Tenemos por delante once meses de prudente crecimiento en las economías desarrolladas. La recuperación de los países avanzados sigue dependiendo de la deuda pública y privada. Por otro lado, los hogares y la confianza de las empresas no se han restablecido, dado el empeoramiento de la situación del mercado laboral y las reformas institucionales incompletas en Europa.
La falta de transparencia en EE.UU. sobre la política presupuestaria también puede afectar el crecimiento americano. Podemos prever datos en la Eurozona alrededor del -0,1%, con una persistente contracción de la actividad en el sur de Europa. En el mercado nipón el principal dato a analizar será la disminución de las exportaciones, principalmente a China.
El crecimiento en EE.UU. se desacelerará al 1,5%, mientras que los países emergentes registrarán un crecimiento sano y sostenible del 5,2%.
La probabilidad de una crisis sistémica en Europa es cada vez más remota, lo que puede considerarse una buena noticia. Sin embargo, la actividad en la Eurozona seguirá contrayéndose en 2013 debido al débil consumo, la austeridad presupuestaria y la desaceleración del mercado de trabajo. La crisis financiera está en vías de solución, pero la crisis en la economía real, ilustrada por la persistente fragilidad de las empresas, no finalizará en 2013.
Toca seguir trabajando y como venimos insistiendo desde este blog enfocándose en el sector exterior.
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