue, sin embargo, en terreno muy bajo.
¿Qué se puede hacer para evitar caer en una espiral deflacionista? Dicen los manuales que ante una situación próxima a la deflación la medicina adecuada es aplicar políticas que aumenten la demanda agregada. Como la política fiscal expansiva no puede actuar, debido a los elevados niveles de endeudamiento público, parece que es ahora el turno para la política monetaria. Desgraciadamente, la semana pasada, el BCE mantuvo sin cambios su política. El BCE parece que está a la espera de que se produzca un mayor crecimiento económico en la UEM en 2014 (estima un crecimiento del PIB del 1.1%) que contrarreste la inquietante debilidad de la inflación. Sin embargo, hay acuerdo entre los analistas de que la inflación puede experimentar niveles bajos durante un prolongado periodo de tiempo.
De ahí, que no sería muy arriesgado afirmar, que la evolución de los precios de la UEM, va a ser el principal motivo para que el BCE anuncie en su próxima reunión del 6 de marzo alguna medida de política monetaria más expansiva. Aunque por ahora no se puedan esperar cambios radicales, voy a apuntar algunas de las medidas que se podrían aplicar. La más ortodoxa sería una rebaja de tipos desde el 0,25% actual hasta el 0,15% ó 0,10%; pero a medida que los tipos de intervención se van acercando a cero, al BCE le va quedando menos munición convencional para expandir la economía, por lo que quizá deba aplicar una política monetaria más heterodoxa, tal como ha venido haciendo desde el año 2008 la Reserva Federal de los EEUU (la llamada Gran Expansión Monetaria).
Política monetaria heterodoxa
En diciembre de 2001, Romano Prodi, entonces presidente de la Comisión Europea, sentenció: “Estoy seguro de que el Euro nos obligará a introducir un nuevo conjunto de instrumentos de política económica. Ahora es políticamente imposible proponerlo, pero algún día habrá una crisis y se crearán nuevos instrumentos”. Quizá haya llegado ese momento. ¿Y cuáles podrían ser esas medidas que debería aplicar el BCE?
Primero, el BCE podría poner en marcha programas que activasen el crédito al sector privado. Se trataría de que el BCE concediese crédito al sistema bancario con mecanismos que incentivasen su traslado a las empresas y hogares.
Segundo, el BCE podría comprar bonos corporativos y/o títulos ABS (“asset backed securities”), es decir, titulizaciones de préstamos a empresas.
Tercero, podría comprar deuda pública, de los Estados miembros de la eurozona de forma proporcional a la participación que cada uno de ellos tenga en el capital del BCE.
El BCE cuenta, por tanto, con herramientas adecuadas; solo queda esperar que la respuesta de Draghi sea la misma que la que dio en su discurso de finales de julio de 2012: «lo que haga falta». Insistimos en que esas medidas son necesarias porque a) la economía de la zona euro está bordeando peligrosamente el pantanoso terreno de la deflación y b) el crecimiento económico de la zona es muy débil y lo seguirá siendo durante bastante tiempo como consecuencia de la necesidad de reducir la enorme deuda pública y privada que mantienen sobre todo las economías periféricas.
Debilitar el euro
Pero es que, además, estas medidas de política monetaria expansivas tendrían la ventaja de que podrían, a su vez, provocar una depreciación del euro que beneficiaría a la economía al favorecer las exportaciones. Y hace falta debilitar el euro, porque sigue estando muy apreciado; quizá una de las consecuencias más relevantes de esa política monetaria expansiva sea precisamente favorecer al sector exportador que es especialmente importante para la recuperación económica de los países de la periferia.
En definitiva, el BCE debe ser más contundente para generar un poco más de inflación y más crecimiento. La mayor inflación “licúa” la deuda y el mayor crecimiento aumenta el empleo, el consumo y los ingresos fiscales. Finalmente, se argumenta a veces que la política monetaria pierde su efecto en una situación de deflación o de desinflación porque los tipos de interés de intervención no pueden bajar por debajo de cero (la trampa de la liquidez). Este argumento ignora que la política monetaria no sólo puede influir en el nivel de los tipos de interés sino también en la cantidad de dinero (expansión cuantitativa) y de crédito que se genera en la economía.
Fuente: Rafael Pampillón Olmedo. «Crecimiento y política monetaria en la Eurozona». Expansión. Sábado 15 de febrero de 2014, página 42.
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