En medio de la búsqueda del punto de inflexión del ciclo económico español, tarea que implica el análisis minucioso de cualquier indicador de actividad publicado, muchas veces se dejan sin analizar estadísticas tan importantes como las cuentas trimestrales no financieras de los sectores institucionales (CTNF SI). Las cuentas no financieras describen el ciclo económico trimestral desde la generación de la renta hasta su acumulación en forma de activos, pasando por su distribución y redistribución.
El principal mensaje de las cuentas no financieras españolas del primer trimestre es que como ya venían mostrando los datos mensuales de la balanza de pagos, en el arranque de 2013 se ha completado el cierre de la enorme brecha exterior, un proceso largo y costoso (cinco años de profunda crisis), en términos de actividad y de empleo.
Pero, al fin y al cabo, una de las condiciones necesarias para que se inicie la recuperación de la economía española, teniendo en cuenta que difícilmente volveremos a ver entrar en nuestro país el ahorro externo, con la intensidad que lo hizo a mediados de la pasada década. Así que era vital hacer desaparecer esa dependencia, teniendo en cuenta además el elevado nivel de deuda externa.
A este respecto, por primera vez desde 1997, se ha generado capacidad de financiación (en términos anuales hasta el 1T13) por una cantidad equivalente al 1% del PIB, cuando en 2007-2008 el ahorro externo que necesitaba la economía representaba en torno al 10% del PIB. Esta intensa corrección es fruto del saneamiento del sector privado, que ha pasado de una necesidad de financiación del 11,5% del PIB en 2007 a una capacidad también del 11,5%, gracias, sobre todo, al comportamiento de las empresas. Por su parte, el esfuerzo de consolidación fiscal de las AA.PP. está siendo más complicado, si cabe, en el actual entorno recesivo, lo que implica una necesidad de financiación cercana al 10% del PIB (incluyendo ayudas al sector financiero).
El ajuste se ha producido, como se observa en el gráfico, por un tremendo ajuste de la inversión desde niveles superiores al 30% del PIB (más propios de una economía emergente, reflejando el exceso de financiación al ladrillo) hasta el 19% del PIB, mientras el ahorro interno se reducía con mucha menor intensidad (del 21% al 19,5% del PIB).
En el último año, el retroceso de la inversión afectó a todos los agentes, especialmente a las AA.PP. Por su parte, tanto familias como, sobre todo, empresas aumentaron su ahorro, lo que contrarrestó el mayor desahorro público.
En el caso de las familias, se intensificó el ajuste de su consumo, lo que, unido al freno en el intenso y prolongado deterioro de su renta (RBD), ha permitido recuperar su dañada tasa de ahorro. En este sentido, tras retroceder en 2012 hasta mínimos históricos, repuntó levemente hasta el 8,5% de la renta bruta disponible lejos, en cualquier caso, de los máximos de 2009, cuando se rozó el 18%.
Por tanto, las tendencias son claras: el sector público tiene una enorme necesidad de financiación (10% del PIB), mientras el sector privado tiene una amplia capacidad de financiación (11,5% del PIB), especialmente las empresas, porque sus decisiones de inversión están paralizadas. Por tanto, los agentes privados españoles están en pleno proceso de desapalancamiento y eso, en mayor o menor medida, lo tiene que compensar el sector público para evitar una depresión económica. Lo deseable es que ese proceso de saneamiento estuviese avanzado el año que viene, para que la demanda privada nacional fuese dando el relevo a la demanda externa. Algo que seguramente empezará a finales de este año por la inversión en bienes de equipo de las empresas exportadoras.
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