La sequía de crédito lastrará la recuperación. Esta ha sido la advertencia pronunciada por los representantes de la Troika (la Comisión Europea, el FMI y el BCE). Como es sabido, a comienzos de este mes el BCE bajó su tipo de intervención, situándolo en el mínimo histórico el 0,25%. Estos bajos tipos de interés del crédito del BCE al sistema bancario algo van a ayudar, pero no son la solución para que el crédito vuelva a empujar con fuerza nuestra economía. En la mayoría de los países el crédito que concede el banco central se transmite a la economía a través del sistema bancario, que compra ese dinero barato y luego lo presta al sector privado, lo que fomenta el crecimiento económico. En cambio en España los bancos están tomando el dinero prestado del BCE para comprar deuda pública (lo que soluciona las necesidades de financiación que tiene el sector público).
¿Qué dicen los bancos?
Los bancos españoles aducen que no dan crédito porque no hay clientes suficientemente solventes que lo soliciten: la fuerte caída de la demanda interna y de los salarios están frenando las solicitudes de préstamo. Como consecuencia canalizan sus fondos para comprar grandes cantidades de deuda pública. La solución a este problema pasa por dos vías: a) conseguir que la economía crezca y genere una mayor cantidad de proyectos viables y rentables, y b) que el BCE ayude condicionando la nueva financiación que conceda a los bancos con garantías de créditos al sector privado; este mecanismo u otro parecido incentivaría al sistema bancario a dar crédito a las empresas y hogares. De esta forma el BCE obligaría a los bancos a destinar el nuevo dinero que les presta a otros fines distintos a la compra de bonos soberanos.
Estas dos soluciones son ahora más fáciles de aplicar por la recuperación de la economía española (en el tercer trimestre de este año el PIB comenzó a crecer después de nueve trimestres de recesión) y porque se está produciendo, además, un mayor saneamiento del sistema bancario español.
Las exportaciones
También estamos recibiendo buenas noticias de las empresas españolas: crece la competitividad de nuestros bienes y servicios. El miércoles de esta semana el Ministerio Economía y Competitividad informó que durante los nueve primeros meses del año las exportaciones de bienes aumentaron un 6,8% con respecto al mismo periodo del año pasado. Las ventas de bienes de equipo, sector con elevado contenido tecnológico, siguen siendo las exportaciones más dinámicas, con un crecimiento del 15,3%; las importaciones, en cambio, presentan una ligera caída (-0,9%). En los primeros ocho meses del año se exportaron bienes de equipo por valor de 36.455 millones de euros y se importaron 31.037 millones. También crecen las exportaciones de servicios: ayer conocimos que en los diez primeros meses del año España recibió 54,3 millones de turistas extranjeros, un 4,8% más que el año pasado.
A ello se une que el número de empresas exportadoras continúa creciendo (han aumentado más del doble entre el año 2000 y el 2012); y han pasado de ser 123.000 en 2011 a 137.000 en 2012. En los últimos 4 años unas 40.000 empresas españolas que antes no exportaban, ahora lo hacen.
La mejora tecnológica
Estos buenos datos quedan empañados por el bajo niel del gasto en I+D que se hace en España. La semana pasada el INE informó que el gasto español en Investigación y Desarrollo (I+D) registró en el año 2012 un descenso del 5,6% con respecto al año 2011, la mayor caída en tres décadas. Y llueve sobre mojado, porque en 2011 también cayó: un 2,8% con respecto al año 2010. En 2012 el gasto en I+D representó el 1,3% del PIB, una cifra inferior a la de 2011 (1,36) y también menor que la de otras economías desarrolladas. Por ejemplo, Alemania, el año pasado, destinó a proyectos de I+D el 2,9% de su PIB, Francia el 2,3% y, al contrario de lo que ha sucedido en España, ambos países desde el año 2010 vienen aumentando ese porcentaje de gasto en I+D sobre PIB.
También el Informe de Competitividad del World Economic Forum (WEF) de este año muestra el empeoramiento de la capacidad de innovación de la economía española. Señala, además, que el sector público español no facilita suficientemente las transferencias de tecnología al sector privado, lo que dificulta la mejora del sistema productivo y supone por tanto un freno al crecimiento económico. El informe pone de manifiesto que los países con economías más competitivas son también los más innovadores. Los efectos de esta mala situación que supone el bajo gasto en I+D condicionan nuestro crecimiento económico a largo plazo.
Política económica
Se debe aumentar, por tanto, el gasto en I+D, y favorecer la transferencia de tecnología entre el sector público y el privado. Eso significaría incrementar las actividades sobre las que se construye la necesaria mejora de la competitividad de la economía. Precisamente es muy probable que el nuevo crédito bancario se dirija a la financiación de aquellas actividades que mejoran la competitividad; por tanto vendrá de la mano de proyectos empresariales con alto contenido tecnológico. Es decir, los bancos financiarán proyectos rentables y especialmente aquellos que combinen la creación de nuevas empresas con elevados niveles de productividad. En este sentido, la política tecnológica debe apoyar programas de I+D, dirigidos a facilitar el proceso de creación de empresas modernas, competitivas y duraderas a largo plazo. España debe seguir ese camino.
En conclusión, España necesita crecer para aumentar el bienestar de sus ciudadanos y el nivel de empleo. El mayor crecimiento económico supondrá mayor recaudación fiscal y, por tanto, menos déficit público, menores necesidades de emitir deuda soberana y posibilidades de reducir impuestos. Más crecimiento lleva además aparejado menores niveles de morosidad y como consecuencia una banca más firme que pueda dar más crédito al sector privado. Lo más importante es que el gobierno favorezca una estrategia de crecimiento, que ponga en marcha la actividad económica privada, reduciendo impuestos, aumentando el nivel tecnológico, fomentando la exportación y facilitando el crédito al sector privado.
La UE estima que la falta de financiación bancaria tocará fondo en 2014 y a partir de ahí el crédito empezará a aumentar ligeramente hasta finales de 2015. Un horizonte lejano que habría que acercar para conseguir mayor crecimiento económico y empleo. También se debería adelantar al 2014 la reforma fiscal prevista para comienzos del 2015 y que supondrá una bajada de impuestos y un aumento de las bases imponibles.
Fuente: Rafael Pampillón Olmedo «Sequía de crédito». Expansión. 23 de noviembre de 2013, página 42
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